EL “PARTIDO DEL
PUEBLO” EXIGE UNIDAD, DIRECCIÓN Y AUDACIA
Popayán, 18 de julio de 2014
Las fuerzas democráticas fueron determinantes en la elección del
presidente Santos. Actuaron como el “Partido del Pueblo”. Es la expresión
profunda de una conciencia popular y nacional en desarrollo y construcción. Ese
partido, constituido por gentes con actitud independiente, alternativa,
progresista y/o de izquierda va más allá de los partidos y movimientos
constituidos. Actúa a veces siguiendo las orientaciones de sus principales
líderes pero también desconoce sus decisiones cuando estas son erradas o
confusas.
Ese “Partido del Pueblo” votó por verdes, progresistas, polistas,
liberales demócratas, upecistas, movimientos étnicos y otros, en las elecciones
parlamentarias de marzo de 2014. Luego, apoyó decididamente a Clara López y
Aída Abella en la 1ª vuelta presidencial y finalmente respaldó la re-elección
de Juan Manuel Santos, pensando en la Paz y en el rechazo radical al candidato
de Uribe. El “Partido del Pueblo” se expresó con coherencia y continuidad.
Esas fuerzas democráticas han mostrado vocación democrática en los
últimos años. Se ha ido acumulando una masa crítica que representa lo más
avanzado y consciente de la sociedad colombiana. Dicha población va a ser
decisiva para resolver – a favor del pueblo y de la Nación – el desenlace del
conflicto armado. Falta que la dirigencia democrática sea capaz de potenciar su
fuerza y constituirse en un movimiento unificado y organizado.
Siguiendo ese trasegar, lo más cualificado del movimiento democrático se
ha organizado en un Frente Amplio por la Paz y da sus primeros pasos para “configurar una gran fuerza política que acumule los esfuerzos
de las organizaciones, movimientos y partidos políticos de izquierda,
independientes y progresistas para
disputar el poder político y aportar a la construcción de la paz con justicia
social”.[1]
En forma correcta se ha contextualizado el nuevo Frente respecto del
momento político. Se caracteriza como la sumatoria de fuerzas alternativas,
progresistas y de Izquierda. Se definió su Plataforma de Lucha inmediata y se
trazó un plan de acción. De manera precisa se afirma que “El respaldo al
presidente Santos en las urnas no se puede confundir con la adhesión a su
concepto de Paz. Por el contrario existen diferencias de enfoque y de
contenido, lo que obliga a las fuerzas de izquierda a
buscar una mejor correlación de
fuerzas en vías de lograr una verdadera Paz, estable y duradera, fundamentada
en reformas y aperturas democráticas de la vida social, económica, cultural y
política.”[2]
Estos pasos iniciales en la construcción de una organización unificada
que le dé concreción al Partido del Pueblo deben acelerarse al máximo. Las
fuerzas democráticas se enfrentan a dos bloques oligárquicos que tienen planes
contrarios a los intereses populares y nacionales. Esas fuerzas oligárquicas
tienen la ventaja de tener el poder económico y político, tienen estructura,
saben para donde van y mantienen la iniciativa. Santos, al frente de la
burguesía transnacionalizada y Uribe a la cabeza del latifundismo reaccionario.
El “bloque santista” aspira a colocar el proceso de Paz al servicio de
la profundización del modelo neoliberal, como ya lo viene haciendo. Pretende
cooptar a una parte de las fuerzas democráticas como base fundamental para
sustentar falsas y limitadas reformas de la institucionalidad democrática
burguesa, de la política agraria y de drogas de uso ilícito, para impulsar planes,
programas y proyectos focalizados a zonas de colonización en donde ha
persistido el conflicto armado, pero sin tocar para nada la estructura
neoliberal del régimen capitalista.
El “bloque uribista” – alentado por los resultados electorales que ni
ellos mismos se lo esperaban –, no está a la defensiva. Tiene la enorme ventaja
de contar con una dirección fuertemente centralizada y aspira a que el gobierno
y la guerrilla continúen cometiendo los mismos errores que le permitieron
crecer políticamente al uribismo[3].
Ahora esos errores los pretenden canalizar hacia dos tareas centrales:
fortalecer los grupos paramilitares especialmente en zonas de conflicto como el
Cauca, Nariño, Valle, Guajira, Norte de Santander, etc., y derrotar a las
fuerzas de la Paz a la hora de refrendar los acuerdos.
Cada bloque oligárquico ya tiene preparados sus proyectos de ley sobre
reforma política y electoral, judicial, tributaria, educación y salud. Tanto
Santos como Uribe tienen definidas sus estrategias y movimientos tácticos, han
identificado sus prioridades y pretenden colocar a las fuerzas democráticas a
su servicio. El uribismo ya aprendió a encauzar para sí los esfuerzos de un
sector de la oposición de izquierda (MOIR-Dignidades) y el santismo aspira a
que quienes lo apoyaron electoralmente se muestren condescendientes con su
propuesta neoliberal – sin ir más allá –, por temor al chantaje de la guerra.
El gran reto para el “Partido del Pueblo” es no caer en la sumisión de
la “democracia” ante el liberalismo. Ya Santos lanzó su jugada de nombrar a Ernesto
Samper como Secretario General de UNASUR. Seguramente nombrará a algún “independiente”,
“alternativo”, “progresista” o “de Izquierda” en el gabinete, y lo hará no
porque vaya a cambiar su rumbo neoliberal sino para utilizar nuevos “angelinos”
o “luchos”. Es su apuesta.
Y eso Santos lo puede hacer porque el Movimiento Democrático o el “Partido
del Pueblo” peca todavía de timidez, vacilación, inseguridad y falta de audacia
política. Caemos todavía en una serie de confusiones que nos impiden actuar
como “bloque democrático” y por ahora, actuamos para nosotros mismos, nos
refugiamos en nuestras propias fuerzas y no nos arriesgamos. Entre esas
confusiones podríamos señalar las siguientes:
1. Creer que proponer cambios estructurales a Santos y a la Nación, es
apoyarlo. 2. Pensar que exigirle participación de alto nivel en su gobierno, es
plegársele. 3. Considerar que tratar de concretar nuestras propuestas – así sean
parciales – siendo parte de un gobierno neoliberal, nos desfigura como
alternativa.
Para poder avanzar el “Partido del Pueblo” – ahora representado por el
Frente Amplio por la Paz – debe construir nuevos paradigmas, nuevas miradas, arriesgadas
actitudes y visión de Estado, ganas de liderar a la Nación y llegarle al
conjunto del pueblo, rompiendo con viejos esquemas y superando tradicionales
temores.
Para hacerlo debemos clarificar aspectos como los siguientes:
1. No es lo mismo presentar nuestras propuestas a toda la sociedad que
hacerlo retando al contradictor político que nosotros escojamos. La acción
política es proponer y obligar al contrario a reaccionar. Desenmascarar a Santos
con nuestras propuestas es la tarea central, a la vez que se invisibiliza y se
neutraliza al uribismo. Se llama, tomar la iniciativa.
2. Si Santos no acepta es problema de él. Nuestras propuestas quedarán
posicionadas como alternativa real en los ojos y en la mente de la Nación y el
Pueblo. Significa, ponernos al frente.
Lo anterior parte de entender que hoy se ha impuesto a nivel mundial un
régimen neoliberal global por encima de los Estados nacionales. Todos los
gobiernos (incluyendo los de Maduro, Correa, Evo, Castro, Ortega, etc.) lo que
hacen es desarrollar aspectos parciales de una política social y
"nacional" que se juega a diario entre la cooptación neoliberal y la
acumulación de fuerzas, lo que implica construir "desde abajo"
cambios post-capitalistas: Democracia Directa como expresión de poder popular;
"nuevas economías" solidarias que se desconecten del control
financiarizado; nuevos desarrollos culturales que ataquen el concepto de “progreso”
y logren enfrentar el consumismo fetichista; y otros.
Es por ello que todo depende – no tanto de los gobiernos y de los
ejercicios en los parlamentos burgueses – sino que, tanto el proceso de Paz
como la democratización del país, se van a lograr por efecto de la acción
revolucionaria que se realice desde las bases sociales, lo que exige la más
amplia unidad de las fuerzas que hacen parte del Movimiento Democrático y una
máxima claridad en nuestra estrategia. Ese es el reto.
[1] El Frente Amplio por la Paz, contexto, carácter, plataforma y tareas:
http://alainet.org/active/75472&lang=es
[3] Los errores que ha
cometido el gobierno y la guerrilla son básicamente los siguientes: El gobierno: generar
expectativas de Paz inmediata, colocándole plazos y fechas a los diálogos y
acuerdos; mantener un Ministro de Defensa (de guerra) uribista lo que no
permite la depuración de las fuerzas armadas y liquidar las Bacrim; banalizar e
identificar la terminación del conflicto con la conquista de la Paz. La guerrilla: No asimilar
interiormente su derrota política fruto de haberse dejado degradar en medio del
conflicto; creerse más víctimas que victimarios; pensar que todavía pueden representar
políticamente al conjunto del pueblo; mantener formas de lucha que afectan a la
población civil y a la naturaleza; trasladar mecánicamente formas de dirección
política vertical y autoritaria propias de la guerra a la dinámica de la
organización y movilización social.
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