COLOMBIA: OTRA MIRADA DEL MOVIMIENTO ESTUDIANTIL
Popayán, 23 de noviembre de 2011
El gran mérito del actual movimiento estudiantil universitario en Colombia es que ha planteado el debate sobre el modelo de desarrollo que avanza en el país. Es el mismo tema que está en la médula de los conflictos que han estallado en el mundo. Se entronca de esa manera con los procesos de movilización social planetaria.
Y no podía ser de otra manera. La mayoría de los actuales estudiantes serán mañana “proletarios con título o con micro-empresa”. Serán trabajadores “calificados” y explotados por el gran capital. Sólo aquellos que hacen parte del círculo exclusivo de la burguesía trans-nacionalizada o que por condiciones particulares obtienen grados de excelencia (apoyo y sacrificio de sus padres, cualidades excepcionales para el estudio u otras), podrán acceder a niveles de dirección de empresas en Colombia o en el exterior o trabajarán en áreas de investigación científica y tecnológica. Uno entre mil.
El resto de profesionales, tecnólogos y técnicos se convertirán – como ya lo son – en trabajadores asalariados (“precariados”) o en desempleados. La minoría encontrará empleo en entidades del Estado o en empresas establecidas (empleo formal real) pero la gran mayoría serán “empleados por cuenta propia” (empleo informalizado). Es importante resaltar que en el sistema productivo internacional los cientos de millones de PYMES existentes, que en más del 95% son micro-empresas con menos de tres (3) empleos y que tienen una vida “competitiva” inferior a dos años, cumplen un papel absolutamente subordinado a los intereses de los grandes consorcios transnacionales. Es trabajo asalariado camuflado.
Esa es la causa principal que ha llevado a millones de jóvenes profesionales del mundo entero a iniciar y encabezar un movimiento planetario contra el poder plutocrático financiero mundial y contra la institucionalidad política – “nacional” y transnacional, (gobiernos y supra-gobiernos, ONU, OTAN, FMI, BM, OMC, etc.) – que están al servicio del capital súper-centralizado del círculo de multi-millonarios trans-nacionalizados. Son los mismos jóvenes que lideran e inspiran las revoluciones árabes, el movimiento de los “indignados” en España y los “ocupas” en EE.UU. No ven futuro o lo ven negro.
Todos los puntos y aspectos que han planteado los dirigentes estudiantiles relacionados con la calidad de la educación y con la Autonomía Universitaria apuntan a responder a la siguiente pregunta: ¿Qué tipo de profesional requieren las empresas que actualmente dominan la economía colombiana y las compañías trans-nacionales que ya tienen planes a 50 años para invertir en Colombia?
La respuesta es una sola: El gran capital requiere un trabajador calificado para aplicar paquetes tecnológicos diseñados en las metrópolis híper-desarrolladas. Y lo que es más grave, el sistema económico colombiano (y mundial) no está en capacidad de absorber esa mano de obra. Serán cada vez más “precariados”[1], en todo el sentido de la palabra: precarios niveles de formación, ingresos bajos, inestabilidad laboral, competencia infernal, obligados a emigrar, subvalorados y discriminados. Sin futuro.
Los estudiantes colombianos han tenido el valor de adelantarse a mirar y a cuestionar las condiciones de vida que el sistema capitalista les ofrece en el mundo laboral y productivo. Por ello ya empiezan a ser cuestionados por el gobierno sobre su “arrogancia y triunfalismo”. ¿Cómo se les ocurre cuestionar temas más allá de lo académico y estrictamente educativo? ¿Quién les dio permiso para hacerlo? ¿Quién los está manipulando? Con intención mordaz los periodistas les dicen: “¡No se dejen utilizar!”[2]
El verdadero triunfo: Transferir la fuerza acumulada a la sociedad
Si los estudiantes mantienen y fortalecen la línea de debatir con toda la sociedad sobre el futuro de la educación superior en Colombia van a hacer una contribución inmensa al desarrollo de un movimiento socio-político de amplio espectro. Se podrá pasar de las luchas contra los efectos de las políticas neoliberales al cuestionamiento de la estructura misma del sistema capitalista.
No dejarse llevar al terreno de las negociaciones inmediatistas es la clave del momento. No permitir que la asociación de rectores universitarios se ponga al servicio de la estrategia del gobierno. Quieren reducir la “concertación” a temas de presupuesto, regulación estrecha del mundo académico, “autonomía universitaria interna” y aspectos “concretos” de la norma.
Es evidente que el movimiento estudiantil no puede echarse sobre sus hombros la transformación estructural del país. Tendrá que llegar a acuerdos con la sociedad y con el gobierno. Deberán diseñar una estrategia que lleve a que los problemas estructurales se debatan ampliamente en diversos escenarios de la sociedad. Será la forma como los estudiantes le transfieren parte de su fuerza acumulada al conjunto del pueblo colombiano. El arte es saber triunfar sin pretender obtener todo de un momento para otro. El “todo” no lo pueden ganar solos.
La tarea entonces – como creo que lo tienen bien claro los dirigentes estudiantiles – es concertar una agenda nacional, con foros y eventos en todo el país, con participación de todos los sectores sociales y políticos, sin afanes y sin limitaciones. Ya se oye hablar de “Constituyentes Educativas”, lo cual puede ser una buena iniciativa.
La concepción de “Contra-poder-desde-abajo” y los limitantes del movimiento
La concepción de “contra-poder-desde-abajo” es fundamental para acumular fuerza y transferirla a la sociedad. Si mantenemos en los movimientos sociales el enfoque de “lucha reivindicativa”, lo acumulado en las luchas se diluye en las “mesas de negociación”.
La reciente lucha de La Minga de Resistencia Social y Comunitaria en 2008 ofrece lecciones de máxima importancia. Veamos:
En octubre de 2008 el movimiento indígena caucano apoyado por otras organizaciones sociales y en el marco del Paro laboral del proletariado cañero (“corteros” de caña), consiguió derrotar a Uribe. Fue el único triunfo en las calles y carreteras del movimiento social colombiano durante esos dos períodos (8 años). Diferente a la derrota política de 2003 cuando Uribe quiso aprobar su referendo neoliberal que después aplicó por decreto.
En Cali los indígenas le dieron la espalda a Uribe, lo desairaron y humillaron, obligándolo a ir hasta el resguardo de La María (Piendamó), territorio ancestral indígena. En ese lugar la dirigencia indígena mantuvo en alto sus propuestas estructurales y no se dejó llevar a la mesa de negociación como hábilmente quería el gobierno. Fue una derrota plena de la política uribista y un gran avance del movimiento social.
¿Qué ocurrió inmediatamente? Los sectores más conservadores del movimiento indígena, las cúpulas burocráticas de sus organizaciones “reivindicativas”, forzaron al conjunto del movimiento a proseguir la movilización hacia Bogotá con el objetivo de “obligar a negociar al gobierno”. Un triunfo de amplio contenido político se puso al servicio de acuerdos puntuales sobre tierras que después de tres años el gobierno no ha cumplido plenamente. Así, se diluyó la fuerza, se le entregó la iniciativa al gobierno, quién montó el espectáculo de la “concertación” mientras en el territorio caucano impulsaba la conformación de organizaciones paralelas controladas y al servicio del gobierno y de las castas dominantes en la región (OPIC).
La esencia del problema está en la concepción de “fuerza”. La fuerza “propia” del movimiento está en el grado de organización, cohesión y unidad de los sectores sociales comprometidos. Sin embargo, la fuerza política acumulada – aspecto fundamental para obtener triunfos y avances – está materializada en el grado de aceptación y apoyo de la sociedad, que neutraliza y/o debilita la fuerza del Estado o de los sectores sociales o políticos a quienes se esté enfrentando. La credibilidad es un aspecto primordial. Por ello, cuando se cometen errores, ya sea que nos dejemos provocar, no actuemos con oportunidad y seguridad, mostremos incoherencia, o que aparezcan intereses ocultos o “subterráneos” ajenos al movimiento, el gobierno o contradictor aprovecha para generar desconfianza en la opinión pública. Así, la fuerza acumulada desaparece o se debilita como por encanto. Quedamos reducidos a lo “propio”. Allí, perdemos.
Análisis de los primeros sucesos del actual movimiento estudiantil
En esta primera fase del movimiento los hechos a resaltar son: 1. Lo acertado del contenido de la propuesta. Se ha ubicado la problemática en el terreno estructural, político. 2. La unidad cualificada de las organizaciones estudiantiles y la participación de universidades públicas y privadas. 3. Los métodos de lucha y decisión pacíficos, lúdicos, creativos, participativos, lo que les ha generado el apoyo y respeto de la ciudadanía. 4. El manejo de medios ha sido adecuado.
La consigna “por educación pública superior gratuita, de alta calidad y sin ánimo de lucro” ha calado en la opinión pública. Igualmente fue correcto condicionar el levantamiento del paro al retiro del Congreso del proyecto de reforma a la Ley 30/92 y obtener el compromiso de elaborar una propuesta de reforma de la educación pública superior con participación de la sociedad. El gobierno aceptó ante la contundencia de la movilización y el amplio apoyo mostrado.
Desde mi propio punto de vista no se ha sabido aprovechar la debilidad del gobierno que, como se observa ahora, necesitaba salir a Europa a mostrarse como el gran estadista, pacificador y defensor de los DD.HH. ante el mundo, y no le convenía dejar al país en medio de un conflicto que coincide con las movilizaciones estudiantiles de Chile y de los “indignados”.
La actitud tradicional del movimiento social en Colombia ha sido la de querer acorralar y derrotar plenamente al gobierno en aspectos puntuales. La mesa de negociación termina siendo el escenario en donde los gobiernos hacen concesiones y aplacan las movilizaciones y conflictos. Después, no cumple lo pactado. De allí la desconfianza de que hablan los dirigentes estudiantiles.
La situación es diferente ahora. La lucha está planteada en el terreno de ganarse a la sociedad, neutralizar las fuerzas vacilantes y/o contrarias y obligar al gobierno a someterse a una dinámica de “democracia participativa”, deliberante, incluyente, en donde las diversas fuerzas de la sociedad puedan participar. El movimiento tiene al gobierno a la defensiva.
Por ello la “fuerza” no puede equipararse al “paro” o a las “movilizaciones”. Es evidente que entre más participación tenga el paro y las marchas, más legitimidad “propia” tiene el movimiento. Pero no es suficiente. La fuerza política no puede basarse en el paro. El paro y las marchas sólo son un medio de llamar la atención. Es la justeza de la propuesta la que garantiza la acumulación de la fuerza y su transformación en un movimiento de gran cobertura y proyección.
Ante la decisión de Santos de retirar el proyecto y la orden a la Ministra de dialogar con los estudiantes, éstos con oportunidad, autonomía, presteza y firmeza debían haber levantado el paro. De inmediato, “decretar” e imponer a los rectores de las universidades sus condiciones para el restablecimiento inmediato de las labores académicas. El mensaje es: “Somos los más interesados en estudiar”. No permitir que el gobierno manipule “la preocupación por la pérdida del semestre”. Todo en la dinámica de fortalecimiento del movimiento y la preparación social e integral de la propuesta. Es un verdadero ejercicio de poder, desde abajo.
Se argumenta que el gobierno podía incumplir. Es posible. Si no retiraba el proyecto muy seguramente los parlamentarios – que presionaron oportunistamente a Santos –, lo habrían retirado, y habría sido una doble derrota del gobierno. Y si no cumplían, quien quedaba mal era el Estado. Los estudiantes habrían multiplicado su fuerza. También se afirma que los rectores se habrían negado a abrir las universidades, como está ocurriendo. Claro, porque el paro no se ha levantado en algunas ciudades. Pero si los estudiantes salen a los medios a plantear que tienen organizadas brigadas para asear y adecuar los claustros universitarios para iniciar clases, los rectores no habrían tenido el más mínimo argumento para negarse.
La actitud de desconfianza en el cumplimiento del gobierno es la típica actitud del movimiento “reivindicativo”, que actúa a la defensiva y no confía en sus propias fuerzas. Lo que se propone como concepción de lucha parte del presupuesto de que somos un poder (contra-poder-desde-abajo), con capacidad de reordenar espacios, de hacer ejercicios de autonomía, de competir en la cotidianidad (no sólo en momentos de “anormalidad”) con los niveles de decisión institucionales. Claro, midiendo la fuerza, sin aventurerismo y sin sobrepasar los objetivos trazados.
La responsabilidad del movimiento y la organización amplia estudiantil ahora está en el plano de organizar las actividades académicas – estudiar con juicio –, y paralelamente proponer e insertar la discusión y la elaboración de la propuesta en la sociedad.
Se deberán organizar foros, eventos, debates públicos, consultas ciudadanas y toda clase de actividades antes de sentarse oficialmente a concertar una propuesta concreta. Dichas actividades deben ser organizadas oficialmente – en condiciones de igualdad – con el Ministerio de Educación, las rectorías y consejos académicos, las secretarías de educación departamentales y municipales, y las organizaciones de estudiantes, profesores y de la sociedad, a fin de garantizar los recursos, difusión, convocatoria y realización exitosa.
En esa dinámica un “contra-poder-desde-abajo” irá surgiendo y alimentándose de la sapiencia popular y social. Las “Constituyentes Educativas” o como se las quiera llamar, podrán ser construidas. El movimiento estudiantil estaría entregándole no sólo un triunfo a su pueblo sino transfiriéndole su fuerza, que bastante la necesita.
Quedaría el insumo para que los “precariados” colombianos se llenen de indignación y de valor para encabezar un movimiento de nuevo tipo en nuestro país. ¡Por Democracia Real YA!
[1] El “precariado”. http://www.cgt.es/descargas/MR_11_Precariedad_Laboral.pdf
[2] Palabras del periodista Felipe Zuleta Lleras de El Espectador en entrevista con los dirigentes estudiantiles en el Canal Caracol y Caracol Radio (20.11.11).