Fotografía tomada de El Nacional |
Popayán, 25 de agosto de 2021
“Frente a las ‘verdades de la guerra’ de Creonte y a
lo que éstas lógicamente implican, Antígona no puede permanecer callada”. George
Steiner
“Las crisis mundiales han sido siempre resultado de la
concentración real de la riqueza y del ajuste forzoso de las contradicciones de
la economía burguesa”. David Harvey
La pandemia Covid-19 ha mostrado el
alto nivel de interdependencia que existe entre las economías de los países, regiones
y corporaciones capitalistas del planeta. No solo en términos de producción y
de comercio sino principalmente en lo financiero. Una muestra de ese fenómeno
se presentó durante los primeros meses de confinamiento de la población china: el
impacto negativo para la economía mundial fue tan evidente y fuerte que la supuesta
“guerra comercial y tecnológica” que Trump anunciaba contra China quedó “suspendida”,
perdió piso y se quedó en el aire.
No obstante, la economía especulativa
basada en la confianza inversionista y estabilidad financiera que los
capitalistas y sus gobiernos sostienen de diversas formas (deuda pública,
emisión de dinero, reformas tributarias, etc.) les ha funcionado a las mil
maravillas en plena pandemia. Es un sector muy beneficiado al igual que la
industria farmacéutica y las tecnologías de la información y comunicación (TICs)
que
han vivido una verdadera bonanza económica durante la pandemia.
La oligarquía financiera global comprobó
lo que sus asesores les repetían desde 2007-8. Ahora son más conscientes de la
extraordinaria vulnerabilidad de su “sistema” (así sean estadounidenses,
europeos, rusos, chinos, iraníes, etc.), y en medio de la crisis (que es
real, “real” y Real[1]), se han apoyado entre
ellos como nunca[2]. La vida ha
demostrado que las “guerras” actuales son limitadas, parciales y medidas, que solo
son “formas de amenaza” y de “mostrarse los dientes” mientras a espaldas de los
pueblos (ciudadanos, consumidores, clientes, etc.) negocian en la Bolsa y
Bancos.
Ello tiene grandes implicaciones
para los pueblos y los trabajadores. La mirada de Lenin es un referente en esta
materia. Él sabía que los conflictos intra-capitalistas e inter-imperialistas que
generaron las “guerras mundiales” del siglo XX, tenían sus límites. Y,
por tanto, llamaba a aprovechar esas extraordinarias circunstancias, dado que en
la medida en que los pueblos y los trabajadores nos uniéramos de verdad, ellos
tendrían que colocar sus intereses sectoriales y “nacionales” en un segundo
plano, mostrando sus intereses de clase. Ese hecho sería -en sí mismo- un
material invaluable para impulsar la lucha emancipatoria de los sectores
oprimidos.
Afganistán y el triunfo de los
globalistas
Los globalistas de todo el mundo
triunfaron con la salida de las tropas de los EE.UU. de Afganistán. Ellos ahora
no conciben el “territorio” y las “riquezas naturales” como lo hacían los
viejos imperialismos coloniales. Pienso, también, que la nueva fase de acumulación
por desposesión planteada por David Harvey está empezando a ser replanteada.
Los dueños de las grandes corporaciones que controlan la estructura financiera,
energética e informática del planeta están actuando de una manera nueva. Sus
guerras son más virtuales que “físicas”: son verdaderos libretos para nuevas
series de Netflix.
Podemos afirmar que hoy los
enfrentamientos entre las élites de USA, UE, China, Rusia, India, Irán, etc., tienen
como principal objetivo el de engañar a sus propios pueblos. El manejo de la
pandemia Covid-19 ha demostrado que las contradicción entre los capitalistas
que -a veces- se muestran como rivales en torno a intereses de sus antiguas
naciones de origen, no es la contradicción fundamental de la sociedad
capitalista (nunca lo ha sido, a veces, en determinadas coyunturas podía ser
calificada como la contradicción principal para ser utilizada en favor
por los trabajadores y pueblos oprimidos)[3].
Los globalistas de todo el mundo
han triunfado (Trump solo fue un “accidente”). Su principal preocupación va a
ser preservar la vida humana sobre la tierra manteniendo y fortaleciendo la
Dictadura del Capital, mientras desarrollan las ciencias y las tecnologías para
explotar materias primas de otros planetas. Los dirigentes más sagaces con sus
“tanques de pensamiento estratégico”
ya están diseñando su propia política para “mitigar” el cambio climático.
Era de esperarse.
Y paralelamente, intentan perfeccionar
el control volitivo de los humanos, que como lo ha demostrado el manejo de la
pandemia Covid-19, se fundamenta en estimular toda clase de tensiones y
enfermedades mentales, logrando que el miedo y la ansiedad sirvan para que las
gentes no vean más allá de sus pantallas de teléfonos móviles y televisores de
última generación, programando o canalizando los “estallidos sociales” para
desfogar y controlar la conflictividad acumulada.
Todo va bien para los
capitalistas globalistas del mundo entero. Los Soros, Clinton, Gates, Obama,
Xi, Wu, etc. están felices mientras el resto de la humanidad sufre la
incertidumbre del “no saber”.
Algunas mentiras y verdades sobre
lo ocurrido en Afganistán y en Colombia
- Que el gobierno de los EE.UU.
es enemigo de Al Qaeda y de los “talibanes”. La realidad es que ellos han sido
su instrumento político y herramienta de desestabilización regional (algo
muy similar ocurrió en su momento con las guerrillas colombianas);
- Que los EE.UU. invadieron
Afganistán en 2001 para perseguir a Osama Bin Laden. La verdad es que él era un
espía de la CIA, un agente
árabe-estadounidense y siempre actuó bajo el mando de ellos (en Colombia no
han necesitado “invadir”, han tenido bases militares y han intervenido en este
país desde principios del siglo XX);
- Que los EE.UU. salieron de
Afganistán porque los talibanes los derrotaron. La realidad fue que se acordó
su salida, Trump negoció con los “rebeldes” y desconoció a sus “aliados”
afganos desde hace más de un año. Biden
solo cumplió ese acuerdo (en Colombia el gobierno de USA estuvo detrás de
Santos en el llamado “proceso de paz” y pactó con las Farc en La Habana sin
tocar para nada la estructura económico-política que es la base real de la
economía del narcotráfico);
- Que el gobierno colombiano les
va a dar “refugio temporal” a los afganos colaboradores de las tropas
estadounidenses que huyen de Kabul, y que lo hace por solidaridad y en defensa
de los DD.HH. En verdad, esa acción es obligada y responde a una orden de
Biden, que la cumplirán gobiernos de países tan débiles y entregados como
Kosovo, Albania, Colombia y otros.
Son muchas más las mentiras y
verdades sobre Afganistán. Es igual que en Colombia, en donde una insurrección
campesina terminó convertida (transformada, instrumentalizada) en una supuesta “guerra
contra el narcotráfico”. En realidad, se utilizó a una guerrilla degradada para
convertir a Colombia en el principal productor de cocaína del mundo como se utilizó
el “conflicto” con los talibanes para convertir a Afganistán en el principal
productor de heroína.
En próximo artículo abordaremos el tema de cómo la narrativa “globalista” es el principal obstáculo que impide que el pueblo colombiano logre descubrir la “verdad verdadera”, que debe ser el principal instrumento para desenmascarar los intereses de una oligarquía colonial, capitalista, globalizada, pro-imperial, mafiosa y criminal, que ha pretendido construir una “paz” a la medida de sus intereses.
[1] La crisis es real
porque importantes áreas y sectores de la producción, los servicios y el
consumo se han paralizado o se han afectado de muchas formas generando desempleo,
hambre y desesperación entre amplios sectores de la población; es “real”
porque ha sido manipulada para generar desinformación y miedo y, sobre todo,
para legitimar formas de control mental e ideológico entre las gentes; y es Real
porque la pandemia ha puesto de manifiesto para el conjunto de la humanidad una
realidad que va más allá de la coyuntura (así sea interpretada de mil maneras desde
lo económico, político, ambiental, cultural, religioso, étnico, civilizatorio,
etc.). (Nota del Autor).
[2] El escenario más visible
de ese apoyo y concertación entre las oligarquías financieras globales ha sido
la Organización Mundial de Salud (OMS). Los grandes negocios de la pandemia han
tenido la bendición de los supuestos “gurúes” de la ciencia, la medicina y la
salud pública. La historia no los absolverá. (Nota del Autor).
[3] Lenin en 1916 lo tenía
claro en su texto
sobre el imperialismo, y también frente al Tratado de Brest-Litovsk, pero
los “marxistas-nacionalistas gran-rusos” distorsionaron sus ideas y se
olvidaron de que la contradicción fundamental es entre el capital y el trabajo.
Hoy las “guerras inter-imperialistas” son totalmente secundarias frente a la
nueva situación que vivimos (solo sirven para mantener los viejos nacionalismos
de gran potencia), cuando las grandes corporaciones capitalistas
transnacionales están entrelazadas y sostienen en forma imbricada una
estructura financiera global, de la que dependen todos ellos (Ej., los
principales acreedores de los EE.UU. son China y Japón). Incluso, frente al
agotamiento de las fuentes de energía de origen fósil están entrando en el
terreno de los acuerdos globales, como lo comprueba la situación de Venezuela,
Irak, Afganistán, etc. “Se reparten el mundo” decía Lenin, a veces forcejean
entre ellos pero son gajes del oficio. Lo de Afganistán fue un acuerdo, que
seguramente tendrá su contraparte china y rusa en otras partes del mundo o allí
mismo. (Nota del Autor).
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