¿Es todavía la clase obrera un sujeto social revolucionario?
Popayán, 17 de marzo
de 2021
En días pasados con diversas
personas vinculadas a las luchas políticas y sociales de América Latina se
planteó el siguiente interrogante: “¿Ya no existen los sujetos sociales que
luchen por un cambio? ¿O no es necesario tenerlos en cuenta? ¿La multitud es el
sujeto?”.
Las respuestas no se hicieron
esperar. Muchos amigos todavía identifican a la clase obrera como el “sujeto
social del cambio revolucionario y anticapitalista”. Se insiste en que esa
clase sigue vigente, y que aunque transformada, es el referente social del
cambio anticapitalista.
Otras personas mencionan a los
indígenas, campesinos y comunidades afros, y unas más, a las mujeres, los jóvenes,
los migrantes, los ambientalistas, etc., como sujetos sociales que portan el
espíritu del cambio o destacan su potencialidad actual.
Así mismo, aparece el concepto de
multitud planteado por Negri
y Hardt, con su pluralidad y diversa composición. Algunos relacionan esa
idea con la necesidad de unificar a la gran mayoría de la humanidad para evitar
la extinción de nuestra especie por efecto de la hecatombe ambiental anunciada.
La multitud sería el sujeto social ecológico por excelencia.
Algunas definiciones
Es necesario volver sobre las
definiciones. Los Sujetos Sociales son clases sociales o sectores de clase que
adquieren consciencia colectiva de su existencia con base en la identificación
de sus intereses. Ellos mismos se autoconstruyen en medio de las luchas
sociales y políticas.
¿Clase obrera? Creo que hay que
cambiar de término. La “clase obrera” se asimila a la clase de los trabajadores
que vendían su “mano de obra” o “fuerza de trabajo” a los capitalistas. Hoy
vendemos más el “cerebro” que las “manos”. El trabajo cognitivo está en el eje
de la reproducción del capital y la “fuerza material” ahora la realizan las máquinas.
Parece que es mejor el término “clase
trabajadora” o “proletariado” (aunque esta palabra se asimila a los trabajadores
industriales), y es por eso que utilizamos el término “precariado”, que ha sido
trabajado y estudiado con detalle y creatividad por el investigador
Guy Standing.
Y al interior de los trabajadores
es necesario identificar aquellos sectores que por sus actuales circunstancias
pueden jugar un papel de “sujetos sociales revolucionarios”, no tanto “históricos”
sino en una etapa histórica. Ejemplo, el proletariado industrial actual, es un
sector de la clase trabajadora que por su lugar en la producción, su grado de
especialización y los ingresos que obtiene, ya no es revolucionario, no desea
ningún cambio, incluso es conservador. Al contrario, los “profesionales precariados”
son los trabajadores que en la actualidad parecieran cumplir un papel más dinamizador
en las luchas sociales y políticas.
Y es pertinente analizar otro
aspecto que ahora ha aparecido con el desarrollo de las fuerzas productivas y
los cambios en la sociedad actual (económicos, sociales, culturales,
tecnológicos, etc.) que ha contribuido con la aparición de nuevos sectores
sociales, muy diferentes a los de la época del capitalismo clásico, que
pueden convertirse en otro tipo de sujetos sociales revolucionarios propiciadores
de cambios en el modo de producción.
Los
"prosumidores colaborativos".
Los PROSUMIDORES COLABORATIVOS
son aquellos pequeños y medianos productores (y, a la vez, trabajadores)
que producen diversas clases de bienes, consumen una parte de ellos y el resto
lo venden al mercado. Pero para hacerlo y por necesidad, construyen redes de
colaboración con otros prosumidores para poder enfrentar a los grandes
monopolios.
Hoy existen prosumidores en el
campo de la producción de música, periodismo, software, energía eléctrica, y
poco a poco van expandiendo su área de trabajo. Además, en muchas otras áreas
de la vida están apareciendo verdaderas redes de cooperación y colaboración
como son las redes de turismo compartido o colaborativo y otras formas de
intercambio equivalente, y también, nuevas formas de asociación cooperativa entre
los pequeños y medianos productores agrarios de países dependientes.
Muchos de sus “productos” o
bienes, son colocados en forma gratuita en las redes sociales usando diversas
licencias de “Creative Commons” (Creación en Comunidad). Uno de sus principales
“medios de producción” es la Red Web o Internet y su acción -si es realmente
colaborativa- va socavando las bases del capitalismo aunque se alimenta y
progresa dentro de ese modo de producción.
Reflexión en ciernes
Por ahora los “prosumidores” (Jeremy
Rifkin) no son totalmente conscientes de su acción transformadora. Pero hay
avances en ese sentido. Lo interesante del tema es que el prosumidor en sí
mismo significa el reencuentro (aún parcial) entre la propiedad de los medios
de producción y el trabajador; entre el trabajo mental-intelectual y el trabajo
manual; entre quien dirige el proceso productivo y quien opera el trabajo, que
antes era una relación separada y subordinada, y ahora se integra en manos del
prosumidor.
Así mismo, al fundirse (también
parcialmente) el valor de uso y el valor de cambio, dicho fenómeno tendrá connotaciones
o consecuencias en el ámbito de la producción, el mercado, el consumo y la
subjetividad humana, dado que la esencia material e ideológica de la “mercancía”
empieza a cambiar. El “producto” del prosumidor no es ahora sólo “valor de
cambio”, en parte sigue siéndolo pero cuando se comparte en forma gratuita deja
de serlo.
Además, como lo plantea Rifkin,
por efecto del desarrollo tecnológico y de la competencia inter-capitalista, la
tendencia creciente de los costos de producción se aproxima a cero (0),
fenómeno que se va a agudizar ante la presencia de una “competencia
colaborativa” y, por tanto, la ganancia capitalista estará siendo subvertida en
lo más íntimo de su realización.
Frente a estos fenómenos, que
deben ser estudiados a fondo, se van dando las condiciones para que la
humanidad se libere del “fetiche” de la mercancía, y en ese proceso creciente,
irán surgiendo nuevas subjetividades basadas en la reciprocidad, la
colaboración y la nueva valoración de los bienes comunes (Elinor
Ostrom) y entrarán a jugar nuevos fenómenos sociales en la construcción de
un modo de producción postcapitalista.
Para lograrlo, la lucha por el
control del Estado sigue siendo necesaria pero con una dinámica diferente. No
se trata de realizar los cambios “desde arriba” (por decreto) sino de influir e
intervenir desde el Estado en la actividad económica-productiva mediante
regulaciones flexibles y estímulos no-paternalistas, dirigidos a estimular la
acción colaborativa y asociada de los prosumidores sin pretensiones de imponer
una total y absoluta “planificación estatal centralizada” (Paul Mason).
Se trata de crear condiciones para ir derrotando y debilitando los grandes
monopolios y avanzar por nuevos caminos, que ni siquiera podemos imaginar.
Las subjetividades humanas actuales
Sobre las nuevas subjetividades
que están apareciendo frente a la globalización neoliberal, los nuevos
nacionalismos “populistas” y “neo-proto-fascistas”, y sobre todo, las ideas
holísticas, comunitaristas e integradoras que aparecen frente a un cambio de
tipo civilizatorio que incluye el desmonte del Patriarcado y de la “economía crematística”,
podemos decir que todavía no son muy conscientes de las nuevas realidades que se
están operando en el campo de la economía y que por ello sus principales
referencias están en el pasado ancestral.
Es interesante recordar que hace
algo más de 500 años, la burguesía europea nació en los Países Bajos dentro del
modo de producción feudal, y sólo después de más o menos 300 años (revoluciones
liberales de la década de los años 80s del siglo XVIII), empezó a ser
consciente de su papel transformador frente al poder de monarcas y reyes que
en lo político-estatal representaban las relaciones sociales del feudalismo.
Y, aunque los sectores más
radicales de esa burguesía se la jugaron con las revoluciones políticas
burguesas (liberales), muy rápidamente esa clase de los capitalistas se asustó y
reculó frente a la fuerza e intereses que empezaron a mostrar los trabajadores
de la época. No obstante, desde siglos atrás ya se habían desarrollado las subjetividades
correspondientes en lo cultural, como por ejemplo, la reforma luterana en el
cristianismo o las nuevas expresiones artísticas (renacimiento) y los avances
en las ciencias y en el pensamiento filosófico.
Actualmente están en construcción
nuevas subjetividades colaborativas y comunitarias. Es un proceso de largo aliento
que se acumula retomando experiencias fallidas, recreando cosmovisiones y
prácticas ancestrales, y reformulando muchas de las metas y utopías que
sirvieron de referente y estímulo en el pasado de las luchas de los sectores
oprimidos.
Tal parece que las necesidades
actuales de la humanidad, frente a los peligros que se han acumulado en el seno
del modo de producción capitalista como es el deterioro creciente y grave de la
vida en el planeta, están contribuyendo a que esas nuevas subjetividades se
materialicen en la acción consciente de nuevos sujetos sociales que empujen hacia
adelante el carro de la historia.
Nota: El debate de fondo
entre los marxistas tiene que ver con el papel histórico que se le otorgó al
proletariado en cuanto a que sería el sujeto social que sepultaría al
capitalismo y con el papel que cumplen las revoluciones políticas en las
transformación de un modo de producción a otro.
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