Olla comunitaria del barrio Canal La Florida |
LA OLLA COMUNITARIA Y LA COVID-19
Popayán, 7 de julio
de 2020
Organizar, sostener y mantener
una “Olla Comunitaria” en tiempos normales para apoyar una huelga obrera o una
movilización campesina, es una práctica en nuestras tradiciones normales de
lucha. Pero, otra cosa bien diferente es hacerlo en medio de una pandemia y un
confinamiento obligatorio (cuarentena) como el que vivimos.
En algunos barrios de Popayán
hemos podido sostener ese esfuerzo comunitario en el marco de impulsar una
estrategia de organización que responde a un momento excepcional y
extraordinario, a una emergencia sanitaria y humanitaria, y a una crisis
económica (desempleo) que se agudiza y hace prever la ocurrencia de alzamientos
y rebeliones populares en el próximo e inmediato futuro.
Mucha gente nos ha ayudado a
sostener nuestras Ollas Comunitarias. Desde amig@s y conocid@s que se
solidarizan con la causa popular hasta sindicatos, organizaciones sociales,
cooperativas campesinas, o personas del común que se sienten sensibilizados por
el momento que vivimos. Unos y otros nos han colaborado para mantener el
espíritu del fogón y la Olla Comunitaria en medio de esta crisis sanitaria. A
todos, a ellos y ellas, les agradecemos en el alma su aporte solidario y
humanitario.
La Olla
En Colombia el término “olla” se
utiliza de muchas maneras. “Estoy en la olla” quiere decir que está jodido. “Ese
barrio es una olla” se dice sobre un sector considerado de baja calaña. Es
posible que la utilización peyorativa del término “olla” tenga que ver con cierta
psicología “semi-lumpen” de los colombianos, alguna herencia de paisas
aficionados al tango y a lo arrabalero, que los lleva a identificar “lo
cocinado” con “algo ablandado”, “muy preparado”, “demasiado comible”, “posiblemente
digerible” o hasta “quemado”.
Pero claro, la olla es
indispensable en nuestra vida diaria. “Vamos a levantar para la olla”, “hay que
echarle algo a la olla”, son frases comunes entre nuestro pueblo. En los
barrios populares no falta la olla grande, el “fondo”, que también le llaman.
Allí se prepara el sancocho de gallina que es una forma de rebusque en muchas
partes y lugares, sobre todo los días domingos o en un festivo especial. En la
Costa Caribe se prepara el “trifásico”, y en cada región el plato típico que
ordena la tradición.
La olla es el elemento principal
de la cocina. En ella se concentra el fuego, el aire (vapor), el agua y la
tierra, convertida en productos comestibles. En la olla se materializa la obra
de arte que es la cocina humana. Para que funcione está el fogón que es la
esencia del lugar ancestral donde se reunía y dialogaba la familia (“la tulpa”).
A su alrededor aparece la mesa y el ambiente del comedor, así se coma en la
mano. En la olla se combinan todos los componentes del alimento, pero no solo
los materiales. Hay allí una verdadera comunión espiritual. Alguien decía que
los pueblos deben esforzarse por “comer sabroso” si en realidad quieren
proyectarse hacia altos niveles de existencia. En la comida está el vivir.
La Olla en comunidad
La Olla Comunitaria significa la
concreción de una unión que va más allá de la familia. Su práctica es una
tradición rural, no solo herencia indígena o negra sino también del Común
español. La gente aporta lo que puede, así sea un plátano o unas papas. La olla
comunitaria es un símbolo de Unidad, de trabajo colectivo y colaborativo, una
muestra de solidaridad y reciprocidad, un signo de que nos ayudamos y cuidamos
mutuamente. Y en donde hay una olla comunitaria llega –casi por derecho propio–
el desvalido, el hambriento, el abandonado, así no haya sido invitado. La Olla
lo atrae, lo acoge, lo protege y lo llena, lo sacia. Olla comunitaria en el sector de La Paz
La Olla Comunitaria es algo que
ataca al individualismo en su esencia. Los ricos y egoístas se sienten
incómodos frente a su presencia. Les atemoriza que el espíritu de la olla
comunitaria rebase los límites de un día o de una ocasión especial. Muchas
veces, van y regalan más de lo que deben dar, para tratar de apropiarse de ella
y quitarle el poder a la gente que la sostiene. La Olla Comunitaria es en sí
misma un símbolo de rebeldía popular, de autonomía compartida, de unión
transformadora.
Siempre lo hemos afirmado: Que en
plena pandemia unos “pobres” organicen una olla comunitaria para compartir un
poco de comida con otros más “pobres” que ellos, es una señal de esperanza, un
mensaje de que algo puede pasar después de esta prueba que la naturaleza le
está colocando a la humanidad. Es un aliciente colectivo.
Nuevas relaciones entre humanos
Pero además, un sancocho comunitario
tiene un significado mayor. Por algo Bateman[1]
en su momento hablaba y convocaba al “sancocho nacional”. Que cada cual aporte
de acuerdo a sus condiciones y necesidades es algo transformador. Es una
especie de trueque pero de mayor alcance y nivel. Que el aporte no tenga una
medida impuesta e igualitaria sino que sea indiscriminado, implica una nueva
forma de relación entre las personas. Sabemos que no somos iguales pero nos hacemos
pares alrededor de una comida en común. Es una acción que produce gran
satisfacción, no por lo que comemos sino porque lo compartimos.
Lo comunitario enfrenta de una
manera práctica al capitalismo deshumanizador e individualista. Lo hace de
hecho y sin necesidad de normas o de permisos. Sentir la felicidad de compartir
un sancocho comunitario con personas que por aparte estarían aguantando hambre
o comiendo mal, es un sentimiento que reconforta y anima. Y sobre todo, si allí
participan niños y adultos mayores que lo necesitan. Y al hacerlo nos
hermanamos, nos hacemos superiores, somos más humanos y más humildes.
En medio de la pandemia
En los barrios de Popayán en
donde hemos logrado sostener la Olla Comunitaria en medio de la pandemia, han
habido intentos de denunciarnos ante la policía porque supuestamente estamos
violando los protocolos de bioseguridad. En la mayoría de casos son barrios que
tienen una seguridad colectiva, se han organizado “retenes comunitarios” para
evitar contagios externos, pero es indudable que nos sometemos a un riesgo. Por
ello, debemos extremar cuidados, no relajarnos frente a la expansión del
coronavirus, pero ante todo, hay que seguir rescatando y reviviendo el espíritu
de la Olla Comunitaria para convertirlo en guía y soporte de nuestras
organizaciones y luchas futuras.
En la Olla Comunitaria está materializada la figura de la rebeldía popular: no dejarnos individualizar. No se trata tanto del fogón y de la olla, en sí mismos. Es la acción misma de juntarse en la olla comunitaria que es construir relaciones de colaboración y ayuda mutua alrededor de esos elementos, para construir y re-construir comunidad.
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