Álvaro Uribe, Néstor H. Martínez y Mike Pompeo |
EL URIBISMO SE
COMPORTA COMO SI FUERA OPOSICIÓN
Popayán, 17 de mayo de 2019
La renuncia
irrevocable de Néstor Humberto Martínez a la Fiscalía General de la Nación
refleja una particularidad de la política en Colombia que se presenta también en
gran parte del mundo. Se da cuando sectores minoritarios aprovechan coyunturas especiales
para acceder a los gobiernos.
El uribismo
es y actúa como una minoría. En las elecciones de 2018 logró construir una
mayoría con Duque para derrotar a Petro (usando el miedo al “castro-chavismo”),
pero siguió actuando como una minoría y ahuyentó a sus aliados liberales, vargas-lleristas
y santistas.
Hoy no
existen mayorías sólidas en Colombia. Existe una mayoría coyuntural que se
formó como reacción a la torpeza de Duque y Uribe de querer destruir el
Tribunal que administra y opera la Jurisdicción Especial de Paz (JEP). Pero es
una mayoría precaria e inestable.
Quienes
quieran construir mayorías para consolidar el frágil y cuestionado “proceso de
paz”, tendrán que pensar muy bien la forma de hacerlo. Hay que tener en cuenta
que en Colombia nunca han existido mayorías reformistas, lo que es parte de
nuestros problemas estructurales e históricos.
Bolívar no
logró construir en la Nueva Granada (Colombia) ni siquiera una minoría. En el
siglo XIX y XX, los liberales reformistas y el único liberal revolucionario
(Gaitán) no pudieron construir mayorías. Gaitán iba en esa dirección y por eso lo
mataron. Las mayorías siempre han sido retrógradas.
En la
actualidad, la minoría uribista va a centrar todos sus esfuerzos en construir nuevas
mayorías para neutralizar y cooptar el aparato judicial (altas Cortes), y si no
lo pueden hacer, intentarán desprestigiar y destruir la institucionalidad
existente usando “todas las formas de lucha”. En gran medida, ya lo hacen. Su situación
es realmente desesperada.
Su
principal aliado es el actual gobierno de los EE.UU. El ex–fiscal Martínez se
convirtió, dada su naturaleza corporativista, mafiosa y criminal, en su
principal agente dentro del gobierno, y lo seguirá siendo fuera de él. Pero al
igual que Guaidó en Venezuela, no será suficiente. Los neocons de Florida necesitan más, mucho más.
La gran
paradoja en Colombia es que el uribismo controla el gobierno, pero se comporta
como si fuera oposición. Significa que se ha ido conformando una efectiva mayoría
social e institucional, pero todavía los demócratas no son muy conscientes de
ella. A veces, por impaciencia y torpeza, se auto-sabotean y colocan trampas.
Son
sectores, en la otra orilla del uribismo, que no logran compaginar lo que es la
inmediatez del deseo con la trascendencia del anhelo[1], y por eso, le hacen –sin querer–
el juego al uribismo.
E-mail: ferdorado@gmail.com
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