LA MÁQUINA CAPITALISTA
SE RENUEVA
Popayán, 29 de mayo de 2019
Algunas
personas le temen a la máquina cuántica que con inteligencia artificial controlará
la vida humana. El problema es que no hemos caído en cuenta que esa “máquina”
existe hace mucho tiempo. En realidad, no es una máquina sino un sistema
complejo que nadie construyó y, además, que no es inteligente ni es artificial.
Se llama capitalismo.
Es la forma
de vivir que la humanidad construyó a lo largo de siglos, a imagen y semejanza
de sus deseos de dominación. Y, tal parece, está en permanente perfeccionamiento.
No sabemos si los humanos podrán desentrañar sus mecanismos antes de que ese
sistema “autómata” nos lleve a la extinción. Empero, es importante saber que
existe y nos controla.
Ese modo de
producir o sistema de vida asimila toda clase de ideas, comportamientos, inventos
y culturas de los disímiles grupos humanos que encuentra en su camino
arrasador, aprendiendo de cada nueva experiencia. Su único propósito, si así se
puede llamar, es su propia reproducción infinita. Y cada día exige más energía e
incrementa su velocidad.
En
realidad, desde que apareció la propiedad privada y la economía crematística (hace
2.800 años) basada en el enriquecimiento individual, ese sistema inició su
construcción. Con cada invento tecnológico se fue perfeccionando y haciéndose
más anti-humano. La ley del más fuerte fue llevada a sus extremos con la aparición
del patriarcalismo y se instauró la primera forma de esclavismo que fue el de
las mujeres. A partir de allí, seguimos todos en fila.
El
capitalismo clásico apareció en Europa en el siglo XVI y está en plena
expansión por todo el planeta. En el siglo XVIII aprovechó las revoluciones
burguesas liberales para potenciar su desarrollo, haciéndole creer a la gente
que el crecimiento económico (o “progreso”) sería el soporte de la libertad, la
fraternidad y la igualdad. Lo mismo hizo con las revoluciones proletarias y
nacionalistas del siglo XX, ampliando su cobertura y fuerza.
Durante el
siglo XX, los capitalistas y asesores creyeron que podrían dominar al capital.
Idearon teorías que podrían evitar las numerosas y graves crisis económicas y
financieras que habían sufrido en siglos anteriores. Luego de la crisis de 1929
apareció la variante keynesiana como respuesta al “capitalismo de Estado” que
habían instaurado los rusos en la URSS, y que pareció funcionar luego de la
segunda guerra mundial. No obstante, la crisis de 1973 los aterrizó y golpeó
con fuerza y los obligó a inventar el neoliberalismo (Friedman).
Pero nada
ha servido, la máquina sigue su dinámica destructora y todas las teorías
económicas fracasaron con la crisis de 2008. En el siglo XXI se evidencian
problemas nuevos y más graves. La globalización neoliberal creó nuevas
dificultades de tamaño planetario que tienen como base la absoluta
irracionalidad del sistema con la preponderancia y hegemonía del capital
financiero que impone su dinámica parasitaria, paralizante y auto-destructiva.
El
desequilibrio ambiental que pone en peligro la vida humana en la tierra; la mentalidad
criminal introducida en la economía y la política que amenaza sus formas de control
social; la descomposición creciente de la sociedad de consumo que crea un
ambiente de frustración y desmoralización en amplias capas de la población; las
prácticas de despojo de recursos naturales y la acumulación por desposesión ante
la ralentización negativa de la tasa de ganancia del capital; todo ello y mucho
más, obliga a las castas capitalistas a inventar sobre la marcha nuevas formas
de dominación y control presionados por la “máquina”.
Tal parece
que los ideólogos del gran capital han descubierto en el “capitalismo asiático”
y en el “modelo chino”, la forma ideal para reemplazar el “Estado de Derecho”,
que ya no funciona en Occidente. No significa que alguien lo haya diseñado. La “máquina”
se va amoldando y desde las entrañas del experimento “socialista-comunista”
surgió una combinación que ninguna mente humana podría sospechar, por lo menos,
para enfrentar esta etapa en donde los problemas se han potenciado y las
soluciones exigen “mano dura”.
Los burócratas
chinos con la ayuda de los teóricos globalizadores crearon (sin darse cuenta)
una especie de “neoliberalismo de Estado” que combina cuatro características
que para los neoliberales occidentales era imposible de imaginar: 1.
Liberalización de la economía (libre
mercado/ bajos salarios); 2. Estado despótico pero asistencialista (prohibición de la huelga/subsidios universales
a servicios públicos, educación y salud); 3. Relato mítico nacionalista con
florituras “marxistas” (el “sueño chino”/socialismo
con particularidades chinas; una nación, dos sistemas); 4. Disciplinamiento
cultural y consumista basado en el ideario confuciano (“enriquecerse es bueno”, “ahorrar es ético”, “obedecer es un deber”).[1]
En la
práctica, es una nueva versión de los viejos imperios dinásticos y despóticos
que oprimían a los campesinos chinos, pero los trataban bien y les garantizaban
la protección de los ataques de enemigos extranjeros (manchúes, mongoles). Hoy,
ante la guerra tecnológica y comercial que les ha planteado Trump, el
presidente Xi Jinping llama a los trabajadores “a hacer nuevos sacrificios”
para mantener la soberanía china y su “modelo socialista”.
En próximos
artículos presentaremos la reconstrucción de ese proceso que en lo teórico ha
combinado las ideas de Marx con las de Hayek y otros pensadores. Y podremos ver
cómo al interior de China, al igual que en los EE.UU. y demás países, la
contradicción entre “globalistas” y “nacional-populistas” está en pleno furor
ante el auge de los actuales gobernantes que usan las consignas de “USA first”
(Trump), el “gran sueño chino” (Xi) o la “gran madre Rusia” (Putin), para
engañar a sus propios pueblos.
E-mail: ferdorado@gmail.com
[1] Referencias bibliográficas: Karl,
Rebecca (2015) “Pequeño gran hombre”; Szelényi, Iván (2016) “Capitalismos después
del comunismo”; Chaohua, Wang (2016) “La primera revolución china”; Anderson,
Perry y Chaohua, Wang (2017) “Dos revoluciones comunistas en el siglo XX”; Nolan,
Peter (2019) “El PCCH y el ancien régime”;
Connery, Christopher (2019) “Ronald Coase en Pekín”. Revista NLR.