miércoles, 31 de agosto de 2016

MUERE UNA GUERRA CONTROLADA; RENACERÁ EL CONFLICTO SOCIAL

MUERE UNA GUERRA CONTROLADA; RENACERÁ EL CONFLICTO SOCIAL

Popayán, 3 de septiembre de 2016

“Primero se debe superar la ilusión, luego la fantasía. Sólo así aparecerá lo Real”

Terminó el levantamiento armado de más de 52 años de las FARC. Concluye con más pena que gloria. Así el gobierno y la guerrilla se esfuercen por presentar los acuerdos como “históricos”, la verdad es que no han conseguido conmover a “Juan Pueblo”. Con el lema clásico de “¡Ni vencedores ni vencidos!” se intenta dar un aire de grandeza al final de una guerra sin espíritu. Tratan de embriagar –sin lograrlo– a todo el mundo con la “paz”.

Pero no hay tal. Una guerra larga y degradada, que desde el principio fue provocada y controlada por la casta dominante, no podía terminar de otra manera. “El mejor acuerdo posible” dice el principal negociador del gobierno; “La más bella de todas las batallas” afirma quien encabezó la delegación de las FARC; “Entramos en una nueva era” pregona el presidente Santos. Pero la fiesta sólo entusiasma a sectores reducidos. Por lo menos, hasta ahora.

Hasta hace muy poco el gobierno decía: “Esperen el acuerdo final”. Uribe también aguardaba para caerle con todo al gobierno. Pero ni lo uno ni lo otro. Es un documento denso que muy pocos leerán. Igual a nuestra Constitución Política. Atiborrado de artículos y parágrafos que en este caso son puntos y subpuntos. Pareciera hecho para enredar la pita. Abierto a interpretaciones a pesar de que se quiso amarrar hasta el más mínimo detalle. Señal de desconfianza y duda. Muestra auténtica de nuestro espíritu leguleyista y exegético.

Cesa la guerra sin que su conclusión sacuda las fibras íntimas de los colombianos. El perdón apenas aparece insinuado pero no es lo central. Es un final sin pasión ni compasión. Se habla de reparación a las víctimas pero se reduce su campo de aplicación. Nadie le ha pedido perdón al conjunto de la sociedad. Nadie ha reconocido sus errores ni ha mostrado un sincero espíritu de arrepentimiento. Para la gente del común eso suena a “otra tregua”. Santos aparece pragmático; Uribe se manifiesta opuesto, celoso y vengativo; y las FARC posan triunfantes.

Y no podía ser de otra manera. El arte del momento es explicarse el porqué de los hechos. Ir más allá de las simples apariencias. Desentrañar las causas que llevaron a ese desenlace. No para asumir una actitud inmediatista –por el SI o por el NO– ante un plebiscito refrendatario que no hace parte del fin de la guerra. Ésta ya terminó. El evento electoral del 2 de octubre es sólo un intento de darle apariencia democrática a un acuerdo finiquitado entre unas partes que no representan los intereses generales de la sociedad colombiana. Circo y luces, sin pan ni tierra.

¿Por qué la gran burguesía colombiana y el mismo imperio renuncian a reivindicar el fin de la guerra con las FARC como un triunfo total? ¿Por qué les interesa presentarlo como una especie de acuerdo humanitario? ¿Qué motivos tienen para mostrar el fin del conflicto armado como un paso hacia una “Nueva Era”? ¿Qué ocurrió para que no lograran comprometer a Uribe? ¿Cuáles son las razones de fondo para que ahora (no antes ni después) se juntaran todos los elementos para llegar al fin de la guerra con las FARC?

Todas y muchas más preguntas hay que hacerse para poder entender el momento actual, comprender la dinámica que viene de atrás, identificar las fuerzas sociales y políticas que han ido surgiendo a lo largo de estas décadas y poder actuar en consecuencia. Aparentemente todo ha ido de la mano y responde al cálculo de los intereses dominantes. El imperio siempre estuvo allí, detrás pero determinante. No se tocó un milímetro de la institucionalidad oligárquica. Ni el modelo económico ni el carácter del Estado estuvieron nunca en peligro ni en discusión. Sin embargo, hay mucho trasfondo por descubrir e interpretar.

Las cosas no son como las pintan. Los intereses ocultos de los grandes emporios económicos pronto sacarán la cabeza. Pero así mismo, las fuerzas sociales y políticas acumuladas –aquellas que quieren ser cooptadas y domesticadas con el “postconflicto”– pronto brotarán desde las profundidades de una realidad lacerante que está marcada de inmensas injusticias, de inocultables desigualdades, y sobre todo, de una enorme corrupción político-administrativa que corroe sin límites un régimen de oprobio que se quiere pintar de magnanimidad y generosidad.  

¡Bien porque termine un conflicto armado instrumentalizado y desgastante! Mal porque se pretenda –a la sombra de acuerdos inanes y limitados– tapar una realidad que pronto brotará y creará condiciones para que la protesta y la organización popular se traduzcan en nuevas posibilidades de efectiva reivindicación social.

Muere una guerra controlada. Renacerá el conflicto social. La mirada debe re-crearse.


E-mail: ferdorado@gmail.com / Twitter: @ferdorado

3 comentarios:

  1. ¿y las bases militares?
    ¿y el modelo económico?
    ¿y el control político?

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  2. Fernando Dorado. Saludos milenarios, desde las entrañas de Colombia.

    Aquí abajo, asistimos a un acontecimiento muy importante para la existencia del hombre en el cosmos, ponga atención –en el cosmos-; hombres sensatos y soñadores de una sociedad nueva, han demostrado durante años que son capaces de entregar lo mejor de sí, para edificar un nuevo mundo entre estos territorios caminados por centauros indomables de la libertad humana, desde los ancestrales pueblos indígenas, Bolívar, Manuel y muchos más…

    Los campesinos en armas, -qué usted tanto menosprecia y descalifica- Durante muchos años, apelaron a la guerra popular como único recurso en las condiciones de posibilidad que dejo el criminal sistema de poder gubernamental –quizá usted estaba soplando fuego circense por sus fauces y quemando papel, mientras aquello sucedía-, hoy los generosos hombre y mujeres de la insurgencia de las Farc Ep, ejerciendo la autocrítica libertaria, han decidido apaciguar la fuerza inapelable de la guerra y han propuesto hacer emerger lentamente y de modo paciente, una nueva forma de lucha y organización del pueblo; altas luchas que requieren sabiduría y mezotes.

    Ejercer la política organizativa en el corazón del pueblo! ese es el lema, y ello, está lejos de sus fórmulas añejas, cocinadas en tristes escritorios y en las grisáceas tertulias de las desventuradas cafeterías que nunca han ejercido la imaginación, cenáculos distantes de los pueblos y sus valerosas luchas. Señor Dorado, le notificamos que: el espejo macabro de la guerra, ahora no tendrá donde mirar su reflejo, es decir, la maquinaria de captura de la guerra estatal, poco a poco tornará en un irreversible deterioro, mientras tanto, los pueblos asumiremos la creatividad y la imaginación para edificar un nuevo mundo; donde la vida merezca ser vivida como una obra de arte…lo invito a reinventar de manera creativa y de forma radicalmente distinta un nuevo escenario para la vida, un radiante ámbito de sueños, colores, cantos, fraternidades, amores, luminosidades.

    No es justo compañero, que –usted- incinere sus días y sus noches; en el resentimiento y el juicio de valor, salpicado por la confusión de sus retrogradas opiniones. En este proyecto revolucionario, es dable que usted participe desde la imaginación, es dable que se levante de ese pantano putrefacto y decadente que lo tiene chumado y aturdido por la deleznable pretensión de ser reconocido por sus apologéticas sentencias y recetas –aquí lo esperamos con alegrases-.

    Estos tiempos exigen un devenir profundamente imaginativo, salir de la minusvalía del tufo avinagrado del rencor y el odio. Debemos estar a la altura de las circunstancias, no podremos sobrevivir si el taller de la imaginación se reduce a la opinión y al juicio, a la doxa estéril –intentemos la vida-. Como diría su tocayo Panesso, que no Dorado: “Las condiciones histórico-sociales de la época han cambiado, lo que nos exige nuevas formas para desplegar las luchas sociales.

    No se puede seguir con fórmulas del pasado que, quizás, fueron positivas, y otras que llevaron a la derrota. Hay que estudiar cuáles son esos cambios, que nos están interpelando en nuestro accionar en nuestros días. La revolución es una obra de arte, no es rígida, nos demanda, cada vez más, nuevas elucidaciones, nuevas formas para llevar a cabo la política revolucionaria. No hay un texto que nos diga cómo y con qué se debe llevar a cabo; con lo único con que se cuenta son las experiencias, pero no para repetirlas, sino para enriquecer nuestro hacer hoy”.

    Lo esperamos a usted y a sus bases organizadas a que nos encontremos en el abrazo de este proyecto arquitectónico de un mundo bello. Se le invita a dignificar los acuerdos alcanzados en la Habana, no como punto de llegada, sino como punto de partida.

    Lo exhortamos a que nos ayude a la agitación libertaria de conciencias…

    Atentamente

    Wilson Sánchez. Un peregrino del suroccidente de Colombia

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  3. Apreciado Wilson Sánchez, no veo de donde saca la conclusión de que desprecio a los campesinos en armas. Lo que cuestiono -y lo hago no desde escritorio ni cafetines- es una forma de lucha que más o menos desde 1983, fue instrumentalizada por el imperio y la oligarquía colombiana y en buenahora, sus dirigentes han decidido superar. No tengo odio de ninguna naturaleza y el llamado que hago es que quienes provienen de esas filas armadas y tengan verdadero espíritu revolucionario, que consiste en organizar al pueblo en forma democática para que sea protagonista de su futuro, se sumen a las filas de los que desde siempre hemos estado acá en la "legalidad ilegalizada y reprimida", haciendo esfuerzos en esa dirección teniendo que soportar -mucho más que los que estaban en el "monte"-, las dificultades propias de esa lucha con el agravante (carga, obstáculo) que representó para el pueblo esa guerra degradada y utilizada en su favor por las fuerzas oligárquicas.

    Desgraciadamente hoy que han dado el paso hacia su reintegración a la lucha social sin armas, el imperio, así como instrumentalizó el conflicto armado, está logrando instrumentalizar el proceso de paz.

    Gracias por escribirme y ser sincero, porque eso significa que en verdad está en el camino de trabajar con la gente en la nueva situación. Tal vez, yo sea uno de los pocos que desde la izquierda y desde lo social, he cuestionado a las FARC, de frente y sin tapujos.

    Conozco a las FARC, conozco nuestra historia, tengo grandes amigos allá y seguramente grandes enemigos, y tengo claridad sobre qué pasó con ese proceso. Valoro al máximo la primera etapa de la lucha, cuando estuvo orientada por Marulanda, le llamo la etapa histórica de genuina de resistencia campesina, empiezo a cuestionar la segunda fase de expansión en donde las FARC se van convirtiendo en una especie de policía rural, y cuestiono a fondo la fase en que se convierten - en otras regiones de todo el país - en un ejército de ocupación y se enfrentan de una manera terrible y equivocada con amplios sectores del pueblo, en esa especie de fiebre insurreccional en que cayó la dirigencia de las FARC a partir de 1992, más o menos.

    Ahora bien, si la dirigencia de las FARC ha dado ese paso evaluando críticamente su pasado "errado" o "equivocado" -para llamarlo de alguna manera-, muy bueno. Está por demostrarse. En las primeras de cambio, no lo veo así. Le comparto artículo anterior del cual me reafirmo hoy. GUERRA DEGRADADA Y PAZ PERRATA: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=176957

    Saludos fraternos

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