lunes, 9 de marzo de 2015

ACERCA DE LA MUERTE DE JORGE ELIÉCER GAITÁN

 Lunes, 02 Marzo 2015 

«El 9 de abril de 1948, a la una y diez minutos de la tarde, fue asesinado Jorge Eliécer Gaitán Ayala, el caudillo, sin duda alguna el dirigente político más importante del siglo veinte en Colombia.»

Por Gabriel Ángel

Colombia es un país de frustraciones, por eso no tiene nada de extraño que quien mejor supo interpretar los anhelos de cambio y de justicia social arraigados en su pueblo, desapareciera de manera súbita cuando todo indicaba que sería el próximo Presidente de la República. Para entonces nuestro país se contorsionaba en un poderoso impulso transformador. Eran un hecho las formidables jornadas de la clase obrera pujando por el reconocimiento de sus derechos con un notable sentimiento antiimperialista, en tanto que en la Colombia rural, los campesinos libraban verdaderas batallas por la tierra contra el latifundio. Burgueses y terratenientes cerraban filas alrededor de sus dos partidos tradicionales, inyectando de visceral fanatismo a sus seguidores, en una puja por el control absoluto del poder del Estado. Los conservadores habían monopolizado el gobierno durante más de 40 años hasta 1.930. Y los liberales recién habían perdido el poder tras 16 años de sucesivos gobiernos.

El momento político era angustioso. Ospina Pérez presidía el ejecutivo para el partido conservador que no quería ceder esa posición. Los liberales la habían perdido porque una disidencia surgida en su seno posibilitó la victoria de su único contrincante. Ese disidente fue Gaitán, quien ahora, debido al triunfo arrollador de sus listas en las elecciones al Congreso en 1947, se había tomado la dirección oficial del partido y ganado el derecho a ser el candidato a la Presidencia. Gaitán tenía ideas que resultaban muy raras para la tradicional dirigencia burguesa del liberalismo. Y abiertamente escandalosas para la elite conservadora. Hablaba de la oligarquía liberal conservadora y decía que el hambre de los conservadores y liberales del pueblo no tenía color político, por lo que estos deberían unirse contra esa oligarquía. Se metía en las huelgas de los obreros para apoyarlos, aunque las dirigieran comunistas, y movía a la organización de los campesinos contra el latifundio.

Además Gaitán sentía una profunda aversión por la forma como las grandes compañías norteamericanas saqueaban las riquezas naturales de nuestro país, al tiempo que aplicaban condiciones de abierta explotación con la mano de obra colombiana. Sus denuncias en el Parlamento sobre la masacre de las bananeras no habían sido simples arrebatos juveniles. En sus últimos días tomó muy en serio la idea obrera de crear una empresa colombiana de petróleos en lugar de prorrogar la concesión a la Tropical Oil Company. El gobierno de los Estados Unidos se mostraba empeñado en adelantar una campaña anticomunista que impidiera la filtración de esas ideas en toda América. Por eso promovió la creación de la Organización de Estados Americanos, como una especie de pacto continental por el que los países de su interés inmediato se comprometieran a perseguir en su territorio a todos aquellos que resultaran sospechosos de tener inclinaciones marxistas. Ya se había puesto en marcha la aplicación de la doctrina de Seguridad Nacional. Recién habían sido fundados el Consejo Nacional de Seguridad y la Central de Inteligencia Americana, organismos encargados de cumplir esa tarea.

 El Partido Comunista Colombiano, por entonces una organización joven, había perdido el contacto con el Partido Comunista de la Unión Soviética durante la Segunda Guerra Mundial. Al igual que todos los partidos comunistas latinoamericanos, consultaba y recibía orientaciones del Partido Comunista de los Estados Unidos, encabezado por un señor Browder, quien originó una corriente reformista que se llamó browderismo. Fueron ellos quienes aconsejaron a los comunistas colombianos no apoyar a Gaitán en las elecciones presidenciales de 1946, cuando se lanzó como candidato disidente del liberalismo, en oposición a Gabriel Turbay, el candidato oficial. Este hecho representó quizás el error político más grande cometido por los comunistas colombianos en su historia. El Partido Comunista había nacido al calor de las luchas obreras y campesinas de los años treinta, contaba con muchas simpatías en esos sectores. Su respaldo a la candidatura de Gabriel Turbay resultó incomprensible para millares de campesinos y obreros que se decepcionaron por completo de él.

La oligarquía liberal conservadora odiaba a Jorge Eliécer Gaitán, lo consideraba además un intruso, un aparecido. No tenía origen ilustre ni riquezas, ni apellidos. Ni siquiera el color blanco en la piel. Tenía aspecto de indio. Por eso en sus editoriales en la prensa lo bautizaron como el Negro, el Indio, y le achacaron todos los vicios posibles, tanto a él como a sus seguidores. Decían que todos los delincuentes eran gaitanistas. Y lo acusaron de fascista, de demagogo, de comunista, de embaucador. Lo caricaturizaban de manera infamante. Gaitán decía que no era un hombre, que era un pueblo e hizo de ¡A la carga! su grito de combate. Gilberto Viera, dirigente comunista y patriarca del partido, fallecido no hace mucho tiempo, decía que el Partido Comunista había restablecido y mejorado sus relaciones con Gaitán poco antes de su muerte, luego de una remezón interna que cambió la dirección reformista influenciada por el browderismo. Al parecer la rectificación fue tardía.

Los gringos organizaron en Bogotá la Conferencia Panamericana, de donde surgiría la OEA, su instrumento anticomunista. El gobierno colombiano invitó a la conferencia a todas las personalidades del país, excepción hecha de Gaitán, jefe del liberalismo y virtual Presidente de la República. Una organización estudiantil latinoamericana con sede en Cuba pensó en organizar una cumbre estudiantil paralela al evento continental. Uno de sus representantes fue Fidel Castro, quien era apenas un muchacho de 23 años. Fidel y otros de sus compañeros se entrevistaron con Gaitán de manera breve y estaban citados en su oficina el 9 de abril a las dos de la tarde para conversar más largamente. Durante el gobierno de Mariano Ospina Pérez se desató una persecución violenta contra el pueblo liberal y comunista. En varios departamentos del país comenzaron los crímenes contra familias enteras, en los cuales aparecían involucrados siempre los jefes conservadores locales y la policía del régimen, conocida como la Chulavita.

Gaitán denuncia esta política de sangre y clama por la paz. Dos meses antes de su asesinato organiza la llamada Marcha del Silencio, cuando pronuncia su inmortal Oración por la Paz. Quien le disparó a Gaitán fue Juan Roa Sierra, linchado casi de inmediato por la multitud enardecida que estalló en forma espontánea tras el hecho. Lo que nunca determinaron los jueces e investigadores es quién estuvo realmente tras el crimen. El gobierno y la prensa se apresuraron a acusar a los comunistas. Todo con el fin de atizar la violencia contra ellos. El pueblo colombiano no necesitó pruebas para entender que el homicidio tuvo su origen en la oligarquía que combatió siempre Gaitán y en el Imperialismo que ponía en práctica su guerra preventiva. Dicen que el asesinato quedó impune. No es cierto, el pueblo entero se alzó, aunque no haya triunfado en su momento. Pero la lucha por que se haga justicia aún está vigente y cada día toma más fuerza. Las ideas del caudillo siguen vivas, el comandante en jefe de las FARC-EP fue uno de los miles de campesinos que se sumó a las guerrillas organizadas para enfrentar la violencia descarada del régimen tras la muerte de Gaitán. Y los millares de guerrilleros farianos disparan sus fusiles para hacer posible la Colombia Nueva, esa que no pudo ver Gaitán pero que verá sin duda su pueblo.

Casona, 9 de abril de 2004

1 comentario:

  1. El investigador de su asesinato fue Ricardo Jordan Jimenez,quien dijo que el actor directo del crimen fué Roa Sierra.Hasta hoy su concepto no sido Juridicamente modificado.Compañeros de la Universidad y grandes amigos.Nombrado Jordán Jimenez,por el Presidente Ospina,como garantía para tramquilidad del País,por sus condiciones personales y sabiduria en la ciencia del Derecho Penal.Posteriormente fue Magistrado de la Corte Suprema de Justicia,Registrador Nacional,y muchos cargos que honraron al País entero.Murio en Italia.

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