UN “POPULISMO DE DERECHA” SACA LA CARA EN AMÉRICA
LATINA
Popayán,
3 de mayo de 2012
Como estaba previsto en anteriores
artículos[1]
un “progresismo populista de derecha” va apareciendo en América Latina. En
Cartagena se oficializó esta nueva presentación política de la Gran Burguesía
Latinoamericana (trans-nacionalizada). Hizo aparición – en cabeza del
presidente colombiano Juan Manuel Santos –, asumiendo la forma de un falso “regionalismo”
que no renuncia a sus postulados neoliberales.
Es un fenómeno nuevo que tiene como factor principal que los pueblos
y los trabajadores del mundo entero – y especialmente de la región – siguen girando
hacia la izquierda.
Es una reacción parecida a la que asumieron los capitalistas, especialmente
en Europa y EE.UU. frente al avance del comunismo y el socialismo en la primera
mitad del siglo XX. Una nueva versión de “liberalismo social” ha aparecido en
América Latina.
Sin embargo, la crisis económica no les permite más que diseñar planes
de gobierno con exclusividad para “poblaciones vulnerables”, que asumen la
forma de “filantro-capitalismo”[2]
como bien lo define el profesor Renán Vega Cantor. Para el resto de la
población no tienen nada que ofrecer, más que medidas regresivas que agudizan
la sobre-explotación del trabajo, presentadas con bombos y platillos como
políticas “para la conectividad y la prosperidad”.
¿Qué hacer frente a esta realidad y a este nuevo reto para los
pueblos y los trabajadores de América Latina?
Tres son las alternativas posibles: Mostrarse indiferentes e
incrédulos asumiendo una especie de enconchamiento que lleva al aislamiento;
plegarse a su política como le está ocurriendo a algunos sectores del
sindicalismo colombiano lo que significa una entrega y plena cooptación; o
ponerse a la par con dicha política empujando políticas nacionalistas y de
carácter social sin ningún temor ni complejo.
En Colombia
Es evidente que cuando Santos le concedió el cargo de
vice-presidente a Angelino Garzón, no fue sólo una decisión coyuntural de impacto
electoral sino que correspondía a la implementación de un proyecto político de
más largo aliento que lo iba a separar inevitablemente de Álvaro Uribe.
El proyecto es rehacer al Partido Liberal y darle un cariz
“progresista”. Son innumerables las señales que van en ese sentido. Van a
retomar la experiencia de México con el PRI, al cual han “modernizado” para
ponerlo a competir exitosamente con el Partido de la Revolución Democrática PRD,
y están asimilando (adecuando) en la
forma, algunos de los planes y programas sociales implementados por los
verdaderos gobiernos progresistas de la región.[3]
Para los sectores de izquierda en Colombia los retos son enormes. O
se construye un partido progresista – el Partido de la Constitución de 1991 –
con clara identidad de izquierda pero abierto, moderno, incluyente, que
reivindique un nacionalismo de cara a la globalización, mantenga el énfasis
social pero sin caer en el paternalismo “estatista”; o se le deja abierto el
camino al Partido Liberal renovado con el “santismo” para que cope ese amplio
espacio que ha dejado vacío el Polo Democrático Alternativo.
La respuesta
Negar el “viraje cosmético” que la oligarquía ha diseñado en cabeza
de Santos es cerrarse a la banda. Es lo que viene haciendo el sector
mayoritario del Polo Democrático Alternativo, camino por donde no deberían
transitar las nuevas tendencias de izquierda que se están configurando.
Ese enconchamiento – no reconocer las diferencias entre Santos y
Uribe – lleva a que finalmente los extremos se junten, y que un sector del Polo
termine, aparentemente, al lado del uribismo en las críticas al actual gobierno.
Plegarse a la política de Santos es lo que ya ha hecho un sector del
“centro” (los Garzones, etc.) y para donde quieren jalar algunos sectores del
“progresismo” que tienen afanes burocráticos y necesidades materiales, cayendo
en el oportunismo abyecto.
Si en vez de darse un nuevo tipo de reagrupamiento se produce un
mayor distanciamiento entre las tendencias de izquierda que están en pleno
despliegue, la configuración de fuerzas a nivel nacional tendrá, de un lado, en
el gobierno al “liberalismo-santista”, y en la oposición al uribismo y a la
izquierda “balcanizada” en 3 o 4 fracciones.
Así la izquierda colombiana no tendrá la oportunidad de competir por
ser gobierno y por ser poder en el corto y mediano plazo.
En América Latina
El mismo fenómeno puede ocurrir en América Latina. La burguesía
latinoamericana (trans-nacionalizada) representada por el bloque
México-Centroamérica-Colombia-Chile va a seguir tratando de jalonar a gobiernos
progresistas de izquierda relativamente débiles (El Salvador, Perú, Paraguay,
Uruguay) para neutralizar a gobiernos como los de Brasil y Argentina, y
eventualmente confrontar con mayor fuerza a los gobiernos del ALBA.
Las nacionalizaciones de empresas españolas en Argentina y Bolivia
vienen a ser las respuestas precisas y correctas a tal política. Así sean todavía
medidas parciales, no propiamente “expropiaciones” como las calificó
despectivamente Santos, sin embargo apuntan en la dirección correcta para obligar a los falsos “progresistas” a
que se quiten su falsa careta “regionalista” y muestren ante los pueblos su verdadera
faz pro-imperial.
Por ello, a los sectores de izquierda que piden en este momento
medidas más extremas, que tienen que ver con renunciar al “extractivismo” o
romper totalmente con el mundo globalizado (así éste sea chino, ruso o iraní)
hay que informarles que la independencia y autonomía latinoamericana es
realmente precaria, que no es un problema sólo de voluntad, sino que tiene que
ver con la inestabilidad económica del mundo y no se puede jugar a quedar
completamente aislado como sucedió con Cuba, que tenía por lo menos en 1959 el
respaldo de la URSS.
Es el momento de “hilar delgado”. Frente a un “neo-populismo burgués-progresista”
la única alternativa es profundizar el “desarrollismo endógeno” liderado por
Estados nacionalistas y democráticos que no les tiemble la mano para explotar nuestros
recursos naturales – en alianza con las nuevas potencias emergentes (BRICS) –,
respetando la naturaleza y los derechos de los trabajadores y las comunidades
rurales comprometidas, a fin de financiar y sostener económicamente las
revoluciones de independencia que están en pleno desarrollo.
Sólo así se podrá responder a una oligarquía regional
latinoamericana que sólo espera un pestañear de ojos de los gobiernos
revolucionarios para reafirmar su alianza imperial para recuperar lo que han
perdido.
Santos juega a varias bandas, nosotros debemos jugar en la banda
correcta.
[2] Ver: Renán Vega Cantor, “Ecos de la Cumbre de las Américas –
Filantropicapitalismo”: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=148502
[3] Caso del programa de construcción de viviendas que se ha
“inventado” Santos en Colombia recogiendo algunos componentes del Plan de
Vivienda desarrollado por el presidente Lula en Brasil.
Exclente analisis fernando, pues ese viraje cosmetico pone a dudar a tanta gente como sea posible....es inevitable el enfrentamiento entre esta nueva derecha y la izquierda latina que intenta establecer con determinacion gobiernos verdaderamente progresistas, ademas un desafio para la izquierda colombiana, que experimenta hoy varias formas de agrupamiento y maneras de activismo politico...
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