España: Por ahora… Reflexión sin Revolución
Popayán, mayo 23 de 2011
Con ocasión de los sucesos del Norte de África, Medio Oriente, y ahora España, un compañero me escribía diciendo… ¿Cuando le tocará a Colombia?
Los jóvenes saben qué no les gusta pero…
He venido haciendo un seguimiento a dichos sucesos y afirmado que las revoluciones democráticas en marcha – incipientes – que se desarrollan en la actualidad en el mundo árabe y parte del musulmán, fueron iniciadas por un joven proletariado “informalizado”.[1]
Este proletariado no es igual al de las grandes factorías y centros de producción fabril y agrícola que creó el capitalismo del siglo XIX y parte del XX. Es muy diferente.
Está compuesto por jóvenes entre 25 y 40 años, con altos niveles de capacitación, muchos de ellos con títulos profesionales y/o técnicos, fogueados en el mundo globalizado, que han intentado “construir empresa” o incluso, las tienen organizadas.
Estos jóvenes vienen comprobando que por más que se esfuercen y sean brillantes – como muchos de ellos lo son – quienes se apoderan de las ganancias son los todopoderosos consorcios transnacionales, mientras ellos, o están en el desempleo o tienen que vender su trabajo y conocimiento a precios ínfimos.
En España estos jóvenes están indignados. Llaman a la “acampada” y a las jornadas de reflexión. Con ello nos dicen que están hartos del desempleo, la corrupción, la falsa democracia que esconde la dictadura de la Banca, la discriminación – social, de género, racial, de origen nacional –, el desequilibrio ambiental y el consumismo desaforado, y muchas otras cosas más.
Pero también nos hacen saber que todavía no saben para donde van. Son conscientes que están dando un pequeño paso, que sueñan con un mundo mejor pero no tienen referentes claros hacia el futuro. El reclamo por la ética pública y el rechazo a la falsedad es lo que más podríamos identificar. Algunos hablan de revolución, se reclaman “anti-sistémicos”, pero son la minoría.
Y es lo más normal. La humanidad no tiene mucho qué ofrecerle a estos jóvenes. El comunismo burocratizado de la URSS o de Cuba no es llamativo. El modelo del Estado de Bienestar es insostenible.[2] El modelo chino que combina Estado burocrático con capitalismo salvaje, es parte de lo que rechazan. ¿Qué más tenemos? ¿América Latina puede ofrecer algo? Parece que no.
En el mundo árabe y musulmán, frente al oprobio de los regímenes dictatoriales, los trabajadores y el pueblo en general se sumaron a la rebelión. Por ello tumbaron a Ben Ali y a Mubarak. Y allí van, empujando a su dirigencia que en forma vacilante da pasos hacia la democracia, frenados por los poderes imperiales y oligárquicos que están a la expectativa, expectantes y alertas, con los fusiles y sables bien afilados para cortar cabezas apenas puedan.
En España, la generación anterior, los obreros industriales de los centros fabriles y los trabajadores del Estado, que están a la defensiva, luchando por no perder lo conquistado durante la época del “Estado de Bienestar” y durante la fase posterior a la derrota del Franquismo, todavía no se atreven a apoyar a esos jóvenes que “protestan por protestar”.
Ellos temen perder de un tajo todas sus conquistas, que hoy en día son un privilegio frente a los regímenes laborales “precarios” que soportan los nuevos trabajadores.
A quienes hemos visto más decididos han sido a los jubilados. Se va dando un encuentro entre abuelos y nietos, que si no se sabe dosificar puede terminar en una lucha suicida, de carácter anarquista y putchista. Pareciera que los jóvenes muestran moderación y paciencia. No están dispuestos a dejarse llevar a un baño de sangre que sólo les conviene a los grandes capitalistas plutocráticos del sistema financiero y la banca.
¿Y en Colombia qué?
En forma paradójica las cosas en nuestro país evolucionan de otra manera. Los jóvenes profesionales y técnicos con visión de progreso y desarrollo fueron la cabeza visible de las marchas que levantaron la consigna de ¡NO MAS FARC!, alentados por la política uribista.
Una vez se dieron cuenta que el “valiente Uribe” no era lo que ellos creían, cuando se fueron defraudando de su héroe porque había hecho la tarea contra la guerrilla cometiendo toda clase de crímenes y desafueros, estos jóvenes se entusiasmaron con los tres alcaldes de Bogotá (Mockus, Lucho y Peñalosa) que desencadenaron la “ola verde” con la consigna del “no todo vale”.
Desgraciadamente, y ojalá ello no le ocurra a la juventud europea, el resto de fuerzas sociales que podrían haberlos acompañado en esa gesta no estaban preparadas para reforzar sus luchas. Muchos de ellos los rechazaron por “neoliberales” o por no ser lo suficientemente nacionalistas.
Ahora, los alcaldes “verdes” – al aliarse con Uribe –, los defraudan de nuevo. Los jóvenes colombianos están incrédulos y escépticos. Muchos llaman al voto en blanco.
La verdad es que los trabajadores del Estado o los pocos obreros industriales que todavía quedan en Colombia, se debaten entre seguir protestando – “religiosa” y cotidianamente – para impedir más recortes en sus condiciones laborales o ilusionarse con la “gestión” que pueda hacer dentro del gobierno personajes como Angelino Garzón, que en España – según entiendo – hay muchos dentro del PSOE (por ello en parte es bueno que ese falso partido “socialista” se haya debilitado).
De resto, las fuerzas sociales en Colombia recién se están reorganizando. Salen de un oscuro y largo túnel de violencia criminal que redujo los movimientos sociales al mínimo.
Hacia el futuro
Por todo lo anterior me atrevo a pronosticar que Europa va a vivir una nueva versión del “mayo francés/1968”, claro que menos existencialista y más realista. Pero a corto plazo la lucha se va a agudizar. El desempleo no va a aminorar, los recortes sociales van a continuar, y los trabajadores industriales van a tener que sumarse. De la reflexión se pasará a la acción.
Es un buen escenario para difundir y desarrollar las ideas de la democracia participativa, de la economía de las equivalencias basadas en el valor/trabajo, y para impulsar fuertes campañas contra el consumismo frenético y por la defensa de los recursos naturales para evitar el apocalipsis ambiental.
Pero por ahora no podemos pedirle más a esta juventud. Aunque es decidida y valiente – como toda la juventud –, no cuenta ni siquiera con una utopía en formación. Sus padres y abuelos han estado luchando por mejores salarios y pensiones, o máximo por “valores nacionales” que ellos no entienden cuando hoy su realidad es global.
De estas jornadas lo máximo que surgirá o revivirá será una nueva utopía. La necesidad de sobrevivencia empuja. Será un paso importante y trascendental. Ojalá lo demos rápido porque el tiempo apremia. La catástrofe ambiental, nuclear, la hambruna planetaria, la violencia generalizada o las pandemias descontroladas, acechan a la humanidad.
Oh juventud… ¡acelera el paso! De ti pende la esperanza.
[1] Ver: Revoluciones democráticas con sello proletario. http://alainet.org/active/45279&lang=es
[2] No sólo porque no pueden ajustar más los impuestos internos sino porque los países imperiales ya no tienen formas de expoliar más a los países dependientes del “tercer mundo” para sostener su Estado interventor. Muchos de ellos ahora son su competencia (China, India, Brasil, Sudáfrica).
Popayán, mayo 23 de 2011
Con ocasión de los sucesos del Norte de África, Medio Oriente, y ahora España, un compañero me escribía diciendo… ¿Cuando le tocará a Colombia?
Los jóvenes saben qué no les gusta pero…
He venido haciendo un seguimiento a dichos sucesos y afirmado que las revoluciones democráticas en marcha – incipientes – que se desarrollan en la actualidad en el mundo árabe y parte del musulmán, fueron iniciadas por un joven proletariado “informalizado”.[1]
Este proletariado no es igual al de las grandes factorías y centros de producción fabril y agrícola que creó el capitalismo del siglo XIX y parte del XX. Es muy diferente.
Está compuesto por jóvenes entre 25 y 40 años, con altos niveles de capacitación, muchos de ellos con títulos profesionales y/o técnicos, fogueados en el mundo globalizado, que han intentado “construir empresa” o incluso, las tienen organizadas.
Estos jóvenes vienen comprobando que por más que se esfuercen y sean brillantes – como muchos de ellos lo son – quienes se apoderan de las ganancias son los todopoderosos consorcios transnacionales, mientras ellos, o están en el desempleo o tienen que vender su trabajo y conocimiento a precios ínfimos.
En España estos jóvenes están indignados. Llaman a la “acampada” y a las jornadas de reflexión. Con ello nos dicen que están hartos del desempleo, la corrupción, la falsa democracia que esconde la dictadura de la Banca, la discriminación – social, de género, racial, de origen nacional –, el desequilibrio ambiental y el consumismo desaforado, y muchas otras cosas más.
Pero también nos hacen saber que todavía no saben para donde van. Son conscientes que están dando un pequeño paso, que sueñan con un mundo mejor pero no tienen referentes claros hacia el futuro. El reclamo por la ética pública y el rechazo a la falsedad es lo que más podríamos identificar. Algunos hablan de revolución, se reclaman “anti-sistémicos”, pero son la minoría.
Y es lo más normal. La humanidad no tiene mucho qué ofrecerle a estos jóvenes. El comunismo burocratizado de la URSS o de Cuba no es llamativo. El modelo del Estado de Bienestar es insostenible.[2] El modelo chino que combina Estado burocrático con capitalismo salvaje, es parte de lo que rechazan. ¿Qué más tenemos? ¿América Latina puede ofrecer algo? Parece que no.
En el mundo árabe y musulmán, frente al oprobio de los regímenes dictatoriales, los trabajadores y el pueblo en general se sumaron a la rebelión. Por ello tumbaron a Ben Ali y a Mubarak. Y allí van, empujando a su dirigencia que en forma vacilante da pasos hacia la democracia, frenados por los poderes imperiales y oligárquicos que están a la expectativa, expectantes y alertas, con los fusiles y sables bien afilados para cortar cabezas apenas puedan.
En España, la generación anterior, los obreros industriales de los centros fabriles y los trabajadores del Estado, que están a la defensiva, luchando por no perder lo conquistado durante la época del “Estado de Bienestar” y durante la fase posterior a la derrota del Franquismo, todavía no se atreven a apoyar a esos jóvenes que “protestan por protestar”.
Ellos temen perder de un tajo todas sus conquistas, que hoy en día son un privilegio frente a los regímenes laborales “precarios” que soportan los nuevos trabajadores.
A quienes hemos visto más decididos han sido a los jubilados. Se va dando un encuentro entre abuelos y nietos, que si no se sabe dosificar puede terminar en una lucha suicida, de carácter anarquista y putchista. Pareciera que los jóvenes muestran moderación y paciencia. No están dispuestos a dejarse llevar a un baño de sangre que sólo les conviene a los grandes capitalistas plutocráticos del sistema financiero y la banca.
¿Y en Colombia qué?
En forma paradójica las cosas en nuestro país evolucionan de otra manera. Los jóvenes profesionales y técnicos con visión de progreso y desarrollo fueron la cabeza visible de las marchas que levantaron la consigna de ¡NO MAS FARC!, alentados por la política uribista.
Una vez se dieron cuenta que el “valiente Uribe” no era lo que ellos creían, cuando se fueron defraudando de su héroe porque había hecho la tarea contra la guerrilla cometiendo toda clase de crímenes y desafueros, estos jóvenes se entusiasmaron con los tres alcaldes de Bogotá (Mockus, Lucho y Peñalosa) que desencadenaron la “ola verde” con la consigna del “no todo vale”.
Desgraciadamente, y ojalá ello no le ocurra a la juventud europea, el resto de fuerzas sociales que podrían haberlos acompañado en esa gesta no estaban preparadas para reforzar sus luchas. Muchos de ellos los rechazaron por “neoliberales” o por no ser lo suficientemente nacionalistas.
Ahora, los alcaldes “verdes” – al aliarse con Uribe –, los defraudan de nuevo. Los jóvenes colombianos están incrédulos y escépticos. Muchos llaman al voto en blanco.
La verdad es que los trabajadores del Estado o los pocos obreros industriales que todavía quedan en Colombia, se debaten entre seguir protestando – “religiosa” y cotidianamente – para impedir más recortes en sus condiciones laborales o ilusionarse con la “gestión” que pueda hacer dentro del gobierno personajes como Angelino Garzón, que en España – según entiendo – hay muchos dentro del PSOE (por ello en parte es bueno que ese falso partido “socialista” se haya debilitado).
De resto, las fuerzas sociales en Colombia recién se están reorganizando. Salen de un oscuro y largo túnel de violencia criminal que redujo los movimientos sociales al mínimo.
Hacia el futuro
Por todo lo anterior me atrevo a pronosticar que Europa va a vivir una nueva versión del “mayo francés/1968”, claro que menos existencialista y más realista. Pero a corto plazo la lucha se va a agudizar. El desempleo no va a aminorar, los recortes sociales van a continuar, y los trabajadores industriales van a tener que sumarse. De la reflexión se pasará a la acción.
Es un buen escenario para difundir y desarrollar las ideas de la democracia participativa, de la economía de las equivalencias basadas en el valor/trabajo, y para impulsar fuertes campañas contra el consumismo frenético y por la defensa de los recursos naturales para evitar el apocalipsis ambiental.
Pero por ahora no podemos pedirle más a esta juventud. Aunque es decidida y valiente – como toda la juventud –, no cuenta ni siquiera con una utopía en formación. Sus padres y abuelos han estado luchando por mejores salarios y pensiones, o máximo por “valores nacionales” que ellos no entienden cuando hoy su realidad es global.
De estas jornadas lo máximo que surgirá o revivirá será una nueva utopía. La necesidad de sobrevivencia empuja. Será un paso importante y trascendental. Ojalá lo demos rápido porque el tiempo apremia. La catástrofe ambiental, nuclear, la hambruna planetaria, la violencia generalizada o las pandemias descontroladas, acechan a la humanidad.
Oh juventud… ¡acelera el paso! De ti pende la esperanza.
[1] Ver: Revoluciones democráticas con sello proletario. http://alainet.org/active/45279&lang=es
[2] No sólo porque no pueden ajustar más los impuestos internos sino porque los países imperiales ya no tienen formas de expoliar más a los países dependientes del “tercer mundo” para sostener su Estado interventor. Muchos de ellos ahora son su competencia (China, India, Brasil, Sudáfrica).
No hay comentarios:
Publicar un comentario