sábado, 30 de abril de 2011

ANGELINO, EL “FALSO NEGATIVO” DE URIBE

Ollanta, el “negativo” de Fujimori…

ANGELINO, EL “FALSO NEGATIVO” DE URIBE

Popayán, abril 30 de 2011

Los desarrollos de la política en Colombia y Perú – con grandes similitudes –, nos facilitan identificar el comportamiento de sus protagonistas. La comparación es un buen ejercicio.

El pasado reciente

Uribe y Fujimori: un campesino paisa con ínfulas de gran-terrateniente y un pequeño empresario de origen japonés con aires de burgués. Uno y otro se crecieron ante sus oligarquías. Crearon un ideario de corte fascista. Fueron fenómenos políticos de corto vuelo.

Con su aspecto de pequeños dictadores conquistaron a los generales y coroneles más corruptos del ejército. Usaron programas asistencialistas para crear una base clientelar entre los sectores más débiles de la población. Sedujeron al pueblo y sirvieron a la oligarquía.

Su ascenso político-mediático se apoyó en el rechazo popular a las atroces acciones de la guerrilla. Así justificaron y posicionaron la estrategia paramilitar. Además, canalizaron y usaron sentimientos anti-oligárquicos. Vendieron la idea que el avance de la insurgencia era el resultado de la debilidad y connivencia de la clase política tradicional.

Sin base social propia se vieron obligados a concertar alianzas con las mafias. Fue su salida y su trampa. Quedaron presos de la dinámica criminal. A partir de una personalidad obsesiva, falta de escrúpulos y espíritu pragmático, se rodearon de personajes siniestros como los José Obdulios y Montesinos. El uno está en la cárcel y el otro en capilla.

Uribe involucró en sus crímenes a políticos y empresarios. También a agentes de la CIA, la DEA, ejecutivos transnacionales, y lobbystas. Hoy es su tabla de salvación. Se defiende chantajeando a sus antiguos aliados. Fujimori fue más vertical e ingenuo. Se enfrentó al conjunto de la oligarquía. Hoy paga caro su osadía.

El presente en desarrollo

¿Quién puede canalizar el espíritu anti-oligárquico que falsamente encarnaban Uribe y Fujimori? Sólo la izquierda revolucionaria de carácter civilista lo puede hacer.

En Perú Ollanta Humala está ad-portas del gobierno mientras Keiko Fujimori logra mantener cierta fuerza electoral usando la imagen populista de su padre. La oligarquía peruana más reaccionaria la apoya. Otras facciones de la oligarquía, asesoradas por EE.UU., ante la realidad de tener que escoger entre la hija de Fujimori y el líder izquierdista, tratan de moderar a Humala como lo hicieron con Funes en El Salvador.

En Colombia la Izquierda tenía – y aún tiene – todas las condiciones para avanzar. Tres factores han determinado su debilitamiento temporal. La división interna, la infiltración de los corruptos, y la falta de audacia revolucionaria.

La división interna ha sido fatal. La incapacidad para llegar a acuerdos políticos ha sido determinante. La interferencia de intereses grupales inhabilitó al Polo para actuar con oportunidad y fluidez política. Sin una férrea unidad es imposible la acción política.

La corruptela “Dussán-Morenista” se infiltró en altos niveles de dirección aprovechando esa situación. Así, se enlodó la imagen polista en Bogotá. Es un fuerte golpe que puede ser asimilado siempre y cuando se reconozca el problema y se rectifique a tiempo.

La falta de audacia revolucionaria es un efecto de la táctica oligárquica de vincular al Polo con la guerrilla. Petro jugó a “negarse a sí mismo” cayendo en posiciones vergonzantes. Al resto del Polo todavía nos pesa ese tema. La problemática del narcotráfico y el conflicto armado no son enfrentadas con la suficiente fuerza y claridad. Se teme que los medios de comunicación de la oligarquía manipulen nuestras posiciones. Hay que superar ese temor.[1]

El paquete distractor

Las elecciones pasadas mostraron que el entorno político es frágil y cambiante. El proyecto político de Uribe está en crisis. Sin embargo, él como figura está en una especie de “flotador mediático”. La dirigencia política tradicional se disputa “su” espacio. Mientras lo consiguen precisan de un “negativo” del ex-presidente. De no fabricarlo, un líder de la izquierda revolucionaria se puede conectar con la psiquis popular. El vacío no existe.

Necesitaban un “pararrayos” de la inconformidad popular. Un “paño de lágrimas” que canalizara las quejas. Requerían un personaje que encarnara el papel populista con pose anti-oligárquica. Santos no podía hacerlo. Así, deciden confeccionar un nuevo “mayordomo”. Claro, más se parece al “ama de llaves” de la Casa de Nariño.

La figura escogida fue Angelino Garzón. Es el típico cortesano. Experto conciliador, maneja el paquete de los DD.HH., pone la cara por la firma del TLC y – supuestamente – “defiende” a los trabajadores. Que haya militado en el Partido Comunista y en la UP es una gran ventaja. Ya demostró ser leal y servil como ministro y gobernador. Es “como mandado a hacer”.

Para limpiarle la cara y tapar las alianzas “non sanctas” que entabló con las mafias regionales, que le sirvieron para llegar al cargo de Gobernador del Valle, sancionaron y sacaron de afán a su sucesor, el novel y aplicado hijo de la mafia Juan Carlos Abadía. Otro “sacrificado”.

Pero no era suficiente. Para hacer creíble el “paquetazo” faltaba algo más. Los refuerzos no han dado espera. El “Movimiento Progresista”, nuevo nombre del “petrismo”, ya está en fila. Ya negociaron el apoyo del Vicepresidente para las elecciones de octubre/2011. Así justifican su “nueva política de alianzas”.

Conclusión

Hasta ahora Ollanta es el fiel negativo de Fujimori. En Colombia los negativos de Uribe – a excepción de Carlos Gaviria y Jorge Enrique Robledo – se han difuminado. Petro lo fue hasta cuando se perfiló de candidato. En menos de un año pasó de “izquierdista” a “democrático”, ahora es “progresista” y ya casi es “santista”. ¡Qué metamorfosis!

El camino para la democracia y la izquierda revolucionaria colombiana está despejado. Los “falsos negativos” no pueden distraernos. Amplios sectores populares azotados por las políticas neoliberales, por el monopolio oligárquico y por la corrupción galopante están a la espera de verdaderas alternativas.

Sólo es cuestión de ajustar y rectificar. Se requiere audacia y más audacia. ¡No más miedo!



[1] El ex-presidente liberal César Gaviria Trujillo plantea que la política de los EE.UU. contra el narcotráfico es un absoluto fracaso. La izquierda no dice nada. Es un ejemplo de la falta de audacia revolucionaria.

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