miércoles, 6 de octubre de 2010

ECUADOR: ¿INTENTO DE GOLPE O MOTÍN?

Debate en Ecuador después del Golpe…

¿INTENTO DE GOLPE O MOTIN?

Popayán, 6 de octubre de 2010

Quienes afirman que en Ecuador no hubo un intento de golpe de Estado plantean que se trató sólo de un “motín policial en defensa de sus derechos laborales”. Si sólo era una reclamación y protesta laboral - “una huelga de policías”- …

¿Por qué…?

¿Por qué lo hicieron de forma “complotada”? ¿Por qué utilizaron las armas y la logística de la institución policial? ¿Por qué y con qué intenciones se tomaron los aeropuertos? ¿Por qué no se quemaron etapas y se dieron pasos normales - pacíficos e institucionales -para obtener satisfacción a sus reivindicaciones? ¿Por qué no prepararon a la población para afrontar una situación tan anormal y caótica?

¿Por qué no accedieron a dialogar de frente con el Presidente, dejarlo explicar el contenido de las normas aprobadas y plantear abiertamente sus solicitudes? ¿Por qué no hubo una cabeza visible – oficial – del movimiento, y muchos de los “agitadores” asumieron una táctica insurreccional y subversiva? ¿Había interés genuino por ganar la solidaridad de la población? O, ¿existía un interés oculto por generar un desorden mayúsculo?

¿Acaso querían generar un patrón de desorden e ingobernabilidad que ha sido la matriz utilizada por la oposición de derecha ecuatoriana en los últimos tiempos para atacar al gobierno? ¿Por qué se usa una forma “laboral” para impulsar esta revuelta armada? ¿Se quería explotar la solidaridad de los trabajadores del Estado y de sectores indígenas que estaban “chocados” con el gobierno?

¿En qué momento la teoría que la “revolución ciudadana” es sólo un vehículo de las políticas neoliberales – anti-laborales, privatizadoras, extractivistas – fue aceptada por un sector de dirigentes sociales y una justificación para apoyar este tipo de aventura? ¿Ha existido un amplio debate sobre la actitud política frente al gobierno de Correa?

El papel del ejército

Quienes menosprecian el papel de la opinión pública y de la acción activa de la población en respaldo de una gestión gubernamental como factor determinante – básico – para detener o hacer fracasar un Golpe de Estado, plantean que lo definitivo es el “poder del fusil”.[1] Olvidan que la utilización del fusil se desarrolla en un contexto político concreto.

Se pone de ejemplo el golpe de Venezuela (2002) y el papel del ejército bolivariano para reversarlo. Se olvida mencionar aspectos determinantes que crearon condiciones políticas, emocionales, mediáticas, para que sectores del ejército tomaran la determinación de reinstalar al presidente Chávez en el palacio de Miraflores. No se menciona el suceso clave que desencadenó el contragolpe político-mediático-militar-popular de abril de 2002.

Éste ocurre cuando Isaías Rodríguez, Fiscal General de entonces, cita a todos los medios de comunicación, que ya estaban controlados por los golpistas, para oficializar su entrega. El “gancho” era garantizar el respeto a su vida e integridad personal. Aprovecha ese medio y momento único para hacerle saber a la población que el presidente Chávez no había renunciado, estaba vivo y llamaba a resistir. Ese fue el momento de inflexión del golpe. A partir de allí el pueblo venezolano, incluyendo los militares patriotas, supieron qué debían hacer.

En el golpe de Honduras, Zelaya quiso profundizar el proceso de cambio mediante la consulta ciudadana. Confió en el papel “institucional” del ejército. Permitió que las fuerzas golpistas tomaran la iniciativa sin contar con las suficientes reservas para generar un contragolpe. La resistencia popular fue neutralizada. Su fuerte no era Tegucigalpa sino las regiones. La ingenuidad de la dirigencia “zelayista” les dio a los golpistas el suficiente espacio y tiempo para consolidar su golpe de mano.

En Ecuador, el golpe no progresó porque el conjunto de la población entendió – por los antecedentes históricos y por la actitud intrépida y decidida de Correa – que una rebelión armada de la policía no podía permitirse. Que si se dejaba avanzar, se transformaría rápidamente en un golpe militar. Fue así que la cúpula del ejército se dio cuenta que de materializar el golpe, el contragolpe ciudadano – y de sectores de la misma policía y del ejército - iba a ser contundente. Por ello se vieron obligados a abortarlo.

Otros actores, entre ellos dirigentes sociales del Ecuador, viven hoy un momento difícil que es especial para aprender. ¡Y hay que hacerlo rápido! Con fuego no se puede jugar. Los intereses geopolíticos en juego en esta coyuntura de Latinoamérica están muy por encima de las reclamaciones laborales o sectoriales de los trabajadores del Estado o de los pueblos indígenas ecuatorianos. Sin querer decir que no sean importantes.

Si la dirigencia social no se ubica en el contexto político del momento van a terminar siendo utilizados por sus peores enemigos. Después de usarlos los van a convertir en uno de sus primeros objetivos a arrasar y destruir. La dirigencia de la “revolución ciudadana” también debe reaccionar. Debe separar el trigo de la maleza, no entrar en pánico, no dejarse aislar, apoyarse en la población en general para recuperar el espacio y el tiempo perdido.

Indigenismo separatista vs. Soberanía nacional [2]

El debate de fondo que debe adelantarse con todos los dirigentes del movimiento indígena ecuatoriano y latinoamericano es si la reivindicación del “nacionalismo étnico indígena”, la creación de la “gran nación quechua-aymará”, es la principal tarea del momento. Parece que el "indigenismo separatista" está llegando a extremos. Luis Macas en una entrevista al periodista italiano F. Grimaldi dice abiertamente que lo prioritario - para ellos - es la reunificación de la etnia del área incaica, y que esto tiene prioridad sobre la cuestión de la soberanía nacional.

Es importante subrayar las razones de la memoria histórica: todas las heroicas sublevaciones indígenas anticoloniales fueron aplastadas hasta que se conformó una alianza social y política que abarcó al conjunto de fuerzas que lograron derrotar a la corona española. Hoy esta contradicción sigue vigente: Estado nacional soberano en un bloque regional latinoamericano autónomo e independiente, ó Nuevo Consenso de Washington re-actualizado.

El Estado pluri-nacional sólo será realidad conquistando nuestra soberanía frente al imperio estadounidense. Que la estrategia de los Balcanes (Kosovo) no tenga su réplica en los Andes suramericanos. Sólo la más absoluta unidad de los pueblos nos garantizará el triunfo sobre la oligarquía entreguista y sobre la plutocracia imperial.

Es urgente, necesario y vital que este debate se abra, desarrolle y profundice. Desde México hasta Chile pasando por Centroamérica, Colombia y Perú, contamos con ricas experiencias. ¡Que no se pierdan!

[1]Ver: Dieterich, Heinz. “Masas y Armas en el Golpe de Quito”. http://www.kaosenlared.net/noticia/masas-armas-en-golpe-de-quito

[2] Ver: Latinoamérica: Imperialismo, socialismo, indigenismo. http://www.rebelion.org/noticia.php?id=96511

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