lunes, 30 de agosto de 2010

CAUCA: SEÑOR GOBERNADOR, POR DIGNIDAD… ¡RENUNCIE!


CAUCA: SEÑOR GOBERNADOR, POR DIGNIDAD… ¡RENUNCIE!

Popayán, 30 de agosto de 2010

Formalmente, el Gobernador del Cauca Guillermo Alberto Gonzáles Mosquera está destituido. Sólo lo sostiene una triquiñuela legal. No aparecen los $16.000 millones de la salud y la educación depositados en Probolsa. Los escándalos en la Secretaría de Salud salen a flote. La prometida inversión en agua potable va a cuenta gotas. Además, la administración del Cauca aparece entre las 3 más ineficientes y corruptas del país.

Para completar el presidente Santos le dio una bofetada pública en el evento ‘Acuerdo para la Prosperidad’ que se realizó en Popayán el pasado fin de semana. Dijo: “El Cauca infortunadamente, tiene unos índices relativos muy altos en materia de pobreza. Para darles un ejemplo, a nivel nacional está del orden del 45 por ciento; en el Cauca está alrededor del 70 por ciento. Es el segundo departamento más pobre del país, después del Chocó.” Y añadió: “lo mismo sucede con la pobreza extrema.”[1]

Es una verdadera tragedia. En medio de la riqueza, la mayoría de los caucanos somos pobres o indigentes. Mientras Smurfit Kappa-Cartón Colombia y los grandes ingenios azucareros (Incauca y La Cabaña) hacen parte de las empresas con mayores índices de rentabilidad, la miseria crece en el Cauca. Mientras la transnacional Anglo Gold Ashanti se apodera de ricos yacimientos de oro desplazando violentamente a mineros y campesinos de sus territorios, cientos de miles de caucanos deben migrar a las ciudades o dedicarse obligatoriamente a sembrar o a “raspar” matas de coca.

Y ello podría ser peor si no es por la capacidad de resistencia y creatividad de nuestra gente. 83.000 familias de pequeños y medianos caficultores hacen su mejor esfuerzo por sostener sus cultivos, igual que 11.000 paneleros y más de 4.000 pequeños ganaderos, que están siendo acosados por la revaluación de la moneda y por la política económica neoliberal, incluyendo las normas “sanitarias” dirigidas a sacarlos del mercado.

Las cifras lo dicen todo. Es el fracaso histórico de una clase dirigente y de sus mandaderos cortesanos de ocasión, que prometen y prometen mientras recogen las migajas que les tiran los empresarios desde el Valle del Cauca, Antioquia, Bogotá, y desde el exterior. Es la demostración que se requiere mucho más que una “reingeniería técnica” en la administración departamental. Se necesita un cambio total, transformador, radical.[2]

Los empresarios caucanos y el conjunto de la población caucana debemos revisar qué está pasando. La descomposición social, la disparada de la delincuencia en los centros urbanos, y todos los problemas que se reflejan en las cifras y estadísticas, son consecuencia de un modelo de desarrollo que estimula la quiebra del pequeño productor agrícola y, lo obliga a desplazarse a la ciudad. Por ello necesitan “titular” los predios, para que puedan vender a los grandes empresarios y multinacionales. Así sacaron del campo a los campesinos negros del norte del Cauca.

Ha llegado la hora de cambiar esa tendencia. Debemos apropiarnos de nuestras riquezas y nuestro territorio. Tenemos que diseñar nuestro propio desarrollo. No cambiar el oro por el moro, no satisfacernos con una pocas regalías que se las lleva el viento y la corrupción. Los caucanos podemos revertir ese proceso, para poner de verdad “arriba el Cauca”, pero no en las cifras de pobreza, misería y corrupción.

Señor Gobernador, por dignidad, ¡renuncie!

[1] El Liberal: http://www.elliberal.com.co/index.php?option=com_content&task=view&id=34813&Itemid=85

[2]Las gobernaciones y asambleas departamentales sólo son “cascarones vacíos” al servicio del clientelismo y la politiquería. Si desaparecieran, ni nos daríamos cuenta
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sábado, 28 de agosto de 2010

CONTINÚA CON MÁS FUERZA LA RESISTENCIA CIVIL Y NO PAGO DE LA ENERGIA EN EL CAUCA

Silvia (Cauca), agosto 26 de 2010.

La lucha por el derecho a la energía es ahora contra la Multinacional ASHMORE ENERGY INTERNATIONAL A.E.I. representada en el Cauca por la COMPAÑÍA ENERGÉTICA DE OCCIDENTE.

La audiencia pública realizada el día 25 de agosto en el Municipio de Silvia, constituye el primer acercamiento oficial entre LA COORDINADORA DE LA ENERGIA y representantes de las directivas de la COMPAÑÍA ENERGÉTICA DE OCCIDENTE subsidiaria de la Multinacional ASHMORE ENERGY INTERNATIONAL A.E.I. El gerente de esta compañía quien estaba citado a la audiencia, no se hizo presente y por lo tanto no se llegó a ningún acuerdo frente a las exigencias de este movimiento.

Estas exigencias se resumen en cuatro puntos: a) condonación total de las deudas de los usuarios de los sectores populares, b) tarifas de $44/Kwh, c) Devolución de la Hidroeléctrica de la SALVAJINA y las 8 PCHs (pequeñas centrales hidroeléctricas) y d) indemnización a los caucanos por el robo continuado de la energía producida en el departamento.

Las anunciadas rebajas buscan calmar y desmovilizar la lucha de la coordinadora para luego, en el futuro cuando todo se calme volver a subirlas. Estas tarifas en nada solucionan el problema social e histórico creado en el departamento con el saqueo de nuestras fuentes de generación y el tratamiento abusivo por parte del gobierno nacional y el CARTEL DE LA ENERGÍA.

Sin embargo rescatamos el pronunciamiento del director de la oficina de Atención al cliente de la citada multinacional, Dr. Juan Pablo Constain quien se comprometió públicamente a respetar la RESISTENCIA CIVIL al corte del servicio por parte de las comunidades en el departamento del Cauca.

Es de resaltar que la audiencia pública contó entre otros, con una importante participación de delegados de la COORDINADORA DE LA ENERGÍA de los municipios de Piendamó, Jambaló y Popayán; de los resguardos de Guambia, Pitayó y la MARIA-Piendamó como también de la zona campesina de Usenda. Se hicieron presentes con su respaldo el alcalde de Silvia y miembros del concejo municipal de Jámbalo y Silvia.

Los delegados y La comunidad allí reunida, ratificamos nuestra decisión y determinación de continuar y ampliar la RESISTENCIA CIVIL y no pago del servicio de energía eléctrica, igualmente notificamos a ASHMORE ENERGY INTERNATIONAL A.E.I., que nuestra lucha es indefinida e irá hasta el final.

Solo derrotando el negocio….conquistaremos el derecho!!!

LA COORDINADORA DE LA ENERGIA

jueves, 26 de agosto de 2010

URIBE… ¿A LA PRESIDENCIA DE NACIONES UNIDAS?

Popayán, 26 de agosto de 2010

La fuerza política de Uribe consiste en que convenció a la mayoría de los colombianos de que todo lo que hizo – incluyendo los crímenes –, lo realizó en beneficio de la “patria”, y que el fin justifica los medios.

Ha conseguido que el país lo sienta como un héroe que es víctima de las circunstancias. Según esa matriz de pensamiento, todos los colombianos somos culpables por dejar crecer la “amenaza terrorista” y, no sólo nos merecemos la tragedia vivida, sino que debemos premiar – y perdonar - a quien lideró la alianza criminal.

La habilidad de Uribe – a diferencia de Fujimori – consistió en que involucró en la ejecución de los delitos a mucha gente: campesinos ricos y medios, a la clase política tradicional, a los grandes empresarios y hacendados, a ejecutivos de empresas transnacionales y a altos funcionarios del gobierno de los EE.UU.

Ello explica que el Departamento de Estado de los EE.UU. esté haciendo lobbypara posicionar a Álvaro Uribe Vélez como candidato a la presidencia de Naciones Unidas, en reemplazo del coreano Ban Ki-moon. Sería la carta imperial a la posible elección del brasileño Ignacio Lula Da Silva. Los perpetradores de la empresa criminal se cubren la espalda protegiendo a Uribe.

La vinculación del ex-presidente colombiano como profesor visitante en la Georgetown University, y la designación como vicepresidente del comité especial que investigará el ataque israelí a la “Flotilla de la Libertad”, serían los primeros pasos para llevarlo a esa importante posición. El objetivo: otorgarle inmunidad frente a cualquier tipo de proceso judicial que le pueda iniciar la Corte Penal Internacional.

En Colombia se desarrolló una sistemática guerra contra el pueblo a la sombra de la lucha anti-subversiva. Tres componentes tenía la cadena criminal: losverdugos, paramilitares y militares de niveles medios y bajos; los jefes de los verdugos, con Uribe a la cabeza de la cúpula de altos mandos militares, políticos y funcionarios; y los perpetradores, empresarios nacionales y extranjeros que se lucraron de todos los negocios, tierras, grandes proyectos y contratos que se movieron y – aún se mueven – al son de ese conflicto.

Es necesario entender que el poder imperial estadounidense aprovechó la debilidad de una oligarquía antinacional y corrupta - representada en Uribe -, para diseñar un plan integral de intervención territorial, que además de apoderarse plenamente de nuestras riquezas convirtió a Colombia en la principal punta de lanza contra las revoluciones nacionalistas que hoy encabezan en América Latina los pueblos venezolano, boliviano y ecuatoriano.

La resistencia y el trabajo sacrificado de miles de colombianos que no bajaron la guardia frente a la amenaza y la muerte, y la valentía de unos magistrados de la Corte Suprema de Justicia que no se dejaron amedrentar, pusieron en evidencia el tamaño y la brutalidad de los crímenes, y tanto el gobierno de Washington como las cúpulas capitalistas colombianas se percataron a tiempo de la imposibilidad de continuar con esa fórmula.

Hoy los verdaderos perpetradores de los crímenes juegan una nueva partida. Necesitan arreglar las cargas entre ellos, sacrificar a unos cuantos cómplices, comprar a contradictores sobornables, y quitar del camino a enemigos peligrosos. A la sombra de un gobierno de “buenas maneras”, con el supuesto “respeto a la institucionalidad”, en medio de la diplomacia y la lisonja, ya están rediseñando su nueva ofensiva contra lo que realmente les preocupa: que la verdadera conciencia nacional coja fuerza entre el pueblo colombiano.

Por ello, más allá de que Uribe sea o no condenado y castigado en el corto plazo – que debe serlo algún día -, la tarea principal es sacar a flote la maraña de intereses nacionales e internacionales que han estado – y están – detrás del holocausto colombiano.

Las víctimas de la atroz guerra que hemos vivido en los últimos 30 años sólo podrán ser reivindicadas, si su memoria sirve para derrotar políticamente a quienes a nombre de la “patria” – por codicia y afán de poder –se pusieron al servicio de intereses imperiales extranjeros.

Cómo lo demuestra la historia de tantos países, especialmente los del Cono Sur de América, si los perpetradores y verdugos siguen al frente del Estado, seguirán echando a la hoguera unos “cuantos perros flacos” mientras ellos disfrutan de las mieles del poder. Los Sabas Pretelt y los José Obdulios, siguen en la fila. Que no se nos pierda el gran objetivo.

domingo, 22 de agosto de 2010


SANTOS: ¿GOBIERNO REFORMISTA?

Popayán,agosto 20 de 2010


El gobierno del presidente Santos posa de “reformista” pero mantiene lo esencial de la política “uribista”. Ha presentado un conjunto de iniciativas y generado expectativas. Para actuar con acierto hay que identificar las motivaciones y la naturaleza de esos cambios.

No basta decir que es un gobierno continuista. El grueso de la población, así haya votado o no por Santos, anhela un cambio de rumbo. Ello no se puede desconocer. Tampoco sirve ilusionarse ingenuamente con los cambios y ayudarle a la oligarquía a engañar al pueblo.

Además, para convencer a millones de personas que no tienen mayores elementos de racionalidad política o económica, hay que ir más allá de los discursos o escritos, por más elaborados que éstos sean. Se requiere actitud y riesgo político.

Una mirada a las “reformas”

La orientación de los cambios que el gobierno entrante impulsa en el campo de las relaciones internacionales, justicia, tierras, víctimas, respeto a la oposición política y derechos humanos, refleja que las clases dominantes necesitan desatar el nudo gordiano que heredaron de Uribe, que les causa enormes dificultades con la comunidad internacional.

Quieren resolver los problemas que causó la captura del Estado por parte de la mafia, sin tocar para nada la economía del narcotráfico. Van a tratar de limpiar la imagen de ilegalidad y connivencia con el crimen, pero aspiran a esconder impunemente su propia complicidad. En esa tarea están dispuestos a convertir en “chivo expiatorio” al mismo Uribe y a sus cómplices. La oligarquía y el imperio no guardan lealtades.

Las demás “reformas”, como la de las regalías, el plan de choque frente al empleo y a la salud, y otras políticas económicas anunciadas, responden a la profunda crisis fiscal del Estado y a los efectos económicos – entre ellos la revaluación de la moneda -, de la política de apertura total y entrega de los recursos mineros y petrolíferos a la inversión extranjera.

Esos efectos los sufren los empresarios nacionales, exportadores de productos básicos y manufacturas. Generan desempleo y desmejoran, aún más, las condiciones de vida de los trabajadores colombianos. Para atenuar la situación restablecen las relaciones con Venezuela, se propone un subsidio para bajar costos de la energía eléctrica para las empresas, y un plan de formalización de micro-empresas, que se pinta como estímulo al empleo, pero que no pasará de ser un maquillaje a las cifras de empleo informal.

Otras iniciativas como la de acabar con la Comisión Nacional de Televisión, la creación de los nuevos ministerios (justicia, trabajo, vivienda), la reforma política y a la justicia, y otras, son sólo distractores de ocasión para acicalar su imagen “reformista”.

Nuestra actitud y acción política

El gobierno de Santos no es un gobierno reformista. Está proponiendo “reformitas” para engañar y engatusar incautos. Si - por ejemplo -, presentara una verdadera reforma para el sector agropecuario, tendríamos que llamar a acompañar esa política, porque ello traería importantes beneficios para el pueblo, y nos permitiría avanzar como Nación.

Juan Camilo Restrepo, ministro de Agricultura, en el debate sobre tierras convocado por Iván Cepeda y Wilson Arias del PDA y Guillermo Rivera del Partido Liberal, presenta sus ideas como la gran política de restitución de tierras y de desarrollo rural. Deja ver que el gobierno está decidido a entregar tierras. Pero, como lo demostró el senador Jorge Enrique Robledo en el debate sobre presupuesto para el sector agrícola, no cuenta con los recursos – ni con la voluntad política - para apoyar de verdad al sector agropecuario. [1] Elmismo ministro va a ser un idiota útil y, si es serio, debería terminar renunciando.

Santos quiere presentar ínfimos cambios como reformas. ¿Qué hacer? No basta decir que este gobierno es continuista y que no va a hacer nada. Eso suena a conformidad y negativismo. Para el grueso de la población hay que mostrar otra actitud. Debemos presentar – desde la oposición – un conjunto de iniciativas concretas, de cara al país y a la sociedad en general.

Por lo anterior es importante resaltar la intervención en el debate sobre garantías para la oposición del senador Camilo Romero del PDA. “No vamos a ser un adorno de la democracia” dijo con firmeza y carácter. En seguida el debutante parlamentario apuntó: “Como oposición tenemos el deber de hacerle cumplir las promesas al gobierno”.

En su intervención Camilo Romero dejó ver que piensa en grande: ser gobierno. Consecuente con ello le planteó al Ministro del Interior Germán Vargas Lleras, que a la hora de elaborar el Estatuto de Oposición piensen en el futuro “cuando a Ustedes les va a tocar hacer oposición”. Es una nueva actitud.

Si el gobierno promete empleo, desarrollo agropecuario, democracia, justicia, etc., debemos organizar autónomamente a nuestro pueblo para exigirle que cumpla con sus ofrecimientos, así nosotros sepamos que no puede hacerlo. Es algo lógico y simple en política.

Además, un partido que aspire a gobernar debe ir más allá. Debe contar con su propia agenda, parlamentaria y extra-parlamentaria, nacional e internacional. No se concibe como un partido democrático no presenta soluciones al problema de la economía del narcotráfico, cuando hasta el cantante Juanes, se atreve a plantear - desde México -, el tema de la legalización o regulación de las drogas.

Tampoco se entiende que los demócratas colombianos dejemos casi sola a Piedad Córdoba en la lucha por la Paz. Es necesario actuar en este terreno con contundencia. En forma autónoma e independiente frente a los actores de la guerra, debemos radicalizarnos y arriesgarnos por la Paz. [2] La Nación y el pueblo lo quieren y necesitan.

[1] “Con este presupuesto tan ridículo el agro no será una locomotora del desarrollo sino un Renault 4”. Ver: http://www.moir.org.co/Con-este-presupuesto-tan-ridiculo.html

[2] “A radicalizarnos por la Paz”. http://www.rebelion.org/noticia.php?id=111463

domingo, 15 de agosto de 2010

¡A RADICALIZARNOS POR LA PAZ!

Según la oligarquía, Colombia ya está en “post-conflicto”

¡A RADICALIZARNOS POR LA PAZ!

Popayán, 15 de agosto de 2010

La clase dominante mantiene a nuestra sociedad “al borde de un ataque de nervios”. De la agudización del conflicto se pasa a la distensión, de la tregua al post-conflicto, y de allí, a una nueva exacerbación de la guerra. Es la “estrategia de la tensión”[1]. En ese ir y venir liquida a enemigos y contradictores políticos. Domina al mejor estilo del “macho controlador” que se aprovecha de las debilidades de su insegura mujer.

Desde tiempos de la Colonia, la oligarquía neo-granadina disfruta el poder usando la misma fórmula. Ha perfeccionado ese arte que le permite jactarse de tener la “democracia más antigua y estable de Latinoamérica”. Estimula y mantiene guerras solapadas y utiliza rebeliones controladas. Los gringos también han ayudado y aprendido en ese ejercicio de guerra irregular o guerras inteligentes de 4ª generación.

Arte practicado desde la conquista. Algunos pueblos originarios nunca fueron totalmente derrotados. Empero, las clases poderosas lograron dividir y debilitar a los pueblos indígenas. En nuestra región (Cauca), Sebastián de Belalcázar, lugarteniente de Francisco Pizarro, consiguió consolidar una alianza con pueblos nativos encabezados por los Chisquíos y, con ejércitos “yanaconas”[2], derrotó a la Gran Confederación de pueblos indios que se formó alrededor del hoy llamado Valle de Pubenza (Popayán y alrededores).

A algunos pueblos los “domesticaron” hasta hacerles perder su identidad. Llegaron a acuerdos con otros para aprovechar sus habilidades y recursos. A los que no podían derrotar, los “corrieron” hacia zonas marginales. Y a los más “peligrosos”, los exterminaron. Doctrina religiosa, guerra, enfermedades y toda clase de trampas, engaños y emboscadas fueron sus armas. Todo ello manteniendo las buenas costumbres castellanas y realizando cada año las pulcras y sagradas procesiones de Semana Santa.

No obstante, nuestros pueblos mestizos, afros, indios, de todos los colores y combinaciones, siguen resistiendo. Y también, aprendiendo.

La receta actual

Para la oligarquía y el imperio, Colombia ya está en “Post-conflicto”. La “unidad nacional” busca reintegrar a quienes se estaban alejando del bloque hegemónico: neoliberales, estatistas, burócratas, corruptos, mafiosos. Ya arrimó toda la tropa de dirigentes cortesanos que se cansaron de hacer oposición. No se necesitaba mucho esfuerzo. Son compadres.

También necesitan neutralizar a quienes en serio quieren construir un partido burgués. Les tiran mendrugos y mensajes conciliadores. Uno que otro puesto importante hará vacilar a aquellos que no quieren “embarrarse de pueblo”. Ese es el tire y afloje con el “sector democrático” del Polo y con los “verdes”. Tienen piezas y personas utilizables. Ya se cocinan las alianzas para gobernaciones y alcaldías. Algo deben ceder.

A los más rebeldes de la oposición no domesticable, les dan un tratamiento diferenciado. Los inofensivos, que se especializan en hacer excelentes debates en el Congreso pero que, - de allí no pasan -, los utilizan para decorar el entramado democrático, mientras se jubilan. A los más “radicales”, que eventualmente se salen de la norma, los desaparecen. Siempre habrá un nivel de desorden controlado para que ocurra uno que otro “accidente” o un “atentado terrorista sin origen determinado”.

Así han actuado y seguirán actuando. Es la constante histórica en Colombia. Conflictos, distensiones, treguas, post-conflictos, y nuevos conflictos. Círculo vicioso del caos intervenido y manipulado. Caldo de cultivo para personajillos con ínfulas de grandes hombres, pero con visión de corto plazo. Los grandes “cacaos”[3] y sus asesores gringos son los que mandan. Los presidentes sólo son mandaderos de un conglomerado plutocrático que ha ido adquiriendo formas corporativas “modernas”.

Por ello es que en estas tierras neo-granadinas - hasta la izquierda - le tiene miedo a la aparición de un verdadero caudillo popular.

La receta a veces falla

De vez en cuando, los controles fallan y se llega a extremos. En 1781, un movimiento rebelde (comunero) se salió del molde. El escarmiento fue brutal. En 1854, el general Melo se tomó la presidencia. Fue desterrado. En 1948, una verdadera amenaza “mestiza” (Gaitán) puso en jaque a la oligarquía. Después de 62 años no hemos superado el duelo.

En 2002 apareció una “nueva versión de libertador” – de origen mafioso - con ganas de pacificar definitivamente al país. Su meta era el 2019. Se creyó el cuento de que la oligarquía y el imperio lo apoyarían incondicionalmente. El pueblo, que lo sintió sincero y comprometido, se ilusionó también. Cerró los ojos y soportó inconcebibles y escandalosos crímenes con tal de alcanzar la Paz. Pero no. Ese camino era inviable.

Ahora vuelve la fórmula de la distensión, la tregua, el post-conflicto controlado. Quieren abrir la puerta del diálogo a cuenta gotas. La verdadera bandera de la Paz es peligrosa. Ellos necesitan de la guerra. Quieren esperar a que el pueblo se olvide de la meta “uribista”. Necesitan que la guerrilla se ilusione nuevamente, se tome un respiro. Que no se le vaya a ocurrir hacer la Paz de verdad.

Santos ya se siente en el post-conflicto. Debe mantener la ofensiva militar para calmar al “uribismo furibundo”: unos - los menos -, que en verdad creen en el exterminio; otros - la mayoría -, que viven de la guerra. Pero, los fondos económicos se agotan. Él sabe que los atentados de su mano derecha sirven para “ablandar” su mano izquierda. Quienes ayer lo atacaban por ser el ordenador de los “falsos positivos”, hoy se solidarizan con su política de distensión y su supuesto “respeto a la institucionalidad”.[4] Una política, dos estrategias.

Mientras pasan el mal momento económico restablecen relaciones con los vecinos. Ya llegará la ocasión de retomar la función de peón del imperio contra la revolución bolivariana. Así Santos tendrá la oportunidad de cumplir sus sueños de ser el Tony Blair o el Aznar de Latinoamérica. Mientras… nuevos territorios y riquezas se entregarán a la inversión extranjera. ¡Gracias a Dios, vuelve la normalidad!, dicen los oligarcas “decentes”.

Radicalismo pacifista

Desde el campo popular necesitamos romper el círculo vicioso. Decidirnos autónomamente por la Paz. Demandar con decisión a la insurgencia hacer actos de Paz, empezando por la liberación de rehenes y secuestrados. Exigir al gobierno el fortalecimiento de la justicia – con tutela internacional - para acelerar la condena de los criminales de guerra y sus cómplices que desde el Estado han delinquido durante los últimos 25 años.

Entre tanto hay que debatir a nivel de la sociedad los temas fundamentales para aclimatar una Paz duradera. Si en verdad quieren “diálogo nacional” hay que discutir sobre el modelo de desarrollo, economía del narcotráfico, equidad, tierras, tipo de Estado, tantos y cuantos temas, que deben ser trabajados, dilucidados, socializados.

Todos esos temas – si logramos desencadenar un verdadero movimiento democrático - deberán ser decididos por la sociedad, mediante mecanismos participativos, en un tiempo prudencial, sin que ello dependa de los acuerdos que deban hacer los actores bélicos del conflicto para integrarse a la sociedad.

Si nos radicalizamos por la Paz, manteniendo una posición autónoma y equilibrada frente a quienes desde vertientes opuestas han hecho la guerra, vamos a poder romper con el círculo del “conflicto controlado” que es la herramienta que le ha permitido a la oligarquía dominar por tantos siglos. Si tomamos partido por uno u otro bando, entraremos en su juego.

Que no nos de temor al radicalizarnos por la Paz. El círculo está casi roto, hay que volverlo añicos.



[1] Cívico, Aldo. “¿Estrategia de la tensión?”, El Espectador, domingo 15 de agosto de 2010.

[2] “Yanaconas”, categoría o nivel social subordinado del imperio Inca, que los españoles utilizaron como nombre genérico para designar a pueblos dominados que iban anexando a sus ejércitos para invadir otros pueblos y dominar nuevos territorios.

[3] Grandes “cacaos” se le llama en Colombia a las cabezas visibles de los grandes grupos económicos: Luis Carlos Sarmiento Angulo, Julio Mario Santodomingo, Carlos Ardila Lulle, y Sindicato Antioqueño.

[4] Palabras de Clara López Obregón, presidenta del Polo en el programa Hora 20 de Caracol Radio (04.08.10).

viernes, 13 de agosto de 2010

NACIONALISMO E INTERNACIONALISMO

NACIONALISMO E INTERNACIONALISMO

Popayán, 13 de agosto de 2010

No somos nacionalistas, somos universalistas’” ha dicho el ex–candidato del Partido Verde en entrevista concedida a “Razón Pública”.[1] Esta respuesta nos permite abordar un debate que otra vez aflora en Colombia, que fue motivo de importantes discusiones - no resueltas – durante los años 60 y 70 del siglo pasado (XX).

Desde nuestra mirada popular decimos: La lucha por la Nacionalidad es un imperativo ético y una necesidad política. La contribución de los pueblos a las causas de la humanidad pasa - en forma indiscutible -, por la construcción de una Nación independiente, autónoma y soberana. Así lo están demostrando los pueblos de Sudamérica.

Pero además, en Colombia, nuevamente se presenta una coyuntura en donde es imprescindible actuar con inteligencia, como jugadores de ajedrez, y no como los que juegan en la ruleta siempre al mismo número. Y, vuelven a repetir, repetir y repetir.

Introduciendo el tema

La “burguesía nacional”[2] ha demostrado su incapacidad de ser un sujeto político de nuestra Nacionalidad. Comprender esa verdad - con absoluta claridad y en todas sus variables – significa entender su debilidad económica, explicar su inconsecuencia política, identificar sus raíces culturales y falta de identidad.

El Movimiento Obrero Independiente y Revolucionario MOIR, especialmente su fundador y teórico marxista Francisco Mosquera, ha sido la organización política que mayores aportes tiene sobre este tema. Sin embargo, limitaciones conceptuales y prácticas han impedido que esas contribuciones hayan encarnado y tomado fuerza.

Jaime Bateman Cayón, fundador e inspirador del Movimiento 19 de abril M-19, interpretó de manera genial pero - empírica e intuitiva -, los intereses nacionales y democráticos que parte de esa burguesía nacional no encontraba en los partidos tradicionales. Lo hizo con la sensibilidad de un pueblo que tenía en su mente y en su corazón el ideario que había construido dos décadas atrás Jorge Eliécer Gaitán. La vida no le dio la oportunidad de teorizar su práctica que fue latinoamericanista. En su ausencia se perdió el norte. Hoy sus compañeros/as le dan prioridad a la democracia y han arriado la bandera nacional.

Desde su fundación (1930), el Partido Comunista Colombiano PCC contemplaba en su programa el papel progresista que puede y debe jugar la burguesía nacional. Sin embargo, al no ser una formulación propia, los comunistas colombianos nunca pudieron usarla en forma creativa. Fueron aliados subordinados con López Pumarejo (1934) y Gabriel Turbay (1946), y luego la convirtieron en su enemigo principal, como ocurrió con Lleras Restrepo, Galán Sarmiento, el mismo M-19, y ahora, con Antanas Mockus.

La impotencia de la “burguesía nacional”

Numerosos estudiosos de economía y de política colombiana han expuesto con cifras y sesudos análisis cómo la burguesía neo-granadina siempre soportó la tutela política e ideológica de la oligarquía hacendataria. Durante el siglo XIX, a la sombra de una “república de papel”, los grandes terratenientes que eran a la vez, generales de sus ejércitos regionales, impidieron la unidad de la Nación y el desarrollo de la industria. En el siglo XX, transmutan en capitalistas monopólicos. Se consolida así, una oligarquía “moderna”, atada y vendida a los intereses extranjeros. Los Lleras, Echavarría Olózaga, y Galán Sarmiento, representantes del empresariado industrial, son subsumidos en esa alianza oligopólica, antinacional y antidemocrática.

El grave problema para quienes desde la óptica popular queremos construir una Nación autónoma e independiente ha sido identificar y construir el sujeto político capaz de hacernos avanzar. Ante un empresariado capitalista débil, cortesano y vacilante, no hemos encontrado la fórmula para desencadenar nuestra potencialidad popular colombiana.

Buscando los sujetos políticos de la Nacionalidad

La izquierda tradicional apostó a los trabajadores que surgieron durante el siglo XX. El pequeño y combativo proletariado petrolero, los trabajadores del Estado (educación, salud y de empresas de servicios públicos) y los pocos obreros que la mediana industria creó durante la etapa de sustitución de importaciones, después de la crisis capitalista de 1929 y de la segunda guerra mundial, fueron sus bases principales, sin descuidar a campesinos mestizos, afros e indígenas.

Desgraciadamente se impuso en la lucha reivindicativa una visión estrecha, gremialista, sindicalista. La lucha contra la privatización neoliberal es un ejemplo. No se consigue vincular al conjunto de las amplias masas populares, dado que el “sindicalismo estomacal” ha hecho que las comunidades metan en el mismo “costal de la corrupción administrativa” tanto a políticos y burócratas como a los trabajadores mismos. La “vanguardia sindical” se aisló y se enterró a sí misma.[3]

Hoy vemos cómo algunas cúpulas sindicales de esa “camada” (Angelino Garzón, Julio Roberto Gómez) continúan con la tradición de arrodillamiento de los Carrillo, Mercado, y compañía. Mientras tanto, los demás dirigentes programan protestas sin mayor visión política. Se hacen sentir pero sin estrategia y sin coherencia táctica. La protesta por la protesta. La protesta sin propuesta.

Por otra parte, habíamos dicho que en los años 70s y 80s, el M-19 se identificó con el pueblo-pueblo. Interpretó a la enorme masa de colombianos desposeídos que ya Gaitán había movilizado políticamente. Sin embargo, cuando recién empezaba a consolidar su fuerza popular utilizando escenarios como la Constituyente y el Congreso Nacional (1991), la dirigencia del M-19 renuncia a su independencia política. Se ilusiona con la cohabitación en el gobierno neoliberal de César Gaviria. Se cambia gobierno por verdadero poder. Desinfla así las expectativas creadas, deja ver las enormes debilidades conceptuales de sus principales dirigentes, y una vez más nuestro pueblo se ve frustrado en sus anhelos de cambio. Todavía no se evalúa y asimila esa experiencia. Hoy, en cabeza de Petro, se pretende repetir la misma fórmula pero en condiciones más difíciles.

El momento actual

En Colombia, las elites de la “burguesía nacional”, los sectores más pudientes - serviles de la plutocracia imperial -, observan cómo en los demás países de América Latina, especialmente en Sudamérica, las oligarquías están siendo desplazadas del poder político por alianzas populares de diverso carácter. Les preocupa ver cómo las masas oprimidas y excluidas históricamente han empezado a construir su propia Hegemonía Social y Política. Miran – sin saber qué hacer – que esos pueblos están pasando de un nacionalismo estrecho a una estrategia de carácter regional que ha puesto en jaque al poder imperial norteamericano.

Pero ese empresariado nacional que se expresó tímidamente con Mockus, no puede encabezar un proyecto nacional. Sólo los sectores medios y pequeños son ganables para la causa patriótica. Hay que acompañarlos en las luchas sectoriales contra las políticas que los afectan en su economía, como los TLCs, las medidas sanitarias contra productos agrícolas, y otras reivindicaciones puntuales, pero debemos ir mas allá. Debemos actuar como un actor político de primer y altísimo nivel. Hay que mostrarles cómo la permanencia del conflicto armado, de la economía del narcotráfico y de la política de entrega de nuestras riquezas al capital internacional, son las principales causas de sus desgracias y afujías. Y además, que detrás de esos problemas está la mano del imperio.

Es más. Debemos superar el “economismo”[4] con que se ha encarado la lucha contra la dominación extranjera. Esa vacilante burguesía nacional puede acompañarnos en algunos aspectos de la lucha por soberanía política. Así tenga miedo de arriesgarse en la meta de construir autonomía económica, la debemos acompañar y “empujar” en su lucha por la “legalidad democrática”, en su “espíritu ético” contra la corrupción, en sus propósitos “modernizadores” y en la promoción de la “participación ciudadana”. Pero, esa compañía no nos impide señalar, cada que sea necesario, que mientras el poder político esté al servicio de intereses extranjeros es imposible que ellos puedan progresar en forma sostenida.

Allí es donde el MOIR se queda corto. Su actitud frente a la burguesía nacional peca de economista, y a veces, de oportunista. Acompaña sus luchas cafeteras, arroceras, ganaderas, paneleras, pero la rentabilidad política deja mucho qué desear. No levanta la reivindicación campesina por la tierra por temor a “correrlos” o “asustarlos”, cediéndoles en materia grave. Muchos de esos empresarios nacionales del agro se aliaron con la oligarquía y la mafia para apoderarse de las mejores tierras de Colombia, siendo cómplices y coautores de la estrategia paramilitar. Allí queda el MOIR (y el Polo), entre la espada y la pared.

Fruto de esas luchas sectoriales, en donde los pequeños productores siempre son los más activos, los empresarios del campo han negociado - con diversos gobiernos -, apoyos e incentivos que benefician sobre todo a los grandes ganaderos y agricultores. Pero a la vuelta de la esquina terminan arrodillándose ante las políticas antinacionales. Habría que preguntarse: Y nuestros campesinos pobres y medios… ¿qué? Y nuestras víctimas… ¿qué?

Por ello, hoy que el gobierno ha ofrecido retomar las propuestas planteadas por Gustavo Petro frente a las tierras, al agua y a las víctimas de la violencia, no podemos caer en posiciones sectarias. Debemos ayudar. Plantear con firmeza que no basta sólo parcelar unas cuantas haciendas de los narcotraficantes. Que si Santos quiere retomar el programa del Polo sobre la cuestión agraria, se debe impulsar una verdadera reforma agraria democrática que implica renegociar los TLCs, crear un banco de fomento para el campo, promover la organización campesina, y ante todo, crear un ambiente de Paz y liquidar la economía ilegal (narcotráfico).

Somos nacionalistas y verdaderamente internacionalistas

De seguir como vamos, Colombia va a ser convertida en “tierra arrasada” al servicio de las transnacionales capitalistas, con un Estado fallido y canalla, de espaldas al mundo, aislados de nuestros hermanos sudamericanos.

Los trabajadores del campo y de la ciudad (blancos, negros, mestizos e indios), somos la verdadera Nación, quienes la hemos construido y por ello nos duele.

En la Patria Grande que se está construyendo en Latinoamérica, el nacionalismo se caracteriza por sus rasgos primigenios anticoloniales, anti-imperialistas, de independencia y liberación. El acontecer de varios siglos lo confirman y validan.

Importantes sectores de la clase empresarial colombiana han empezando a entender que la “alianza” con los EE.UU. y Europa, ya no compite con lo que ofrece el emergente mercado latinoamericano. Saben que una efectiva alianza regional de Naciones Soberanas, permite enfrentar en mejores condiciones los retos de cada país frente al mundo globalizado.

Para avanzar, la burguesía nacional colombiana debe liberarse de las elites oligárquicas entreguistas, que se tranzan por una comisión del imperio. Deben aprender de la dignidad de los pueblos y ganar en verdadera identidad “indo-afro-euro-americana”.

Para hacerlo deben derrotar el pensamiento de cúpulas intelectuales y académicas que - como en el "universalismo" de Mockus -, niegan el nacionalismo “sudaca” pero se pliegan a los intereses de Wall Street, Goldman Sachs, los clanes Rotchilds, y demás oligopolios financieros que “universalizan” el mercado pero privatizan las ganancias.

Sólo unidos, como una sola fuerza, los pueblos latinoamericanos seremos verdaderamente internacionalistas (“universales”, en el lenguaje de Mockus). Así podremos contribuir con las grandes metas que hoy tiene la humanidad.

Sólo siendo nacionalistas consecuentes podremos ayudar a construir una sociedad que preserve la biodiversidad planetaria y salve a la población humana de la hecatombe degradante que nos lleva a la destrucción.

Nota: Santos representa a la oligarquía y a las elites de la burguesía nacional. Sabe que si no “juega” bien, los empresarios medios y pequeños - que son la mayoría -, van a buscar nuevos caminos. Por ello, los trabajadores del campo y la ciudad, debemos jugar y hacerlo bien. Ni subordinados a su gobierno pero tampoco ajenos al tablero.



[1] Entrevista de Antanas Mockus a Razón Pública: “El rol de la oposición se parece un poco al del perro que ladra al lado del camello que camina” Ver: http://www.razonpublica.com/index.php?option=com_content&view=article&id=1238:el-rol-de-la-oposicion-se-parece-un-poco-al-del-perro-que-ladra-al-lado-del-camello-que-camina-antanas-mockus&catid=19:politica-y-gobierno-&Itemid=27

[2] Se entiende por “burguesía nacional” a los pequeños, medianos y grandes empresarios capitalistas no-monopólicos del campo y de la ciudad, que tienen intereses contrarios al poder imperial extranjero, sean ellos conscientes o no de su situación de subordinación frente al capital internacional.

[3] Solo ahora se empieza a romper con ese tipo de prácticas en la lucha por los Servicios Públicos. Ver: Plataforma Política de la Coordinadora de la Energía del Cauca: http://www.kaosenlared.net/noticia/cauca-colombia-plataforma-politica-coordinadora-energia

[4] Economismo: Doctrina que defiende la primacía de los factores económicos sobre los de cualquier otra índole.

viernes, 6 de agosto de 2010

COLOMBIA: MOMENTO DE PENSAR EN GRANDE

Entre el fundamentalismo y el pragmatismo

COLOMBIA: MOMENTO DE PENSAR EN GRANDE

Popayán, 5 de agosto de 2010

La mayoría del PDA ratificó en la presidencia del partido a Clara López a manera de negativa frente a la propuesta de jefatura única del ex-candidato presidencial del PDA Gustavo Petro Urrego. No hubo un debate amplio sobre el tema pero afloraron una vez más las diferencias de fondo.

Con jefatura única o plural, el Polo debe abrir un debate serio y fraternal sobre las diferencias conceptuales que nos enfrentan. La discusión abierta y organizada de esos problemas puede ser un excelente ejercicio pedagógico, de formación de la militancia y clarificación de la acción política.

En Colombia giramos entre el “principismo” (dogmatismo) y el “pragmatismo” (eclecticismo). La primera actitud nos lleva a aislarnos del grueso del pueblo, al inmovilismo, a la secta aislada. La segunda, nos conduce a plegarnos a la política dominante, a convertirnos en aliados subordinados de la oligarquía.

El dogmatismo surge de asumir la teoría con criterio academicista, “teoricista”, no como una “guía para la acción”, lo cual exige una actitud de permanente aprendizaje. El pragmatismo tiene su origen en menospreciar la teoría. Solo una actitud de estudio sistemático de la realidad - incluyendo la acción política y social -, nos permite construir verdadera visión estratégica que nos hace fuertes en la concreción táctica.

Algo de historia

En Rusia, Lenin derrotó a los extremistas (les llamaron otzovistas) que en 1906 querían impedir que los socialdemócratas participaran en la Duma (parlamento ruso). Pero también enfrentó a los mencheviques, que reducían la acción del partido a la oposición parlamentaria. En cada ocasión, ese genial dirigente proletario se opuso a unos y otros, como ya lo había hecho Marx con Bakunin, por una parte, y con Lasalle, por la otra.

En China Mao Tsé Tung venció a quienes se oponían a la alianza con el Kuomintang (partido político de la burguesía naciente, que vacilaba entre el nacionalismo y la sumisión a los imperios extranjeros). Igual se enfrentó a aquellos que querían diluirse en ese partido burgués. Mao fortaleció el Partido Comunista, enfrentándose a Stalin, e impulsó alianzas con el Kuomintang, en varias ocasiones. Y triunfó.

En Sudáfrica, Mandela se opuso a los sectores extremistas de su partido que querían exterminar a la “minoría blanca”. Pero, así mismo, derrotó a quienes en la lucha por acabar con el apartheid, renunciaban a la conquista de una democracia plena, como primer paso hacia lograr la equidad social y económica para su pueblo. Así unificó a todos, negros y blancos, superando la segregación racial y un conflicto de largo aliento.

Experiencias nuestras

En Colombia, tenemos varios ejemplos. Juan Tama de la Estrella, dirigente indígena nasa, Cacique de Pitayó, a principios del siglo XVIII, unificó a diversos pueblos originarios. Se alió con el Cacique de Togoima, con quien antes había guerreado, e impulsó una alianza o acuerdo con los españoles, aprovechando las contradicciones entre la Corona y los Encomenderos. Las difíciles condiciones de la resistencia llevaban al exterminio como pueblos autónomos, y era urgente encontrar una salida.

El cacique nasa convenció a los más desconfiados (fundamentalistas). Así fortalecieron la unidad y negociaron con sus enemigos. Se paró la guerra desgastante, se defendió su autonomía (territorio y autoridad propia) y se pusieron en la tarea de acumular fuerza para retomar la lucha en mejores condiciones. Lo más importante… ¡Sobrevivieron! Tuvieron que pasar más de tres siglos para que los pueblos indios colombianos recuperaran la iniciativa. Primero con la “Quintiniada” (1911-1922) y después, con la fundación y luchas del CRIC (1971). Hoy, están nuevamente a la defensiva.

Jorge Eliécer Gaitán, el dirigente popular socialista más importante que ha dado nuestro pueblo, enfrentó a fundamentalistas y oportunistas. Derrotó – teórica y prácticamente -, incluso dentro de sí mismo, a quienes lo querían convencer que debía salirse del partido liberal para desarrollar el proyecto político democrático y libertario. Él ya lo había intentado cuando creó la UNIR[1], iniciativa que lo aisló temporalmente de las amplias masas populares liberales. Pero también, se opuso a quienes pretendían que claudicara ante los oligarcas para acceder al poder.

Una tesis para explicar la permanencia de esa dicotomía

Me atrevo a plantear una tesis que debe ser tema de estudios de sociología, antropología e historia. En las regiones latinoamericanas donde el poder colonial de origen castellano se entrelazó con sociedades imperiales nativas (azteca, inca, muisca) surgieron sistemas políticos con características especiales. No fue casualidad que se fundaran allí los Virreinatos, que se corresponden con los actuales centros de poder de la oligarquía.

En los futuros Virreinatos de México, Perú y Nueva Granada (Colombia), la resistencia indígena fue muy frágil. Las contradicciones internas existentes en las sociedades nativas les impidieron resistir como lo hicieron los Nasa, Mapuche, Caribe, Iroqués, y cientos de pueblos de América, que eran autónomos o habían adquirido experiencia en la lucha de resistencia frente a esos imperios pre-colombinos.[2]

Pareciera que las relaciones feudales de producción de Castilla, Andalucía y otras zonas de la España de entonces, hubieran encontrado formas de dominación (castas, costumbres, ideología) entre esas sociedades indígenas imperiales, que al integrarse generaron una formación socio-política particular. La servidumbre feudal se fusionó con la sumisión nativa. Surgió un fuerte soporte cultural colonial-clerical-servil, base del control oligárquico actual.

Ante un fuerte, absoluto, y excluyente poder colonial y - la no aparición de una verdadera burguesía industrial (y de la clase obrera) -, las actitudes que se han impuesto han sido, la rebelión total, casi suicida, y la sumisión oportunista, el acomodamiento.

El reto actual frente a la “unidad nacional” santista

Los demócratas colombianos debemos hacer esfuerzos por “re-pensarnos”. Entender nuestras limitaciones históricas como una manera de avanzar. Este momento histórico nos exige superar los comportamientos tradicionales.

La oligarquía colombiana está obligada a hacer cambios. El gobierno saliente deja gravísimos problemas acumulados. El modelo imperante requiere ajustes. Crece el desempleo. El déficit fiscal los acosa. Sostener los programas asistenciales – principal herramienta populista -, no va a ser fácil. La presión internacional va a continuar frente a los crímenes y a la impunidad. Si no fuera así, habrían reelegido a Uribe.

Por ello Santos ha llamado a todos los “caciques”, incluyendo a la oposición, para ofrecer la “unidad nacional”. El plan de entrega de nuestras riquezas al gran capital internacional sigue adelante, pero requiere de algunas reformas. Les urge mostrar un “rostro humanitario”. Es claro que la “prosperidad democrática”, igual que la “seguridad democrática”, será sólo prosperidad para unos pocos: los poderosos.

Pero lo especial del momento consiste en que - por primera vez en mucho tiempo -, un sector del empresariado se expresó políticamente por aparte de los partidos tradicionales[3]. Lo hicieron con los “verdes”. Hace 8 años confiaron en las promesas de eficiencia y meritocracia de Uribe. Ahora reclaman ética, transparencia y legalidad en el manejo de lo público. Pero van más allá. Cada vez se muestran más dispuestos a revisar nuevas salidas al conflicto armado, la necesidad de fortalecer la producción nacional - cada vez más subsumida al interés y capital extranjero -, y les preocupa la ubicación de Colombia frente a la región y al mundo.

Son trazas débiles de lo que en otros países latinoamericanos es el nacionalismo burgués. No es mucho, no podemos hacernos ilusiones, pero expresan necesidades reales. Los EE.UU. y Europa, en su decadencia, ya no son aliados fuertes. Los empresarios medios y pequeños que aspiran al progreso económico con base en el trabajo productivo, se muestran cansados de un Estado y una política que sólo sirve a grupos económicos monopolistas y a sus intermediarios clientelistas.

No son sólo las protestas coyunturales de los productores de café, carne, leche, arroz y otros productos, que son sintomáticos. El asunto va más allá. Lo realmente importante es que esa “burguesía nacional” está construyendo identidad política al calor de la crisis mundial del capitalismo, y como consecuencia de la caída de la hegemonía estadounidense.

Por eso no es el momento de enredarnos en temas internos de los partidos. Sólo una acción política de amplia cobertura nos permite tomar la iniciativa. Hagámosle honor a nuestros libertadores pensando en grande. Debemos apuntar a desenredar el ovillo y, enfrentar la trampa histórica que vive Colombia. Es la clave del asunto.

Los temas centrales están a la vista. Hay que presentarle al país una propuesta viable, acorde a las circunstancias concretas, con visión de Nación. La carga impositiva de la guerra interna, las distorsiones económicas que producen la economía del narcotráfico y la inversión extranjera, y la corrupción generalizada en el manejo del Estado, son problemas que recaen, básicamente, sobre la burguesía nacional y sobre los trabajadores.

Hay que tomar la iniciativa. La Paz democrática y la reconciliación entre los colombianos son tareas posibles. Colombia tiene la autoridad moral para plantearle al mundo la propuesta de la legalización de la droga como única forma de liquidar esa economía ilegal. De la primera tarea hay que convencer a la sociedad colombiana, incluyendo a la insurgencia. Ya es hora de superar ese conflicto que sólo le sirve al imperio, a la oligarquía y a los negociantes de la guerra. La segunda exige una acción política continental.



[1]UNIR: Unión Nacional Izquierdista y Revolucionaria, fundada en 1933.

[2]Casos típicos son los del sur de Colombia (Pastos, Quillacingas, Sindaguas) y en Chile (Mapuches).

[3]La “U” y el PIN sólo son “escampaderos” de ocasión.