jueves, 31 de enero de 2013

PETRO... ¡EL PUEBLO TE VA A PREMIAR!


PETRO... ¡EL PUEBLO TE VA A PREMIAR!

Popayán, 31 de enero de 2013

Petro, el pueblo te va a premiar. No importa lo que digan los medios de comunicación, si sigues por el camino por donde vas… el pueblo te va a premiar.

Si continúas golpeando – así sea parcialmente – a los monopolios privados que se han apoderado de las rentas y Servicios Públicos del Distrito Capital y entregas estos negocios a los pobres, el pueblo te va a premiar.

Si consigues hacer que ese esfuerzo se traduzca concretamente en la rebaja de las tarifas de los servicios domiciliarios, el pueblo te va a premiar.

Si logras derrotar plenamente a las mafias y carteles de la corrupción que todavía deben estar al acecho dentro de la administración distrital, el pueblo te va a premiar.

Es evidente que no todo se puede hacer de la noche a la mañana, pero si mantienes y muestras la capacidad de cambio que hasta ahora has mostrado – fortaleciendo la democracia en lo económico –, el pueblo te va a premiar.

No te dejes amedrentar por quienes en el pasado ya estuvieron en la administración distrital y no hicieron lo que había que hacer. Si sigues adelante, el pueblo te va a premiar.

Si no te dejas intimidar por quienes creen que gobernar “desde la izquierda” consiste sólo en hacer más de lo mismo y “administrar la cosa pública con honestidad y honradez”, y no se atreven a tocar los grandes intereses capitalistas y monopólicos que se han apoderado no sólo de la administración distrital sino de todo el Estado colombiano, el pueblo te va a premiar. 

Sabemos que tú no te acobardas al ver que los dirigentes de izquierda que no fueron capaces de enfrentar la corrupción política y administrativa de Samuel Moreno, ahora se rasgan las vestiduras sumándose al coro de los que te acusan de “improvisación”. Todos sabemos que – en la práctica – ellos no fueron capaces de colocar los mojones para seguir un nuevo camino. Si continúas por esta nueva senda, el pueblo te va a premiar.

No te olvides Petro que hasta ahora ningún alcalde de una importante ciudad capital se había atrevido en tan poco tiempo a enfrentar los poderes sagrados del gran capital monopólico. Mucha gente en toda Colombia observa tu lucha como la pelea que hay que dar en todas partes para recuperar para la ciudadanía lo que nunca se debió privatizar. Si sigues en la defensa de lo público, el pueblo te va a premiar.

Lo más importante es no “dar papaya”. Para quienes les es difícil “coger el toro por los cuernos”, consideran que lo sucedido el 18 de diciembre de 2012 con el tema de las basuras, no debió haber pasado. Lo que no saben o si lo saben lo niegan, es que ese momento no podía dejarse pasar y que un ente estatal – obligatoriamente – debía intervenir “el mercado de las basuras”, para poder iniciar un período de transición y que un regulador estatal interviniera la contratación. Eso fue un riesgo pero a veces toca hacerlo. Si lo sigues haciendo mejor, el pueblo te va a premiar.

¿Qué tocó improvisar frente a una situación difícil? ¡Claro que sí! Pero en una valoración esencial lo que se debe observar es el objetivo a alcanzar y la forma de hacerlo. Lo importante es golpear a los monopolios capitalistas privados y convertir en propietarios a los pobres buscando el acompañamiento masivo de la población entre ellos los recicladores. Lo superfluo es quedarnos mirando la “forma administrativa” que necesariamente tenía que ser provisional y de alguna manera “improvisada”. Si sigues arriesgando cuidándote de no dar “papaya”, el pueblo te va a premiar.

Si haces más pedagogía pública, si muestras lo que realmente eres para demostrar que la soberbia que te achacan no es más que incapacidad de comprenderte, entonces, el pueblo te va a premiar.

Si no te dejas encerrar de los medios de comunicación y de ciertos periodistas que se alimentan del gran capital, y presentas a la ciudadanía bogotana y a la opinión pública nacional lo que en un año ya puedes mostrar (mínimo vital de agua, rebaja en tarifas de trans-milenio, gestión de nuevo tipo en el sector público de la salud, recuperación del Hospital San Juan de Dios, intervención en el monopolio de las basuras, etc.), entonces, el pueblo te va a premiar.

Si consigues lo más difícil, que es hacer entender a la ciudadanía que una cosa es el aparato de gobierno distrital – o sea, la institucionalidad vigente con todas sus limitaciones heredadas –, y otra cosa es tu voluntad e intención de cambio, el pueblo te va a premiar.

Si sigues por el camino trazado… el pueblo nos va a premiar a todos con el apoyo a una nueva visión de País y de combate a la pobreza.

Sigue adelante estimado Petro que el pueblo te va a premiar.

jueves, 24 de enero de 2013

COLOMBIA: CONFRONTACION POLITICA Y ESCENARIOS POSIBLES


¿De pelea de compadres a enfrentamiento abierto?

Colombia: Confrontación política y escenarios posibles

Popayán, 24 de enero de 2013

Como estaba previsto el gremio ganadero de FEDEGAN, encabezado por su presidente José Félix Lafaurie, en entrevista con Yamit Amat[1], se dirige lanza en ristre y con toda fuerza, no sólo contra los diálogos que se llevan a cabo en La Habana entre el gobierno y la insurgencia, sino contra el mismo gobierno de Juan Manuel Santos.

Los argumentos contra el proceso de Paz son reiterativos y contradictorios: absoluta desconfianza en la voluntad de paz de las FARC. Lo que afirma Lafaurie se puede resumir así: 1. Las FARC no han abandonado la pretensión de tomarse el poder por las armas. 2. No tienen unidad de mando. 3. Son narcotraficantes y terroristas que pretenden “lavar activos y tierras ilegales”. 4. Aspiran a una absoluta impunidad. 5. El país no aceptará una paz ventajosa para la guerrilla.

Pero en el conjunto de la entrevista mencionada y de otras de las intervenciones públicas de Lafaurie, lo que se percibe por parte de este dirigente gremial de los ganaderos es su absoluta negación a considerar cualquier tipo de política agraria que afecte los intereses de los grandes latifundistas tradicionales y emergentes (muchos de ellos de origen criminal). Ese es su eje central.

Su posición de no asistir al Foro sobre Política de Desarrollo Agrario Integral (Enfoque Territorial) organizado a mediados de diciembre de 2012 por la ONU y el Centro de Pensamiento y Seguimiento al Proceso de Paz de la Universidad Nacional a instancias de la Mesa de diálogos de La Habana, y los argumentos basados en que de ese Foro no saldría ninguna decisión consensuada, ya habían mostrado que ese gremio se enfrentaría con el gobierno de Santos.

Pero lo que no se dice en la entrevista es lo que hay que dilucidar. A lo que más le teme la oligarquía latifundista es al avance democrático que pueda tener el país con los cambios políticos y sociales que surgirán de la superación del conflicto armado. Saben que la política de “miedo al terrorismo” ha sido una herramienta muy efectiva para mantener engañado al pueblo y no quieren renunciar a ese útil instrumento. 

A las declaraciones de Lafaurie se suma la confrontación abierta entre Santos y Uribe, que en la semana anterior se manifestó crudamente con el tratamiento de “canalla” y “mentiroso redomado” que le dio el ex-presidente Uribe al actual titular (por twiter) con ocasión de una entrevista que Santos concedió al programa “Hora 20” de la cadena radial Caracol. 

Se agudiza así, la confrontación entre el latifundismo ganadero encabezado por Uribe y la burguesía transnacionalizada que representa Santos. El presidente del gremio ganadero más importante de Colombia lo trata de entreguista de los intereses nacionales a la guerrilla y el ex-presidente Uribe lo califica de canalla y mentiroso.

Como ya lo hemos señalado en anteriores artículos no se trata de cualquier pelea de compadres. Han sido compadres pero algo más de fondo los enfrenta. La lucha política se ha abierto, Uribe prepara su candidatura al Senado y alista sus alfiles para construir una competitiva candidatura a la presidencia de la república que enfrente a Santos en la campaña de 2014.

Las causas de fondo

En forma sintética hemos afirmado que dos temas centrales dividen a estos dos sectores de la clase dominante colombiana. Uno, la necesidad de bajar el costo de la renta del suelo, uno de los más caros de la región[2], por parte de sectores de la burguesía que aspira – en alianza con grandes empresas transnacionales de todo el mundo – a participar de los proyectos minero-energéticos y de los  agro-negocios relacionados con la producción de etanol y biodiesel (caña de azúcar y palma aceitera) y con la producción de productos de agro-exportación (soya, maíz, cafés robustas, cultivos forestales y otros).[3]

Es evidente que esta aspiración (bajar el valor de la tierra), que está plasmada en estudios realizados por la Sociedad de Agricultores de Colombia SAC, se entrelaza con la negociación de un pacto de Paz con la insurgencia que además de superar y terminar el largo conflicto armado colombiano, establezca condiciones óptimas para la inversión nacional y extranjera en el campo.

El otro tema que enfrenta a estos dos sectores oligárquicos es el relacionado con la visión geopolítica del mundo. La burguesía financiera internacionalizada – encabezada por los grandes grupos económicos como los Sarmiento Angulo, Ardila Lulle, el Sindicato Antioqueño, Santodomingo y otros –, sabe que no puede vivir eternamente de la renta del suelo y de la especulación rentística del mismo, y que frente a la crisis que vive el sistema capitalista mundial, ellos deben aprovechar las inmejorables condiciones que se están presentando a nivel internacional para intervenir en dichos negocios.

La diferencia esencial que tienen con los latifundistas ganaderos y demás terratenientes emergentes consiste en su posición frente a los EE.UU. Mientras que los representantes políticos del latifundismo (Uribe y Cía.) se ubican en la vieja confrontación entre USA y la amenaza comunista, entre  el “mundo libre” y el “totalitarismo de izquierda”, la burguesía transnacionalizada que está liderada en América Latina por los capitalistas brasileños, realizan alianzas estratégicas con sectores de los trabajadores (PT, Lula) y con sectores medios de la sociedad, para constituir un bloque regional de poder económico y político que les permita jugar en el concierto internacional.

En cierto sentido, podríamos afirmar que esa burguesía transnacionalizada brasileña, desde hace varias décadas venía construyendo una especie de “nueva” conciencia de clase nacional y supra-nacional (“latinoamericanista”), y ante la crisis de decadencia del imperio estadounidense, va arrastrando hacia sus posiciones a burguesías tradicionalmente entreguistas y anti-nacionales como las de Colombia, Chile, México, Perú y otros países de la región.

Esa burguesía transnacionalizada apuesta también a que los gobiernos revolucionarios de Venezuela, Ecuador y Bolivia se limiten a políticas de redistribución del ingreso y de asistencia social, que en el marco de las políticas neoliberales ya habían sido diseñadas con el pomposo nombre de “transferencias condicionadas en efectivo”[4], y realicen algunas nacionalizaciones en sectores estratégicos de la economía pero no profundicen en políticas de expropiación masiva de los medios privados de producción. ¿Si ellos negocian con China – que mantiene a nivel político un régimen centralizado – por qué no podrían aceptar que países de la región asuman otros modelos de desarrollo?   

Para la oligarquía latifundista – que todavía concibe la política y las relaciones internacionales en términos coloniales – esa posición es inconcebible. Para esa oligarquía gran-terrateniente, políticos gobernantes como Chávez, Correa o Evo Morales son encarnaciones de Fidel Castro y del comunismo del siglo XX, son “amenazas a la democracia” que deben ser enfrentadas abiertamente. Y para ellos su principal aliado siempre será la falange derechista enclaustrada en el Departamento de Estado de los EE.UU. y en la CIA. En eso no tienen la más mínima duda.

La confrontación y su desarrollo

La andanada de Lafaurie no es sólo “politiquería contra la paz”. Va mucho más allá. Se trata de la lucha por el poder político. Es un paso más en la escalada por polarizar el país entre quienes aspiran a cambios democráticos y quienes se niegan a visualizar y considerar un pacto por la democracia y la paz.

Que el gremio más poderoso de los ganaderos colombianos se enfrente a un gobierno que en gran medida fue elegido por ellos mismos, es un hecho que no se puede dejar pasar. Que usen los medios de comunicación para tratar de sabotear el desarrollo de las conversaciones entre la insurgencia y el gobierno, es lo menos que se puede esperar de ellos. Lo que no se puede descartar es que utilicen los contactos que todavía tienen con los antiguos grupos paramilitares para reorganizar fuerzas armadas contrainsurgentes, que de alguna manera ya vienen actuando contra los líderes de los procesos de restitución de tierras, reparación de las víctimas y otros dirigentes sociales. Eso es mucho más grave.

En ese sentido la insurgencia debe valorar con toda claridad el momento. Es evidente que la terminación del plazo establecido desde el 20 de noviembre pasado del cese de fuegos unilateral coincide con esta campaña agresiva contra el proceso de Paz, y en la medida en que la guerra nuevamente arrecie en el campo, los enemigos del proceso de diálogos van a echarle más leña al fuego.

Los acostumbrados cálculos que puede hacer la insurgencia sobre los efectos que pueda traer una escalada militar contra fuerzas gubernamentales o contra la infraestructura productiva en el escenario de la negociación, pueden estar totalmente equivocados. Es claro que – a nivel de opinión pública – van a debilitar la posición del gobierno y van a fortalecer a los enemigos del proceso de paz. Es evidente que el gobierno va quedando en un emparedado, en donde por un lado las FARC le exigen cese bilateral de fuegos, regularización del conflicto y reformas democráticas para el sector agrario mientras los grandes latifundistas rechazan cualquier cambio en todos los terrenos.

¿Cual puede ser el desenlace? ¿Cuáles los escenarios posibles?

De acuerdo a las fuerzas sociales y políticas que se mueven en el entorno político colombiano podemos visualizar – entre otros – los siguientes escenarios en el inmediato futuro:

1. Escenario ideal para las fuerzas democráticas (poco probable): Avance de las negociaciones, fortalecimiento político de esa expectativa acompañada de grandes movilizaciones sociales que presionen por un cese bilateral de fuegos y por la superación del conflicto. Elección en 2014 de un candidato de fuerzas democráticas y populares.

2.    Escenario ideal para las fuerzas retardatarias (relativamente probable): Agudización y mayor degradación de la guerra interna, rompimiento de los diálogos y frustración del proceso. Elección de un gobierno uribista.

3.  Escenario ideal para las fuerzas “santistas” (muy probable): Alargue de las conversaciones sin que la sociedad logre movilizarse con fuerza y contundencia. Situación de “stand bye”, expectativa moderadamente optimista y elecciones de 2014 en medio del proceso de diálogos. Reelección de Santos.

4.    Escenario incierto: Continuación de las conversaciones en un clima de polarización cada vez más ácido y beligerante. Debilidad gubernativa, crisis de representación y fortalecimiento del conflicto en todos los órdenes. Elección precaria de un gobierno santista, uribista o alternativo.

La variable principal que determina que estos escenarios se presenten o no, está determinado por el posicionamiento político de las conversaciones a nivel de la sociedad, la capacidad de ésta para hacerse escuchar del gobierno y de la insurgencia, y la movilización social y política por la terminación consensuada del conflicto armado que vive la nación.

Sin embargo, esa variable también depende del comportamiento en la mesa y fuera de ella de los actores políticos (guerrilla, gobierno, oposición de derecha y de izquierda, movimientos sociales), que juegan a favor o en contra de esa participación social en el tema del conflicto armado y la Paz.

En los próximos meses los escenarios posibles serán más visibles a la luz de los acontecimientos sobrevinientes. La pelea de compadres poco a poco se convierte en una confrontación directa y abierta al interior del bloque de poder. Las fuerzas democráticas y sociales tienen la mesa servida pero se encuentran dispersas y desorientadas. Habrá que esperar la evolución de los hechos.  


[1] Ver: “El proceso de paz no va para ninguna parte: presidente de FEDEGAN”: http://m.eltiempo.com/politica/el-proceso-de-paz-no-va-para-ninguna-parte-presidente-de-fedegan/12531004/1/home

[2] Portafolio – “Colombia tendría la tierra más cara de la región, según la SAC”: http://www.portafolio.co/archivo/documento/MAM-3694233

[3] Ver: Héctor Mondragón. “¡Es la renta de la tierra!”: http://viva.org.co/cajavirtual/svc0329/articulo02.html

[4] Las transferencias condicionadas en efectivo (TCE) significan un instrumento de política social focalizada  a hogares en condición de pobreza y pobreza extrema.  Las TCE son cantidades de dinero en efectivo que se entregan en forma directa con cierta periodicidad, a cambio del cumplimiento de una o varias condicionalidades. Generalmente las condicionalidades que deben cumplir los hogares son: asistencia regular a la escuela, visitas periódicas a los centros de salud, y en algunos programas se condiciona al nivel nutricional de los niños.

viernes, 18 de enero de 2013

Reforma Tributaria, Desigualdad y Pobreza en Colombia


Reforma Tributaria, Desigualdad y Pobreza en Colombia
Libardo Sarmiento Anzola
El primero de enero de 2013 comenzó a regir la nueva reforma tributaria, Ley 1607 de diciembre de 2012.Son 198  artículos que modifican aspectos importantes del estatuto tributario, estructurados en diez capítulos. Los cuatro primeros son los principales: personas naturales (I), impuesto sobre renta para la equidad (II), impuesto sobre las ventas (IVA) e impuesto nacional al consumo (III), personas jurídicas (IV). En general, la reforma afecta negativamente a las personas naturales pertenecientes a la clase media trabajadora y beneficiaa las grandes empresas.El Gobierno y el Congreso legislaron en favor del capital y en detrimento del trabajo.
Los impuestos al empleo (parafiscales) se transforman, ahora, en impuestos a cargo de los trabajadores de clase media. La tarifa de impuesto a la renta de las empresas baja de 33 a 25 por ciento, pero al mismo tiempo se introduce la contribución “Cree” (Impuesto sobre la Renta para la Equidad) de 8 por ciento. Los empresarios dejarán de pagar 13,5% de su nómina, correspondientes a Sena, ICBF y salud de sus trabajadores. Los 6,7 billones de pesos que dejarán de pagar por parafiscalidad se cobrarán a las personas naturales, para las cuales aumentará la carga tributaria directa (impuesto a la renta) e indirecta (IVA).En resumen, las empresas pagarán menos parafiscalidad y las personas naturales más renta, generando una redistribución funcional -entre propietarios y asalariados- del ingreso contraria a los principios de justicia social.
La Reforma, en consecuencia, mantiene la tradición tributaria colombiana: la clase media trabajadora sostiene la hacienda pública y con sus impuestos financia los subsidios que van, vía redistribución, a ricos y pobres (más a los primeros), al aparato estatal, tanto de guerra (500.000 funcionarios en armas) como a la fronda burocrática (otros 700.000 funcionarios) y a la clase política (el promedio salarial y de pensiones de un congresista supera los 20 millones de pesos). Un trabajador de clase media, a lo largo de su vida laboral (unos 40 años), trabaja 5 añosdedicado únicamente para alimentar la voracidad del fisco (sin contar los impuestos que paga por ser propietario de una vivienda o un vehículo), sin recibir subsidio alguno de éste (para educación, salud, vivienda o servicios domiciliarios). En resumen, la Reforma es fiel al mandato bíblico expresado por el evangelista Mateo: “Al que tiene más, se le dará más”.
La hacienda pública y la política monetaria son los principales instrumentos de intervención con que cuenta un gobierno para impulsar la economía e incidir en el bienestar de la población. La reforma tributaria, según lo argumentó el Gobierno del Presidente Santos (2010-2014), tiene como objetivos la generación del empleo (crear entre 850.000 a 1.000.000 de nuevos empleos), la disminución de la pobreza, la reducción de la desigualdad y un sistema tributario que sea progresivo.
Contrario a lo expresado por el Gobierno y el Congreso, la reforma tributaria es regresiva. Con el pretexto de incentivar la inversión y generar empleo formal se disminuyeron los impuestos directos y se aumentaron los impuestos indirectos. De esta forma, bajó la tarifa del impuesto sobre la renta aplicable a las personas jurídicas (sociedades) y, en paralelo, aumentaron los bienes y servicios gravados con el impuesto a las ventas IVA.
Ver continuación de este art{iculo en: 

lunes, 14 de enero de 2013

BURGUESÍA TRANSNACIONALIZADA Y GRAN LATIFUNDISMO


Profundizando en el análisis de clases…

COLOMBIA: BURGUESÍA TRANSNACIONALIZADA Y GRAN LATIFUNDISMO

Popayán, 14 de enero de 2013

Hacer un análisis de clase de la sociedad colombiana es como escribir su historia. En aras del debate que de alguna manera se ha abierto[1] frente a si existen dos sectores enfrentados al interior de la oligarquía colombiana (expresión para identificar a la cúpula de las clases dominantes que ejercen el poder monopólico del Estado), me voy a permitir exponer el siguiente cuadro (sintético) de sectores y subsectores de esa clase dominante que hoy conforma una parte mínima de la sociedad colombiana.

Antes de avanzar es muy importante aclarar que no se puede hacer una fotografía plana y simple de la composición de clases         de Colombia ni de ninguna sociedad y que por el contrario hay que ver ese cuadro en “movimiento”, con unas clases y sectores de clase que se intrincan y superponen, por efecto de que esos sectores de clase son producto de momentos determinados de desarrollo económico y social de la sociedad. Muchos de esos sectores evolucionan y algunos subsectores se mantienen con características del pasado. Además, de acuerdo al impacto de nuevos fenómenos sobrevinientes, esas clases y sectores de clase nuevamente son “movidas” (transformadas) por circunstancias específicas como pueden ser la guerra o conflicto armado interno, la intervención de la economía del narcotráfico, la presencia territorial de transnacionales, las transformaciones estructurales del aparato productivo, las mismas leyes gubernamentales, etc., etc.

Es decir, el cuadro es un esquema para aproximarnos a la realidad a fin de hacer un análisis de un instante o momento, que debe ser mirado a la luz de la complejidad y del desarrollo desigual y combinado.

Las clases dominantes

Las clases dominantes colombianas han sido encabezadas históricamente por los grandes propietarios tradicionales de latifundios, que hoy se han visto acompañados de grandes terratenientes emergentes que han resultado de la apropiación – muchas veces “legal”, otras ilegal, pero siempre forzada – de tierras despojadas a campesinos en las últimas seis (6) décadas. Esos grandes latifundistas se dividieron desde mediados del siglo XIX entre aquellos que entablaron grandes negocios con los capitalistas ingleses en ascenso y aquellos que mantuvieron una economía de subsistencia y servidumbre en sus grandes extensiones de tierra.

A lo largo de la historia surgieron burguesías, una industrial durante el siglo XX al calor del desarrollo industrial del mundo pero especialmente durante las décadas de los años 40s al 70s por efecto de la política de sustitución de importaciones. También, se fortaleció una burguesía burocrática, intrincada con diferentes sectores de clase, con base en la administración del precario “Estado del Bienestar” que se alcanzó a desarrollar en los países latinoamericanos. Entrelazada con esas burguesías crecía la burguesía bancaria que al fundirse en los años 80s y 90s del siglo pasado (XX) con la burguesía industrial y agro-industrial – alimentada también por los dineros provenientes del narcotráfico – se convierte en la burguesía financiera transnacionalizada que hoy domina la nación, y que está representada por unos cuantos grupos y conglomerados económicos que hoy se dan el lujo de explayar sus inversiones a Centroamérica y las Antillas, a varios países de Sudamérica y a los mismos EE.UU.

Todos estos subsectores, latifundistas tradicionales y emergentes, burguesía industrial y agro-industrial, burguesía burocrática, burguesía bancaria y financiera, son las clases dominantes en Colombia que conforman una oligarquía reaccionaria y neoliberal. Todas ellas, hacen parte de la oligarquía antinacional y entreguista de los intereses soberanos del pueblo colombiano. En eso no puede haber la menor duda.
Sin embargo en aras de comprender el momento político que se vive en Colombia, en aras de poder entender la coyuntura actual, es necesario visualizar dos grandes bloques de esa oligarquía, que se enfrentan básicamente por dos tipos de intereses: el valor de la renta del suelo y la lealtad a la política ultraderechista de los EE.UU.

Esos dos bloques son: los latifundistas tradicionales que se han puesto a la cabeza de terratenientes emergentes, especuladores rentísticos[2] y campesinos ricos re-convertidos en ganaderos extensivos, por un lado, y por el otro, la burguesía transnacionalizada, que se ha puesto a la cabeza del conjunto de la burguesía y de la pequeña burguesía alta, que aspira a convertirse en burguesa con base en el aprovechamiento – iluso – de la internacionalización de la economía (globalización neoliberal, TLCs. y otros convenios comerciales).

A la burguesía transnacionalizada – comprometida en continuar con el proceso de reprimarización de la economía – le interesa introducir una serie de cambios en el sector agropecuario, no para beneficiar a los pequeños y medianos productores agropecuarios o para darle la mano a los campesinos sin tierra (desplazados y no desplazados), sino fundamentalmente para bajar el costo de la renta de la tierra, que se ha convertido en un alto costo de la producción agropecuaria, especialmente la que les interesa a ellos, o sea, la de agrocombustibles (caña de azúcar y palma aceitera). Es más, posiblemente estén interesados en el mercado de alimentos transgénicos para exportación (soya, maíz, otros), en los cultivos agroforestales y en la producción de otros cafés (robustas) para competir en el mercado mundial tomando como escenario las tierras de los Llanos Orientales.

Para poder hacerlo necesitan “modernizar el mercado de tierras” y “pacificar” el campo. De allí la gran necesidad de resolver el problema del “desarrollo agrario integral” y hacerlo a la par con la terminación del conflicto armado interno. Tales políticas apuntarían a disminuir o debilitar el poder del latifundismo ganadero, que más que basar sus ganancias en los procesos productivos, viven y juegan con base en la renta del suelo. Esa burguesía lo que necesita es hacer viable los “agro-negocios” y no cualquier clase de agro-negocio, sino los vinculados al gran capital internacional y a los mercados globales de la energía y los alimentos. 

Por otro lado, esa burguesía transnacionalizada tiene un nuevo pensamiento geopolítico que la aleja de las posiciones ultraconservadoras del latifundismo ganadero. Es una burguesía que en coordinación con las burguesías del resto de Latinoamérica – especialmente las de Brasil y Argentina – ha adquirido conciencia de sus propios intereses con respecto a los de la burguesía imperial estadounidense. De allí que hayan asimilado (entendido a su manera) los esfuerzos de los gobiernos revolucionarios (Venezuela, Ecuador, Bolivia, Nicaragua. Cuba) y “progresistas” (Brasil, Argentina, Uruguay) por la integración de un bloque latinoamericano, y que para jugar en ese bloque han constituido su propio sub-bloque con México, Chile, Perú y Colombia, jalonando a países de Centroamérica.

De allí podemos comprender el por qué la política del gobierno colombiano – que representa en lo fundamental los intereses de esa burguesía transnacionalizada – se ha distensionado frente a los países del ALBA, no sólo pensando en los negocios comerciales puntuales que se habían visto conmocionados y obstaculizados por la política de confrontación de Uribe, sino pensando en el largo plazo frente a los bloques de poder económico que es necesario consolidar a nivel global para poder jugar con fuerza en los mercados internacionales de las materias primas y otros productos (comodities).

Por otro lado, es importante tener en cuenta que la burguesía transnacionalizada si bien es reaccionaria y nada progresista, en la coyuntura actual debe posar de “progresista” para poder apoyarse en amplios sectores populares para derrotar políticamente (y en parte económicamente) al latifundismo ganadero. De allí los esfuerzos del gobierno de Santos por impulsar la política de la restitución de tierras a los desplazados y de reparación de las víctimas del conflicto, pero dichos esfuerzos los limita a la legalidad institucional – y no a la movilización de los sectores sociales comprometidos en dichos planes -, y por ello son políticas que se quedan a medio camino, obstaculizadas por el aparato burocrático y las condiciones reales de violencia y presión armada que existe en el territorio real y concreto, por parte de los actores violentos que han despojado de la tierra a los campesinos pobres.

Esa situación de relativa debilidad de la burguesía transnacionalizada es la que hace posible que los sectores democráticos y populares puedan diseñar una política de “alianza parcial” con la burguesía transnacionalizada y de unidad de acción con su gobierno, siempre sobre la base de empujar nuestras propias propuestas y garantizar nuestra independencia y autonomía política. En la práctica, el sólo hecho de que la insurgencia esté negociando en La Habana, crea condiciones para forzar al gobierno a comprometerse en el terreno con las comunidades que logren organizarse y movilizarse.

NOTA: En un próximo artículo analizaremos el campo de las clases subordinadas – trabajadores, campesinos, pequeña burguesía y sectores medios -.   


[1] Ver: Alberto Pinzón Sánchez. “Algo más sobre la oligarquía latifundista y financiera trasnacionalizada”: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=162083&titular=algo-m%E1s-sobre-la-oligarqu%EDa-latifundista-y-financiera-trasnacionalizada-

[2] Es importante tener en cuenta que en los últimos años – por efecto de la crisis capitalista mundial – está en operación un proceso de inversión global en compra de tierras, que se ha convertido en un fenómeno especulativo de acaparamiento de tierras de orden global.  

jueves, 10 de enero de 2013

FARC: ¿MANTENER EL CESE DE FUEGO UNILATERAL?



FARC: ¿Mantener el cese de fuego unilateral?
Popayán, 10 de enero de 2013
A menos de 10 días para que se cumpla la fecha de terminación del cese de fuego unilateral declarado por la insurgencia desde el pasado 20 de noviembre del año 2012, vale la pena preguntarse si para las mismas FARC no fuera conveniente alargar dicho plazo.
Colombia ha sentido el impacto del cese de fuegos. No sólo lo ha sentido el pueblo colombiano sino que el gobierno lo ha re-sentido. De allí su desesperación por provocar combates, causarle bajas a la insurgencia y generar todo tipo de hechos para desvirtuar la decisión tomada autónomamente por las fuerzas guerrilleras.  
Una medida de ese tipo es un acto político de gran calado. Envía un mensaje de Paz que va más allá de las palabras. “Suspensión de acciones ofensivas” decía el mensaje a los colombianos. A pocos días de que finalice ese plazo se puede afirmar que para las FARC ha sido un absoluto éxito haber declarado ese cese de fuegos.
Podemos sacar las siguientes conclusiones:
1. El cese de fuegos ha enviado una señal de que las FARC van en serio por la Paz y coloca al gobierno en la posición de guerrerista, de no ser condescendiente con el anhelo de Paz que se advierte entre las mayorías de los colombianos. 
2. Tal acción confirma ante la opinión nacional que los insurgentes son absolutamente conscientes de los inmensos sacrificios que significa la guerra para nuestro pueblo. Es un criterio a reafirmar permanentemente.
3. Dan a entender que valoran – en este momento – más la lucha política por conquistar el corazón de los colombianos (no violencia) que la misma actividad de combatir a las fuerzas militares oficiales o causar hechos de sabotaje a la infraestructura productiva.
4. Muestran unidad de mando y gran capacidad operativa, ya que mantener un cese de fuegos puede ser tan importante y difícil como desarrollar los combates.
5. Les ha callado la boca a quienes en un principio descalificaron la medida y salieron a decir que las FARC no pasarían del simple pronunciamiento.
Tal cese de fuegos unilateral seguramente le permite a los insurgentes hacer importantes balances de su accionar, fortalecer la capacidad política e ideológica de sus combatientes y realizar contactos políticos con la población en nuevas condiciones de operatividad.
De mantenerse o alargarse el período del cese de fuegos – más allá de la época navideña y festiva – la guerrilla de las FARC le estaría colocando toda la presión al gobierno de cara a concertar un cese de fuegos bilateral, lo que le daría mayor empuje al proceso de Paz.  
Es evidente que se requiere mayor presión política de parte de las fuerzas democráticas y populares para conseguir un cese de fuegos bilateral. Tal vez por la época de festividades ese esfuerzo no se haya notado o no haya trascendido ante la opinión pública, pero un anuncio de la postergación de la fecha de terminación del plazo, puede generar condiciones para expresarse con mayor fuerza.
Falta evaluar el costo militar y estratégico-territorial que una medida de ese tipo tiene para la insurgencia pero desde cualquier punto de vista que se lo mire, los logros políticos son considerablemente superiores – sobre todo –, de  cara al proceso de Paz.
Es evidente que una nueva ofensiva militar de las FARC, ya sea contra las fuerzas militares gubernamentales o contra la infraestructura productiva o de servicios públicos, así se pudiera realizar con contundencia, sólo va a traer consecuencias negativas para el proceso de conversaciones y para la imagen ganada en estas primeras de cambio por la insurgencia.
Hacer un esfuerzo más en la dirección que se ha tomado – cese de fuegos para ambientar los diálogos de La Habana – es el camino correcto. Va a colocarle mayor presión al gobierno y animar a la población para exigir el anhelado cese de fuegos bilateral.   

lunes, 7 de enero de 2013

COLOMBIA: DE LA FISURA A LA FRACTURA


COLOMBIA: DE LA FISURA A LA FRACTURA

Popayán, enero 3 de 2013

Se ha hecho visible una fisura al interior de las clases dominantes en Colombia[1]. Constatar ese hecho tiene un gran significado para nuestras luchas democráticas y populares. No percibir, no aceptar o no dar importancia a esa situación, es negativo para nuestro inmediato futuro.

La oligarquía latifundista y ganadera no coincide – en este instante – con los análisis políticos y geopolíticos que hace la burguesía transnacionalizada. Ese fenómeno no se presentaba desde la década de los años 60 del siglo XX, cuando la burguesía industrial encabezada por Carlos Lleras Restrepo y Hernán Echavarría Olózaga impulsó una tímida reforma agraria. 

Esa diferencia y posible fractura en el seno de las clases dominantes crea condiciones para avanzar en la democratización del sistema político del país. Es evidente que sin el empuje de los sectores democráticos y populares tal rompimiento será intrascendente. Pero, esa “ayuda” debe hacerse garantizando nuestra independencia y autonomía para lo que se necesita una consistente claridad y una elaborada capacidad política.

Sabemos que la burguesía transnacionalizada sólo puede enfrentar al latifundismo ganadero en el marco institucional existente. No va a avanzar hacia una verdadera reforma agraria democrática pero sí está comprometida (y presionada) con la devolución de las tierras a los desplazados y la reparación moral de las víctimas  Además, todos los pasos que desarrolle para afectar intereses gran-latifundistas los hará forzada por los sectores populares movilizados y en lucha. Ella sola no puede aunque quisiera.

Desgraciadamente parece que las fuerzas democráticas y las de izquierda no estuvieran maduras para manejar esa especie de alianza parcial contra el latifundismo ganadero. Da la impresión que no fuéramos lo suficientemente conscientes del inmenso poder a nivel económico, político e institucional que todavía detenta este sector de las clases dominantes. Se requiere una visión política que sepa diseñar – en medio de la lucha – una serie de etapas y períodos, jugando con claridad a las alianzas de clases y sectores de clase, apuntando a despejar el camino para construir una nueva hegemonía política. 

En Colombia es indispensable derrotar el latifundismo ganadero que en política se expresa como "ultraderecha" y oscurantismo sectario. Esa sería una primera etapa. Y no hablamos de que su derrota sea económica, que sólo podrá ser tarea de las fuerzas revolucionarias y verdaderamente democráticas. Estamos hablando de su derrota política, lo que significa empezar a liberar a la Nación de las costumbres políticas construidas sobre la base del gamonalismo y del clientelismo rampante.[2]

Es posible que por diversos factores como la dispersión y la debilidad en que se encuentra el movimiento campesino y popular (fruto de décadas de represión y persecución), no podamos derrotar plena e inmediatamente a la oligarquía latifundista ganadera, es decir, tanto en lo político como en lo económico, pero su sola derrota política (que sería la terminación del conflicto armado mediante el logro de una “paz política”[3]) se constituye en un paso fundamental para despejar el camino hacia cambios estructurales trascendentales.

Es evidente que más adelante – al igual que lo vienen haciendo los pueblos de Latinoamérica – tendremos que ajustar cuentas con la burguesía transnacionalizada. Y en ello la terminación del conflicto armado es un paso de gran importancia.

El sólo hecho de que el pueblo colombiano se de cuenta por experiencia propia – rápida y masivamente – que el problema de la guerra interna no es la causa de los problemas que lo aquejan, crea condiciones para que los sectores políticos democráticos y populares – si actúan con visión estratégica – puedan avanzar a pasos agigantados en el próximo futuro.   

Es importante aclarar que ello significa una alianza parcial con la burguesía transnacionalizada, para hacer las reformas políticas que el país requiere. Una alianza que en otros países no hubo necesidad de hacer porque algunas de las burguesías latinoamericanas del siglo XX fueron capaces de realizar por su cuenta las reformas políticas y económicas, entre ellas la agraria, debilitando y muchas veces derrotando a las fuerzas retrógradas y cavernarias. En otros países fue la revolución la que hizo la reforma agraria democrática derrotando plenamente a las oligarquías latifundistas.

En Colombia tenemos la oportunidad de avanzar, así sea mínimamente. El problema es que se quiere obtener "todo el paquete de una vez", sin tener en cuenta la correlación de fuerzas y todo el entramado social y político que se ha acumulado en las últimas décadas de nuestra existencia.


[1] Ver: “2013: ¿Santos enfrentará al latifundismo ganadero?”: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=161737
[2] En ese sentido es interesante analizar la experiencia del Cauca. Aquí la oligarquía latifundista fue derrotada territorial y económicamente por el movimiento indígena y campesino en los años 80s del siglo XX. Sin embargo, no hemos podido derrotar políticamente a sus herederos (Iragorris, Valencias, Salazares, etc.).
[3] Ver: “Paz política”. http://alainet.org/active/57531





sábado, 5 de enero de 2013

2013: ¿SANTOS ENFRENTARÁ AL LATIFUNDISMO GANADERO?


2013: ¿SANTOS ENFRENTARÁ AL LATIFUNDISMO GANADERO?

Popayán, enero 2 de 2013

Uribe terminó por distanciarse y enfrentarse a Santos durante el año 2012. Era previsible. No por cuestiones personales, caracteres o intereses individuales. Son intereses de clase y de sectores de clase los que determinan e impulsan esos cambios.

Por ello, el fenómeno político (y económico) de mayor relevancia en Colombia durante el año 2012 fue la abierta confrontación entre los representantes políticos de la oligarquía latifundista tradicional (grandes ganaderos) y la burguesía transnacionalizada[1] (que incluye a grandes terratenientes productores de caña de azúcar y palma). Uribe Vs. Santos.

La contradicción entre grandes terratenientes y burgueses industriales ha existido de tiempo atrás, y se expresó durante la década de los años 30 y 40 (López Pumarejo), y 60 y 70 (Lleras Restrepo) del siglo pasado (XX). La precaria y parcial reforma agraria que lideró la débil burguesía industrial colombiana fue una de las expresiones de esa contradicción.

Esta contradicción siempre existió pero ahora se ha manifestado abiertamente y parece profundizarse hacia el futuro. Circunstancias particulares como los diálogos con la guerrilla, la reforma tributaria, y otros asuntos menores, han hecho evidente ese rompimiento de una manera pública y con tendencia a profundizarse. Por eso, no es casual que el gobierno haya aceptado debatir el tema del “desarrollo rural” y el problema de la tierra como primer punto de la agenda a debatir con la guerrilla, y que en esa mesa – por primera vez – no estén representados los grandes latifundistas y ganaderos colombianos

Tal situación es un aspecto de la evolución de las contradicciones estructurales que alberga la realidad colombiana y que debe entenderse – estudiarse – a fondo, para poder orientarse en la vida y la acción política.

La burguesía transnacionalizada (“urbana”, gran financiera, gran industrial y agroindustrial) también se muestra independiente de las políticas más derechistas de la inteligencia estadounidense (halcones del Departamento de Estado y de la CIA), planteándose la posibilidad de iniciar un nuevo camino frente al problema de las drogas.

Detrás de esa diferenciación está la creciente conciencia entre amplios sectores de las burguesías transnacionalizadas de América Latina (principalmente las de Brasil y Argentina, pero también las de Colombia, México, Chile, Perú y algunos países de Centroamérica) de que su futuro ya no puede estar ligado – total y únicamente – a los EE.UU. Saben que la bonanza extractivista de materias primas (petróleo, gas, oro, carbón, cobre, coltán, agrocombustibles, etc.) no puede ser aprovechada plenamente si no juegan en un bloque latinoamericano que les permita utilizar las contradicciones y tensiones que se presentan en los mercado globales.

En Colombia la mayoría de la izquierda no acepta la evolución de esa contradicción. Frases como “Santos es Uribe III” o “Santos es igual a Uribe” sirven para salir del paso sin mucho análisis. Sin embargo, el no analizar la tendencia y progreso de esas contradicciones los conduce muchas veces a llevar agua a molino ajeno, a encontrarse de buenas a primeras al lado de uno de sus más irreconciliables enemigos, como está sucediendo hoy.

No es casual que algunos sectores del MOIR (partido político de izquierda que hoy es el principal sostén del Polo Democrático Alternativo PDA) terminen coincidiendo en muchos aspectos con el “uribismo”. Por fin parece que han encontrado “su” burguesía nacional, representada por los terratenientes ganaderos y grandes productores cafeteros, que han empezado a sentir y “descubrir” que las políticas santistas (que son herencia de las políticas de Uribe), les están golpeando intereses vitales de sus economías agrarias.

Pero del otro lado están los grandes terratenientes que ya han re-convertido sus procesos productivos y que se sienten seguros con la política de las cinco locomotoras neoliberales. Ellos no tienen propiamente intereses “nacionales”. Son parte de la burguesía “transnacionalizada”.

¿Quiere esto decir que la burguesía transnacionalizada puede ceder en asuntos vitales con respecto al campo? Todo depende de la correlación de fuerzas que alcance a mover la mesa de negociaciones entre el gobierno y la guerrilla. Si las masas campesinas se movilizan unificada y ampliamente, y sobre todo, si logran involucrar amplios sectores sociales urbanos en los asuntos de la Paz, los sectores dominantes hoy representados en el gobierno podrán negociar en forma puntual – no una reforma agraria – pero sí algunos cambios en la política para medianos y pequeños productores así como para campesinos sin tierra, que podrán afectar intereses de grandes latifundistas, sobre todo de Antioquia y la Costa Atlántica.

Es decir, desde el análisis de clase se puede prever que la burguesía transnacionalizada puede “sacrificar” intereses de la oligarquía latifundista y ganadera a cambio de terminar el conflicto armado, porque en lo fundamental lo que les interesa es conseguir un ambiente propicio para profundizar las inversiones extranjeras en infraestructura vial y energética, y en la explotación de recursos minerales y de agrocombustibles.

El gobierno – y las fuerzas económicas en él representadas – requiere, por tanto, de que las guerrillas y las organizaciones populares que luchan por Paz con justicia social logren desarrollar un importante movimiento social y político en torno a la Paz que sirva para contrarrestar la fuerza política de la oligarquía latifundista y ganadera que encabeza Uribe.

Sin embargo tal tarea no va a ser fácil. El gobierno tiene la presión de fuerzas económicas y militares que no aceptan por ningún motivo algún tipo de distensión en la guerra que se adelanta contra la insurgencia. Por ello no puede declarar un cese bilateral de fuegos aunque, en la medida en que los diálogos ganen fuerza política, tal eventualidad podría ser contemplada por el alto gobierno.

Pero además, el gobierno es temeroso de que ese movimiento social – si se convirtiera en un fuerte torrente de opinión – lo obligue a ceder en aspectos estratégicos que el gran capital no está dispuesto a conceder. He ahí la balanza con la que juega y de allí su actitud medrosa y calculadora.

NOTA: Uno de los temas poco estudiados por los teóricos de la izquierda en Colombia es la transformación de importantes sectores gran-terratenientes y gran latifundistas (cañeros, palmeros, rentistas) en grandes industriales del agro, lo que les dio un peso importante dentro del bloque financiero que se consolidó durante la década de los años 90s del siglo XX, y que hoy fungen a nivel regional latinoamericano como grandes burgueses transnacionalizados (Ardila Lulle, Sarmiento Angulo, entre otros).  



[1] Nueva burguesía “urbana” la denomina Ignacio Ramonet en su análisis sobre el proceso de Paz en Colombia. Ver: ¿Paz en Colombia? http://www.rebelion.org/noticia.php?id=160119. Sobre la categoría “burguesía transnacionalizada” ver: “La Burguesía trans-nacionalizada y la reelección de Santos”: http://viva.org.co/cajavirtual/svc0280/articulo14.html y “Tres tipos de burguesía; tres grupos de países”: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=143893