¿De pelea de
compadres a enfrentamiento abierto?
Colombia: Confrontación política y escenarios posibles
Popayán, 24 de enero de 2013
Como estaba previsto el gremio ganadero
de FEDEGAN, encabezado por su presidente José Félix Lafaurie, en entrevista con
Yamit Amat, se dirige lanza en ristre
y con toda fuerza, no sólo contra los diálogos que se llevan a cabo en La
Habana entre el gobierno y la insurgencia, sino contra el mismo gobierno de
Juan Manuel Santos.
Los argumentos contra el proceso de Paz
son reiterativos y contradictorios: absoluta desconfianza en la voluntad de paz
de las FARC. Lo que afirma Lafaurie se puede resumir así: 1. Las FARC no han
abandonado la pretensión de tomarse el poder por las armas. 2. No tienen unidad
de mando. 3. Son narcotraficantes y terroristas que pretenden “lavar activos y
tierras ilegales”. 4. Aspiran a una absoluta impunidad. 5. El país no aceptará
una paz ventajosa para la guerrilla.
Pero en el conjunto de la entrevista mencionada
y de otras de las intervenciones públicas de Lafaurie, lo que se percibe por
parte de este dirigente gremial de los ganaderos es su absoluta negación a
considerar cualquier tipo de política agraria que afecte los intereses de los
grandes latifundistas tradicionales y emergentes (muchos de ellos de origen
criminal). Ese es su eje central.
Su posición de no asistir al Foro sobre
Política de Desarrollo Agrario Integral (Enfoque Territorial) organizado a
mediados de diciembre de 2012 por la ONU y el Centro de Pensamiento y
Seguimiento al Proceso de Paz de la Universidad Nacional a instancias de la
Mesa de diálogos de La Habana, y los argumentos basados en que de ese Foro no
saldría ninguna decisión consensuada, ya habían mostrado que ese gremio se
enfrentaría con el gobierno de Santos.
Pero lo que no se dice en la entrevista
es lo que hay que dilucidar. A lo que más le teme la
oligarquía latifundista es al avance democrático que pueda tener el país con
los cambios políticos y sociales que surgirán de la superación del conflicto armado.
Saben que la política de “miedo al terrorismo” ha sido una herramienta muy
efectiva para mantener engañado al pueblo y no quieren renunciar a ese útil
instrumento.
A las
declaraciones de Lafaurie se suma la confrontación abierta entre Santos y
Uribe, que en la semana anterior se manifestó crudamente con el tratamiento de
“canalla” y “mentiroso redomado” que le dio el ex-presidente Uribe al actual
titular (por twiter) con ocasión de una entrevista que Santos concedió al
programa “Hora 20” de la cadena radial Caracol.
Se agudiza así, la
confrontación entre el latifundismo ganadero encabezado por Uribe y la
burguesía transnacionalizada que representa Santos. El presidente del gremio
ganadero más importante de Colombia lo trata de entreguista de los intereses
nacionales a la guerrilla y el ex-presidente Uribe lo califica de canalla y
mentiroso.
Como ya lo hemos
señalado en anteriores artículos no se trata de cualquier pelea de compadres.
Han sido compadres pero algo más de fondo los enfrenta. La lucha política se ha
abierto, Uribe prepara su candidatura al Senado y alista sus alfiles para
construir una competitiva candidatura a la presidencia de la república que enfrente
a Santos en la campaña de 2014.
Las causas de fondo
En forma
sintética hemos afirmado que dos temas centrales dividen a estos dos sectores
de la clase dominante colombiana. Uno, la necesidad de bajar el costo de la
renta del suelo, uno de los más caros de la región,
por parte de sectores de la burguesía que aspira – en alianza con grandes
empresas transnacionales de todo el mundo – a participar de los proyectos
minero-energéticos y de los agro-negocios
relacionados con la producción de etanol y biodiesel (caña de azúcar y palma
aceitera) y con la producción de productos de agro-exportación (soya, maíz,
cafés robustas, cultivos forestales y otros).
Es evidente que
esta aspiración (bajar el valor de la tierra), que está plasmada en estudios
realizados por la Sociedad de Agricultores de Colombia SAC, se entrelaza con la
negociación de un pacto de Paz con la insurgencia que además de superar y
terminar el largo conflicto armado colombiano, establezca condiciones óptimas
para la inversión nacional y extranjera en el campo.
El otro tema que
enfrenta a estos dos sectores oligárquicos es el relacionado con la visión
geopolítica del mundo. La burguesía financiera internacionalizada – encabezada
por los grandes grupos económicos como los Sarmiento Angulo, Ardila Lulle, el
Sindicato Antioqueño, Santodomingo y otros –, sabe que no puede vivir
eternamente de la renta del suelo y de la especulación rentística del mismo, y
que frente a la crisis que vive el sistema capitalista mundial, ellos deben
aprovechar las inmejorables condiciones que se están presentando a nivel
internacional para intervenir en dichos negocios.
La diferencia
esencial que tienen con los latifundistas ganaderos y demás terratenientes
emergentes consiste en su posición frente a los EE.UU. Mientras que los
representantes políticos del latifundismo (Uribe y Cía.) se ubican en la vieja
confrontación entre USA y la amenaza comunista, entre el “mundo libre” y el “totalitarismo de
izquierda”, la burguesía transnacionalizada que está liderada en América Latina
por los capitalistas brasileños, realizan alianzas estratégicas con sectores de
los trabajadores (PT, Lula) y con sectores medios de la sociedad, para
constituir un bloque regional de poder económico y político que les permita
jugar en el concierto internacional.
En cierto
sentido, podríamos afirmar que esa burguesía transnacionalizada brasileña,
desde hace varias décadas venía construyendo una especie de “nueva” conciencia
de clase nacional y supra-nacional (“latinoamericanista”), y ante la crisis de
decadencia del imperio estadounidense, va arrastrando hacia sus posiciones a
burguesías tradicionalmente entreguistas y anti-nacionales como las de
Colombia, Chile, México, Perú y otros países de la región.
Esa burguesía
transnacionalizada apuesta también a que los gobiernos revolucionarios de
Venezuela, Ecuador y Bolivia se limiten a políticas de redistribución del
ingreso y de asistencia social, que en el marco de las políticas neoliberales
ya habían sido diseñadas con el pomposo nombre de “transferencias condicionadas
en efectivo”, y
realicen algunas nacionalizaciones en sectores estratégicos de la economía pero
no profundicen en políticas de expropiación masiva de los medios privados de
producción. ¿Si ellos negocian con China – que mantiene a nivel político un
régimen centralizado – por qué no podrían aceptar que países de la región
asuman otros modelos de desarrollo?
Para la
oligarquía latifundista – que todavía concibe la política y las relaciones
internacionales en términos coloniales – esa posición es inconcebible. Para esa
oligarquía gran-terrateniente, políticos gobernantes como Chávez, Correa o Evo
Morales son encarnaciones de Fidel Castro y del comunismo del siglo XX, son
“amenazas a la democracia” que deben ser enfrentadas abiertamente. Y para ellos
su principal aliado siempre será la falange derechista enclaustrada en el
Departamento de Estado de los EE.UU. y en la CIA. En eso no tienen la más
mínima duda.
La confrontación y su desarrollo
La andanada de Lafaurie
no es sólo “politiquería contra la paz”. Va mucho más allá. Se trata de la
lucha por el poder político. Es un paso más en la escalada por polarizar el
país entre quienes aspiran a cambios democráticos y quienes se niegan a
visualizar y considerar un pacto por la democracia y la paz.
Que el gremio
más poderoso de los ganaderos colombianos se enfrente a un gobierno que en gran
medida fue elegido por ellos mismos, es un hecho que no se puede dejar pasar.
Que usen los medios de comunicación para tratar de sabotear el desarrollo de
las conversaciones entre la insurgencia y el gobierno, es lo menos que se puede
esperar de ellos. Lo que no se puede descartar es que utilicen los contactos
que todavía tienen con los antiguos grupos paramilitares para reorganizar
fuerzas armadas contrainsurgentes, que de alguna manera ya vienen actuando
contra los líderes de los procesos de restitución de tierras, reparación de las
víctimas y otros dirigentes sociales. Eso es mucho más grave.
En ese sentido
la insurgencia debe valorar con toda claridad el momento. Es evidente que la
terminación del plazo establecido desde el 20 de noviembre pasado del cese de
fuegos unilateral coincide con esta campaña agresiva contra el proceso de Paz,
y en la medida en que la guerra nuevamente arrecie en el campo, los enemigos
del proceso de diálogos van a echarle más leña al fuego.
Los acostumbrados
cálculos que puede hacer la insurgencia sobre los efectos que pueda traer una
escalada militar contra fuerzas gubernamentales o contra la infraestructura
productiva en el escenario de la negociación, pueden estar totalmente
equivocados. Es claro que – a nivel de opinión pública – van a debilitar la
posición del gobierno y van a fortalecer a los enemigos del proceso de paz. Es
evidente que el gobierno va quedando en un emparedado, en donde por un lado las
FARC le exigen cese bilateral de fuegos, regularización del conflicto y reformas
democráticas para el sector agrario mientras los grandes latifundistas rechazan
cualquier cambio en todos los terrenos.
¿Cual puede ser el desenlace? ¿Cuáles los
escenarios posibles?
De acuerdo a las
fuerzas sociales y políticas que se mueven en el entorno político colombiano
podemos visualizar – entre otros – los siguientes escenarios en el inmediato
futuro:
1. Escenario ideal para las fuerzas democráticas (poco probable): Avance
de las negociaciones, fortalecimiento político de esa expectativa acompañada de
grandes movilizaciones sociales que presionen por un cese bilateral de fuegos y
por la superación del conflicto. Elección en 2014 de un candidato de fuerzas
democráticas y populares.
2. Escenario ideal para las fuerzas retardatarias (relativamente
probable): Agudización y mayor degradación de la guerra interna, rompimiento de
los diálogos y frustración del proceso. Elección de un gobierno uribista.
3. Escenario ideal para las fuerzas “santistas” (muy probable): Alargue
de las conversaciones sin que la sociedad logre movilizarse con fuerza y
contundencia. Situación de “stand bye”, expectativa moderadamente optimista y elecciones de 2014 en medio del proceso
de diálogos. Reelección de Santos.
4. Escenario incierto: Continuación de las conversaciones en un clima
de polarización cada vez más ácido y beligerante. Debilidad gubernativa, crisis
de representación y fortalecimiento del conflicto en todos los órdenes. Elección
precaria de un gobierno santista, uribista o alternativo.
La variable
principal que determina que estos escenarios se presenten o no, está determinado
por el posicionamiento político de las conversaciones a nivel de la sociedad,
la capacidad de ésta para hacerse escuchar del gobierno y de la insurgencia, y
la movilización social y política por la terminación consensuada del conflicto
armado que vive la nación.
Sin embargo, esa
variable también depende del comportamiento en la mesa y fuera de ella de los
actores políticos (guerrilla, gobierno, oposición de derecha y de izquierda,
movimientos sociales), que juegan a favor o en contra de esa participación
social en el tema del conflicto armado y la Paz.
En los próximos
meses los escenarios posibles serán más visibles a la luz de los
acontecimientos sobrevinientes. La pelea de compadres poco a poco se convierte
en una confrontación directa y abierta al interior del bloque de poder. Las
fuerzas democráticas y sociales tienen la mesa servida pero se encuentran
dispersas y desorientadas. Habrá que esperar la evolución de los hechos.