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Un agente de policía junto a anuncios de candidatos locales en Istmina, Chocó. Fotografía de AFP - Daniel Muñoz |
Las elecciones locales y regionales en el contexto
nacional y global
Popayán, 2 de noviembre de 2023
Se
realizaron las elecciones locales y regionales en Colombia el pasado domingo 29
de octubre de 2023. Los resultados están a la vista. Hay que hacer el esfuerzo
de interpretar esas cifras en el contexto de lo que ocurre en este país. Sólo
así comprenderemos a fondo el reto que tenemos por delante frente a quienes se
oponen al más mínimo cambio en la estructura económica y en las relaciones de
poder de esta nación y del mundo.
Intentaremos
hacerlo brevemente. Uno, se describe la compleja realidad a la que se
enfrenta el primer gobierno de izquierda (progresista). Dos, se observa
el entorno internacional. Tres, se muestran las estrategias que impulsa
la oligarquía para acorralar al gobierno. Cuatro, se presenta una
síntesis de las cifras que interesan. Quinto, se expone un análisis general
de la dinámica electoral. Y seis, se plantea una reflexión desde la
perspectiva progresista.
La compleja realidad que enfrenta el
gobierno de Petro
Es
importante recordar que Gustavo Petro fue elegido presidente de la república
hace 15 meses con el apoyo de organizaciones sociales, de partidos políticos de
izquierda y de algunos partidos tradicionales que, como lo decíamos entonces,
se sumaron para ser parte del gobierno, mantener su fuerza burocrática y tratar
de impedir –desde adentro– los cambios propuestos por el presidente
progresista.
Ese
“frente amplio” era la expresión política de una “alianza interclasista” que
surgió durante los períodos del gobierno de Santos (2010-2018), dado que la
oligarquía financiera, la burguesía burocrática y las burguesías emergentes,
habían decidido impulsar el acuerdo de paz con las Farc, por cuanto estaban
interesados en superar el conflicto armado pero sin poner en riesgo ninguno de
sus intereses estratégicos (cediendo parcial y tímidamente en el tema de la
tierra).
Es por
ello que se logra –en una primera fase– aprobar una reforma tributaria
progresista que grava con impuestos a los “ricos” y saca adelante su Plan
Nacional de Desarrollo que plantea los objetivos y metas que se corresponden
con las propuestas centrales del Pacto Histórico: Descarbonizar la economía,
impulsar una industrialización de nuevo tipo, construir la paz, fortalecer la
democracia y avanzar en equidad y justicia social.
Una vez
el gobierno presenta ante el Congreso las “reformas sociales” (salud, pensiones
y laboral) y hace amagues para intervenir el régimen de prestación de servicios
públicos (energía eléctrica, especialmente), la “alianza interclasista” empieza
a romperse y el “frente amplio” que contaba con mayorías legislativas, sufre un
fuerte deterioro que se manifiesta tanto en la composición del gabinete
ministerial como en el trámite de los proyectos de ley.
A partir
de ese momento, cuando la oligarquía financiera se da cuenta que no puede
domesticar a Petro, se inicia el proceso sistemático para debilitar, desgastar,
acorralar y desesperar al gobierno, usando “todas las formas de lucha”. Se
organiza e impulsa el bloqueo institucional, la guerra jurídica y el acoso
mediático, liderados por el Fiscal, la Procuradora, las Cortes judiciales, los
gremios empresariales y la oposición política.
Ese es
el reto que enfrenta el “gobierno del cambio” en Colombia y que se refleja en
las recientes elecciones locales y regionales, que más adelante analizamos. El
cerco oligárquico es para provocar y desesperar a Petro. Desean fervientemente
que abandone su estrategia de avanzar con paciencia en lograr cambios en favor
del pueblo. Quieren que cometa errores frente a la institucionalidad existente
para fortalecer la idea de que es “un dictador en
potencia”.
El entorno internacional
Hay que
anotar que el entorno internacional es muy influyente. Colombia no es una isla
aparte y todo lo que ocurre en el mundo repercute de una forma u otra en lo
“interno”. La guerra OTAN-Ucrania-Rusia y ahora el conflicto entre Israel y
Palestina, han generado todo tipo de tensiones globales, continentales y
regionales que influyen en la situación interna. La inflación, los intereses
bancarios, la tasa de cambio, todo es impactado de una forma u otra.
El
gobierno de Petro ha tenido que enfrentar en el área económica una serie de tendencias
globales de largo plazo como: a) El crecimiento de las economías emergentes
continúa desvaneciéndose; b) La población mundial se envejece rápidamente; c) La
escasez de mano de obra afecta a los principales sectores productivos; d) Las
redes de suministro globales cambian su enfoque de la eficiencia y el
aprovechamiento de las ventajas comparativas a la resiliencia y la seguridad;
e) La productividad se ha estancado en los últimos tiempos.
De igual
manera, tiene que adecuar su política económica a la coyuntura que es fruto de
esas tendencias y conflictos geopolíticos. Esa situación se concreta en: 1. Por
primera vez en las últimas tres décadas, la economía global se ve limitada por
la oferta; 2. Se presenta un entorno inflacionario que no ocurría desde 1980; 3.
Los bancos centrales aumentan las tasas de interés a un ritmo y nivel que no se
veía en los últimos 30 años; 4. El espacio o margen fiscal de los gobiernos se
ha reducido drásticamente; 5. La deuda soberana global ahora supera el 100% del
PIB global; 6. La globalización neoliberal está en crisis y, por tanto, se
fortalecen los nacionalismos y las políticas proteccionistas entre las
potencias globales.
Así, el
mundo se enfrenta a una economía con costos de capital más altos, valoraciones más
bajas de los activos (incluidas acciones, bonos y bienes raíces) y condiciones
fiscales más estrictas. Se podrían presentar quiebras bancarias como las que se
presentaron recientemente en EE.UU. y Europa, lo cual tiene nerviosos a los
inversores de capital.
Con todo
este entorno global, la oligarquía financiera “colombiana” (que en verdad es
transnacional) utiliza el pánico económico y la presión mediática frente al
intento de Petro de quitarles la “caja menor” (recursos de la salud en manos de
las EPS, aseguradoras y bancos y el capital de los fondos de pensiones), porque
saben que si lo logra, obtendrá el apoyo popular para ir por el control público
(estatal) de las empresas de servicios públicos y podrá avanzar hacia las
empresas que tienen el monopolio de la generación, trasmisión, distribución y
comercialización de la energía eléctrica, de las cuales se apropiaron desde
1990.
Pero,
además, ese entorno económico global genera limitaciones al gobierno que
impactan fuertemente a la población, especialmente a los sectores populares. El
alto costo de los alimentos, el incremento de los precios de la gasolina, el
ajuste fiscal que afecta el gasto social, sumado a la crisis que vive la economía
del narcotráfico (fuerte caída de los precios de la hoja de coca), hacen parte
de los factores que afectan negativamente en la popularidad del presidente.
Todo ello fue utilizado por sus contradictores en las recientes elecciones.
Las estrategias de la oligarquía para
acorralar y “tumbar” al gobierno
Es
evidente que la oligarquía colombiana ha diseñado un plan para “salir” de Petro
lo más pronto posible. El bloqueo institucional, la guerra jurídica y el acoso
mediático, han servido para lanzar una verdadera campaña de miedo contra el
gobierno de Petro, a fin de acorralarlo y buscarle el “quiebre” para
desencadenar el golpe “suave” (juicio político y destitución) o el golpe “duro”
mediante la desestabilización económica, social y política.
Así,
podemos enumerar las diversas acciones para tratar de generar pánico y
construir una narrativa alrededor de la personalidad de Petro y de la
naturaleza de su gobierno. Lo quieren presentar como un gobierno incapaz,
improvisado, antidemocrático, al servicio de narcos y delincuentes, enemigo de
los empresarios y, con ocasión de su defensa del pueblo palestino, como un
enemigo de los EE.UU. y potencial aliado de Rusia y China.
Entre
las principales campañas de miedo tenemos:
-
Auguraron la “guerra
total” para sabotear la Paz Total que poco a poco avanza, contra viento y
marea.
-
Anunciaron el apagón
energético y/o crisis financiera de las empresas comercializadoras de
energía eléctrica: no ocurrió ni ocurrirá.
-
Pronosticaron la crisis
del sector salud y el cierre de la prestación de los servicios: no ha
pasado nada, aunque lo que se ha hecho evidente es el mal manejo de Colsanitas,
un emblema de las EPS que manejan el negocio privado de la salud.
-
Lanzaron todo tipo
de alertas
tempranas sobre las elecciones del pasado domingo 29: Sólo en 2 municipios
se suspendieron las elecciones por problemas de orden público.
-
Predijeron el caos
diplomático a nivel internacional por la posición de Petro frente a
Palestina-Israel: No ha pasado nada.
-
Trataron de crear
pánico económico con la reforma tributaria, con la inflación y con la
disparada del Dólar: No lo lograron.
-
Presagiaron paros,
bloqueos y protestas sociales contra el gobierno: Ha habido muchas, se han manejado con diálogo
y paciencia, y no se ha generado un solo muerto por esa causa.
-
Crearon la matriz
de que el trámite
de los pasaportes en la Cancillería se iba a acabar, la gente salió a hacer
grandes colas: Al final, era falsa alarma.
-
Hoy, tratan de
crear otra crisis alrededor de una supuesta escasez
de medicamentos, cuando la responsabilidad es de las EPS (y del mercado
privado de la salud).
Al
frente de esa campaña de miedo para generar incertidumbre han estado los
expresidentes y exministros de vieja data, el Fiscal y la Procuradora, el
Defensor del Pueblo y el Registrador, algunos gobernadores (Meta, Tolima,
Antioquia, Santander, etc.) y algunos Alcaldes (Bogotá, etc.), y los medios de
comunicación. Tenían la intención de hacer creer que las elecciones locales y
regionales serían un plebiscito contra el gobierno de Petro, y en parte, lo han
logrado.
No
obstante, la correlación de fuerzas políticas muestra que las derechas extremas
(y golpistas) están debilitadas. Sus planes de desestabilización requieren un
mayor desgaste del gobierno y de las fuerzas del cambio. Esa derecha extrema
también necesita ganar a sectores de derecha o de “centro” que se deslindaron
del “uribismo” con ocasión de los escándalos de corrupción (Odebrecht y otros) y
por lo que ha salido a flote en relación a los crímenes cometidos por el Estado
y los paramilitares durante el gobierno de Uribe (Ver: Informes
de la JEP).
Algunas cifras de los resultados
electorales que nos interesan
En las elecciones municipales y departamentales se enfrentan
desde hace décadas tres (3) grandes actores que aspiran a poner los recursos
del Estado local y regional a su servicio: las mafias armadas de todo color
(exparamilitares, exguerrilleros y delincuencia común, y sus
instrumentalizadores); la burguesía burocrática y las burguesías emergentes, y
las fuerzas cívicas de la sociedad de diversa tendencia política. Esos actores
se expresan a través de partidos políticos.
La oligarquía financiera que está interesada en mantener su
control sobre los servicios públicos en las principales ciudades de todo el
país (capitales de departamentos y ciudades intermedias) que fueron
privatizados desde 1994, no participa en forma directa con candidatos, pero
financia a los partidos políticos y los controla para que desde los cargos
públicos les garanticen continuidad en ese monopolio y condiciones legales para
invertir en infraestructura y planes de vivienda.
En esos comicios se hace una inversión en dinero para lograr
elegir candidatos y de allí que ganar o perder se convierte en algo casi que de
vida o muerte. Y en un país como Colombia, en donde hemos vivido un conflicto
armado tan largo y en donde existe una cultura de la violencia y la corrupción,
al igual que ocurre en el fútbol, el riesgo de confrontación fanática y
violenta es muy alto. Mucho más cuando existe una fuerte desconfianza
en las instituciones electorales.
En la actualidad existen 35 partidos políticos con
personería jurídica. A partir de 2013 cuando el Consejo de Estado le devolvió
la legalidad a la Unión Patriótica, el CNE le ha otorgado personería jurídica y
revivido antiguos partidos como el Nuevo Liberalismo, Salvación Nacional,
Oxígeno Verde. Después de la firma del acuerdo de paz con las Farc en 2016 han
sido legalizados 16 “nuevos” partidos que surgieron de la descomposición de los
partidos tradicionales (liberal y conservador) o por la división del Polo
Democrático Alternativo.
En las
elecciones presidenciales de 2022, esos partidos se organizaron en 4 coaliciones
(Pacto Histórico, Equipo por Colombia, Centro Esperanza y Nos Une Colombia) que
más o menos tenían coherencia ideológica. En las elecciones locales y
regionales de 2023 se han organizado todo tipo de coaliciones para elegir
alcaldes y gobernadores, algunas de ellas oficializadas públicamente y otras,
que se conforman por personas que actúan por cuenta propia, o sea, por fuera de
sus partidos.
De
acuerdo al informe realizado por el Centro Estratégico Latinoamericano de
Geopolítica (CELAG) titulado “Colombia:
resultados de las elecciones regionales”, a los registros de la Registraduría
Nacional del Estado Civil, a referencias periodísticas y/o de análisis
político, podemos plantear las siguientes cifras globales:
-
Participación del
60% del potencial electoral: 23 millones de votantes
-
Se eligieron 32
gobernadores, 1.102 alcaldes, 418 diputados, 12.072 concejales y 6.513 ediles
de Juntas Administradoras Locales.
-
La elección de
gobernadores por partido es la siguiente:
Partido político
|
N° de Gobernadores
|
Partido
de la U
|
10
|
Partido
Liberal
|
6
|
Partido
Conservador
|
2
|
Centro
Democrático
|
2
|
Cambio
Radical
|
2
|
Pacto
Histórico
|
2
|
Alianza
Verde
|
2
|
Fuerza
Ciudadana
|
1
|
Colombia
Renaciente
|
1
|
Otros en
coalición
|
4
|
Fuente:
Registraduría Nacional del Estado Civil (Elaboración propia)
- La elección por partidos en las 32 capitales de
departamento y Bogotá:
Partido político
|
N° de Alcaldes
|
Partido político
|
N° de Alcaldes
|
Partido político
|
N° de Alcaldes
|
Partido
de la U
|
1
|
Creemos
|
1
|
Alianza Social Indígena
|
1
|
Cambio
Radical
|
2
|
Colombia Renaciente
|
1
|
Alianza
Ciudadana
|
1
|
Partido
Conservador
|
1
|
Nueva Fuerza Democrática
|
1
|
Fuerza
Ciudadana
|
1
|
Nuevo Liberalismo
|
3
|
La Fuerza de la Paz
|
1
|
Alianza Verde
|
2
|
Coalición progresista
|
1
|
Coalición
tradicional
|
12
|
Coalición de Derecha
|
3
|
Fuente:
Registraduría Nacional del Estado Civil (Elaboración propia)
-
En la elección de
asambleas departamentales y concejos municipales, de acuerdo a cifras
provisionales, los partidos tradicionales (liberal, conservador, Centro
Democrático, Cambio Radical y Partido de la U) pierden representación frente a
los “nuevos” partidos políticos. La coalición de
gobierno afirma que han logrado elegir más de 1.000 concejales y se acerca
a 100 diputados en todo el país.
Descripción general de la dinámica
electoral
Una
mirada inicial de las cifras muestra que, en las elecciones para gobernadores y
alcaldes, especialmente en las capitales de departamento y ciudades
intermedias, se conformaron coaliciones que podemos agrupar de la siguiente
forma:
Uno, los
partidos tradicionales que participan en la coalición de gobierno (la U,
liberal) o que se declaran independientes, pero se muestran vacilantes
(conservador) y están divididos. En muchos departamentos y municipios lograron
unificarse para obtener poder local y regional para acumular fuerza electoral y
presionar/negociar con el gobierno. Eligieron 18 gobernadores y 2 alcaldes de
capitales actuando por aparte, y en coalición lograron 3 gobernadores y 12
alcaldías en capitales. Hacen parte de este grupo algunos de los “clanes
familiares” de diversas regiones.
Dos, los
partidos de orientación claramente derechista, que actúan bajo la dirección del
“uribismo” y son partidos de oposición al gobierno. Ellos son el Centro
Democrático, Cambio Radical, Nueva Fuerza Democrática y otros. Se unificaron
con decisión en departamentos como Antioquia, Santander, Tolima, Cesar, Meta y
Caquetá, y en algunas ciudades importantes, tomando como bandera el tema de la
seguridad y la oposición radical a las iniciativas del gobierno progresista.
Lograron en total 6 gobernaciones y 6 alcaldes de capitales de departamento. Para
obtener esos resultados tuvieron que recurrir a candidatos presidenciales
(Fico, Char), lo cual evidencia su debilitamiento creciente.
Tres,
los partidos no tradicionales que se presentan como “centro” entre los que
están Alianza Verde, ASI, y Nuevo Liberalismo, lograron 2 gobernaciones y 6
alcaldes en capitales de departamento. La Alianza Verde está en retroceso, la
división interna la ha golpeado y su desempeño en estas elecciones ha sido bastante
negativo. El Nuevo Liberalismo logra la alcaldía de Bogotá y otras 2 alcaldías
en capitales de departamento, lo cual es un relativo triunfo.
Cuatro,
los partidos de izquierda y progresistas. Son el Pacto Histórico, Fuerza Ciudadana
y Colombia Renaciente; eligieron 3 gobernadores y 5 alcaldes en capitales de
departamento.
De
acuerdo a las cifras que se empiezan a consolidar se puede afirmar que el Pacto
Histórico tuvo un buen desempeño en los departamentos con tradición de lucha
popular (suroccidente y pacífico), especialmente en la elección de diputados
departamentales, concejales y ediles. No obstante, los resultados fueron
negativos en Bogotá y en algunas ciudades o regiones donde se habían logrado
avances importantes (Medellín, Cali, Costa Caribe). Se debe destacar lo
realizado en Nariño y los logros de Fuerza Ciudadana en Magdalena y Santa Marta,
que resaltan por su continuidad y coherencia ideológica y orgánica. También, se
fortalece la representación política de las mujeres y fueron elegidos (as)
numerosos dirigentes de los pueblos afrodescendientes.
Reflexión desde la perspectiva progresista
Quienes hoy se dejan influenciar de los medios de
comunicación frente a los deficientes resultados obtenidos por el Pacto
Histórico en las recientes elecciones locales y regionales me hacen recordar a
personas que por primera vez participaban en alguna protesta de las tantas que
realizamos en el pasado. Quienes lo hacían por primera vez se entusiasmaban demasiado
al ver la fuerza y la organización de tanta gente, y por ello, querían que las
reivindicaciones por las que luchábamos en aquellas épocas se lograran
totalmente y ¡de una vez!
Creían, por un lado, que las cosas eran fáciles, y por el
otro, como no tenían experiencia de lucha, al primer tropiezo o dificultad se desanimaban
y entraban en pánico. En realidad, eran flojos y no estaban dispuestos a luchar
y a cambiar ellos mismos. Así, posaban de radicales y extremistas, pero por
dentro estaban muertos de miedo y eran valientes por un ratico, porque estaban
rodeados de la gente que se había movilizado.
Por eso, en este momento es importante recordar que todos
los gobiernos entrantes han perdido las elecciones regionales y locales, que se
realizan un año después de las presidenciales. Pero también hay que reconocer
que, en esta ocasión, el mismo presidente Petro y el Pacto Histórico cometieron
algunos errores que explican el desempeño relativamente flojo y los resultados
que no son los que se habían previsto. En algunas regiones y ciudades existió
mucha división dentro del Pacto y no hubo la suficiente participación de las
bases para diseñar la estrategia, realizar alianzas y escoger democráticamente
a los mejores candidatos, lo que es básico y esencial para garantizar la
unidad.
En el caso de Bogotá, el presidente cayó en la trampa de
convertir la elección en una especie de plebiscito alrededor de la construcción
del Metro, que lo hizo ver como un gobernante soberbio, que no respeta la
autoridad Distrital (alcaldesa) y que está obsesionado con un tema que parece
haberse convertido en una causa personal. Hizo ver a Gustavo Bolívar como un
subordinado suyo hasta el punto que el candidato intentó deslindarse del primer
gobernante. No lo logró y el resultado fue realmente desastroso al quedar en
tercer lugar y ser derrotado por un neófito de la política.
No obstante, tal situación no es tan importante y tan
trascendental como quiere presentarlo la oligarquía. Petro tiene todo en sus
manos para avanzar, pero debe ayudarse. Esta especie de derrota es algo positivo
porque aterriza a Petro y a su gente, y lo obliga a rectificar para avanzar. El
año entrante el gobierno va a tener un presupuesto importante para hacer obras
y mostrar ejecuciones en favor del pueblo, y, además, se le acaba el período al
Fiscal Barbosa y seguro que vendrán mejores tiempos en el área de la Verdad y
la Justicia.
Lo principal es aguantar, reflexionar, evaluar y rectificar
lo que se ha hecho mal y persistir en lo bueno. ¡Nada de nervios! ¡Adelante
Petro! Sigue adelante, apretando a la oligarquía, pero no se desconecte del
pueblo y no pierda su talante democrático.