jueves, 16 de noviembre de 2023

Revisar y rectificar… ¿Qué y cómo hacerlo?

 

Revisar y rectificar… ¿Qué y cómo hacerlo?

Popayán, 16 de noviembre de 2023

En anterior artículo terminamos diciendo: “Petro tiene todo en sus manos, pero debe ayudarse”. Más adelante hemos afirmado que “Lo principal es aguantar, reflexionar, evaluar y rectificar lo que se ha hecho mal y persistir en lo bueno”. En éste escrito, abordo ese tema.

Aclaro que cuando hablo de “Petro” me refiero no sólo al dirigente popular y actual presidente, sino a todo su entorno, al gobierno incluyendo a ministros y funcionarios que tienen nivel de decisión, y claro, a quienes integran el Pacto Histórico y demás movimientos y organizaciones que hacen parte de ese proceso.

Antes de avanzar sobre este “espinoso tema” presento un listado de los “consejos” que desde diversos sectores le proponen al primer mandatario, algunos de los cuales se meten con su personalidad, hábitos y costumbres, cuando “siendo como es” ha logrado llegar a donde lo ha hecho, en un país conservador, clerical, pacato y temeroso. No es ese mi enfoque.

Estas son algunas de las exhortaciones, insinuaciones y exigencias manifiestas que por diversos medios se escuchan a diario:

-       Ser más conciliador y no casar tanta pelea.

-       No generar tanto ruido (desde su twitter) y no provocar tanta polémica.

-       Ser más cumplido y organizar su agenda.

-       Convocar una Asamblea Nacional Constituyente y, ojalá, declararse “dictador”.

-       No viajar tanto al exterior y dedicarse más a gobernar el país.

-       Renunciar a los cambios estructurales y construir sobre lo construido.

-       Escoger mejor a sus asesores y alejar a los miembros de su familia de labores de gobierno.

-       Nombrar voceros del gobierno y mejorar la estrategia de comunicación.

-       Ser menos “activista” y más estadista, gerente y administrador.

Es evidente que cada consejo o sugerencia tiene su “filo”, trasfondo e interés. Unos, son sinceros y tienen buenas intenciones; otros, son críticas directas y razonables, y unos más, son “banderillazos” y hasta ofensivos. Hay de todo como en botica. Más adelante vuelvo sobre el asunto y presento –con respeto– lo que considero se debe revisar y rectificar.  

La situación actual

Hemos insistido en la categoría de lo que llamo “alianza interclasista”. La alianza de clases (explícita y no explícita) que logró el acuerdo de paz con las Farc y que se mantuvo hasta los primeros 8 o 9 meses del gobierno de Petro.

Fue un pacto entre la oligarquía financiera, la burguesía burocrática y las burguesías emergentes (de origen legal e ilegal) en donde los terratenientes despojadores de tierras (Uribe) sufrieron un relativo golpe con el Acuerdo Final y la creación de la Jurisdicción Especial de Paz.

El pueblo, los trabajadores, pequeños y medianos productores, los campesinos (mestizos, indígenas y afros), los informales y demás sectores, fueron protagonistas de ese proceso, pero estaban divididos, confundidos, sin claridad, e incluso fueron manipulados por los dos bandos.

Hoy, esa “alianza interclasista” está en proceso de rompimiento. La oligarquía financiera (los dueños de los grandes grupos económicos, banqueros, dueños de fiduciarias y compañías de seguros, etc.) que era la clase hegemónica dentro de esa alianza (representada por Santos y cía.), observa con preocupación que su hegemonía está siendo cuestionada y retada.

La lucha que el gobierno abrió alrededor de las “reformas sociales” enfrenta dos visiones opuestas entre “lo público” y “lo privado”. Esa confrontación es expresión de la contradicción principal en donde la oligarquía financiera trata de impedir que la burguesía burocrática y las burguesías emergentes se alíen con los sectores populares que están al frente del gobierno en cabeza de Petro.

Esas burguesías que han vivido de los contratos del Estado y otras canonjías (cargos, altos sueldos, privilegios, etc.), fueron obligadas a subirse al “proceso de cambio” por la irrupción de sectores populares que acumularon fuerza durante varias décadas y que lograron expresarse con cierta contundencia a partir de las movilizaciones de octubre de 2019 y durante 2021, y que –de una u otra forma– colaboraron para el triunfo electoral del Pacto Histórico.

El forcejeo que estamos presenciando tanto en el Congreso como dentro de toda la estructura y andamiaje del Estado (Cortes, Fiscalía, Procuraduría, Registraduría, medios de comunicación, etc.) es expresión de esa lucha. Y no es algo pequeño. Es una pelea –casi a muerte– en donde la oligarquía financiera y los sectores populares se juegan su suerte.

El problema de fondo y la “rectificación”

El problema que hemos detectado desde cuando Petro se lanzó con sus “alfiles mujeres” (ministras de energía, trabajo y salud) a torear ese avispero en el Congreso con las “reformas sociales” que afectan la “caja menor” de la oligarquía financiera, era que no contaba con fuertes mayorías ni dentro del legislativo ni entre el grueso de la población.

Querer sacar adelante esos proyectos con tan precarias fuerzas era fruto de un mal cálculo. Y hacer ese ejercicio llevaría a fortalecer dentro de la “coalición de gobierno” a los representantes de la burguesía burocrática (liberales, conservadores, de la U), hacer vacilar a las burguesías emergentes (que estaban en proceso de separarse de la oligarquía financiera) y debilitar las fuerzas populares.

Decíamos –entonces– que no había que desgastarse en el Congreso y que, una vez aprobada la reforma tributaria y el plan nacional de desarrollo, había que tratar de ganarse a los pequeños y medianos empresarios y productores, y a otros sectores sociales (como el “precariado” técnico, tecnológico y profesional) para fortalecer un nuevo tipo de “alianza interclasista”, en donde la burguesía burocrática fuera neutralizada y controlada.

Sólo así se podría acumular fuerza para enfrentar a la oligarquía financiera y “convencerla” de superar la economía parasitaria y rentística que se ha construido en Colombia desde los años 90s del siglo XX, y de las bondades de impulsar una industrialización de nuevo tipo, del cambio de la matriz energética y de avanzar con justicia y equidad social a todo nivel.

Hoy están dadas las condiciones para que, en todos los departamentos y municipios, y en toda la nación, las fuerzas más avanzadas y claras tanto del Pacto Histórico como de los demás partidos (“verdes”, “liberales”, “independientes”, etc.) y las organizaciones sociales, construyamos alianzas locales y regionales para impulsar proyectos de impacto para concretar la política del Cambio y seguir acumulando fuerza social y política. Y se puede hacer “por dentro” y “por fuera” de las instituciones existentes (asambleas, concejos), construyendo fuerza organizada y consciente.

No estamos proponiendo que se abandone la lucha por las reformas sociales en el Congreso, sino que se coloque el énfasis en ampliar las bases sociales del “proceso de cambio”, democratizando con decisión y a fondo todos los espacios políticos y sociales y, no dándole tanto “fuego” a las burocracias que todo lo contaminan, dañan y descomponen.

Por allí es que avizoramos la “rectificación”. Y no es un consejo, es una propuesta. 

jueves, 2 de noviembre de 2023

Las elecciones locales y regionales en el contexto nacional y global

 

Un agente de policía  junto a anuncios de candidatos locales en Istmina,  Chocó. Fotografía de AFP - Daniel Muñoz

Las elecciones locales y regionales en el contexto nacional y global

Popayán, 2 de noviembre de 2023

Se realizaron las elecciones locales y regionales en Colombia el pasado domingo 29 de octubre de 2023. Los resultados están a la vista. Hay que hacer el esfuerzo de interpretar esas cifras en el contexto de lo que ocurre en este país. Sólo así comprenderemos a fondo el reto que tenemos por delante frente a quienes se oponen al más mínimo cambio en la estructura económica y en las relaciones de poder de esta nación y del mundo.

Intentaremos hacerlo brevemente. Uno, se describe la compleja realidad a la que se enfrenta el primer gobierno de izquierda (progresista). Dos, se observa el entorno internacional. Tres, se muestran las estrategias que impulsa la oligarquía para acorralar al gobierno. Cuatro, se presenta una síntesis de las cifras que interesan. Quinto, se expone un análisis general de la dinámica electoral. Y seis, se plantea una reflexión desde la perspectiva progresista.

La compleja realidad que enfrenta el gobierno de Petro

Es importante recordar que Gustavo Petro fue elegido presidente de la república hace 15 meses con el apoyo de organizaciones sociales, de partidos políticos de izquierda y de algunos partidos tradicionales que, como lo decíamos entonces, se sumaron para ser parte del gobierno, mantener su fuerza burocrática y tratar de impedir –desde adentro– los cambios propuestos por el presidente progresista.

Ese “frente amplio” era la expresión política de una “alianza interclasista” que surgió durante los períodos del gobierno de Santos (2010-2018), dado que la oligarquía financiera, la burguesía burocrática y las burguesías emergentes, habían decidido impulsar el acuerdo de paz con las Farc, por cuanto estaban interesados en superar el conflicto armado pero sin poner en riesgo ninguno de sus intereses estratégicos (cediendo parcial y tímidamente en el tema de la tierra).

Es por ello que se logra –en una primera fase– aprobar una reforma tributaria progresista que grava con impuestos a los “ricos” y saca adelante su Plan Nacional de Desarrollo que plantea los objetivos y metas que se corresponden con las propuestas centrales del Pacto Histórico: Descarbonizar la economía, impulsar una industrialización de nuevo tipo, construir la paz, fortalecer la democracia y avanzar en equidad y justicia social.   

Una vez el gobierno presenta ante el Congreso las “reformas sociales” (salud, pensiones y laboral) y hace amagues para intervenir el régimen de prestación de servicios públicos (energía eléctrica, especialmente), la “alianza interclasista” empieza a romperse y el “frente amplio” que contaba con mayorías legislativas, sufre un fuerte deterioro que se manifiesta tanto en la composición del gabinete ministerial como en el trámite de los proyectos de ley.

A partir de ese momento, cuando la oligarquía financiera se da cuenta que no puede domesticar a Petro, se inicia el proceso sistemático para debilitar, desgastar, acorralar y desesperar al gobierno, usando “todas las formas de lucha”. Se organiza e impulsa el bloqueo institucional, la guerra jurídica y el acoso mediático, liderados por el Fiscal, la Procuradora, las Cortes judiciales, los gremios empresariales y la oposición política.

Ese es el reto que enfrenta el “gobierno del cambio” en Colombia y que se refleja en las recientes elecciones locales y regionales, que más adelante analizamos. El cerco oligárquico es para provocar y desesperar a Petro. Desean fervientemente que abandone su estrategia de avanzar con paciencia en lograr cambios en favor del pueblo. Quieren que cometa errores frente a la institucionalidad existente para fortalecer la idea de que es “un dictador en potencia”.    

El entorno internacional

Hay que anotar que el entorno internacional es muy influyente. Colombia no es una isla aparte y todo lo que ocurre en el mundo repercute de una forma u otra en lo “interno”. La guerra OTAN-Ucrania-Rusia y ahora el conflicto entre Israel y Palestina, han generado todo tipo de tensiones globales, continentales y regionales que influyen en la situación interna. La inflación, los intereses bancarios, la tasa de cambio, todo es impactado de una forma u otra.

El gobierno de Petro ha tenido que enfrentar en el área económica una serie de tendencias globales de largo plazo como: a) El crecimiento de las economías emergentes continúa desvaneciéndose; b) La población mundial se envejece rápidamente; c) La escasez de mano de obra afecta a los principales sectores productivos; d) Las redes de suministro globales cambian su enfoque de la eficiencia y el aprovechamiento de las ventajas comparativas a la resiliencia y la seguridad; e) La productividad se ha estancado en los últimos tiempos.

De igual manera, tiene que adecuar su política económica a la coyuntura que es fruto de esas tendencias y conflictos geopolíticos. Esa situación se concreta en: 1. Por primera vez en las últimas tres décadas, la economía global se ve limitada por la oferta; 2. Se presenta un entorno inflacionario que no ocurría desde 1980; 3. Los bancos centrales aumentan las tasas de interés a un ritmo y nivel que no se veía en los últimos 30 años; 4. El espacio o margen fiscal de los gobiernos se ha reducido drásticamente; 5. La deuda soberana global ahora supera el 100% del PIB global; 6. La globalización neoliberal está en crisis y, por tanto, se fortalecen los nacionalismos y las políticas proteccionistas entre las potencias globales.

Así, el mundo se enfrenta a una economía con costos de capital más altos, valoraciones más bajas de los activos (incluidas acciones, bonos y bienes raíces) y condiciones fiscales más estrictas. Se podrían presentar quiebras bancarias como las que se presentaron recientemente en EE.UU. y Europa, lo cual tiene nerviosos a los inversores de capital.

Con todo este entorno global, la oligarquía financiera “colombiana” (que en verdad es transnacional) utiliza el pánico económico y la presión mediática frente al intento de Petro de quitarles la “caja menor” (recursos de la salud en manos de las EPS, aseguradoras y bancos y el capital de los fondos de pensiones), porque saben que si lo logra, obtendrá el apoyo popular para ir por el control público (estatal) de las empresas de servicios públicos y podrá avanzar hacia las empresas que tienen el monopolio de la generación, trasmisión, distribución y comercialización de la energía eléctrica, de las cuales se apropiaron desde 1990.

Pero, además, ese entorno económico global genera limitaciones al gobierno que impactan fuertemente a la población, especialmente a los sectores populares. El alto costo de los alimentos, el incremento de los precios de la gasolina, el ajuste fiscal que afecta el gasto social, sumado a la crisis que vive la economía del narcotráfico (fuerte caída de los precios de la hoja de coca), hacen parte de los factores que afectan negativamente en la popularidad del presidente. Todo ello fue utilizado por sus contradictores en las recientes elecciones.

Las estrategias de la oligarquía para acorralar y “tumbar” al gobierno

Es evidente que la oligarquía colombiana ha diseñado un plan para “salir” de Petro lo más pronto posible. El bloqueo institucional, la guerra jurídica y el acoso mediático, han servido para lanzar una verdadera campaña de miedo contra el gobierno de Petro, a fin de acorralarlo y buscarle el “quiebre” para desencadenar el golpe “suave” (juicio político y destitución) o el golpe “duro” mediante la desestabilización económica, social y política.

Así, podemos enumerar las diversas acciones para tratar de generar pánico y construir una narrativa alrededor de la personalidad de Petro y de la naturaleza de su gobierno. Lo quieren presentar como un gobierno incapaz, improvisado, antidemocrático, al servicio de narcos y delincuentes, enemigo de los empresarios y, con ocasión de su defensa del pueblo palestino, como un enemigo de los EE.UU. y potencial aliado de Rusia y China.

Entre las principales campañas de miedo tenemos:

-       Auguraron la “guerra total” para sabotear la Paz Total que poco a poco avanza, contra viento y marea.

-       Anunciaron el apagón energético y/o crisis financiera de las empresas comercializadoras de energía eléctrica: no ocurrió ni ocurrirá.

-       Pronosticaron la crisis del sector salud y el cierre de la prestación de los servicios: no ha pasado nada, aunque lo que se ha hecho evidente es el mal manejo de Colsanitas, un emblema de las EPS que manejan el negocio privado de la salud.

-       Lanzaron todo tipo de alertas tempranas sobre las elecciones del pasado domingo 29: Sólo en 2 municipios se suspendieron las elecciones por problemas de orden público.

-       Predijeron el caos diplomático a nivel internacional por la posición de Petro frente a Palestina-Israel: No ha pasado nada.

-       Trataron de crear pánico económico con la reforma tributaria, con la inflación y con la disparada del Dólar: No lo lograron.

-       Presagiaron paros, bloqueos y protestas sociales contra el gobierno:  Ha habido muchas, se han manejado con diálogo y paciencia, y no se ha generado un solo muerto por esa causa.

-       Crearon la matriz de que el trámite de los pasaportes en la Cancillería se iba a acabar, la gente salió a hacer grandes colas: Al final, era falsa alarma.

-       Hoy, tratan de crear otra crisis alrededor de una supuesta escasez de medicamentos, cuando la responsabilidad es de las EPS (y del mercado privado de la salud).  

Al frente de esa campaña de miedo para generar incertidumbre han estado los expresidentes y exministros de vieja data, el Fiscal y la Procuradora, el Defensor del Pueblo y el Registrador, algunos gobernadores (Meta, Tolima, Antioquia, Santander, etc.) y algunos Alcaldes (Bogotá, etc.), y los medios de comunicación. Tenían la intención de hacer creer que las elecciones locales y regionales serían un plebiscito contra el gobierno de Petro, y en parte, lo han logrado.

No obstante, la correlación de fuerzas políticas muestra que las derechas extremas (y golpistas) están debilitadas. Sus planes de desestabilización requieren un mayor desgaste del gobierno y de las fuerzas del cambio. Esa derecha extrema también necesita ganar a sectores de derecha o de “centro” que se deslindaron del “uribismo” con ocasión de los escándalos de corrupción (Odebrecht y otros) y por lo que ha salido a flote en relación a los crímenes cometidos por el Estado y los paramilitares durante el gobierno de Uribe (Ver: Informes de la JEP).   

Algunas cifras de los resultados electorales que nos interesan

En las elecciones municipales y departamentales se enfrentan desde hace décadas tres (3) grandes actores que aspiran a poner los recursos del Estado local y regional a su servicio: las mafias armadas de todo color (exparamilitares, exguerrilleros y delincuencia común, y sus instrumentalizadores); la burguesía burocrática y las burguesías emergentes, y las fuerzas cívicas de la sociedad de diversa tendencia política. Esos actores se expresan a través de partidos políticos.

La oligarquía financiera que está interesada en mantener su control sobre los servicios públicos en las principales ciudades de todo el país (capitales de departamentos y ciudades intermedias) que fueron privatizados desde 1994, no participa en forma directa con candidatos, pero financia a los partidos políticos y los controla para que desde los cargos públicos les garanticen continuidad en ese monopolio y condiciones legales para invertir en infraestructura y planes de vivienda.

En esos comicios se hace una inversión en dinero para lograr elegir candidatos y de allí que ganar o perder se convierte en algo casi que de vida o muerte. Y en un país como Colombia, en donde hemos vivido un conflicto armado tan largo y en donde existe una cultura de la violencia y la corrupción, al igual que ocurre en el fútbol, el riesgo de confrontación fanática y violenta es muy alto. Mucho más cuando existe una fuerte desconfianza en las instituciones electorales.

En la actualidad existen 35 partidos políticos con personería jurídica. A partir de 2013 cuando el Consejo de Estado le devolvió la legalidad a la Unión Patriótica, el CNE le ha otorgado personería jurídica y revivido antiguos partidos como el Nuevo Liberalismo, Salvación Nacional, Oxígeno Verde. Después de la firma del acuerdo de paz con las Farc en 2016 han sido legalizados 16 “nuevos” partidos que surgieron de la descomposición de los partidos tradicionales (liberal y conservador) o por la división del Polo Democrático Alternativo.      

En las elecciones presidenciales de 2022, esos partidos se organizaron en 4 coaliciones (Pacto Histórico, Equipo por Colombia, Centro Esperanza y Nos Une Colombia) que más o menos tenían coherencia ideológica. En las elecciones locales y regionales de 2023 se han organizado todo tipo de coaliciones para elegir alcaldes y gobernadores, algunas de ellas oficializadas públicamente y otras, que se conforman por personas que actúan por cuenta propia, o sea, por fuera de sus partidos.

De acuerdo al informe realizado por el Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (CELAG) titulado “Colombia: resultados de las elecciones regionales”, a los registros de la Registraduría Nacional del Estado Civil, a referencias periodísticas y/o de análisis político, podemos plantear las siguientes cifras globales:

-  Participación del 60% del potencial electoral: 23 millones de votantes

-  Se eligieron 32 gobernadores, 1.102 alcaldes, 418 diputados, 12.072 concejales y 6.513 ediles de Juntas Administradoras Locales.

-  La elección de gobernadores por partido es la siguiente:

Partido político

N° de Gobernadores

Partido de la U

10

Partido Liberal

6

Partido Conservador

2

Centro Democrático

2

Cambio Radical

2

Pacto Histórico

2

Alianza Verde

2

Fuerza Ciudadana

1

Colombia Renaciente

1

Otros en coalición

4

Fuente: Registraduría Nacional del Estado Civil (Elaboración propia)

-   La elección por partidos en las 32 capitales de departamento y Bogotá:

Partido político

N° de Alcaldes

Partido político

N° de Alcaldes

Partido político

N° de Alcaldes

Partido de la U

1

Creemos

1

Alianza Social Indígena

1

Cambio Radical

2

Colombia Renaciente

1

Alianza Ciudadana

1

Partido Conservador

1

Nueva Fuerza Democrática

1

Fuerza Ciudadana

1

Nuevo Liberalismo

3

La Fuerza de la Paz

1

Alianza Verde

2

Coalición progresista

1

Coalición tradicional

12

Coalición de Derecha

3

Fuente: Registraduría Nacional del Estado Civil (Elaboración propia)

-  En la elección de asambleas departamentales y concejos municipales, de acuerdo a cifras provisionales, los partidos tradicionales (liberal, conservador, Centro Democrático, Cambio Radical y Partido de la U) pierden representación frente a los “nuevos” partidos políticos. La coalición de gobierno afirma que han logrado elegir más de 1.000 concejales y se acerca a 100 diputados en todo el país.  

Descripción general de la dinámica electoral

Una mirada inicial de las cifras muestra que, en las elecciones para gobernadores y alcaldes, especialmente en las capitales de departamento y ciudades intermedias, se conformaron coaliciones que podemos agrupar de la siguiente forma:

Uno, los partidos tradicionales que participan en la coalición de gobierno (la U, liberal) o que se declaran independientes, pero se muestran vacilantes (conservador) y están divididos. En muchos departamentos y municipios lograron unificarse para obtener poder local y regional para acumular fuerza electoral y presionar/negociar con el gobierno. Eligieron 18 gobernadores y 2 alcaldes de capitales actuando por aparte, y en coalición lograron 3 gobernadores y 12 alcaldías en capitales. Hacen parte de este grupo algunos de los “clanes familiares” de diversas regiones.

Dos, los partidos de orientación claramente derechista, que actúan bajo la dirección del “uribismo” y son partidos de oposición al gobierno. Ellos son el Centro Democrático, Cambio Radical, Nueva Fuerza Democrática y otros. Se unificaron con decisión en departamentos como Antioquia, Santander, Tolima, Cesar, Meta y Caquetá, y en algunas ciudades importantes, tomando como bandera el tema de la seguridad y la oposición radical a las iniciativas del gobierno progresista. Lograron en total 6 gobernaciones y 6 alcaldes de capitales de departamento. Para obtener esos resultados tuvieron que recurrir a candidatos presidenciales (Fico, Char), lo cual evidencia su debilitamiento creciente.

Tres, los partidos no tradicionales que se presentan como “centro” entre los que están Alianza Verde, ASI, y Nuevo Liberalismo, lograron 2 gobernaciones y 6 alcaldes en capitales de departamento. La Alianza Verde está en retroceso, la división interna la ha golpeado y su desempeño en estas elecciones ha sido bastante negativo. El Nuevo Liberalismo logra la alcaldía de Bogotá y otras 2 alcaldías en capitales de departamento, lo cual es un relativo triunfo.

Cuatro, los partidos de izquierda y progresistas. Son el Pacto Histórico, Fuerza Ciudadana y Colombia Renaciente; eligieron 3 gobernadores y 5 alcaldes en capitales de departamento.

De acuerdo a las cifras que se empiezan a consolidar se puede afirmar que el Pacto Histórico tuvo un buen desempeño en los departamentos con tradición de lucha popular (suroccidente y pacífico), especialmente en la elección de diputados departamentales, concejales y ediles. No obstante, los resultados fueron negativos en Bogotá y en algunas ciudades o regiones donde se habían logrado avances importantes (Medellín, Cali, Costa Caribe). Se debe destacar lo realizado en Nariño y los logros de Fuerza Ciudadana en Magdalena y Santa Marta, que resaltan por su continuidad y coherencia ideológica y orgánica. También, se fortalece la representación política de las mujeres y fueron elegidos (as) numerosos dirigentes de los pueblos afrodescendientes.    

Reflexión desde la perspectiva progresista

Quienes hoy se dejan influenciar de los medios de comunicación frente a los deficientes resultados obtenidos por el Pacto Histórico en las recientes elecciones locales y regionales me hacen recordar a personas que por primera vez participaban en alguna protesta de las tantas que realizamos en el pasado. Quienes lo hacían por primera vez se entusiasmaban demasiado al ver la fuerza y la organización de tanta gente, y por ello, querían que las reivindicaciones por las que luchábamos en aquellas épocas se lograran totalmente y ¡de una vez!

Creían, por un lado, que las cosas eran fáciles, y por el otro, como no tenían experiencia de lucha, al primer tropiezo o dificultad se desanimaban y entraban en pánico. En realidad, eran flojos y no estaban dispuestos a luchar y a cambiar ellos mismos. Así, posaban de radicales y extremistas, pero por dentro estaban muertos de miedo y eran valientes por un ratico, porque estaban rodeados de la gente que se había movilizado.

Por eso, en este momento es importante recordar que todos los gobiernos entrantes han perdido las elecciones regionales y locales, que se realizan un año después de las presidenciales. Pero también hay que reconocer que, en esta ocasión, el mismo presidente Petro y el Pacto Histórico cometieron algunos errores que explican el desempeño relativamente flojo y los resultados que no son los que se habían previsto. En algunas regiones y ciudades existió mucha división dentro del Pacto y no hubo la suficiente participación de las bases para diseñar la estrategia, realizar alianzas y escoger democráticamente a los mejores candidatos, lo que es básico y esencial para garantizar la unidad.  

En el caso de Bogotá, el presidente cayó en la trampa de convertir la elección en una especie de plebiscito alrededor de la construcción del Metro, que lo hizo ver como un gobernante soberbio, que no respeta la autoridad Distrital (alcaldesa) y que está obsesionado con un tema que parece haberse convertido en una causa personal. Hizo ver a Gustavo Bolívar como un subordinado suyo hasta el punto que el candidato intentó deslindarse del primer gobernante. No lo logró y el resultado fue realmente desastroso al quedar en tercer lugar y ser derrotado por un neófito de la política.

No obstante, tal situación no es tan importante y tan trascendental como quiere presentarlo la oligarquía. Petro tiene todo en sus manos para avanzar, pero debe ayudarse. Esta especie de derrota es algo positivo porque aterriza a Petro y a su gente, y lo obliga a rectificar para avanzar. El año entrante el gobierno va a tener un presupuesto importante para hacer obras y mostrar ejecuciones en favor del pueblo, y, además, se le acaba el período al Fiscal Barbosa y seguro que vendrán mejores tiempos en el área de la Verdad y la Justicia.

Lo principal es aguantar, reflexionar, evaluar y rectificar lo que se ha hecho mal y persistir en lo bueno. ¡Nada de nervios! ¡Adelante Petro! Sigue adelante, apretando a la oligarquía, pero no se desconecte del pueblo y no pierda su talante democrático.


jueves, 19 de octubre de 2023

Petro se enfrenta con la tradición pro-imperial

 

En verde, países que reconocen a Palestina como un país y Estado soberano

Petro se enfrenta con la tradición pro-imperial

Popayán, 19 de octubre de 2023

“Hay quienes aspiran hacer progresar este país sin alterar su oscura esencia feudal y despótica. No quieren romper ni un huevo”.

Frente al grave e histórico conflicto entre Israel y Palestina, el presidente Gustavo Petro como jefe de Estado ha asumido una posición autónoma y de principios, distanciándose totalmente de las actitudes tradicionales de los anteriores gobiernos colombianos que se limitaban generalmente –en política exterior– a obedecer las imposiciones del gobierno de los EE.UU.

En ese tema, Petro no pierde de vista que desde 1948, tanto el Reino Unido como los EE.UU. y la mayoría de gobiernos europeos no reconocen a Palestina como un Estado soberano y han apoyado y alentado a lo largo de siete (7) décadas una colonización armada y criminal que ha tenido como objetivo el exterminio del pueblo palestino y/o la expulsión de su territorio ancestral.

Es decir, Petro no se deja llevar a la lectura de que es un enfrentamiento entre el “sionismo nacionalista judío” y el “nacionalismo yihadista islámico” porque sabe que dicho conflicto fue causado por la política imperial de los EE.UU. y sus aliados que, para ocultar su connivencia y complicidad con el “holocausto judío” ejecutado por Hitler, terminaron apoyando a la oligarquía sionista global, desconociendo la opinión y los intereses de hebreos, judíos y palestinos que querían vivir en paz en esa región del cercano oriente.

La posición asumida con valentía y coherencia por Petro, además de enfrentar la tradición colombiana de ser “peón del imperio” y “el Caín de América”, también desmiente a algunos sectores extremos de las izquierdas que cuestionan al gobierno por no romper –de plano– con los EE.UU.  cuando es el principal socio comercial de Colombia y, como potencia que es (gústenos o no) tiene la capacidad de bloquear política y económicamente a cualquier país del mundo.

En ese sentido, para entender el comportamiento político de Gustavo Petro, que algunos califican de ser muy pragmático, algo oportunista, o de “dar bandazos”, es interesante realizar un ejercicio comparativo con respecto a los líderes y gobiernos de izquierda y/o progresistas de América Latina, que desde la elección de Hugo Chávez (1999) han influido en la vida de nuestros países, en medio de la diversidad propia de la región y de sus proyectos políticos.

Se trata de leer la historia de los pueblos y las luchas sociales, ubicando a los personajes que lideran y representan de alguna manera esos procesos –con defectos y virtudes– pero sin convertirlos en el “centro” de esa historia, y sin caer en la falsa idea de que “si fueran un poco diferentes”, ello pudiera representar un “cambio total” en el destino de nuestros pueblos y sociedades. Ellos y ellas son lo que son porque son resultado de unos procesos históricos acumulados, y aunque se avance hacia adelante, surgirán nuevas contradicciones y conflictos que harán parte de las luchas presentes y futuras.

Antecedentes históricos generales de América Latina

A fin de realizar este ejercicio de una forma sintética pero lo más rigurosa posible, es importante precisar que la caracterización de los proyectos políticos de izquierda y/o progresistas de América Latina se corresponden estrechamente con la historia de cada país (que, a su vez, es influida por situaciones globales y regionales), la evolución de las luchas y movimientos sociales y las influencias políticas y teóricas que han predominado al interior de sus pueblos y naciones.

En aquellos países en donde las luchas por la independencia estuvieron encabezadas por sectores de la naciente burguesía comercial y en donde los pueblos mestizos, afros e indígenas lograron influir para que la lucha contra los imperios coloniales (España y Portugal) tuviera un componente de emancipación y lucha por la igualdad, se sentaron las semillas de las revoluciones democráticas que tuvieron continuidad en el siglo XIX y principios del XX.

También se debe tener en cuenta la clase de migración europea o proveniente de otras regiones que se dio posteriormente, dado que su procedencia marcaba en forma protuberante la orientación política tanto de las burguesías criollas como su relación con las castas gran-terratenientes, que en su gran mayoría eran colonialistas, esclavistas y racistas. En donde los grandes latifundistas se impusieron, como Colombia, se hizo la independencia formal, pero se frustró la lucha por la emancipación social de indios, negros y mestizos oprimidos por las oligarquías criollas.

Entonces, en aquellos países en donde las guerras de independencia incubaron con fuerza la causa de las luchas populares que iban a ser lideradas por fuerzas “liberales”, que a su vez se iban a dividir entre “moderadas” y “radicales”, se fueron incubando y acumulando las fuerzas y movimientos sociales que han alimentado las experiencias revolucionarias de los diversos países de América Latina y el Caribe durante los siglos XX y los que va del XXI.

En donde los “liberales radicales” lograron cierto grado de compenetración con los pueblos indígenas, negros y mestizos, como Cuba, Nicaragua, Venezuela, Ecuador, Bolivia y el Sur de México, se logró avanzar en tareas democráticas como la reforma agraria y cambios en la institucionalidad política. Ese fue el acumulado del que surgieron en el pasado los Martí, Sandino, Farabundo, Zamora, Alfaro, Paz Estenssoro y Zapata, y en el pasado más cercano Fidel, los “sandinistas”, Chávez, Correa, Evo y los “zapatistas”.

En donde los “liberales moderados” se impusieron recurriendo a guerras internas y externas o mediante diversas componendas antidemocráticas con sectores sociales cercanos o herederos de las alianzas entre españoles y élites de los “imperios originarios” que fueron derrotados en la “conquista” (aymará-quechuas, aztecas, purépechas, muiscas) pero sin lograr que los “liberales radicales” fueran derrotados totalmente, se realizaron algunos cambios parciales sin afectar el poder colonial y latifundista, con algunas excepciones como en Perú. Son los países como Argentina, Uruguay, en parte Perú, Brasil, Chile y Costa Rica.

En cambio, en aquellos países en donde, por lo general, a sangre y fuego, los grandes terratenientes derrotaron a los “liberales radicales”, asesinando sus dirigentes u obligándolos a exiliarse, como ocurrió en Colombia, Paraguay, y en casi todos los países de Centroamérica, las transformaciones democráticas quedaron aplazadas, y solo se realizaron cambios cosméticos de carácter “liberal-conservador”, algunos intentos parciales de reforma agraria, y por ello, en esos países fue donde surgieron y se mantuvieron con mayor fuerza las “guerrillas comunistas” entre sectores campesinos e indígenas que fueron contrarrestadas con el apoyo de los EE.UU.  

Carácter de los gobiernos de izquierda y/o progresistas de América Latina desde 1999

Ese recuento histórico realizado a mano alzada y con visión panorámica, nos puede orientar para caracterizar los diversos gobiernos de izquierda y/o progresistas que surgieron en América Latina a partir de 1999 cuando es elegido en Venezuela el coronel Hugo Chávez, y que fue continuado en Argentina con Néstor Kirchner, en Brasil con Lula, en Paraguay con Lugo (derrocado), en Ecuador con Correa, en Honduras con Zelaya (derrocado) y en Bolivia con Evo Morales, en lo que se ha denominado la “primera ola progresista”.

En los tres (3) países en donde más habían avanzado las “revoluciones liberales” o donde las insurrecciones populares mostraron mayor fuerza, se intentó emular y seguir la línea de la revolución cubana, democrática y anti-imperialista en “camino al socialismo”. Se aprobaron nuevas Constituciones Políticas y surgieron enfrentamientos directos con el gobierno de los EE.UU., hasta el punto de romper relaciones diplomáticas, y en el caso de Venezuela, sufrir a partir de 2015 el bloqueo comercial, económico y financiero similar al que los “gringos” aplicaron a Cuba desde los años 60s del siglo XX.

En los otros países, en donde la fuerza de los gobiernos no contaba con una fuerte tradición antimperialista y sentido democrático-social entre amplios sectores populares, como Argentina, Brasil y Uruguay, se intenta avanzar en la lucha contra la globalización neoliberal pero la fuerza de los gobiernos era más electoral que social, y por ello, los sectores conservadores y el gran capital transnacional, logran sabotear y reversar cualquier medida a favor de los pueblos y de los trabajadores, o como sucedió en Paraguay y Honduras, derrocan a los presidentes democráticamente elegidos (Lugo y Zelaya).

Por otro lado, a partir de 2018, con la elección de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) se inicia un proceso de asunción electoral de “nuevos” gobiernos de izquierda o progresistas, en lo que se ha llamado la “segunda ola”. En Chile con Boric, Perú con Pedro Castillo (derrocado), en Colombia con Petro, en Honduras con Xiomara Castro, en Argentina con Alberto Fernández, en Brasil nuevamente con Lula, y recientemente en Guatemala, con Bernardo Arévalo. En general, son presidentes con base popular, pero acceden al gobierno sin contar con mayorías legislativas.

Paralelamente se debe destacar en este recuento que en el caso del Ecuador las fuerzas de izquierda (“correísmo”) pierden el gobierno, por un lado, porque el presidente Correa escoge a un sucesor que lo traiciona (Lenin Moreno), pero también, porque durante su ejercicio de gobierno se enfrenta con las bases indígenas ecuatorianas que se oponían a sus políticas extractivistas.

Y también, es necesario reseñar la división que está en curso y desarrollo al interior del Movimiento al Socialismo (MAS) en Bolivia, en donde la dupla Luis Arce y David Choquehuanca están enfrentados con Evo Morales, más que por políticas concretas o por concepciones políticas (que existen, pero no han sido manifestadas con total claridad y transparencia) por el liderazgo de ese proyecto político de cara a las elecciones de 2025.

De acuerdo a lo anterior, podemos afirmar que el conjunto de los gobiernos de izquierda y progresistas han intentado superar las políticas neoliberales, pero a pesar de sus esfuerzos en cada país, el gran capital de una u otra manera sigue imponiendo sus dinámicas capitalistas, extractivistas y neoliberales, sin que la Integración económica y política entre Estados y pueblos latinoamericanos haya logrado impulsarse con fuerza y continuidad.  

El gobierno de Petro: un proyecto “en búsqueda” y construcción

En forma muy resumida planteamos algunas ideas que pueden caracterizar la experiencia de Petro en Colombia, que lo diferencian de las anteriores experiencias de izquierda y progresistas de América Latina, que están algo desarrolladas en esta entrevista, pero que debe ser más teorizada y profundizada hacia el futuro inmediato.

-       Petro accede al gobierno luego de canalizar política y parcialmente el llamado “estallido social” pero su fuerza principal está representada por una población urbana y rural de tradición “liberal popular”. Las organizaciones sociales en Colombia son relativamente débiles y las fuerzas de izquierda son minoritarias.

El triunfo electoral del Pacto Histórico, por tanto, es un logro del conjunto de los trabajadores y sectores populares (campesinos, indígenas, afros, precariado, etc.) y sectores democráticos de nuestro país, que luchan desde siempre por cambios estructurales en nuestra sociedad, empezando por conquistar una paz plena y una democracia que garantice la participación popular y, hacia el futuro, superar –en alianza con los demás pueblos de América Latina– un modelo económico que destruye la vida humana y la naturaleza”.

-       En términos de estrategia y programa político, Petro no se define como socialista, pero tampoco es un liberal progresista. Se ha planteado impulsar un proceso de transformación de la sociedad colombiana y del mundo, por vías pacíficas y democráticas, pero sin renunciar a cambios estructurales en el terreno de la economía, la cultura y de las instituciones políticas. No idealiza la democracia representativa porque sabe que para construir equidad y justicia social se requiere construir “otras formas de democracia” (directa, deliberativa, “ilustrada”, plebiscitaria, etc.) que complementen y transformen la democracia formal existente.

En términos de propuesta política la principal diferencia de Petro con los programas de los gobiernos de izquierda y/o progresista es su insistencia en impulsar con fuerza y determinación una política de defensa del medio ambiente, romper con el modelo económico dependiente de los combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas) y propiciar condiciones para desarrollar un proceso de industrialización de nuevo tipo”.

-       Petro está formulando y construyendo una visión y práctica diferente a las de los proyectos políticos de izquierda y progresistas de la “primera ola”. No se propone lograr los “cambios por decreto” como lo intentaron los gobiernos del “socialismo del siglo XXI” pero tampoco está dispuesto a “acomodarse” al modelo neoliberal (que, entre otras, está en crisis) como pasó con las fuerzas progresistas de Uruguay y Argentina (y pasa con Boric en Chile) y, desde el gobierno intenta ampliar y fortalecer su base social para desencadenar un proceso verdaderamente transformador que empuje “por arriba” y “desde abajo”.

Hay otros aspectos importantes por desarrollar sobre la experiencia de Petro en estos 15 meses de gobierno que ya fueron mencionados en anterior artículo, pero ello requiere de un escrito más largo y detallado. Intentaremos avanzar sobre dichos aspectos. Lo que es cierto es que como lo está demostrando no le tiene miedo a enfrentar y a construir “nuevos paradigmas”.