PROSUMIDORES Y RECICLADORES NACIDOS EN LA PANDEMIA
Popayán, 22 de junio
de 2020
En los barrios del norte de
Popayán, Colombia, especialmente en barrios periféricos, ha surgido una
iniciativa de organización comunitaria para enfrentar tanto la emergencia
sanitaria y humanitaria como la crisis económica que evidenció y potenció la
pandemia Covid-19.
La población de esos barrios populares
está constituida en su gran mayoría por personas provenientes de áreas rurales
de municipios caucanos o departamentos vecinos. Unos pocos individuos son de la
ciudad o veredas cercanas. La gran mayoría son integrantes de familias
desplazadas por la violencia o por la pobreza extrema.
Antes de la pandemia y del
confinamiento obligatorio obtenían sus ingresos de la economía informal. Son
vendedores ambulantes, moto-taxistas, trabajadoras domésticas, obreros de la construcción
y otras actividades similares. Su nivel de vida es precario y su futuro
incierto.
Después de organizarse alrededor
de los “huertos comunitarios de emergencia” que sirvieron para llamar la
atención y obtener algunas ayudas solidarias, las familias integrantes de ese
esfuerzo colectivo aspiran a convertirse en productores de su propia comida y
en recicladores de residuos orgánicos. Es una apuesta por rehacer sus vidas y enfrentar
un mundo en crisis que les ofrece y amenaza con la esclavitud moderna y/o la
indigencia camuflada.
Han ideado un proyecto que
consiste en producir simultáneamente peces (tilapia roja) y hortalizas mediante
la técnica de aguaponía familiar y urbana, y se están organizando para transformar
los residuos orgánicos que genera la población en abonos para sus huertas
caseras. Ya están montado dos (2) pilotos del proyecto para generar un efecto
demostrativo y conformar una primera asociación con las primeras 90 familias.
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Preparando otro Huerto Urbano Comunitario en Lame |
Lo llamativo del proceso es que
el liderazgo lo ha asumido un grupo de mujeres relativamente jóvenes. Ellas
quieren dejar de ser trabajadores dependientes y sueñan con convertirse en
“prosumidores” (Rifkin),
productores y consumidores a la vez. Su meta es construir una economía
relativamente autónoma, que cuente con sus propias fuentes de energía y se
apropie de la cadena productiva para eludir los intermediarios que son los que
finalmente se apropian del fruto de su trabajo.
Poco a poco, en la medida en que
el proceso se ensancha y fortalece van apareciendo conflictos de mayor
dimensión. La lucha contra los monopolios privados que se apoderaron desde los
años 90s del siglo pasado (XX) de los servicios públicos se les apareció de
frente. Las tarifas y costos de la energía eléctrica, agua potable, gas
domiciliario y aseo se han incrementado en medio de la pandemia y el
confinamiento, la inconformidad general crece y los grupos “en movimiento” se convierten
en referentes de coordinación y lucha.
También deben enfrentar las
condiciones de ilegalidad de la propiedad de los predios en donde se instalaron
estos barrios, surgidos de la acción de urbanizadores piratas que utilizan a
funcionarios corruptos para estafar a gente humilde que “invierte” sus escasos
ahorros en comprar un “lote” que es entregado con un falso título de propiedad.
De esa manera, la vida obliga a
esas comunidades a enfrentar otros problemas acumulados. La alianza que se
formó en Popayán desde hace 25 años entre los transportadores y terratenientes
sigue “ordenando” la ciudad en favor a sus intereses. Grandes proyectos inmobiliarios
en extensos “lotes de engorde” ubicados estratégicamente están en el eje de sus
planes. Por ello se niegan a “formalizar” los asentamientos de familias
humildes porque son un estorbo para sus negocios. Aspiran a desalojarlos con
cualquier excusa. Rechazan la reforma urbana del suelo y se niegan a
democratizar la propiedad de la tierra que es el paso necesario para poder
realizar programas de vivienda para arrendatarios y gentes de bajos ingresos.
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Huerto en el barrio Canal La Florida |
En medio de la pandemia han surgido iniciativas para desmontar los símbolos del poder de la antigua aristocracia payanesa y caucana (pinturas y estatuas de conquistadores españoles y próceres criollos de la independencia) siguiendo el ejemplo de otros pueblos del mundo que están tumbando los íconos que representan el esclavismo, el racismo y la discriminación social. Los movimientos sociales locales empiezan a visualizar esas acciones simbólicas y la tarea está a la orden del día.
Este proceso de organización de
los barrios del norte de Popayán muestra los desafíos que los sectores
populares tienen en medio de la crisis sistémica que vive el mundo del capital,
que se manifiesta no solo en los centros metropolitanos sino en la periferia
colonial y dependiente.
El reto es grande. Ya algunas
mujeres representaron al movimiento de la “agricultura urbana” en una marcha de
protesta que se organizó el pasado 18 de junio en Popayán. Es la primera vez
que participan en una actividad de ese tipo y con disposición natural y
rebeldía a flor de piel se pusieron al lado de estudiantes, sindicalistas y
otros sectores sociales.
Orgullosas y valientes portaban una hermosa y vistosa pancarta
que decía: “No queremos más limosnas… ¡Queremos trabajar!”.
La idea que está naciendo es
desarrollar un fuerte “movimiento social”, con auto-gobierno, auto-gestión
económica y nuevo sentido cultural y político. ¡Recién empezamos!
Nota: Solicitamos formalmente a las organizaciones sociales y
personas solidarias cualquier tipo de apoyo que nos puedan hacer. Los gobiernos
local y departamental no están colaborando en nada. Esta semana tuvimos que
suspender una Olla Comunitaria por falta de dinero. La información sobre esta
experiencia comunitaria se puede obtener en: https://www.facebook.com/Agricultura-Urbana-Barrios-Norte-de-Popay%C3%A1n-La-Paz-y-otros-111398423888137/?modal=admin_todo_tour
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