
Confidencias de un candidato alternativo (II)
Y… ¿TÚ QUIEN ERES? ¿QUÉ HAS HECHO?
Popayán, 31 de marzo de 2011
Son preguntas clásicas en campaña electoral. Invitan a reflexionar. Comparto una mirada.
¿Quién eres?
Lo que se me ha ocurrido responder es que “soy un hombre de pueblo”. Ante la sorpresa del posible elector – acostumbrado a que el candidato se muestre como alguien excepcional y extraordinario –, paso a decirle que los “hombres del pueblo” también podemos aspirar a gobernar. Le recuerdo que “Todo ciudadano tiene derecho a elegir y ser elegido” y a partir de allí intento realizar una tarea pedagógica. Claro, no es fácil.
Pero el interrogante debe motivarnos a ir más allá. La mayoría de las personas nos hemos acostumbrado a identificarnos con nuestro nombre, origen o sitio de nacimiento, estudios realizados, títulos conseguidos, artes u oficios en los que hemos sido relativamente exitosos y nos sentimos orgullosos de haberlos conseguido. Es nuestra carta de presentación y así se elaboran las “hojas de vida”. Es la tradición aunque no se responda la pregunta.
Desde muy joven la vida me llevó a comprometerme con las luchas sociales. Pero nunca he sentido que he sacrificado mi vida o que hubiera querido “ser otro”. Para sobrevivir me he desempeñado como obrero de la construcción, tallador de piedras preciosas, vendedor ambulante, maestro de escuela, empleado bancario, electricista de montaje, trabajador de la salud, y muchas otras tareas. Cuando me han exigido un título que me identifique para la publicación de mis artículos he usado el de “luchador o activista social”.
En general en cada uno de esos oficios logré aprender cosas importantes y conocer a gente muy interesante. En cada momento fui lo que hacía y a la vez sabía que mañana haría otras cosas. Le agradezco inmensamente a quienes me ayudaron a aprender esas artes. Después de haber visualizado lo inmenso que es el campo de la actividad humana he llegado a la conclusión de que el mejor título es el de “aprendiz”.
Me considero un buen aprendiz. Quiero aprender a ser un consistente candidato alternativo. Si lo consigo me daré por satisfecho. Y si nos toca aprender a ser buenos gobernantes estoy seguro que con la ayuda de mucha gente haremos un ejercicio colectivo que nos permitirá avanzar como pueblo y como movimiento social y político – alternativo y revolucionario –.
¿Qué has hecho?
Con respecto al ¿Qué has hecho?, la respuesta no es fácil. ¿Cuántas cosas habremos hecho en nuestra vida? Claro, la gente quiere saber qué cosas hemos realizado que hayan sido exitosas o que hayan beneficiado a la sociedad de forma sobresaliente.
Uso dos casos para responder. En estos días fui a buscar una información en la Biblioteca Departamental del Valle en Cali. Fui a buscar libros de un célebre escritor caleño. No los encontré. En cambio, había gran cantidad de libros escritos por los Borreros, Lloredas, Caicedos, y demás oligarcas de ese departamento. Al salir revisé la historia de la biblioteca y, lógico, ellos figuraban como los financiadores y constructores de ese centro cultural. Dicen que “La historia la cuentan los vencedores” y, en nuestro caso… los “poderosos”.
El otro ejemplo es: ¿Quién conoce en el Cauca la vida y obra de Avelino Rosas[1]? Fue un general liberal de la “Guerra de los Mil Días”, amigo y compañero de José Martí (dirigente y mártir cubano) y de Eloy Alfaro (revolucionario ecuatoriano). Por iniciativa ciudadana se le dio su nombre al municipio de Rosas. Los historiadores oficiales lo han borrado de la memoria colectiva como lo hacen con La Gaitana, Juan Tama, Liborio Mejía, Cinecio Mina, Manuel Quintín Lame, Jorge Eliécer Gaitán y tantos y tantas dirigentes del pueblo.
Pero volvamos a nuestra pregunta… ¿Qué he hecho para merecerme el apoyo de mis amigos, compañeros, vecinos y conciudadanos? La verdad no creo haber realizado nada notable. Entonces… ¿Por qué me atrevo a presentar mi nombre como candidato a la Gobernación? Es una pregunta que deberíamos hacernos todos los candidatos.
Primero, porque quiero retar al establecimiento y enfrentar el “espíritu cortesano” que predomina en la región. Segundo, porque creo tener una cualidad que por ahora sólo encuentro – entre los candidatos que se mencionan como “aspirantes” a gobernar el Cauca – en Jesús E. Piñacué. Espero no se le haya marchitado en los “antros” del Congreso. Es la capacidad de motivar a la organización y a la acción colectiva. Es indispensable para el momento que vive el Cauca, y desde ese cargo es posible desarrollarla con gran eficacia.
También creo tener espíritu de unidad. Aprendí del cura Camilo Torres que había que “unir todo lo susceptible de ser unido”. Desgraciadamente en el Cauca y en Colombia nos hemos dejado dividir por las “siglas”. Siendo muy joven tomé la determinación de ser amigo de todos los sectores en que se dividió el campo de los revolucionarios y de la izquierda. Cada grupo o partido tenía una parte de la “verdad” y muy buenos dirigentes. El sectarismo impedía la unión. Así que me tocó ser amigo-crítico de todos. Me aguanté durante mucho tiempo las suspicacias y sospechas de quienes “radicalmente” no aceptaban la existencia de valiosas cualidades en los demás grupos. Todavía tropezamos con la misma piedra.
Soy integrante de base del Polo. En la pasada campaña apoyé a la “Ola Verde” siguiendo los planteamientos de Gustavo Petro, a quien apoyé en la consulta interna del Polo. Él esbozó desde 2007 la necesidad de “unir a las fuerzas sanas de la Nación para derrotar a las mafias”. Después se olvidó de su idea y ayudó a convertir a Antanas Mockus en el principal enemigo de la Izquierda. Hoy Petro quiere hacernos creer que J. M. Santos hace parte de la “gente decente y sana” de nuestro país, que es un “burgués progresista”. Nada más errado.
Por todo lo anterior me presento como candidato desde el terreno de lo “ciudadano-popular”. Aspiro ganarme una consulta organizada por los partidos alternativos y sectores democráticos del Cauca. Intento – con lo poco o mucho que pueda movilizar – ayudar a la unión de todas las fuerzas sanas y decentes del Cauca para derrotar a los corruptos de este departamento.
Si lo hacemos, mejoraremos nuestra “hoja de vida colectiva”. La individual, no la necesito. Soy un aprendiz que todavía no quiere “jubilarse”.