En verde, países que reconocen a Palestina como un país y Estado soberano |
Petro se enfrenta con la tradición
pro-imperial
Popayán, 19 de
octubre de 2023
“Hay quienes aspiran hacer progresar este
país sin alterar su oscura esencia feudal y despótica. No quieren romper ni un
huevo”.
Frente al grave e histórico conflicto entre Israel y
Palestina, el presidente Gustavo Petro como jefe de Estado ha asumido una
posición autónoma y de principios, distanciándose totalmente de las actitudes
tradicionales de los anteriores gobiernos colombianos que se limitaban generalmente
–en política exterior– a obedecer las imposiciones del gobierno de los EE.UU.
En ese tema, Petro no pierde de vista que desde 1948, tanto
el Reino Unido como los EE.UU. y la mayoría de gobiernos europeos no reconocen
a Palestina como un Estado soberano y han apoyado y alentado a lo largo de siete
(7) décadas una colonización armada y criminal que ha tenido como objetivo el
exterminio del pueblo palestino y/o la expulsión de su territorio ancestral.
Es decir, Petro no se deja llevar a la lectura de que es un
enfrentamiento entre el “sionismo nacionalista judío” y el “nacionalismo yihadista
islámico” porque sabe que dicho conflicto fue causado por la política
imperial de los EE.UU. y sus aliados que, para ocultar su connivencia y
complicidad con el “holocausto judío” ejecutado por Hitler, terminaron apoyando
a la oligarquía sionista global, desconociendo la opinión y los intereses de hebreos,
judíos y palestinos que querían vivir en paz en esa región del cercano oriente.
La posición asumida con valentía y coherencia por Petro,
además de enfrentar la tradición colombiana de ser “peón del imperio” y “el Caín
de América”, también desmiente a algunos sectores extremos de las izquierdas que
cuestionan al gobierno por no romper –de plano– con los EE.UU. cuando es el principal socio comercial de
Colombia y, como potencia que es (gústenos o no) tiene la capacidad de bloquear
política y económicamente a cualquier país del mundo.
En ese sentido, para entender el comportamiento político de Gustavo
Petro, que algunos califican de ser muy pragmático, algo oportunista, o de “dar
bandazos”, es interesante realizar un ejercicio comparativo con respecto a los líderes
y gobiernos de izquierda y/o progresistas de América Latina, que desde la elección
de Hugo Chávez (1999) han influido en la vida de nuestros países, en medio de
la diversidad propia de la región y de sus proyectos políticos.
Se trata de leer la historia de los pueblos y las luchas
sociales, ubicando a los personajes que lideran y representan de alguna manera
esos procesos –con defectos y virtudes– pero sin convertirlos en el “centro” de
esa historia, y sin caer en la falsa idea de que “si fueran un poco diferentes”,
ello pudiera representar un “cambio total” en el destino de nuestros pueblos y sociedades.
Ellos y ellas son lo que son porque son resultado de unos procesos históricos
acumulados, y aunque se avance hacia adelante, surgirán nuevas contradicciones
y conflictos que harán parte de las luchas presentes y futuras.
Antecedentes
históricos generales de América Latina
A fin de realizar este ejercicio de una forma sintética pero
lo más rigurosa posible, es importante precisar que la caracterización de los proyectos
políticos de izquierda y/o progresistas de América Latina se corresponden
estrechamente con la historia de cada país (que, a su vez, es influida por
situaciones globales y regionales), la evolución de las luchas y movimientos sociales
y las influencias políticas y teóricas que han predominado al interior de sus
pueblos y naciones.
En aquellos países en donde las luchas por la independencia
estuvieron encabezadas por sectores de la naciente burguesía comercial y en
donde los pueblos mestizos, afros e indígenas lograron influir para que la
lucha contra los imperios coloniales (España y Portugal) tuviera un componente
de emancipación y lucha por la igualdad, se sentaron las semillas de las revoluciones
democráticas que tuvieron continuidad en el siglo XIX y principios del XX.
También se debe tener en cuenta la clase de migración
europea o proveniente de otras regiones que se dio posteriormente, dado que su
procedencia marcaba en forma protuberante la orientación política tanto de las
burguesías criollas como su relación con las castas gran-terratenientes, que en
su gran mayoría eran colonialistas, esclavistas y racistas. En donde los
grandes latifundistas se impusieron, como Colombia, se hizo la independencia
formal, pero se frustró la lucha por la emancipación social de indios, negros y
mestizos oprimidos por las oligarquías criollas.
Entonces, en aquellos países en donde las guerras de
independencia incubaron con fuerza la causa de las luchas populares que iban a
ser lideradas por fuerzas “liberales”, que a su vez se iban a dividir entre “moderadas”
y “radicales”, se fueron incubando y acumulando las fuerzas y movimientos
sociales que han alimentado las experiencias revolucionarias de los diversos países
de América Latina y el Caribe durante los siglos XX y los que va del XXI.
En donde los “liberales radicales” lograron cierto grado de
compenetración con los pueblos indígenas, negros y mestizos, como Cuba,
Nicaragua, Venezuela, Ecuador, Bolivia y el Sur de México, se logró avanzar en
tareas democráticas como la reforma agraria y cambios en la institucionalidad
política. Ese fue el acumulado del que surgieron en el pasado los Martí,
Sandino, Farabundo, Zamora, Alfaro, Paz Estenssoro y Zapata, y en el pasado más
cercano Fidel, los “sandinistas”, Chávez, Correa, Evo y los “zapatistas”.
En donde los “liberales moderados” se impusieron recurriendo
a guerras internas y externas o mediante diversas componendas antidemocráticas
con sectores sociales cercanos o herederos de las alianzas entre españoles y
élites de los “imperios originarios” que fueron derrotados en la “conquista”
(aymará-quechuas, aztecas, purépechas, muiscas) pero sin lograr que los “liberales
radicales” fueran derrotados totalmente, se realizaron algunos cambios
parciales sin afectar el poder colonial y latifundista, con algunas excepciones
como en Perú. Son los países como Argentina, Uruguay, en parte Perú, Brasil, Chile
y Costa Rica.
En cambio, en aquellos países en donde, por lo general, a
sangre y fuego, los grandes terratenientes derrotaron a los “liberales
radicales”, asesinando sus dirigentes u obligándolos a exiliarse, como ocurrió
en Colombia, Paraguay, y en casi todos los países de Centroamérica, las
transformaciones democráticas quedaron aplazadas, y solo se realizaron cambios
cosméticos de carácter “liberal-conservador”, algunos intentos parciales de
reforma agraria, y por ello, en esos países fue donde surgieron y se
mantuvieron con mayor fuerza las “guerrillas comunistas” entre sectores
campesinos e indígenas que fueron contrarrestadas con el apoyo de los EE.UU.
Carácter de los
gobiernos de izquierda y/o progresistas de América Latina desde 1999
Ese recuento histórico realizado a mano alzada y con visión
panorámica, nos puede orientar para caracterizar los diversos gobiernos de
izquierda y/o progresistas que surgieron en América Latina a partir de 1999 cuando
es elegido en Venezuela el coronel Hugo Chávez, y que fue continuado en
Argentina con Néstor Kirchner, en Brasil con Lula, en Paraguay con Lugo
(derrocado), en Ecuador con Correa, en Honduras con Zelaya (derrocado) y en
Bolivia con Evo Morales, en lo que se ha denominado la “primera ola progresista”.
En los tres (3) países en donde más habían avanzado las “revoluciones
liberales” o donde las insurrecciones populares mostraron mayor fuerza, se
intentó emular y seguir la línea de la revolución cubana, democrática y
anti-imperialista en “camino al socialismo”. Se aprobaron nuevas Constituciones
Políticas y surgieron enfrentamientos directos con el gobierno de los EE.UU.,
hasta el punto de romper relaciones diplomáticas, y en el caso de Venezuela, sufrir
a partir de 2015 el bloqueo comercial, económico y financiero similar al que los
“gringos” aplicaron a Cuba desde los años 60s del siglo XX.
En los otros países, en donde la fuerza de los gobiernos no
contaba con una fuerte tradición antimperialista y sentido democrático-social
entre amplios sectores populares, como Argentina, Brasil y Uruguay, se intenta
avanzar en la lucha contra la globalización neoliberal pero la fuerza de los
gobiernos era más electoral que social, y por ello, los sectores conservadores
y el gran capital transnacional, logran sabotear y reversar cualquier medida a
favor de los pueblos y de los trabajadores, o como sucedió en Paraguay y Honduras,
derrocan a los presidentes democráticamente elegidos (Lugo y Zelaya).
Por otro lado, a partir de 2018, con la elección de Andrés
Manuel López Obrador (AMLO) se inicia un proceso de asunción electoral de “nuevos”
gobiernos de izquierda o progresistas, en lo que se ha llamado la “segunda ola”.
En Chile con Boric, Perú con Pedro Castillo (derrocado), en Colombia con Petro,
en Honduras con Xiomara Castro, en Argentina con Alberto Fernández, en Brasil
nuevamente con Lula, y recientemente en Guatemala, con Bernardo Arévalo. En
general, son presidentes con base popular, pero acceden al gobierno sin contar con
mayorías legislativas.
Paralelamente se debe destacar en este recuento que en el
caso del Ecuador las fuerzas de izquierda (“correísmo”) pierden el gobierno,
por un lado, porque el presidente Correa escoge a un sucesor que lo traiciona
(Lenin Moreno), pero también, porque durante su ejercicio de gobierno se
enfrenta con las bases indígenas ecuatorianas que se oponían a sus políticas
extractivistas.
Y también, es necesario reseñar la división que está en
curso y desarrollo al interior del Movimiento al Socialismo (MAS) en Bolivia,
en donde la dupla Luis Arce y David Choquehuanca están enfrentados con Evo Morales,
más que por políticas concretas o por concepciones políticas (que existen, pero
no han sido manifestadas con total claridad y transparencia) por el liderazgo
de ese proyecto político de cara a las elecciones de 2025.
De acuerdo a lo anterior, podemos afirmar que el conjunto de
los gobiernos de izquierda y progresistas han intentado superar las políticas
neoliberales, pero a pesar de sus esfuerzos en cada país, el gran capital de
una u otra manera sigue imponiendo sus dinámicas capitalistas, extractivistas y
neoliberales, sin que la Integración económica y política entre Estados y pueblos
latinoamericanos haya logrado impulsarse con fuerza y continuidad.
El gobierno de Petro:
un proyecto “en búsqueda” y construcción
En forma muy resumida planteamos algunas ideas que pueden
caracterizar la experiencia de Petro en Colombia, que lo diferencian de las
anteriores experiencias de izquierda y progresistas de América Latina, que
están algo desarrolladas en esta entrevista,
pero que debe ser más teorizada y profundizada hacia el futuro inmediato.
-
Petro accede al gobierno luego de canalizar política
y parcialmente el llamado “estallido social” pero su fuerza principal está
representada por una población urbana y rural de tradición “liberal popular”.
Las organizaciones sociales en Colombia son relativamente débiles y las fuerzas
de izquierda son minoritarias.
“El triunfo electoral del Pacto Histórico, por tanto, es un logro del
conjunto de los trabajadores y sectores populares (campesinos, indígenas,
afros, precariado, etc.) y sectores democráticos de nuestro país, que luchan
desde siempre por cambios estructurales en nuestra sociedad, empezando por
conquistar una paz plena y una democracia que garantice la participación
popular y, hacia el futuro, superar –en alianza con los demás pueblos de
América Latina– un modelo económico que destruye la vida humana y la naturaleza”.
-
En términos de estrategia y programa político,
Petro no se define como socialista, pero tampoco es un liberal progresista. Se
ha planteado impulsar un proceso de transformación de la sociedad colombiana y
del mundo, por vías pacíficas y democráticas, pero sin renunciar a cambios
estructurales en el terreno de la economía, la cultura y de las instituciones
políticas. No idealiza la democracia representativa porque sabe que para construir
equidad y justicia social se requiere construir “otras formas de democracia”
(directa, deliberativa, “ilustrada”, plebiscitaria, etc.) que complementen y
transformen la democracia formal existente.
“En términos de propuesta política la principal diferencia de Petro con
los programas de los gobiernos de izquierda y/o progresista es su insistencia
en impulsar con fuerza y determinación una política de defensa del medio
ambiente, romper con el modelo económico dependiente de los combustibles
fósiles (carbón, petróleo y gas) y propiciar condiciones para desarrollar un
proceso de industrialización de nuevo tipo”.
-
Petro está formulando y construyendo una visión
y práctica diferente a las de los proyectos políticos de izquierda y
progresistas de la “primera ola”. No se propone lograr los “cambios por decreto”
como lo intentaron los gobiernos del “socialismo del siglo XXI” pero tampoco
está dispuesto a “acomodarse” al modelo neoliberal (que, entre otras, está en
crisis) como pasó con las fuerzas progresistas de Uruguay y Argentina (y pasa
con Boric en Chile) y, desde el gobierno intenta ampliar y fortalecer su base
social para desencadenar un proceso verdaderamente transformador que empuje “por
arriba” y “desde abajo”.
Hay otros aspectos importantes por desarrollar sobre la
experiencia de Petro en estos 15 meses de gobierno que ya fueron mencionados en
anterior artículo,
pero ello requiere de un escrito más largo y detallado. Intentaremos avanzar
sobre dichos aspectos. Lo que es cierto es que como lo está demostrando no le
tiene miedo a enfrentar y a construir “nuevos paradigmas”.