Gustavo Petro en la Asamblea General de la ONU |
El discurso
de Petro en la ONU y la “búsqueda de sí mismo”
Popayán, 21 de septiembre de 2022
Con ocasión del discurso
de Gustavo Petro en la Asamblea General de la ONU en Nueva York, que muchas
personas han calificado -a la vez- de lírico, poético, crudo, agresivo,
explosivo, retador y hasta cruel, planteo algunos aspectos de su accionar político.
No se trata de justificar o idealizar sino de ubicar lo “diferente” o “nuevo”
con respecto a otras experiencias de América Latina.
Petro se expresó como
una víctima o como el representante de las víctimas de un modelo económico
injusto, depredador e irracional. Usó el tema de la coca y la cocaína, de la
guerra contra las drogas y de la lucha contra el cambio climático para plantear
una crítica profunda y sentida al capitalismo. Aunque se asumió como vocero de
los colombianos y defensor de la Amazonía, en su catilinaria incluyó a los estadounidenses
que mueren por sobredosis, a las comunidades negras (“afros”) que son
discriminados y encarcelados, a los migrantes que son rechazados y/o
expulsados, y a muchos otros sectores de la población global. Habló como humanidad
y para la humanidad.
De alguna manera
su discurso incluyó a los poderosos porque ellos no pueden superar su adicción
a las ganancias, al poder y al dinero. Petro habló como un psicoanalista del
“sur global” que le muestra al “norte desarrollado” un camino ecológico para
superar su “soledad narcotizada” por el consumismo suicida. Petro con su beligerante
discurso hizo avergonzar al mundo. Desnudó la hipocresía existente. Denunció la
“adicción a la ganancia” como la madre de todas las adicciones que lleva a toda
la humanidad hacia su extinción. Se enfrentó –siendo presidente de una nación-
a la lógica de muerte del gran Capital sin caer en la trampa del alineamiento
internacional.
Lo interesante
del proceso político que impulsa Petro es que actúa a varios niveles y con
cierto eclecticismo y flexibilidad. Él mismo ha dicho que su proceso es “una
búsqueda”. En lo interno, dirige un gobierno (su equipo de ministros y
colaboradores) con mucho sentido práctico y poca ortodoxia. Petro no oculta la variada
composición social y política de su gobierno (“alianza
inter-clasista”), la hace evidente y la convierte en una ventaja tanto a
nivel interno como externo.
Paralelamente, se
mueve en otros terrenos de la administración y de la vida del país apoyándose
en otros funcionarios (y organizaciones) más cercanos a su idea, como es el caso
del comisionado de paz y otros personajes que promueven la participación de la
gente en diversos niveles y escenarios. Impulsa actualmente los “diálogos
regionales vinculantes” adaptando su temática y participación a las necesidades
de la gente en amplios territorios. Así mismo, se apoya en la “coalición
multipartidista” para aprobar leyes y propuestas en el Congreso sin tener que
“tensionar mucho la pita”. Ha nombrado en cargos importantes a gente experimentada
con enfoques relativamente tradicionales, pero también permite y estimula que
dirigentes surgidos de movimientos sociales o de la academia se prueben y
aprendan en el campo de la gestión del Estado.
Igualmente, Petro
ha empezado a moverse en varios niveles en el campo internacional. Desarrolla
relaciones bilaterales; promueve la comunidad andina; construye alianzas
ambientales; tiene como eje a América Latina pero no pierde de vista lo que
ocurre en el mundo. Es crítico del capitalismo pero sabe que tiene que “actuar
dentro de él”. Es consciente que no puede enfrentarse con el gobierno de los
EE.UU. porque fácilmente lo pueden aislar. Tampoco puede hacerlo frente al BM o
al FMI, dado que debe relacionarse con ellos. Por ello, es capaz de rechazar
las guerras (todas) y no se alinea con ningún bloque o potencia. Y todo ello,
le permite tomar decisiones que ningún gobierno progresista o de izquierda de “línea
dura” se atrevería a asumir, como aprobar de entrada una reforma tributaria o
incrementar los precios de los combustibles para enfrentar la grave situación fiscal
que heredó del anterior gobierno.
Petro es el
primer gobernante progresista de la región que parece actuar con una visión
sistémica, compleja y “no lineal”. De esa manera, los pueblos y los
trabajadores pueden apoyarse en él sin que ello implique delegar toda la acción
social y política en su liderazgo. Él mismo ha pedido que los movimientos y
organizaciones sociales mantengan su autonomía. Tampoco se ha propuesto
construir una organización política tradicional (“partido”), porque sabe que
hasta allí llegaría “su búsqueda”. Es consciente que ese tipo de organización cae
con facilidad en prácticas burocráticas y verticales que debilitan los procesos
reales y anulan las relaciones creativas entre dirigentes y militantes de
diversos grupos y movimientos. Todo indica que le interesa construir una “corriente
de pensamiento” que sirva de referente para la acción social y política.
En ese sentido,
Petro combina el aprendizaje de lo vivido en países vecinos o que han tenido “procesos
progresistas” (Bolivia, Ecuador, Brasil, México, España, Grecia, etc.) con el
estudio teórico de diferentes autores clásicos y actuales. Y le apuesta a desarrollar
su propia experiencia.
Es por todas esas
particularidades que Petro todavía no es interpretado por las izquierdas que
colocan como tarea central el enfrentamiento con el gobierno de los EE.UU. Los
más radicales “ambientalistas” tampoco lo entienden porque Petro ha planteado
la necesidad de desarrollar el capitalismo, así tenga en mente una variante que
combina un “nuevo tipo de industrialización” con la superación de la matriz
energética dependiente de combustibles fósiles. Y menos es comprendido por los
sectores más extremos de derechas e izquierdas que tienen esquemas
preconcebidos y no saben cómo reaccionar frente a esa variedad y multiplicidad de
enfoques y conductas.
Así y todo, el
discurso de Petro en la ONU llamó la atención. Su “búsqueda” se abre nuevos
espacios, avanza en nuevos terrenos y aprende (y enseña) sobre la marcha. Petro
sorprende afuera y adentro, y de alguna manera se enfrenta a los paradigmas
existentes. Recién empieza a gobernar pero en menos de seis (6) semanas se ha
hecho sentir.