Carta abierta a la Coalición Colombia…
NO PERDER EL NORTE Y RECUPERAR LA INICIATIVA
Popayán, 17 de marzo
de 2018
Estimad@s amig@s y
compañer@s
Sergio Fajardo, Claudia López y Jorge
Robledo
Líderes de la
Coalición Colombia
Cordial saludo.
Me dirijo a Ustedes para solicitarles una revisión de la
nueva política que está en marcha después de las elecciones legislativas del 11
de marzo de 2018. Lo hago en nombre propio y de numerosas personas que estamos preocupados
por el rumbo que ha tomado la campaña presidencial de Sergio Fajardo.
Ustedes saben que desde antes del Plebiscito del 2 de
octubre de 2016 venía impulsando la necesidad de construir un movimiento
ciudadano o un bloque político verdaderamente democrático y profundamente ético
que liderara el voto por el SI, en forma autónoma e independiente del
presidente Santos, de las Farc y de las fuerzas de izquierda que se habían
plegado a la dirección del gobierno.
Esa posición –casi solitaria– no logró convencer a los
sectores democráticos en ese momento. La no existencia de una fuerza
independiente que impulsara el voto positivo en ese ejercicio refrendatario es
uno de los factores a tener en cuenta en el balance de por qué los colombianos
no apoyaron los acuerdos de paz con las Farc, hecho que ha determinado la
dinámica política de nuestro país en el último año y medio.
Después, cuando Ustedes encabezados por Claudia López, se
proponen construir la Coalición Colombia como expresión de fuerzas políticas
que apoyan la continuidad del fin negociado del conflicto armado y la lucha
contra la corrupción político-administrativa, no dudé un instante en ponerme a
su lado.
No obstante que la Coalición Colombia se construyó
lentamente y se concretó sin mayor participación de las bases de sus partidos y
de las regiones, y que la postulación del candidato presidencial se hizo en
forma apresurada y “por arriba” en un momento de bajón en la opinión pública de
las candidaturas de Claudia y Robledo (lo que llevó a tomar la determinación de
no realizar la consulta inter-partidista), me mantuve en la dinámica de
apoyarlos totalmente.
El programa central que asumió la Coalición Colombia, lo que
le da fuerza entre la población y credibilidad hacia el futuro, es la
combinación de la lucha contra la corrupción y el apoyo a la continuidad del
proceso de fin negociado del conflicto armado. A este último tema nuestro
candidato lo denomina “construir Reconciliación”, lo cual es correcto y es una
forma propositiva de impulsar dicha tarea.
Es cierto que otros temas se agregaron al programa de la
CoCo, pero en lo fundamental esos dos puntos recogen el interés de amplios
sectores de la población, incluyendo a los empresarios (algunos grandes) que
están dispuestos a romper con las costumbres políticas clientelistas y
corruptas, y apoyan la continuidad del proceso de paz.
Esos dos temas nos enfrenta a guerreristas y corruptos, del
uribismo y del santismo-vargasllerista; también nos diferencia de los sectores
de izquierda que en aras de darle continuidad al proceso de paz fueron
permisivos y complacientes tanto con los políticos corruptos como con la misma
insurgencia que en el proceso de degradación en medio de la guerra se habían
granjeado la animadversión de la mayoría de la población. Ese sentimiento negativo
que era justificable y auténtico, fue transformado en odio y sed de venganza
por obra de las fuerzas políticas interesadas en crear la falsa polarización y
ha sido objeto de las más increíbles manipulaciones.
Y en esa dinámica estábamos hasta antes de las elecciones
del 11 de marzo. Ya se habían presentado diferencias de apreciación con el
candidato de la Colombia Humana frente a varios temas como el de la situación
política de Venezuela y la caracterización de su gobierno, pero en lo
fundamental lo que nos diferenciaba de él, era su disposición a aliarse con
sectores políticos y personas que nunca se deslindaron del gobierno del
presidente Santos y le hicieron el juego a la falsa polarización con Uribe.
No obstante observo con sorpresa que desde el día 13 de
marzo se inicia una campaña coordinada y sostenida de ataques a Gustavo Petro,
no alrededor de lo esencial de nuestro programa, sino sobre otros aspectos y
temas que las derechas y los medios de comunicación –pagados por ellas– vienen
posicionando sistemáticamente entre la población contra ese candidato. Se ha llegado
al extremo de igualar a Petro con Uribe.
Tal parece que los resultados de las elecciones legislativas
y de las consultas inter-partidistas, que les dieron un impulso extra a los
candidatos del Centro Democrático y de la Colombia Humana, no fueron bien
leídas por asesores y candidatos de nuestra Coalición a pesar de los excelentes
resultados obtenidos por nuestros candidatos y partidos; entonces, tal vez,
para compensar el error de no haber realizado la consulta, no solo se cambia el
eje central de la campaña sino que se desconocen los principios que se
elaboraron para mantenernos alejados de la falsa polarización y conservar
nuestra identidad política tranquila, unificadora e incluyente.
Tal viraje nos involucra en la falsa polarización dejando de
lado el eje central de nuestra política. La verdadera confrontación debe ser
entre éticos y corruptos, pacifistas y guerreristas, demócratas y
clientelistas. Si Gustavo Petro es corrupto, pues debe denunciársele. Si es
guerrerista, debe comprobárselo, pero no podemos entrar en la dinámica que
impuso el ex-presidente Uribe y el candidato Vargas Lleras de posicionar la
supuesta polarización entre el odio y la venganza.
Tal cambio de política nos pone a reflexionar a muchas
personas que estábamos convencidos de que podíamos construir una alternativa diferente
en Colombia, basada en el encuentro entre diversos y la serenidad democrática.
Esa nueva actitud frente a Petro y lo que él representa, lesiona profundamente
el espíritu con que se conformó la Coalición Colombia, y estoy seguro, va a
debilitar la opción política que Sergio Fajardo representa en el imaginario de
nuestro pueblo.
En mi caso, soy consciente que en Colombia está en desarrollo
un movimiento social y político masivo y popular, al igual que sucedió en
muchos países vecinos, en donde amplios sectores de la población marginada y
excluida, cansados de los desmanes de los políticos tradicionales y aprovechando
la crisis de sus partidos políticos, le delegan a una persona la
responsabilidad de producir –casi que por milagro y por encargo– el cambio
anhelado y esperado durante largas décadas.
Sin embargo, tenía la aspiración de que la Coalición
Colombia pudiera canalizar parte de esa fuerza, no para impedir el desarrollo
de un movimiento transformador sino para encauzarlo por caminos democráticos y
civilistas, convirtiéndose en una potente reserva ciudadana para impedir que
esos procesos terminen cooptados y secuestrados por lo que denomino “sectores
emergentes”, que se apoderan de sus direcciones políticas aprovechando los vacíos
y falencias de los liderazgos caudillistas, los burocratizan y los conducen al fracaso. Y como lo hemos
comprobado en la región, al llegar a los gobiernos degeneran en proyectos anti-democráticos
y autoritarios.
Pensaba que al calor de la dinámica que se empezaba a
respirar en la campaña electoral de la Coalición Colombia se podía impulsar
nuevas prácticas de hacer política, desarrollar nuevos liderazgos, generar
ciudadanías conscientes y activas, y construir herramientas organizativas colectivas
y participativas que fueran el germen de un verdadero movimiento democrático,
ciudadano y popular, altamente cualificado y ético. Todo para poder transformar
de verdad a nuestro país.
Hoy encuentro que esa esencia e identidad fue cambiada. Ni
siquiera se nos pidió nuestra opinión. Tal vez 2 o 3 asesores son más poderosos
y determinantes que cientos de miles de activistas y millones de personas que,
estoy seguro, no comparten la nueva línea política que se ha impuesto a la
Coalición Colombia.
Por todo lo anterior solicito, humilde y fervorosamente, que
revisen lo que están haciendo. Que consulten a las bases de la Coalición
Colombia y a muchas personas que no militan en ningún partido pero que
simpatizan y apoyan a sus dirigentes y representantes.
Si después de esa consulta logran entender que se han
equivocado, lo más natural es reconocer el error y rectificar, como lo hizo
algún día nuestro querido senador Antanas Mockus cuando aspiró a su segunda
alcaldía de Bogotá.
Espero que mi llamado tenga eco en las bases de la Coalición
Colombia y en la población colombiana que quiere un cambio sereno y pacífico en
nuestro país, y sobre todo, entre una juventud que desea ayudar a construir un
país que le ofrezca oportunidades de vivir en paz y construir bienestar y vida
digna para todos.
Atenta y solidariamente,
Fernando Dorado
Activista social –
Cauca
Ex-candidato a la Cámara
por Alianza Verde
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