Una reflexión de fin de año…
SOBRE LA ACCIÓN POLÍTICA “DESDE ARRIBA” Y “DESDE ABAJO”
Popayán, 21 de diciembre
de 2017
"La
corrupción político-administrativa solo se derrota con organización social y
ciudadana".
La construcción de socialismo en un solo país es un imposible.
Pero también, la instauración del "socialismo" en todo el mundo, de
forma simultánea, es otro imposible. La gran equivocación que hemos tenido es
creer que la revolución política, el "tomar el poder", la acción
"desde arriba", es el "acto determinante" en el paso del
modo de producción capitalista a uno socialista, o mejor, comunista. Los modos
de producción se van transformando paulatinamente, las revoluciones políticas
son momentos de crisis en donde las clases sociales se disputan el poder del Estado,
y tratan, a veces infructuosamente, de acelerar el paso de un modo de
producción a otro. No niego la necesidad ni la existencia de las revoluciones
políticas, lo que creo es que hay que saber que los aspectos económicos y
culturales son determinantes para avanzar hacia la construcción de nuevas
relaciones de producción ("nueva sociedad"), y hay que sintonizarse
con el estado actual de las relaciones existentes para poder "remar"
en la dirección correcta, sin caer en voluntarismos vanos que muchas veces
terminan siendo contraproducentes.
Hoy debemos realizar esfuerzos por hacer lo correcto
"desde arriba", especialmente abrirle paso a las economías
colaborativas y ambientalistas. No creer que por decreto eso se puede hacer, es
la acción cotidiana de la gente la que construye lo "realmente
nuevo". Por ello, paralelamente a la acción política "desde
arriba" hay que trabajar "desde abajo" para transformar nuestras
vidas desde los auto-gobiernos, desde los nuevos "soviets" (comités
populares) que deben ir mucho más allá de las tareas "estatales
estrechas" y abordar la acción asociativa y colaborativa real,
aprovechando la "acción desde el Estado heredado" pero sin depender
de él. En esta "otra tarea" debemos centrar nuestros principales
esfuerzos, en donde lo cultural es fundamental.
En el Cauca (Colombia) ya existen gérmenes de esos
"auto-gobiernos", construidos silenciosamente por la gente, pero no
los vemos por estar buscando otras cosas. Hay asociaciones de productores,
acueductos comunitarios, consejos y cabildos, redes organizativas diversas, que
hay que potenciar y coordinar para actuar con mayor contundencia. Y en Colombia
y el mundo también existen y están en pleno desarrollo.
En la coyuntura colombiana con un gobierno de la Coalición
Colombia, se puede avanzar en derrotar la polarización y la corrupción
político-administrativa, pero no ilusionarnos con grandes cambios estructurales
que son imposibles de hacer "desde arriba" (ya lo ha demostrado la
experiencia de los países vecinos), pero si podemos avanzar en superar la falsa
democracia "colonial" que tenemos y que no superaremos "por
decreto", sino sacando a los corruptos clientelares de los gobiernos, ir despacio,
mientras creamos y reconstruimos el movimiento social, apoyándonos en nuevos
sectores sociales que han surgido que son en realidad nuevas formas de
proletariado, pero con particularidades especiales como los "profesionales
precariados" y los pequeños y medianos productores del campo y de la
ciudad, y el surgimiento de lo que algunos llaman, el "pro-sumidor"
(productor y consumidor, a la vez), como parte y resultado del enorme
desarrollo de las fuerzas productivas.
El problema es que hemos idealizado la
"revolución", y muchos revolucionarios se enamoraron del
"momento épico", creyendo que la creatividad y la transformación solo
se puede hacer en esos momentos de crisis, y por tanto, no pueden ser
revolucionarios en la lucha cotidiana y "gris", en el trabajo
productivo, cultural, social, en la "fiesta de la vida", construyendo
tramas y tejidos de largo plazo. Es un aspecto cultural, propio del
revolucionarismo pequeño-burgués, que cree que la protesta es la esencia de la
revolución.
Y además, fruto de esas idealizaciones, no somos tampoco
revolucionarios en la lucha electoral, caemos en nuevas formas de clientelismo,
en construir empresas electorales, cerradas y burocráticas, y terminamos
reproduciendo lo que supuestamente queremos derrotar. El afán de
"ganar", el "ansia de poder", nos lleva a hacer
"politiquería de nuevo tipo", a creernos los "salvadores
supremos del pueblo", y terminamos estimulando falsas expectativas sin
comprometer de verdad a la gente en las tareas transformadoras que todos debemos
hacer.
Nota navideña: Les deseo a tod@s unas felices fiestas y
vamos a ver cómo -con creatividad y realismo- hacemos el trabajo
político-electoral que nos hemos propuesto.
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