Algo no cuadra…
SI NO ES EL FIN DE UN CICLO… ¿QUÉ ES?
Bogotá, 11 de marzo
de 2017
Ecuador confirmó la tendencia. Lo
que terminó no fue el ciclo de ascenso de los gobiernos “progresistas”. Lo que
declinó fue el auge de las luchas populares que facilitaron la elección de muchos
gobernantes democráticos, independentistas y “socialistas”.
Pero, paralelamente, se ha
iniciado un nuevo proceso de movilización social protagonizado por nuevos
actores sociales –jóvenes y citadinos–, que los movimientos de izquierda y
gobiernos “progresistas” parecieran no entender. Algunos ya los acusan de ser
manipulados por la CIA o por fuerzas oscuras. La lucha contra la corrupción
está entre sus banderas.
Lo ocurrido en las pasadas
elecciones en Ecuador realizadas el 19 de febrero, que el analista argentino Atilio
Borón llamó la nueva “Batalla de Stalingrado”, confirmó lo que muchos politólogos
latinoamericanos querían ocultar o negar: los “procesos de cambio” están a la
defensiva, los gobiernos se han desgastado, hay cierta desconexión con los movimientos
sociales y la sociedad, y no existe claridad sobre cómo retomar la
iniciativa.
En los países en donde los
gobiernos “progresistas” fueron derrotados, la gran esperanza de los
intelectuales orgánicos de los “procesos de cambio” consiste en que algunas de
las figuras destacadas como Lula o Cristina, regresen a los gobiernos
aprovechando las falencias de las derechas en sus ejercicios de gobierno. En
ningún momento se plantean una autocrítica para no sólo rectificar sus
políticas sino replantearse toda la dinámica que llevó a la derrota.
En otros casos, se aboga por que
los caudillos se mantengan por tiempo indefinido a la cabeza de los gobiernos,
como ocurre con Daniel Ortega en Nicaragua, quien es un ejemplo a seguir. En
Bolivia, Ecuador y Venezuela, es una idea bien vista entre los “revolucionarios”.
Además, el marco internacional
también es confuso. La teoría centrada exclusivamente en los análisis
geopolíticos, en la explicación de los avances o retrocesos de los pueblos y de
los trabajadores con base en las acciones (y no-acciones) del imperio
estadounidense y/o de sus contrapartes, como Rusia, China, Irán, etc., ya no
ofrece respuestas y salidas consistentes.
Incluso, la mirada de lo que
ocurre en Europa y EE.UU., en donde el “populismo de derecha” ha logrado
canalizar la inconformidad de amplios sectores de los trabajadores y de la
población contra la globalización neoliberal, ha cogido fuera de base a
nuestros analistas.
Acostumbrados a leer todo con
enfoques lineales que giran alrededor de la acción de los bloques geopolíticos
(Occidente Vs. Oriente, etc.), y en dónde los pueblos y los trabajadores no aparecen
por ningún lado, ahora están desconcertados. La vida no concuerda con sus
ideas.
Muchos, por simple reacción –y se
les nota a leguas– hacen fuerza por Trump. De acuerdo a su lectura, el
Departamento de Estado, la CIA y demás organismos de inteligencia estadounidense,
que según ellos todo lo preveían y manipulaban en el mundo, fueron derrotados en
su terreno por un “outsider”, un “millonario incapaz, obsesivo y compulsivo”, y
por tanto, ya preparan una “revolución de colores” dentro de su propio país. Pero,
definitivamente… ¡algo no cuadra!
Esa lectura acomodaticia los
lleva a plantear que el actual gobierno estadounidense ya está en la órbita de los
aliados de los gobiernos “progresistas”, que son los países de los BRICS. Ahora
sus teorías sobre el imperio se centran sólo en los Clinton, Obamas, etc., que
si son los verdaderos enemigos.
El problema es que Trump es más obtuso,
reaccionario y chovinista que las derechas convencionales y, por tanto… ¿cómo
podría ser visto como aliado por los pueblos y los trabajadores
latinoamericanos cuando pretende construir un muro en la frontera con México y
expulsar millones de inmigrantes? En serio… ¡no cuadra!
Podemos afirmar que una
concepción política que ha estado al frente de los “procesos de cambio” en
América Latina, que eran un referente para los trabajadores, los pueblos y la
intelectualidad revolucionaria del mundo, ha mostrado grandes falencias y
contradicciones.
La verdad es que nos toca
sentarnos a estudiar. Hoy, el pensamiento de muchos teóricos revolucionarios y
de investigadores científicos ha venido avanzando en forma considerable. Se han
evaluado y re-valuado muchas de las ideas que hasta hace poco eran aceptadas y
catalogadas como “doctrina”, incluidas algunas del mismo Marx. ¡Y eso está bien!
Seguir apegados a una “doctrina”
que demostró no estar madura para orientar las luchas de los trabajadores y de
la humanidad, es negarse a esforzarse a revisar críticamente nuestras experiencias
y duras derrotas. Sería no estar dispuestos a avanzar.
Hay que profundizar mucho más a
fin de prepararnos para afrontar los momentos de auge revolucionario que,
evidentemente, se están acumulando en el mundo. Debemos atrevernos a volver a
pensar y actuar como verdaderos revolucionarios.
Boaventura de Sousa Santos ha dicho
que “Europa debe regresar a la escuela del mundo, como alumna”. Yo pienso que
todos los pueblos y los trabajadores del mundo debemos hacerlo.
La grave situación de la
humanidad y del planeta frente a un capitalismo en decadencia nos obliga a
cuestionar a fondo los cimientos teóricos que hemos venido pisando. ¡La vida nos
empuja…!
No hay comentarios:
Publicar un comentario