CLAUDIA LÓPEZ AL ATAQUE
Bogotá,
6 de marzo de 2017
Una
menuda, valiente y temperamental mujer se destaca por estos días en la política
colombiana. Poco a poco se constituye en un fenómeno político. Es pre-candidata
presidencial hacia 2018. Fue una de las personas más votadas en las pasadas
elecciones de 2014. Ha mostrado que no tiene miedo ni pelos en la lengua. Dice
las cosas con crudeza y afronta los debates en forma directa. Es senadora del
partido Alianza Verde pero actúa como un “outsider” o un anti-político. En la
actualidad encabeza una campaña de recolección de firmas para realizar una
consulta popular con el lema de “vence al corrupto”. Va muy bien y muestra
voluntad y persistencia únicas.
Ella
se sale de todos los parámetros del ambiente cortesano de la política colombiana.
Es anti-uribista a morir, se ha enfrentado al gobierno de Santos por múltiples
motivos, no se deja encasillar entre izquierda y derecha, es declaradamente
homosexual y ha liderado luchas en favor de la comunidad LGTBI, y apoya causas
ambientales pero sin caer en fundamentalismos anti-extractivistas. En lo
económico no se declara enemiga del mercado pero propone una intervención moderada
del Estado en contra de abusos monopolistas. A veces cae en polémicas personales
en defensa de sus ideas pero es un aspecto que debe superar para mostrarse como
una verdadera estadista capaz de asimilar toda clase de críticas.
Como
era de esperarse ya se iniciaron los ataques en su contra (Ver: http://bit.ly/2mndj0r).
Tratan de explotar que al interior de los “verdes” –sobre todo en las regiones–,
se infiltraron desde 2010 una serie de personajes con pasados oscuros o no muy
claros. Esa situación es muy positiva para ese movimiento por cuanto obligará a
las bases partidarias a ser vigilantes con sus miembros y a los directivos a
depurar sus filas. Y ese ejemplo debe cundir en otros partidos que han definido
la lucha contra la corrupción político-administrativa como una de sus
prioridades de cara a las elecciones del próximo año. No hay mal que por bien
no venga.
La
senadora Claudia López es un ejemplo de cómo las sociedades construyen
personalidades para responder a necesidades vitales en un momento específico.
La tarea que se les encarga a esas figuras individuales es ayudar a destrabar conflictos
represados y avanzar por nuevas sendas. Y por ello, esos individuos deben aprender
y evolucionar en medio de su trasegar político. Para hacerlo tienen que estar
atentos a lo que la sociedad quiere y sugiere, y, a la vez, ser capaz de
sintonizarse con nuevos vientos para incentivar entre las gentes las mejores
cualidades y actitudes. Enseñar aprendiendo y aprender para poder enseñar.
En
ese sentido, la gente quiere superar a Uribe y a Santos, y gran parte de lo que
ellos representan. Al primero le reconocen su sentido de autoridad pero no
aceptan su desviación despótica que se convirtió en acción criminal dentro del
Estado. Al segundo se le abona que se jugó por el fin negociado del conflicto armado
pero se le cuestiona la vacilación y debilidad que siempre demostró al no ser
capaz de romper totalmente con Uribe. Unas de cal y otras de arena, como en todo.
Es
por ello que la sociedad colombiana aspira a elegir un gobierno que muestre mucha
firmeza frente todo tipo de corrupción y criminalidad, que consolide el proceso
de paz con profesionalismo, sin demagogias pacifistas y con responsabilidad
social con las víctimas directas de la guerra, y que nos ayude a todos, a
superar la polarización entre la guerra y la paz, entre Uribe y Santos. Y en
ese sentido, Claudia López –a pesar de todas las fallas y cuestionamientos que
se le puedan hacer desde las izquierdas y derechas– ha empezado a construir una
imagen que corresponde a esos anhelos societales de una nueva esperanza.
Desde
un enfoque lineal y mecanicista, lo lógico era que surgiera en Colombia un “populismo
de izquierda” para enfrentar al “populismo de derecha” de Uribe. Pero la
realidad es más compleja y dispar. Otros factores trastocaron las cosas. La guerra
se degradó a unos niveles inconcebibles que obligan a los actores armados a
tomarse su tiempo para sanar heridas y demostrar su compromiso con la paz y la
democracia. Por eso, la mayoría de los colombianos no van a escoger a un
representante de la izquierda para gestionar el gobierno del postconflicto, así
muchos de ellos no tengan nada que ver con las situaciones degradantes.
Tampoco
van a apoyar a quienes negociaron con la guerrilla. Ellos ya cumplieron su
papel y deben hacerse a un lado. Mucho más cuando, aunque no hayan cedido en
aspectos fundamentales de la negociación (modelo económico y estructura del
Estado), mostraron en aspectos de forma varias señales de debilidad que fueron explotados
por los enemigos de la paz para que fueran malinterpretados por amplios
sectores de la ciudadanía que se manifestaron el pasado 2 de octubre. Fue lo
que obligó al gobierno a modificar los acuerdos. Son imágenes que quedan en la
retina de la gente y determinan su comportamiento inmediato.
Por
ello, que se vayan perfilando personas como Claudia López es algo muy positivo
para la Nación colombiana. Y que ella, con otras personalidades, candidatos, movimientos
políticos, organizaciones sociales y colectivos de jóvenes puedan construir las
bases de un Nuevo Proyecto Político que gobierne durante varios períodos
presidenciales con decencia, firmeza, eficiencia y sentido social, es la
posibilidad que la compleja realidad colombiana empieza a mostrar. Son las
señales que hay que saber leer para sintonizarse con las mayorías.
Ese
será el verdadero “gobierno de transición” y detrás de él (o a su lado pero sin
dejarse cooptar), deberán aparecer nuevos procesos y movimientos sociales y
políticos que avizoren nuevos caminos post-capitalistas, frente a una situación
global que deja ver que el mundo requiere de grandes cambios para poder
sobrevivir a las múltiples y complejas crisis que lo agobian. Otros países y
pueblos van a ir evolucionando hacia esos escenarios después de sufrir
temporales retrocesos como los que viven Argentina, Brasil, Venezuela y Ecuador.
La vida obliga y hay que hacerle caso.
Si ... veo clara tu posición y la comparto, claro que también me gustaría que fuera un equipo más amplio con Petro, Piedad...en esa transición cabe mucha gente para que no siga la exclusión crónica de la politiquería tradicional...Robledo y el MOIR, que bueno que dieran algún giro más acorde con la realidad de Colombia hoy .
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