¡El cambio
no será retórico!
Popayán, 16 de febrero de 2023
Como era lo
previsto, en Colombia se pasó a una nueva fase de encuentro entre el gobierno
progresista y las luchas democráticas y populares que vienen de tiempo atrás.
Así lo comprueba el discurso de Petro expresado el pasado 14 de febrero desde
el balcón presidencial de la casa de Nariño. “El cambio no será retórico” afirmó el primer mandatario.
Días antes se presentó
el proyecto de reforma del sector Salud elaborado bajo la dirección de la
ministra Carolina Corcho. Además, Petro anunció la presentación ante el
Congreso Nacional de las reformas pensional y laboral. “Las mayorías votaron
por esas reformas y vamos a cumplir” dijo con vehemencia y remató con “iremos
hasta donde el pueblo quiera”.
Así, se inició la
confrontación abierta con los sectores más
parasitarios de la oligarquía
financiera. Esa elite bancaria se apoderó desde 1993 de los recursos de la
salud, de los fondos de pensiones y de los servicios públicos (energía, agua,
aseo y comunicaciones), y sobre esa base, se apropió del grueso de la “riqueza
nacional” que en ese momento estaba en manos de empresas del Estado y del
gremio caficultor (empresa aérea, naviera, bancos, etc.).
Lo más importante
de todo es que Petro sabe que “la pelea es peleando”. Es consciente que esa
oligarquía parasitaria va a defender esos “fondos financieros” con dientes y
uñas, y que usarán los medios de comunicación para asustar, engañar y embaucar
a la gente. Y por ello, no sólo busca en forma directa el apoyo popular, sino
que le envía un mensaje directo a los partidos políticos que hacen parte de la
coalición de gobierno.
Sin embargo, para
poder aprobar esas reformas sociales y, a la vez, ganar el mayor número de
alcaldías y gobernaciones en las elecciones locales y regionales en octubre
próximo, se requiere entender la estrategia que está en marcha. Hace parte de lo
que se ha denominado “transición progresista” como parte de un proceso de
cambio más profundo. Sólo si se comprende en qué consiste esa estrategia se
podrá actuar con coherencia y eficacia.
La “transición progresista”
En realidad, esa
transición se inició al final de los gobiernos de Uribe (2002-2010). En ese
momento importantes sectores de la oligarquía eran conscientes que había que
buscar la “paz” y ofrecerle a Uribe una “salida decente y honorable”. Dicho
proceso fue diseñado para desmovilizar a las debilitadas Farc sin hacer cambios
en la estructura política y económica y sin juzgar a fondo los crímenes
cometidos por políticos, terratenientes, y empresarios nacionales y
estadounidenses.
“Pasar la página”
para crear condiciones óptimas para la inversión extranjera sin tocar para nada
el sistema político y económico, era el ideal de dicha estrategia.
Sin embargo, no
contaban con que al calor de la “lucha por la paz” se iba a construir un
proceso de cambio que iba a darle continuidad a los cambios democráticos. En
ese transcurso de tiempo, en medio de múltiples luchas populares, se fue
consolidando lo que llamo “alianza interclasista”, en donde se juntaron fracciones
de la oligarquía (Santos), burguesías emergentes y sectores populares del campo
y de la ciudad.
Y a pesar de los
errores cometidos por Santos y las Farc en 2016, que hicieron posible la
derrota del referendo de la paz y el “interregno de Duque”, las fuerzas
democráticas lideradas por Gustavo Petro construyeron –incentivados por el “estallido
social”– el Pacto Histórico y, en 2022, lograron acceder al gobierno por medio
de una amplia coalición democrática. Es decir, el gobierno de Petro es fruto
tanto de esa “transición progresista” como de la “alianza interclasista”.
Se podría decir
que la primera meta de esta fase está bastante lograda. No era otra que
derrotar políticamente a los terratenientes despojadores de tierra (nuevos y
viejos) y separarlos de las mafias de narcotraficantes, para lo cual la “paz
total” es el instrumento que se ha diseñado y está en ejecución. Y ahora,
entramos en la fase de enfrentar a la oligarquía financiera más parasitaria.
La segunda fase de la “transición progresista”
Una vez lograda
la primera meta, que está en proceso de consolidación con la “reforma agraria
democrática y consensuada” que está en marcha y los avances de la “paz total”,
hemos entrado en una segunda fase que consiste en recuperar para el Estado los
importantes “fondos financieros” que fueron expropiados en los años 90s del
siglo XX por la oligarquía financiera.
Esos “fondos” corresponden
a la financiación de la Salud, Pensiones y Empresas de Servicios Públicos
(energía eléctrica, agua potable, aseo, comunicaciones, transporte y otras
infraestructuras), que les sirvieron a los dueños de los grandes bancos para “apalancar”
sus negocios e inversiones nacionales e internacionales y convertirse en grandes
emporios corporativos transnacionales (Grupo Aval, Sura-GEA, Gilinski, Ardila
Lulle, Santodomingo y otros).
Hoy se requiere
que el conjunto del pueblo colombiano liderado por el Pacto Histórico y el
gobierno de Gustavo Petro y Francia Márquez, recuperen dichos capitales para
que sea el Estado el que “apalanque” el proceso de industrialización del país y
de transición energética hacia fuentes limpias y renovables, en donde tanto el
sector privado como las empresas comunitarias y asociativas contribuyan para
que esa meta sea una realidad.
En ese sentido,
es inevitable que la alianza interclasista sea sacudida y se vaya ajustando.
Algunos sectores de la oligarquía no parasitaria,
o sea, comprometida con proyectos de creación de riqueza superando su visión
rentística de la tierra y sus prácticas monopólicas y especulativas del capital,
pueden sumarse con tranquilidad a dicha dinámica. Igualmente, los sectores
productivos de las burguesías emergentes pueden colaborar y obtener beneficios,
siempre y cuando superen sus prácticas estrechas y burocráticas, o sus
tendencias parasitarias.
Y el grueso de
nuestro pueblo debe comprender la esencia de esa estrategia, organizarse amplia
y conscientemente para contribuir con dichos procesos de cambio, superando las
dinámicas sectoriales que, como vemos en la actualidad, con la avalancha de
movilizaciones y protestas inmediatistas y de corto plazo, no solo obstaculizan
los esfuerzos que se hacen desde el gobierno, sino que contribuyen con los
esfuerzos oligárquicos por desgastar al gobierno.
El gobierno también
debe mejorar su desempeño. Hay que actuar de inmediato frente al problema de la
inflación y del hambre, y mostrar resultados concretos. Hay que ganar a los
cientos de miles de pequeños y medianos productores que hoy pagan altos intereses
a los bancos para acceder a un crédito. Hay que ganar a los millones de
personas explotadas por las empresas de servicios públicos que están en manos
de los grandes grupos económicos y de transnacionales extranjeras.
Hay que organizar
una ofensiva mediática y propagandística para contrarrestar la acción
desestabilizadora de los medios de comunicación pagados por el gran capital. Debemos
“fundir”, ligar, relacionar y complementar la lucha por aprobar las “reformas
sociales” y, en general, por lograr los cambios planteados en esta segunda fase
de la “transición progresista”, con los procesos de organización territorial y
las campañas electorales en municipios y departamentos.
Si a nivel
nacional el Pacto Histórico y el gobierno de Petro no logra concretar las metas
propuestas en el primer semestre de 2023, seguramente ese hecho se verá
reflejado en las elecciones locales y regionales. Si no logramos entender algo
tan elemental, seguramente el proceso de cambio obtendrá su primera derrota, y
empezaremos a caminar “cuesta arriba”. ¡Que no pase!
Colombia se encuentra frente a una crisis estructural en lo economico, social e institucional. No hay cultura politica robusta con investigacion critica, enseñanza de calidad y organizaciones sociales solidarias de base para garantizar procesos de cambios en forma democratica. Sigue exportando materia prima e importando productos industriales lo que lo pone entre los paises con una deuda en cuenta corriente internacional la mas alta del mundo. El pueblo no es soberano. Mucho lumpen. Ningun triunfalismo es apropiado por ahora. Todo queda por hacer.
ResponderEliminarCierto, eso fue lo que heredó el actual gobierno y, en gran medida, la causa de que Petro fuera elegido. Seguramente no se va a poder cambiar toda esa herencia de un momento a otro. La tarea es difícil pero no imposible. Y claro, no podemos caer en triunfalismo. Saludos
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