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miércoles, 18 de mayo de 2016

EL VERDADERO PROCESO DE PAZ RECIÉN COMIENZA

EL VERDADERO PROCESO DE PAZ RECIÉN COMIENZA
Popayán, 18 de mayo de 2016
No ha de ser fácil para un reportero extranjero enviar análisis de lo que ocurre en Colombia con el proceso de paz. Para entender lo que ocurre en este país hay que hacer un curso intensivo de psicoanálisis. Nada es lo que parece ser. La realidad es más compleja que en cualquier otro lugar del mundo. Somos tan diversos, variados y extraños como nuestros bosques, selvas, montañas y ríos. La gente es liberal en unos asuntos, y a veces hasta libertina, pero guarda en lo más íntimo de su ser ideas, sentimientos y costumbres conservadoras. Los partidos políticos evolucionaron al revés. Algunos le achacan a Bolívar haber fundado el partido conservador y a Santander el de ser el adalid del partido liberal, cuando en verdad era un fanático “leguleyo” y un representante de las élites terratenientes neogranadinas.
Por eso es tan difícil entender el berenjenal en que se ha convertido el llamado proceso de paz. Una guerrilla y una izquierda que siempre desconoció la legitimidad del Estado “oligárquico y pro-imperialista”, ahora se apega casi con fervor cristiano a las leyes de una república que desde su fundación se ha caracterizado por violar la ley en todas las formas imaginables. Aquí se dice en forma natural: “Hecha la ley, hecha la trampa” o “la ley es para los de ruana”. Es más, la última Constitución, aprobada en 1991, ha sido reformada más de 27 veces en los últimos 25 años y en muchas ocasiones se han impulsado políticas “de hecho”, totalmente contrarias al “espíritu de la norma”. Además, dicha Constitución fue resultado de un acuerdo multi-partidista y pluri-clasista que produjo una contradictoria amalgama de derechos fundamentales sobre la base de una estructura económica netamente neoliberal. Apareció así lo que tenía que resultar: Una especie de “Frankenstein jurídico”.
Y ahora, para refrendar y “blindar” jurídicamente los acuerdos se inventan y se le agregan al proceso gran cantidad de figuras normativas como el “plebiscito” con un umbral mínimo del 13%, una justicia transicional para juzgar a todos pero para perdonar a todos, un “acuerdo especial” con forma de pacto internacional y además, se quiere poner a votar a los niños y jóvenes entre 14-17 años. El legalismo a flor de piel en una precaria república que se caracteriza por ser un Estado fallido y tener una justicia controlada por la politiquería y la corrupción.
Todo lo anterior no servirá de nada mientras no se realice un verdadero proceso de paz que logre el apoyo de la ciudadanía y el pueblo en general, en donde se desarmen los espíritus y se pacten acuerdos mínimos de convivencia que deben partir por el reconocimiento público de los errores y crímenes cometidos por los actores armados y desarmados del conflicto, se pidan perdón entre ellos y le pidan perdón a la sociedad en general. Sólo así, con humildad, sinceridad, sin trampas ni zancadillas, sin tanto legalismo y enredo, el pueblo empezará a creer y a apoyar unos diálogos que deben partir de lo fundamental: reconocer que sin democracia y justicia (de todo tipo), no puede haber paz.
En las cartas de las FARC a Uribe se empieza a notar algo de esa necesaria actitud. Podemos afirmar que recién se ha iniciado el verdadero proceso de paz…
(…así a algunos les parezca que decirlo es una blasfemia pero es mejor hacer las cosas bien desde un principio).

E-mail: ferdorado@gmail.com /Twitter: @ferdorado

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