VENEZUELA: LA LEY DE LA UNIDAD DE LOS CONTRARIOS
Popayán, 19 de mayo
de 2016
Si lo que vive el pueblo
venezolano en este instante lo sufriera el pueblo colombiano, el chispero ya se
habría encendido. El pueblo venezolano es rebelde y libertario pero no es
violento. Históricamente las guerras y rebeliones han sido de corto vuelo y de
resolución rápida. Siempre el ejército, desde las épocas de la independencia de
España, ha definido impases graves y puntos cruciales como los que vive hoy la
hermana república bolivariana. Es una crisis política, económica y de liderazgo
ético. Su resolución será “anormal”.
Desde el 6 de diciembre se
preveía lo que hoy ocurre. La oposición en cabeza de la MUD iba a impulsar la
ley de amnistía y a aprobar algunas leyes que serían vetadas por el gobierno. Finalmente,
impulsaría el referendo revocatorio. El gobierno, ya antes de que se posesionara
la nueva Asamblea Nacional la había maniatado, colocando fichas “chavistas” en
el Tribunal Superior de Justicia para anular o bloquear –vía sala constitucional–
cualquier iniciativa del poder legislativo. El camino institucional para revocar
el mandato de Maduro no es fácil ni viable. “A las buenas no me van a sacar” dice
el presidente.
Incluso, Maduro ya ha anunciado
la posibilidad de cerrar dicho organismo de representación electoral. Dijo: “El
tiempo de la asamblea nacional está agotado”. Todo hace pensar que el gobierno
está decidido a obligar a la oposición a lanzarse a las calles, declarar la
conmoción nacional e ilegalizar a los partidos y líderes “golpistas”. Así lo
dejan ver todas sus expresiones y los decretos de emergencia económica
recientemente aprobados. “La defensa de la patria” está por encima de cualquier
consideración democrática. ¡Es un ataque imperial!
Para un analista que no conozca
la idiosincrasia venezolana y que no haya seguido de cerca los movimientos de
las clases y sectores de clase, la inminencia de una guerra civil es inmediata.
A ello se agregan las actuaciones de Obama con su resolución que declara al
gobierno chavista como un peligro para la seguridad nacional estadounidense. Y
mucho más le suma dramatismo, el llamado desesperado de Uribe desde Miami,
pidiendo la intervención militar extranjera, que es reflejo de lo que a él le
ocurre con el proceso de paz en Colombia.
Pero desde hace varios años lo que
se mueve por debajo de la superficie de la contradicción entre “derecha” e “izquierda”
en Venezuela son los intereses de una burguesía emergente que hoy es la
principal fuerza económica interna dentro del país, y que está representada tanto
dentro del gobierno (camuflada de “chavista fiel”), como por fuera del gobierno
(pintada de “chavista crítica o inconforme”) y contra el gobierno o sea dentro
de la MUD (declarada “antichavista pero bolivariana”). Esas tres fracciones de
una misma clase social, inevitablemente se están juntando en torno a la salida negociada
y a la paz. Es inevitable.
Sin embargo no se van a afanar.
Saben que si se llega a límites violentos, la fuerza armada va a intervenir
pero que, para lograr que la base castrense –con fuerte influencia chavista
mítico-nacionalista– mantenga la disciplina y apoye un golpe militar temporal y
de transición, dicha acción tiene que tener un carácter nítidamente “bolivariano”.
E inmediatamente se destituya al presidente (cualquiera que haya sobrevivido),
deberá convocar a elecciones en el marco de la Constitución actual.
Por ello, esa coalición político-económica
que se teje paulatinamente, preparara desde ahora un candidato presidencial que
pueda competirle a los herederos de Diosdado-Maduro, por un lado, y a los seguidores
de Ramos Allup-Leopoldo López, por otro. Esa tercería, que representa y lucha
por los intereses de la burguesía emergente, que no son otros que los de mantener
el control sobre la Renta Petrolera, la burocracia y el ejército, ya está en
construcción. Tratarán de presentar su proyecto como democrático, patriótico,
popular, ciudadano, y podrán jalonar a sectores de los trabajadores (que están
dispersos y confundidos), pero su carácter de clase es claro. Es una burguesía
igual de parasitaria a la tradicional pero tendrá que idear salidas muy
creativas para no fracasar en el intento.
Y claro, tácticamente les interesa
el enfrentamiento violento y el desgaste político de las dos fracciones
rivales. Esa burguesía emergente no dudará en conversar y obtener el aval
simultáneo de EE.UU., Cuba, China y Rusia. Ya han aprendido y saben que no
pueden desmontar de un momento para otro los avances sociales de la revolución
independentista que encabezó Chávez. No pueden ser tan torpes como Macri o
Peñalosa (actual alcalde de Bogotá), porque ello significaría retar a las bases
populares –que “chavistas” o no–, van a reaccionar organizadamente en defensa de
sus intereses.
Es una desgracia que los
liderazgos nítidamente populares no estén claros, unificados y preparados.
Pero, de todas maneras esa tercería es menos peor que el caos “cabellista-madurista”
o que la entrega plena y unilateral al imperio estadounidense. En últimas,
puede abrir un espacio de resistencia y repotenciación de la verdadera lucha
revolucionaria. Eso esperamos.
E-mail: ferdorado@gmail.com / Twitter: @ ferdorado
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