BALANCE POLÍTICO DEL AÑO 2014
Popayán, 31 de diciembre
de 2014
El año 2014 ratificó la presencia de un “movimiento
democrático” que existe “de hecho” en la sociedad colombiana. Es un movimiento
que va más allá de los partidos, grupos y dirigentes.
La población que apoya a los sectores independientes,
alternativos, liberales sociales, socialdemócratas, progresistas y de izquierda,
se expresó en forma consistente durante el año que termina. Así lo viene
haciendo en los últimos 15 años.
Las primeras manifestaciones de ese proceso se presentaron a
principios del siglo XXI con la elección de Lucho Gómez, Guillermo Alfonso
Jaramillo, Floro Alberto Tunubalá y Parmenio Cuéllar, en la Guajira, Tolima,
Cauca y Nariño, respectivamente.
Después vino la elección de Lucho Garzón, Samuel Moreno y
Gustavo Petro en Bogotá. Allí, a pesar de los tremendos errores cometidos, el movimiento
democrático siguió buscando y apoyando las iniciativas sociales, progresistas y
de izquierda.
Sin embargo, en los últimos meses de 2013 y primeros meses de
2014 – después del formidable Paro Nacional Cafetero y Agrario – se evidenció la
incapacidad de los dirigentes “alternativos” de sintonizarse con el sentir democrático
de una buena parte de la sociedad colombiana.
No fueron capaces de generar consensos y acuerdos para
presentar una fuerte candidatura de “tercería” a la Presidencia de la
República.
La tozudez sectaria de Robledo que se negó a apoyar la
legalización jurídico-electoral de las convergencias, la práctica viciada de
Navarro concentrada únicamente en acuerdos burocráticos entre personalidades
políticas, y la falta de identidad ideológica que rayó en el oportunismo,
llevaron a la división y dispersión del campo democrático y a la auto-derrota.
Menos mal que la sabiduría popular y la reserva democrática dieron
la mano.
A pesar de las órdenes de dirigentes progresistas y algunos
verdes de votar en la primera vuelta presidencial por Santos, el grueso del
“movimiento democrático” decidió apoyar la dupla conformada por Clara López y
Aída Abella.
Esa fórmula consiguió el respaldo de cerca de 2 millones de
votantes y ratificó la existencia de fuerzas nítidamente anti-neoliberales que
exigen cambios importantes en la conducción del país.
Sin embargo ese resultado no se puede interpretar como un
triunfo contundente. Es, indudablemente la revalidación de que la unidad suma y
multiplica votos, pero nada más. No deja de ser una derrota.
Sobre todo cuando en la Nación desde el año anterior (2013) se
respiraba un aire de protesta, inconformidad y movilización social activa y
beligerante. Ese ambiente tuvo que haberse materializado en importantes
resultados en el campo electoral.
El gran derrotado al interior de las fuerzas democráticas fue el
senador Robledo, quién había anunciado una debacle en el Polo por unirse con
sus anteriores aliados del Partido Comunista y la Unión Patriótica,
representados por Aída Abella.
Pero Petro también sufrió su pequeño revés. Se negó a apoyar a
Clara y prefirió hacer acuerdos directamente con Santos, muy seguramente para
sostenerse en la Alcaldía frente a la arremetida del Procurador.
En la segunda vuelta el “movimiento democrático” vuelve a
expresarse con coherencia. A pesar de los llamados del Moir y un sector de los
Verdes a votar en blanco, la gran mayoría de las fuerzas democráticas decidieron
“votar por Santos contra Uribe”, a favor de la Paz y contra la guerra.
Esa votación significó – así mismo –, que el movimiento
democrático les perdonó a Santos y a la guerrilla sus incoherencias
oportunistas en el manejo de los diálogos y del proceso de Paz.
Pero el uribismo – aprovechando esos errores – obtuvo un
importante respaldo que no se puede minimizar. Está allí, acechando,
complotando y esperando su oportunidad.
También existió la expectativa de que el gobierno de Santos profundizara
las políticas sociales que inició en su primer gobierno (reparación de
víctimas, restitución de tierras a desplazados y otras) e impulsara algunos cambios
en su política neoliberal.
El problema consistió
en que los partidos y dirigentes alternativos y de izquierda que ayudaron a
elegir a Santos – por complejos moralistas – no exigieron ni forzaron la
participación en el gobierno ni sustentaron los cambios correspondientes. Cazaron
el tigre y se asustaron con el cuero.
En el 2015 el “movimiento democrático” no sólo tendrá que
seguir respaldando el proceso de Paz, elegir gobiernos locales y regionales que
representen las nuevas fuerzas sociales y políticas que emergen desde lo
profundo de la sociedad, sino perfilar un escenario nuevo y de transformación
democrática hacia el 2018.
No se trata solo de detener al uribismo. La meta tiene que ser
ganar la alcaldía de Bogotá con fuerzas claramente independientes,
alternativas, liberales sociales, progresistas y de izquierda.
En donde esto no sea posible, en aquellos entes territoriales
donde se corra el peligro de que el uribismo pueda ganar, se tendrán que concertar
amplias alianzas con base en programas democráticos, sociales y contra la
corrupción.
Ojalá los graves errores cometidos durante el 2014 no sean
olvidados ni justificados. Deben servir de lección para que en el 2015, el “movimiento
democrático” sea interpretado consistentemente por la dirigencia de los grupos
y partidos, construyendo unidad y claridad.
Sin embargo, para forzar mayores desarrollos en el campo
democrático se necesita ir visualizando el surgimiento de un Nuevo Proyecto
Político.
Es necesario que aparezca sangre nueva que utilice métodos
realmente democráticos e impulse prácticas incluyentes, ágiles y flexibles. No
se trata de oponerse a alguien en particular pero si es urgente dinamizar y
canalizar los procesos sociales y políticos que están apareciendo en las
ciudades y que requieren nuevas alternativas y propuestas.
Los grupos y partidos alternativos y de izquierda que nacieron
en los años 60s y 70s del siglo pasado (XX) sufren la “fatiga del metal”. La
corrosión y el envejecimiento los ha debilitado. Son partidos con genes y
herencias rurales que ya no dan más. Se precisa un fuerte sacudón y el relevo
generacional. ¡El año 2015 es propicio para que la juventud se haga sentir!
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