Fútbol,
política y algo más
Popayán, 21 de diciembre de 2022
Más allá de las
denuncias y comprobaciones de que la FIFA, y los deportes en general, están
dominados (y explotados) por la oligarquía financiera global y, por verdaderos
carteles mafiosos que hacen y deshacen con los inmensos recursos que se mueven
alrededor de su utilización comercial (social, económica, política y cultural),
se realizó el partido de fútbol de la final del mundial de Qatar que fue uno de
los más cambiantes y emocionantes de las últimas décadas.
Hubo de todo.
Dominio casi total de Argentina en el primer tiempo y parte del segundo.
Francia nivela fuerzas con dos golazos imprevistos y arrincona al equipo
argentino. Se van al alargue y después de ataques fulminantes de ambos bandos,
con momentos y jugadas decisivas contrarrestadas por los extraordinarios “guardametas”,
terminaron empatados. Los cobros desde el punto penal definieron el desenlace a
favor de los suramericanos. ¡Una extraordinaria gesta!
Lo ocurrido en
ese encuentro de balompié es muy similar a lo que ocurre en la vida en
sociedad. Hay táctica y estrategia; errores y aciertos de jugadores y técnicos;
cambios en las dinámicas de cada equipo y en la correlación de fuerzas entre
ellos; actuación colectiva e individual; intensidad, tenacidad y pasión; pausa,
vacilación y vértigo; goles, autogoles y anulaciones, tanto entre protagonistas
como entre el público. Lucha de contrarios en medio de lógicas e irracionalidades
creativas que comprueban –una vez más– que seguimos siendo “puramente humanos”.
Interesantes
debates han surgido alrededor del Mundial de Qatar. Algunos serios y juiciosos,
otros folclóricos y triviales, y unos más, algo forzados y ahistóricos. A pesar
de todo, pienso que el fútbol es el deporte más “democrático”, el que más se
parece a la vida; fácil de jugar en un potrero, en una playa o en una calle;
con una pelota esférica, que iguala a los grandes y chicos, a los fuertes y “débiles”,
porque al jugarse con los pies, crea una dificultad que “democratiza”. Y como
enfrenta 11 contra 11, debe jugarse con gran espíritu colectivo para poder
meter goles o para evitarlos.
Claro, lo negativo
es el espectáculo manejado por mafias capitalistas y manipulado para eternizar
su poder y legitimar una forma de vida “arribista”, “consumista” y artificiosa.
Sin embargo, esos encuentros multicolores de gentes alrededor de un balón de
fútbol, nos recuerdan que todos somos humanos, aunque “diversos”, “divergentes”
y “divertidos”. Lo diverso es ameno; lo diferente llama a la fiesta; lo diverso
y diferente es digno de celebración, y su aceptación nos abre la mente, nos
permite caminar por nuevas sendas y nos ayuda a crecer, a ser mejores personas.
Uno de los hechos
más visibles en ese acontecimiento deportivo es la migración ligada a la enorme
concentración de la riqueza. La mayoría de los mejores jugadores de los
diferentes equipos que representan a naciones y continentes, son trabajadores
bien pagados y explotados en las ligas europeas (Reino Unido, España, Alemania,
Francia, Italia, etc.). Empero, los falsos nacionalismos y regionalismos siguen
siendo manipulados para intentar ocultar esas realidades vigentes cuando lo que
se requiere es construir a todo nivel el sentido de Humanidad (que juega su
propio partido).
Hoy lo más avanzado
de la Humanidad está jugando una contienda contra una oligarquía financiera
global que todos los días nos mete tremendos “goles” y nos hace creer que son
para nuestro beneficio. Usan las crisis económicas, las pandemias, las guerras
y hasta los desastres naturales para “meter miedo”, generar incertidumbre,
mantener divisiones geopolíticas, y con la “ciencia” y la “tecnología”,
fortalecer todo su aparato de control ideológico, mediático, cibernético y
digital, sin que surja –por lo menos- algún tipo de resistencia global. ¡Alienación
mental a máximo nivel!
En algunos países
los estallidos sociales y movilizaciones populares ponen a los gobiernos a la
defensiva y colocan el “balón” en campo contrario, pero en casi todas esas
últimas experiencias, las élites económicas y políticas logran “nivelar el
juego” mediante tácticas y estrategias muy similares a lo que se utilizan en el
fútbol. Como sus “democracias” están fuertemente cuestionadas, juegan con “el
fuera de lugar” o “guerras jurídicas” (lawfare) como lo hizo Arabia con
Argentina, o recurren a la fuerza física “focalizada” y “ataques preventivos”,
al mejor estilo de las tácticas usadas por muchos equipos para neutralizar con
faltas y bloqueos a los jugadores más hábiles.
Hoy EE.UU.
intenta pasar a lo ofensiva usando los errores provocados de Rusia, muy al
estilo de lo que hizo el equipo de Países Bajos para eliminar a Brasil. China
juega a la defensiva como lo hicieron los conjuntos de Croacia y Marruecos con
relativo éxito, y espera que EE.UU. se meta algún autogol para pasar al
contrataque. Europa, totalmente dividida y aturdida por sus propias
debilidades, se conforma con ser subcampeona con Francia después de ver
eliminadas a Alemania, España e Inglaterra, sin atinar a reaccionar en forma
autónoma y unificada.
América Latina,
África y Asia sin verdaderos liderazgos “no alineados”, sigue exportando
jugadores de fútbol como lo hace con “cerebros fugados” y materias primas, sin
atinar ni siquiera a diseñar alguna estrategia defensiva u ofensiva. Nos
conformamos con celebrar el logro de jugadores excepcionales como Pelé,
Maradona o Messi que, a la cabeza de un grupo de jugadores inspirados por “algo”
de vergüenza y dignidad y por un futuro bien pagado por chequeras “globales”, se
juegan en un partido toda una vida de sacrificios y de esfuerzos familiares y
sociales.
Pero, bueno, nos
conformamos diciendo… ¡algo es algo! En realidad, ese tipo de “emociones
colectivas, momentáneas y circunstanciales” que sentimos por los logros realizados
por quienes consideramos “nuestros”, solo reflejan los enormes vacíos y
frustraciones que pareciera que el Gran Capital utiliza para desencadenar en
las mayorías sociales las dinámicas del consumismo compulsivo y obsesivo, base
vital para sostener un sistema que nos lleva a la hecatombe.
Es urgente juntar
el equipo de la humanidad, unificar el cuerpo técnico y establecer el campo de
juego. El contrario a vencer solo es el 1% de la población. ¡Sin reglas ni árbitros!
Podemos ganar.
Asi es mi amigo felicidades solo unidos venceremos
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