Petro, el Pacto Histórico y
el “sueño democrático”
Popayán, 18 de noviembre de 2021
¿En qué momento se
gana la iniciativa? ¡Cuando eres enemigo de todos!
Hace algo más de 30 años (1990-91)
un grupo de jóvenes al frente de la sociedad colombiana lograron avizorar el “sueño
democrático” que cuatro (4) décadas atrás le había costado la vida a otros dos
(2) dirigentes que lucharon por hacerlo realidad. Hoy ese sueño pareciera estar
más cerca que nunca, encarnado en el proceso social y político llamado “Pacto
Histórico”.
Situaciones vividas por la
sociedad colombiana a lo largo de 80 años, que son parte de la historia trágica
de este país, aparecen de nuevo frente a problemas aplazados, a estructuras económicas
y políticas inamovibles y a actores sociales y políticos que intentan emular y superar
a sus antepasados. Unos, para impedir los cambios; otros, para materializarlos.
Los jóvenes de pueblo de esos
años (1990) eran simpatizantes del M19 (guerrilla “liberal-democrática”) y los
de clase media habían seguido a Luis Carlos Galán (dirigente del “nuevo
liberalismo”). Ambos sectores se ilusionaron e hicieron alianzas con dirigentes
de las castas dominantes que estaban dispuestos a cambiar sólo la letra
de la Constitución. Nada más.
Cuarenta años atrás, dos dirigentes
populares lucharon por el “sueño democrático”. Gabriel Turbay, quien tenía formación
comunista, se alió con la oligarquía liberal para derrotar a Gaitán en 1946, a
quien veía como una amenaza. La división liberal le facilitó el triunfo a los conservadores
(liderado por “fascistas”) y él murió meses después de pena moral en París.
Y Gaitán, cuando avanzaba hacia
el triunfo electoral a la cabeza de un movimiento anti-oligárquico y
transformador, fue asesinado en Bogotá en 1948. Él no se alió con ninguno de
los representantes de la casta dominante pero creía que iban a respetar la “institucionalidad
democrática”. Por ello, no creó una verdadera organización popular y, lo más
grave, bajó la guardia frente al enemigo. De alguna manera se inmoló por el “sueño
democrático”.
El “sueño democrático” siempre giró
en Colombia alrededor de la tarea de democratizar la propiedad de la tierra y de
desarrollar una industria moderna, capaz de generar una dinámica productiva
para construir autonomía nacional. Paralelamente, abrirle canales de
participación política a quienes siempre han estado excluidos: pueblos
indígenas, comunidades negras, campesinos mestizos, y a millones de
trabajadores que han construido esta nación.
Hasta ahora no se concreta el sueño.
No obstante, hoy está a la vista. Han pasado ocho (8) décadas y nuestro pueblo
ha aprendido a separar la espiga de la cizaña, a no ilusionarse con falsos
aliados, y a no apresurarse con soluciones fáciles. Son 80 años de guerra y de
falsa democracia las que nos han enseñado a “soñar con los pies en la tierra”. Paso
a paso.
El Pacto Histórico logra la
iniciativa política
A dos años del inicio de las
movilizaciones ciudadanas que han ocurrido en los dos (2) últimos años en
Colombia -a partir del 21 de noviembre de 2019-, los demócratas colombianos encabezados
por Gustavo Petro y quienes lo acompañan en el denominado Pacto Histórico, han cohesionado
sus fuerzas y avanzan con consistencia de cara a las elecciones de 2022.
A pesar de los intentos del
gobierno de Duque y de Uribe por destruir lo poco que queda de democracia en
este país, no lo han logrado. Fracasaron en sus intentos de provocar reacciones aventureras entre los
sectores democráticos que han desarrollado movilizaciones, denuncias a nivel
nacional e internacional, trabajo legislativo, acción cultural, etc., con “paciencia
estratégica”. Su saboteo al “proceso de paz”; la represión violenta a la
protesta social; y los intentos por convertir el conflicto con Venezuela en un
problema interno, no les ha servido a las “derechas” para impedir el avance de
las fuerzas democráticas.
Por el contrario, la estrategia
propuesta e impulsada por Petro y una serie de agrupaciones políticas progresistas,
izquierdas de diferentes procedencias, fuerzas políticas de origen liberal y “verde”,
y una gran variedad de organizaciones sociales, ha logrado imponer una nueva dinámica
política. Se ha ganado la iniciativa política en todos los terrenos.
En lo programático, sus
iniciativas giran alrededor de la tarea histórica de construir y lograr la
industrialización del aparato productivo y la transformación de la matriz
energética, reemplazando gradual pero, drástica y urgentemente, las fuentes de
energía de origen fósil por fuentes de energía renovables (eólica, solar, hidrógeno,
geotérmica, undimotriz, etc.)”.
Es preciso anotar que la
combinación del proceso de industrialización con la transformación de la actual
“matriz energética” para enfrentar el cambio climático (y demás aspectos
implicados), obliga a pensar en nuevas formas de industria y nuevos tipos de
empresa. Lo interesante es que en Colombia se cuenta con una base social productiva
(pequeños/medianos productores agrarios y profesionales precariados) para hacer
realidad esa pretensión.
En esas materias, tanto el
gobierno como los sectores políticos tradicionales (incluyendo a los del “centro
político”), intentan copiar y plagiar las banderas del Pacto Histórico. No
obstante, no pueden hacerlo porque fueron ellos los que durante las últimas
cuatro (4) décadas acabaron con casi toda la industria, y profundizaron la
dependencia de las exportaciones de materias primas, de la extracción de petróleo
y carbón y de la economía del narcotráfico.
Lo interesante del momento tiene
que ver con la estrategia dirigida a desenmascarar a las derechas recalcitrantes
(“uribismo”) y, a la vez, hacer visible la inconsecuencia de una serie de actores
políticos que -a partir de 1991- posan de demócratas y pacifistas pero que en la
práctica nunca han enfrentado al establecimiento oligárquico porque son parte
de él.
Gustavo Petro llamó a conformar
una gran coalición con todos los demócratas dispuestos a defender la democracia
y la paz, y a transformar las bases económicas y productivas de Colombia, de
frente a los retos que tiene la humanidad para evitar la hecatombe ambiental, social,
económica y moral que amenaza con destruir la civilización existente en el planeta.
Dicho llamado tiene en cuenta que
todos los grupos económicos colombianos de importancia hacen parte de la oligarquía financiera
global, son transnacionalizados, y no tienen intereses “nacionales”. Esa
convocatoria parte de la convicción de que en Colombia, son los pequeños y
medianos productores en alianza con el Precariado (profesionales y técnicos), los
que podrán construir una base económica industrializada y moderna.
Y consciente de que es imposible
gobernar con cierta holgura y tranquilidad si se llega a la presidencia de la
república sin contar con el apoyo de una robusta bancada parlamentaria y un
fuerte movimiento social (como ha ocurrido en todas las experiencias de América
Latina), llamó a presentar listas unificadas al Congreso (Senado y Cámara) y a
fortalecer a las organizaciones sociales. Y en dicha tarea se está avanzando
con premura y solidez.
Así, el Pacto Histórico ha
obligado a que se conformen coaliciones de derechas y de “centro”, y que éstas
intenten organizar listas unificadas para las elecciones al Congreso, lo que hace
que los “partidos” que se desmembraron de los conservadores y liberales (CR, la
“U”, CD, otros), y los que intentaron ser “alternativos” durante estos 40 años
(Verdes, ASI, Dignidad), muestren ante toda la nación lo que ha sido su
verdadera naturaleza política.
La dinámica electoral actual: “Todos
contra Petro”
Hace algunos meses habíamos
previsto la conformación de 3 bloques o coaliciones. Hasta el momento ese pronóstico
se está cumpliendo con algunas variantes. Lo visible es que todos los
candidatos de las “derechas” y del llamado “centro” se sienten débiles frente
al candidato del Pacto Histórico que ha venido sumando fuerzas más allá de
progresistas y de izquierdas.
Es evidente que el “estallido
social”, la desastrosa gestión del gobierno de Duque, la crisis económica
profundizada por la pandemia, y los avances democráticos ocurridos en la región
(Chile, Perú), han contribuido con el debilitamiento de las fuerzas políticas
tradicionales. Además, quienes posaban de “alternativos”, especialmente los “verdes”,
han mostrado su rostro antipopular y neoliberal al frente de la alcaldía de
Bogotá en cabeza de Claudia López.
Así mismo, el principal candidato
del llamado “centro”, Sergio Fajardo, ha sido golpeado por dos hechos relacionados
con el proyecto de Hidroituango. Por un lado, le formularon cargos por parte de
la Contraloría General por malos manejos cuando fue Gobernador, y por el otro,
quedaron en evidencia sus estrechos vínculos con el Grupo Empresarial
Antioqueño y sus contratistas, quienes son los responsables del desastre operativo
y financiero del proyecto.
Es así como las fuerzas políticas
del “centro” han tenido que deslizarse hacia la “derecha” para competir en
mejores condiciones en las consultas de marzo y obtener buenos resultados en el
Congreso, especialmente, para Senado. Esos devaneos y deslices con candidatos
del establecimiento clientelista y corrupto (caso de Alejandro Gaviria), en vez
de fortalecerlos, los debilitan y empujan a los sectores más consecuentes a las
filas del Pacto Histórico.
En el caso del uribismo y de las “derechas”
claramente neoliberales la situación es similar. En las fuerzas de Uribe
(Centro Democrático) se presenta una especie de polarización entre la candidata
Cabal, ultraderechista “trumpista”, y Oscar Iván Zuluaga, quien se muestra más “moderado”
y proclive a participar en un bloque de exalcaldes, exgobernadores y
exministros, para escoger un solo candidato que represente al “continuismo
uribista-santista”.
Todo apunta a que el “sueño
democrático” cuenta con las condiciones favorables para concretarlo. Está a la
vista la elección presidencial (¡por primera vez!) de un candidato proveniente
de las entrañas populares, que se la ha jugado al lado del pueblo por hacer
realidad las transformaciones estructurales que están represadas hace mucho
tiempo.
En ese sentido me atrevo a
plantear seis aspectos (6) que pueden determinar el triunfo del Pacto
Histórico durante los siguientes meses hacia el 2022:
1. Que Gustavo Petro siga
desarrollando su línea política y su estrategia en la dirección de un avanzar
hacia un “cambio tranquilizador” (sin caer en “mesianismos”, “adanismos”, “promeserismos”,
etc., valorando lo que YA es Colombia por obra no de gobiernos sino del
esfuerzo de los productores y los trabajadores colombianos);
2. Que se realice con total
seriedad, respeto, en igualdad de condiciones, y en forma auténtica y creativa,
la campaña para escoger candidato (a) presidencial y vicepresidencial del Pacto
Histórico (sabemos que Gustavo Petro tiene grandes ventajas pero ese ejercicio
debe visualizar ante el país a los demás candidatos (as) de cara al futuro
inmediato. Recién se empieza a construir este proceso y la pedagogía política
debe estar al frente de los debates).
3. Que los candidatos a Senado y
Cámara del Pacto Histórico en las regiones comprendan la política de Petro y demás
candidatos (as) y actúen en consecuencia (realicen campañas electorales de “nuevo
tipo”, pensando en grande y con generosidad);
4. Que continúen adhiriéndose
nuevos sectores y personalidades sociales y políticas provenientes de las
diferentes corrientes partidistas (aun de las que se retiren del “uribismo”);
5. Que surja un movimiento fuerte
contra el FRAUDE, y se logre una misión internacional “con dientes” para
supervisar las elecciones de 2022 (tanto las regionales como las
presidenciales);
6. Que el Pacto Histórico consiga
movilizar por lo menos al 30% de los abstencionistas estructurales, es decir, “los
que nunca votan” (solo así se podrá derrotar de verdad el FRAUDE).
Existen otros aspectos como no
dejarse provocar, ser más propositivos, atraer a las bases de todos los
partidos y sobre todo a los que no tienen partido, ser más amables y serenos.
El “sueño democrático” está en construcción y debe alimentarse de las luchas populares.
El sueño que soñamos quienes creemos que compartir conocimiento es ahorrar para el futuro de los hijos de la nación, que compartir y cooperar en todas dimensiones nos hará una democracia de verdad. Gracias Fernando por sus constantes aportes, plenos de sensatez y generosidad.
ResponderEliminarVale! Gracias
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