Algunos logros del
estallido social en Colombia
Popayán, 10 de junio de 2021
Hemos caracterizado la formidable
movilización social que está en desarrollo en Colombia desde el 28 de abril del
corriente año (2021) como un estallido
social. Son más de 42 días de marchas, plantones, concentraciones, bloqueos
de vías y carreteras de diversa naturaleza e impacto, en donde la constante ha
sido la represión violenta y criminal por parte del Estado, y en donde el apoyo
de la población ha sido mayoritario y visible.
A pesar que el Comité Nacional de
Paro (CNP) conformado por las centrales obreras, sindicatos y otras
organizaciones sociales no ha suspendido el movimiento, que La Minga Indígena con
sectores campesinos y cocaleros agrupados en torno al “Pacto
Social”, y los Jóvenes Rebeldes en proceso de articulación en la Unión
de Resistencias, han decido mantener activa la movilización callejera, es
evidente que la protesta entró en una fase de agotamiento que no sabemos si en
el corto plazo pueda reactivarse o vuelva a brotar más adelante.
Antes de avanzar sobre una
evaluación que permita construir algunas lecciones, es necesario reiterar
varios aspectos importantes sobre los logros de esta estupenda y entusiasmadora
experiencia de lucha social, política y cultural que han protagonizado millones
de colombianos, a fin de realizar un análisis que debe ir más allá de los balances
puntuales y coyunturales.
Tal evaluación queda pendiente
para futuros escritos y debe contener como mínimo una periodización del proceso
de lucha con sus antecedentes, la descripción de los actores sociales y
políticos protagonistas, el análisis de las actitudes desarrolladas por las
fuerzas más organizadas, una caracterización más detallada de lo que llamamos “estallido
social”, un balance de las estrategias impulsadas por las organizaciones políticas
que influyen en el movimiento social colombiano frente a la estrategia del
Estado (y de los diferentes sectores de las castas dominantes), y unas
lecciones que sirvan para preparar las fuerzas populares para los nuevos retos
que están encima. Todo para alimentar el necesario y fraternal debate.
Los logros
Hay que decir que el estallido
social mismo es un gran logro en una sociedad que por vivir en medio de la
violencia había caído en una especie de inercia y letargo. El impacto y la
duración del movimiento sólo se pueden explicar por el amplio y masivo apoyo
que ha tenido de gran parte de la sociedad, aún de aquellos sectores que
rechazan algunas formas de lucha como los bloqueos o cierres de vías o
carreteras, pero que son conscientes de las causas estructurales que han
generado tal grado de inconformidad y protesta.
Se destacan las expresiones
artísticas de la juventud que están en el centro de las protestas, que en
realidad son verdaderos performances y obras de arte en donde se involucran
miles de personas, especialmente jóvenes y mujeres. Ha sido un fenomenal y
creativo proceso de encuentro entre diferentes sectores sociales que poco a
poco se está profundizando a medida que la solidaridad y apoyo ha requerido de
acciones más visibles y decididas.
La forma como los logros
políticos y reivindicativos han sido arrancados al gobierno sin necesidad de
negociar formalmente -al mejor estilo de lo ocurrido recientemente en Chile-
son aspectos a señalar y analizar, por cuanto se corresponden con la potencia
del movimiento y con la diversidad y complejidad de los actores comprometidos.
Es más, el estallido social alcanzó a acorralar al gobierno y colocarlo en “estado
de renuncia”, pero en realidad el grueso de las personas que apoyaban la
protesta no estaban interesadas en aventuras insurreccionales.
La reacción violenta del gobierno
que ha incluido la acción asesina de la policía y la utilización de civiles
armados (paramilitares) y que produjo más de medio centenar de jóvenes
protestantes asesinados, no sólo generó una profunda crisis de gobernabilidad
en el país hasta el punto de que las castas dominantes recurrieron a la
militarización de las regiones y ciudades más movilizadas, sino que, trajo como
consecuencia el desenmascaramiento del gobierno a nivel internacional. Ha
quedado claro que este gobierno hace parte de un régimen antidemocrático y
violador de los derechos humanos.
El mayor logro hasta ahora
alcanzado es la conciencia adquirida en el proceso del despliegue de la fuerza
popular y algunas nuevas formas de organización que están en pleno
surgimiento, como son las Asambleas Populares que están proceso de
construcción y organización, y que de lograr consolidarse y hacerse
permanentes, podrán constituirse en los gérmenes de un verdadero poder
paralelo, expresiones de una efectiva autonomía e independencia política, y en
órganos de poder popular que rompan con el control institucional que ha
predominado y limitado al movimiento social y político de nuestro país.
Un recorderis pertinente
Este proceso de movilización
social y política ha centrado su lucha en enfrentar al Gobierno de Duque (Uribe).
No obstante, es necesario entender que estamos frente a un Régimen criminal y mafioso. Dicho régimen debe
ser caracterizado y entendido para poderlo derrotar. Por ello es necesario clarificar
las diferencias entre régimen y gobierno.
El régimen político tiene que ver
con el carácter del ESTADO que en Colombia es “colonial-capitalista-oligárquico”.
El actual gobierno de Uribe-Duque hace parte de ese régimen pero tiene sus
particularidades. Ejemplo, tiene diferencias con el gobierno de Santos, así
sean mínimas.
A Duque lo controla una alianza mafiosa-terrateniente
mientras que el gobierno de Santos era liderado por la oligarquía-capitalista
transnacional que acepta a las mafias pero no las quiere al frente del poder
político, no por pruritos o valores morales sino por intereses geopolíticos.
Es decir, el régimen político es una
formación de tipo estructural-sistémico mientras los gobiernos son grupos de
personas que representan clases y sectores de clase (partidos) que gestionan
sus intereses desde el aparato de gobierno (responden a intereses particulares
y a momentos coyunturales).
Estos aspectos de la naturaleza
del Estado debemos estudiarlos más al detalle para no caer en idealismos que
frustren más adelante nuestras expectativas. Es necesario, por tanto, entender
que, aún si el progresismo colombiano accede al gobierno tendrá que diseñar una
estrategia para convivir dentro de ese Régimen Político. Es decir, deberá desarrollar
formas de socavarlo y superarlo, o de lo contrario terminaremos en un callejón
sin salida.
Ese es el problema que los
gobiernos progresistas y de izquierda de América Latina (y Grecia y
parcialmente España) se han encontrado y no han podido enfrentar ni resolver. Es
un tema a profundizar si no queremos terminar “adornando” el régimen
colonial-capitalista-oligárquico con algunas flores progresistas y limitarnos a
gestionar el “Estado Heredado” sin hacerle un solo rasguño al Gran Capital
(dentro del cual está el capital de las mafias).
La iniciativa que el estallido
social acaba de dejar sobre el escenario de lucha es que el pueblo y los
jóvenes movilizados deben construir Asambleas Populares (permanentes), o
sea, “poderes paralelos” (desde abajo), gobiernos autónomos, formas de
organización independiente de la institucionalidad existente, para poder
avanzar hacia cambios verdaderamente estructurales.
Es un asunto que debe debatirse con toda seriedad.
Bien Fernando, atinado y pertinente artículo. Las Asambleas Populares han encontrado su manifestación al modo joven, es decir en las unidades de Resistencia en las diferentes ciudades, y según el tamaño de éstas, en localidades generalmente precarizadas, sin que esto sea taxativo. Los Héroes marcaron un hito en Bogotá pero el desalojo y control brutal de la policía lo marcó como vacío hoy. Al gobierno y su partido no les conviene lo que los jóvenes ciudadanos liberados exigen, menos a sus patrones. En mi opinión esto va para largo, y la ciudadanía está dispuesta a lograrlo
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