Duque no es el interlocutor válido para la protesta social
Popayán, 22 de
noviembre de 2019
La formidable demostración de
inconformidad realizada ayer (21N) por millones de colombianos contra un
gobierno que no escucha ni gobierna demostró que Duque no está a la altura de
las circunstancias. Ni siquiera el cacerolazo frente a su casa lo hizo
reaccionar.
A las 10 de la noche del jueves
(21N) salió a decir que su gobierno es un ejemplo de “diálogo social” y que no
permitirá que los violentos se apoderen del país. No mostró la más mínima
empatía con la ciudadanía inconforme y ni siquiera se disculpó por haber
menospreciado a la gente.
La conversación de “Pachito”
Santos con Claudia Blum filtrada por los medios desde Washington, muestra que Duque solo escucha órdenes desde EE.UU., desde
la oficina principal del Grupo Aval o desde El Ubérrimo. Duque no tiene
autonomía, no es siquiera un mayordomo, es un simple mandadero.
Por otro lado, la ciudadanía
inconforme demostró que tiene un potencial y una creatividad que va más allá de
lo pensado o programado por nadie. Los que no pudieron participar en las
marchas o no quedaron satisfechos, realizaron un cacerolazo histórico en medio
de emotivas marchas nocturnas en barrios y localidades de Bogotá y otras
ciudades.
Lo que se está incubando en Colombia
no es similar a lo de Chile, Ecuador o Bolivia. Hay que identificar las
particularidades para lograr que se desencadene la fuerza constituyente de la
sociedad y se logren los cambios profundos que requiere el país.
Pero, el viernes 22N se observó
una amenaza que atenta contra el despertar de la gente. En un país con graves
problemas de pobreza, desempleo, inequidad y desigualdad, la principal dificultad
es que la violencia (vandalismo, saqueos, anarquía) desborde la protesta social.
Ya hubo amagues en Cali, Bogotá y otras ciudades que debe preocuparnos a tod@s.
El gobierno, el uribismo y las
mafias locales e internacionales (Departamento de Estado, CIA, DEA, carteles de
narcos) son los más interesados de que ello ocurra. Y lo que se ha demostrado
en estos 2 días es que el “vandalismo”, utilizando encapuchados y delincuentes
en los barrios y conjuntos residenciales, e impulsando campañas de terror y de
pánico, es organizado por la policía y
es la estrategia del gobierno para derrotar la protesta social.
La violencia manipulada y
estimulada para generar el caos y la anarquía, es la fórmula que las castas
dominantes siempre han utilizado en Colombia para detener la avalancha de
movilización social que el 21N mostró toda su potencialidad.
Seguir impulsando grandes
concentraciones y marchas de protesta sin denunciar, desenmascarar y
neutralizar esa estrategia (que es un nuevo tipo de terrorismo de Estado), es
hacerle el juego al gobierno y al uribismo.
Por ello, los dirigentes sociales
y políticos más sintonizados con la situación actual deben ser muy inteligentes
y responsables. Colombia no aguanta una semana parecida a las que el pueblo ha
protagonizado en Chile. Los grupos armados ilegales (fuera y dentro del
gobierno) están al acecho y son los que están más preparados y organizados para
actuar en consecuencia.
El movimiento social y ciudadano
debe crear escenarios propios de Diálogo Nacional. Hay que constituir con
urgencia un organismo plural y ampliamente representativo para llenar el vacío
de poder que se siente con un “presidente” que no es presidente. Duque no es el
interlocutor válido para la protesta social. Ya lo había demostrado antes, ayer
lo acabó de confirmar.
Los habitantes de Bogotá ya
mostraron la mejor forma de protestar en esta coyuntura. Cacerolazos y marchas
vecinales en barrios y localidades. Así se protesta masivamente, se cuida el
territorio y se evita la infiltración de toda clase de agentes violentos.
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