¿Podremos derrotar a corruptos y guerreristas en las elecciones de
octubre de 2019?
Popayán, 28 de agosto
de 2019
No acostumbro a analizar la
política electoral de nuestro país o del mundo citando con nombre propio a los
protagonistas individuales. Creo que esas figuras o personas son un resultado
de la acción de las fuerzas sociales profundas, que expresan diferentes y
antagónicos intereses de clases y/o identidades históricas de tipo político, nacional,
étnico, de género, edad y cultura.
No obstante, dadas las
circunstancias previas a las elecciones para elegir autoridades regionales y
locales, especialmente, las que se viven en torno a la elección para la Alcaldía
de Bogotá, es necesario mencionar los nombres propios de los actores políticos
más relevantes, por cuanto se han convertido en un factor importante a resaltar.
La actitud individual, a veces, es definitiva.
Por la forma como se dieron las
elecciones presidenciales de 2018 y por la manera como ha “gobernado” o
desgobernado Duque, pensé –con cierta ingenuidad– que las fuerzas que siempre
he identificado en el campo de la democracia, se iban a unificar para derrotar
contundentemente al “uribismo” y neutralizar las tendencias autoritarias que
juegan dentro del gobierno.
Identifico como fuerzas de la
democracia a aquellas que luchan por construir un ambiente institucional que
nos permita resolver los grandes y graves conflictos acumulados por siglos, apelando
a la confrontación pacífica de las ideas y sin recurrir al ventajismo (corrupción).
Es decir, sin armas y sin trampas. Y, ello no implica negar los antagonismos
históricos que debemos resolver por vías democráticas, uniendo a las mayorías y
sin necesidad de exterminar al contrario.
Dentro de esas fuerzas ubico a
quienes hacen parte del Polo Democrático Alternativo, Alianza Verde, Colombia Humana,
Compromiso Ciudadano, MAIS, UP, sectores liberales independientes y otros grupos
que participan en lo electoral. En el caso de FARC, a pesar de los esfuerzos
hechos por sus principales dirigentes, hay muchos “grises” en su entorno.
El principal factor que
identifico como obstáculo para conseguir ese avance democrático es el
comportamiento “infantil” de Gustavo Petro, líder de la llamada Colombia
Humana, que se cree dueño de los votos de las personas que lo apoyaron en la
importante (y que, parecía “histórica”) jornada electoral de junio de 2018. El
triunfalismo se le subió a la cabeza y no lo deja pensar.
Además, y en relación con ese
factor, no ha existido un esfuerzo sostenido durante este año por construir un
proyecto democrático y progresista, que fuera garantía para construir
convergencias o alianzas políticas en los departamentos y municipios, basadas en
programas construidos colectivamente y en formas transparentes y requisitos
éticos para escoger a los candidatos (as).
Ese proceso democrático-
progresista contaba con óptimas circunstancias para aglutinar a fuerzas de “izquierda”
y democráticas populares. Los objetivos planteados por Petro en la campaña
electoral, que se pueden sintetizar en la lucha por democracia, paz, cambio del
modelo de desarrollo, defensa del medio ambiente, educación y salud públicas,
eran un gran punto de apoyo.
No se trataba, de crear un nuevo
partido o de acabar con los existentes, pero sí de construir un proceso
político, juntar a las fuerzas que se convirtieron en la base organizada de la
campaña de Petro, que provenían de diversas tendencias y grupos que eran proclives
y factibles de acercarse y “articularse”. Unir a lo más cercano para actuar con
seriedad frente a los posibles aliados.
Ese espacio
democrático-progresista, más o menos unificado, habría sido un buen referente
en las elecciones regionales, para “unir a lo más progresista” de este país.
Claro, sin renunciar a alianzas con “verdes”, “polistas”, “fajardistas”, “izquierdistas”,
y hasta con liberales independientes, aislando al uribismo, al “gavirismo-charista”,
al “vargas-llerismo”, al “santismo-corrupto”, etc.
Y de paso, combatir el
personalismo, el caudillismo y todos los vicios de la política tradicional que
han empezado a treparse de frente al interior de las fuerzas progresistas y de
izquierda.
Claro, todavía hay tiempo para reflexionar y rectificar. Aunque... ¡no
mucho!
No hay comentarios:
Publicar un comentario