Ritual del pueblo Yoeeme o Yaqui |
El autismo y el desatino controlado
Popayán, 24 de junio de 2019
Hay que ser
un autista para tratar de ser cuerdo en el mundo actual. Es tal la cantidad de
información que nos bombardea a diario y la velocidad en la que aparentemente
se mueve la gente, que si no colocamos una barrera consciente que nos facilite
regular el contacto con ese alocado mundo, terminamos actuando como verdaderos
idiotas.
El autista
parece un idiota, pero no lo es. El autista tiene un filtro mental que le
impide desarrollar relaciones “normales” con los demás. Es una ventaja. Ellos piensan
fija y obsesivamente un problema hasta encontrar una solución o realizan una
actividad hasta terminarla. El idiota actual (la mayoría de nosotros), vive
pendiente de todo y se relaciona con todo, pero ni piensa ni actúa con cabeza
propia. Es un verdadero autómata.
Un
antropólogo irreverente no reconocido por la academia tradicional, de nombre Carlos Castaneda, apoyándose en la forma de pensar
del pueblo Yaqui (norte de México y sur de los EE.UU.) recomienda perfeccionar
el uso del “desatino controlado” para poder soportar los retos de la vida. Es
el arte de entender que todo es valioso, pero nada es importante.
¿Cómo hacerlo?
Primero, entender que la vida en sociedad es una estafa permanente. Todos
mentimos y dejamos que nos mientan para poder sobrevivir. Es el mundo de la
hipocresía legalizada por normas sociales. Desde niños nos adiestran para
aceptar lo que los adultos nos imponen. Los padres aparentan ser felices para
no traumatizar al niño, y por ese camino, todos terminamos aceptando como regla
general unas relaciones esquizofrénicas.
Hay que comprender
lo que es el éxito, palabra peligrosa que viene de “exit” que, en inglés, significa “salida”. El éxito es la ilusoria
fuga del mundo de la gente “media” o “mediocre”, por no decir, fracasada. Para
lograrlo hay que aceptar las reglas, saber representar el papel para que otros
se sientan reflejados en el actor (o actriz) y atenúen sus frustraciones con el
triunfo del otro, que lo asimilan como propio. Y de paso, se organizan enormes
negocios, la gran mayoría verdaderas estafas, con base en necesidades creadas y
manipuladas.
Ese mundo,
basado en la necesidad de enriquecimiento individual (crematística) no va a
cambiar fácilmente y tiende a la autodestrucción. Mucha gente vive de él, vive
contenta con esa farsa y lo defiende a muerte. Por ello, se requiere el segundo
paso del desatino controlado. Implica aceptar esa realidad que nos impone
cantidad de situaciones que no son importantes pero que debemos aceptar para
poder actuar con sentido de “lo valioso”.
El tercer
paso es actuar, sin juzgar, sin desechar a ninguna persona, sin creernos por
encima de nadie, y desarrollar los máximos esfuerzos por hacer lo correcto, lo
indispensable, lo necesario, lo realmente importante. Y para poder soportarlo,
genuinamente, hay que asumir en serio la vida, pero no tan en serio al ser
humano. Y para lograrlo, debemos ser “guerreros”.
No es fácil.
Hay que empezar por dejar de mentirnos a nosotros mismos. Si superamos la
prueba, avanzaremos. Si no lo logramos es porque queremos tener “éxito” en un
mundo donde el triunfo se basa en la corrupción y la compra de consciencias. El
único triunfo verdadero sería una efectiva revolución de “los de abajo”, pero
no para querer ingresar en el mundo de “los de arriba” sino para destruirlo.
Por ello se
requiere el arte del desatino controlado. Para que la “salida” signifique un
verdadero cambio y el triunfo sea social y colectivo. El solo proponerse esa
meta, es el primer paso para combinar con creatividad lo que es aceptar el
mundo existente y, a la vez, actuar para cambiarlo, sin pretender que es algo
que se pueda hacer en forma individual.
La mayoría de
quienes lo intentan, renuncian muy fácilmente y se entregan (acomodan al sistema
imperante) o se encierran en un mundo de fantasía (involución individual,
suicidio, locura, droga, religión o política obsesiva). Solo los “guerreros”
siguen e insisten, y descubren su camino.
No hay comentarios:
Publicar un comentario