Interviniendo
en la casa vecina para ocultar los problemas de la propia…
EL VIACRUCIS DE DUQUE
Y URIBE
Popayán, 26 de febrero de 2019
La novatada
no se puede ocultar. La “cumbre” del Grupo de Lima en Bogotá, con la presencia
del Vicepresidente Mike Pence de USA y el “autonombrado” Guaidó, no pasó de ser
un sainete repetitivo de amenazas y anuncios en el aire, cada vez menos
concurrido, en donde los neocons gringos
y uribistas colombianos no lograron aprobar la intervención armada en Venezuela.
Las caras largas, la frustración y el desespero, fueron la constante de ese
evento.
Duque vive
su tragedia al terminar siendo un simple mandadero de Trump mientras Uribe forcejea
para impedir la extradición desde los EE.UU. de Andrés Felipe “uribito” Arias,
en quien ve reflejado su propio drama. Teme que la Justicia Transicional (JEP)
se fortalezca o, que, en su deficiencia, la Corte Penal Internacional logre
construir un caso contra él; pero lo que más lo horroriza es que un gobierno
progresista pueda acceder al poder en 2022.
Es
importante recordar que Duque desde principios de su período gubernamental se
quiso mostrar deslindado de Uribe, pero no pudo mantenerlo. Su imagen venía en
barrena dentro del mismo “uribismo” y, por ello, aprovechó el atentado del ELN
para cambiar su estrategia e inició el camino de mostrarse como lo que es: peón del imperio y de Uribe quien, a
través de Carlos Holmes, Francisco Santos, Marco Rubio y otros funcionarios, le
impuso la agenda de guerra. Y es que objetivamente no tienen otra salida. La “paz”,
así sea mínima, no es su terreno.
Solo a
partir del 17 de enero Duque logró romper la tendencia a la baja en la opinión
pública y con su discurso contra Maduro recuperó parte del apoyo de quienes lo eligieron.
Pero no es gran cosa. En la medida en que los esfuerzos del imperio
estadounidense por derrocar al presidente Maduro sean derrotados o
neutralizados, la necesidad de la guerra se les vuelve más urgente, dado que,
si no logran crear un ambiente de desestabilización en la región, no podrán
acabar con la JEP, como es la pretensión de Uribe (https://goo.gl/paExmS).
Pero, además,
el otro tema de fondo es la enorme crisis fiscal que tratan de ocultar. Duque en
su reciente viaje a EE.UU., fue obligado a acudir a Nueva York para tranquilizar
a las calificadoras de riesgo que están preocupadas por el peligroso desbalance
entre el tamaño de la deuda pública (interna y externa) y el bajo desempeño de
las finanzas del Estado colombiano. Esa gestión la hizo después de recibir
órdenes de Trump y le dieron un bajo perfil.
Por esa
razón quieren aprobar en el Plan de Desarrollo una reforma tributaria
camuflada. Amagaron con recortar los subsidios al consumo de energía eléctrica
y gas a los estratos 1, 2 y 3, pero ante el rechazo generalizado se echaron
para atrás. Paralelamente, con la nueva clasificación de la “clase media” por
parte del DANE, en la que ubican a quien obtenga ingresos superiores a $450.000
mensuales, van a intentar una nueva re-estratificación de los predios urbanos
para legalizar –por otra vía– ese recorte de los subsidios a los servicios
públicos.
En Colombia
la lucha política está completamente definida. Los “medias tintas” y “tibios” no
encuentran sitial en el actual entramado. En las elecciones regionales y
locales se enfrentarán los dos bloques que se expresaron en los pasados
comicios presidenciales: por un lado, el “uribismo” y sus aliados corruptos y de
derechas, y por el otro, las fuerzas democráticas, progresistas y de izquierda.
Pueda que aparezcan más opciones, pero la dinámica lleva a la polarización.
El pulso
por mantener la JEP, contra la extradición de Santrich y por la orientación pluralista
del Centro de Memoria Histórica, ya mostró esa dinámica. La tarea del momento
es fortalecer la presión internacional ante la Corte Penal Internacional y la
ONU, que son los únicos organismos internacionales que defienden los acuerdos
firmados con las Farc. Los demás organismos como la OEA, se han alineado con la
estrategia de intervención en Venezuela. La destrucción de la JEP en Colombia está
subordinada a esa meta.
Uribe ya
negoció su impunidad con los gringos y Duque lo único que hace es el mandado. Por
esa razón también quieren incentivar la guerra interna, hacer crecer
artificialmente al ELN y otros grupos armados ilegales, y si pueden,
utilizarlos para crear incidentes en las fronteras. Estos próximos 15 días son
claves; si Venezuela resiste pacíficamente y no logran provocar la acción
militar, Duque no va a poder objetar la JEP y tendrá que empezar a recular en
muchos otros asuntos.
La
movilización contra la guerra y la movilización social están a la orden del
día. Los problemas que afectan a los productores de café, a campesinos e indígenas
y productores de coca, y otros sectores sociales a los cuales este gobierno no
les puede cumplir, van a obligar en el corto plazo a que amplios sectores
sociales se movilicen y desenmascaren a un gobierno que se dedica a intervenir
en los problemas de los vecinos para esquivar la responsabilidad con su propio
pueblo.
Esa es la
contradicción central que hoy vive Colombia. No puede haber ninguna vacilación
frente a las pretensiones de Duque y Uribe de desestabilizar la región para
salvar su propio pellejo. Lo que se impone es la fraternización en la frontera
y la derrota de la mentira.
Nota: Fueron los “guarimberos” mercenarios los que
incendiaron las tracto-mulas con alimentos y medicinas en los puentes
fronterizos con Venezuela que cargaban también elementos para el terrorismo
callejero. Existen videos donde se ve a los mercenarios reclamándole a un
diputado venezolano por no haberles cumplido con el pago. Muchos de esos “guarimberos”
eran paisas contratados para atacar a la fuerza armada de Venezuela con la
complicidad de policías y el ejército colombiano. Ver: https://goo.gl/nYehGe
E-mail:
ferdorado@gmail.com
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