UNA DICTADURA CORPORATIVA DIFUMINADA
Popayán, 6 de agosto
de 2017
Prometimos avanzar en un 2º artículo
sobre la deriva autoritaria que en Venezuela se concretó en una dictadura “sin
dictador individual”. Es un gobierno de facto que asumió la forma de Asamblea
Constituyente. En su instalación anunció que no va a constituir nada. “No es un
cuerpo de expertos constitucionales” dijo su Presidenta y remató: “Es para
tomar decisiones”. La primera fue la destitución de la Fiscal General. Ese
“poder corporativo difuminado”, que va a sesionar por 2 años, se apoya en otro
poder del mismo tipo: el Tribunal Supremo de Justicia TSJ. Una inquisición sin
rostro usará a Maduro como bufón con funciones administrativas que, acaso, podría
servir más adelante como chivo expiatorio.
Antes de desarrollar el tema de
las consecuencias y observar el comportamiento frente a un poder de este tipo
–dictadura sin dictador individual– es muy importante detallar cómo se llegó a
esta situación. Hay que identificar cómo se las ingenió la cúpula
burocrático-militar para montar ese poder corporativo difuminado, el papel de la oposición funcional y su
locura guerrerista, la acción de la burguesía financiera global que se
manifiesta en el gobierno de los EE.UU. pero que es mucho más, y responder la
pregunta: ¿Por qué había que organizar ese organismo que es como un cuerpo
extraño sacado de la manga por un prestidigitador profesional?
El entorno internacional
Lo que ocurre en Venezuela –sin
ninguna duda– hace parte de la dinámica geopolítica global que enfrenta a
potencias económicas por el control de recursos estratégicos del planeta. Eso
no lo niega nadie. Sin embargo, precisamente para no caer en la trampa
geopolítica era fundamental impulsar con consistencia la integración regional.
Alinearse con China o con Rusia, en forma individual y sin contar con el
respaldo de la región, sin consolidar un bloque latinoamericano, significaba
quedar preso de los conflictos y acuerdos entre potencias imperiales, que como
en los casos de Libia y Siria, utilizan a gobiernos autocráticos y supuestos
ejércitos “libertarios” para arrodillar y explotar a pueblos y naciones.
En América Latina, entre algunos
gobiernos “progresistas” surgió la idea de que para “liberarse” del control y
dominación estadounidense, había que establecer alianzas económicas y políticas
con Rusia, China e Irán, involucrándose en una especie de “guerra fría” que
dichas potencias han utilizado para someter a regiones enteras. Mientras Cuba,
Nicaragua y las FARC, al ritmo de los globalistas “Marca Clinton”, buscaban
escabullirse de esa trampa geopolítica “cogiéndole la caña” a Obama, los
gobiernos de Venezuela, Ecuador y Bolivia, impulsaban lo contrario.
No obstante, ante la realidad
económica de la crisis de los precios internacionales de los commodities (materias primas y otros) y
la posibilidad de ser víctimas de bloqueos y agresiones sin tener la fuerza
para enfrentarlas, poco a poco, “con mañita”, Evo Morales y Rafael Correa
fueron modificando esa estrategia. Pero Maduro, presionado por su crisis
económica “endógena”, provocada por erradas políticas macro-económicas, el
despilfarro y la corrupción, se mantuvo en la línea de una aparente confrontación
“radical”. Es parte de la polarización interna para conservar lealtades
“bolivarianas” y mantener a raya a la oposición, que cuenta con sus aliados neocons que alimentan sus sueños
desestabilizadores con mucho dinero y privilegios.
Sin embargo, la cruel realidad es
que el gobierno de Maduro ha tenido que arrodillarse ante la burguesía
financiera global. Frente a un inminente “default”
tuvo que negociar en muy malas condiciones las riquezas del Arco Minero del
Orinoco con grandes transnacionales de “occidente” y “oriente”[1],
vendió bonos de deuda pública a Goldman Sachs con descuentos increíblemente
onerosos, y necesita con urgencia profundizar negocios multimillonarios. O sea,
en vez de “liberarse de los gringos”, la realidad es que ahora Venezuela –como nunca–,
está a expensas de la burguesía financiera global. Hacer esos negocios, con una
Asamblea Nacional en manos de la oposición, era imposible; y, además, el
gobierno sufría en abril/2017 una serie de protestas que podían desencadenar un
alzamiento popular.
Convocar la ANC –al precio que
fuera– para quitar de en medio a una Fiscal incómoda y a esa mayoría opositora en
la Asamblea Nacional AN, era absolutamente necesario. Como lo dice el Decreto
N° 2.830, “(…) ante las circunstancias sociales, políticas y económicas
actuales, en las que severas amenazas internas y externas de facturas
antidemocráticas y de marcada postura anti-patria se ciernen sobre su orden
constitucional, considero un deber histórico ineludible convocar una Asamblea
Nacional Constituyente”. Es por lo anterior que, en efecto, las decisiones más
importantes ya están tomadas, la ANC en sí misma es un “globo”, un “poder
corporativo difuminado”, una nube para distraer la política doméstica. Las
grandes decisiones se toman en Washington, Nueva York, Moscú, Frankfurt o Shangai, y en los
círculos cerrados de la cúpula burocrático-militar que desde hace mucho tiempo actúa
como una verdadera mafia.
El ambiente doméstico interno
En realidad el gobierno de Maduro
en abril/2017 no le temía tanto a la oposición encabezada por la MUD como a las
protestas espontáneas del pueblo que ya habían alertado a la cúpula
burocrática-militar cuando la crisis de los billetes de 100 bolívares. La
oposición política había mostrado su incapacidad para administrar el triunfo
electoral de 2015. Con su actitud irresponsable de querer tumbar a Maduro sin
tener la fuerza para hacerlo, su división interna, su falta de visión para
atraerse de verdad a los “ni-ni” o a los “chavistas desilusionados”, sus
vínculos anti-nacionales y pro-imperiales con gobiernos extranjeros, y hasta su
torpeza para atacar al gobierno, era una evidencia que por ese lado no había
que preocuparse. Son previsibles y hasta programables.
Con base en esa certeza el
gobierno lanzó la convocatoria a la ANC; por un lado, porque era absolutamente
necesaria para tener las manos libres para operar frente a lo que han llamado
“guerra económica”, concretar los grandes negociados internacionales sin que
hubiera mucho escándalo, reprimir con más eficacia los núcleos facciosos y
paramilitares que están apareciendo, pero por sobre todo, desviar el foco
económico de las protestas (inflación, desabastecimiento, carestía, etc.) y colocar
a la cabeza de ellas a una MUD
desprestigiada, a fin de evitar que sus propias bases “chavistas” se fueran a
sumar a las manifestaciones de inconformidad. Colocar la marca de la oposición
anti-patriota al frente de las protestas con el motivo de la ANC, era una
“jugada maestra”, un tiro a tres bandas ganador. Provocarlas y llevarlas al
grado de degradación, "crímenes de odio" y demás salvajadas que han
ocurrido, era relativamente fácil para unas fuerzas armadas y de inteligencia
que han aprendido mucho de los gobiernos burgueses y fascistas.
La MUD cae en la trampa
fácilmente. Sus llamados a la intervención de la OEA, sus lamentos
injerencistas dirigidos a Trump que son utilizados por los Rubios y demás
republicanos y neocons gringos para
sus juegos políticos al interior del gobierno y obtener financiación para sus
ONGs "libertarias" y "humanitarias", y todo su
comportamiento infantil y mediático, era una garantía para el gobierno. Es una
oposición funcional, reactiva, contestaria, sin iniciativa política, a la que
le da miedo dialogar de frente a la sociedad porque no tiene propuestas.
Aparentemente la protesta se fortalece pero llega a sus niveles
"normales", no va más allá de lo que el gobierno llama "los
escuálidos", y a medida que las "guarimbas", con la intervención
anárquica de jóvenes fácilmente manipulables por fuerzas oscuras que empezaron
a llamarse "La Resistencia", se hicieron incontrolables para la misma
MUD, la población se deslindó totalmente de ese tipo de protesta y violencia.
El último esfuerzo medianamente
racional que ideó y realizó la MUD, en medio de su desesperación para evitar
las elecciones de la ANC (30J), fue la denominada “consulta”. Sin embargo, se
dejaron convencer de los sectores más extremistas de incluir dos preguntas
dirigidas a sustentar la creación de un gobierno paralelo. En vez de plantearse
una estrategia para jalonar a los sectores chavistas críticos con la sola
bandera de oponerse a dicha convocatoria, volvieron aislarse. Y a pesar de esos
errores, la respuesta de amplios sectores de la población que quería la paz y
la convivencia, fue importante. Pero, nuevamente la dirigencia de la MUD dilapida
esa oportunidad que le ofrece la sociedad. Es más, con ese respaldo habían
podido plantearse participar en la ANC, negociar condiciones nuevas, auditoría
internacional, rechazar los chantajes gubernamentales a los electores, y arriesgarse
a mostrar un compromiso verdaderamente democrático. Pero, fuerzas oscuras
determinan su comportamiento. Y, tal parece, la gente lo está descubriendo.
En vez de asimilar el mensaje de
paz de los participantes en la consulta, de leer que el gobierno respetó sus
espacios al convocar paralelamente su simulacro, la MUD se siente nuevamente
ganadora, sobredimensiona su relativo éxito y respaldo popular, y se lanza a
una profundización de su estrategia insurreccional. Autorizan nuevos
“trancazos”, lanzan el paro de 48 horas –que fue un absoluto fracaso– e
intentan sabotear las elecciones. Lo que muestran los resultados electorales,
así haya existido fraude, es que la estrategia del chantaje, la presión, la
amenaza, el control con el “carnet de la patria”, le funcionó al gobierno. Pero
también, es posible que algunas personas que participaron en la consulta, salieran
a votar por la ANC, no porque estén de acuerdo con esa iniciativa pero sí para
castigar a la oposición golpista. La falta de registros electorales no permite
constatar esa hipótesis.
La ANC y sus formas
Lo que también es visible, es que
sobre la marcha, la comisión de ideólogos de la burocracia-militarista, tal vez
encabezada por algún profesor español, ha construido una narrativa romántica de
la “nueva etapa de la revolución”. Se quiere vender –hacia afuera– que la ANC
es el resultado y la herramienta institucional del Poder Comunal. Sin embargo,
eso no es real. Todo el mundo sabe que en Venezuela las “Comunas” terminaron
burocratizadas, sirvieron de base para la organización “de arriba a abajo” del
PSUV y se convirtieron en sus apéndices. La misma Martha Harnecker lo ha
manifestado y reconocido. Si existiera un Movimiento Comunal con capacidad de
reemplazar la democracia representativa, no habría “guarimbas” ni “bachaqueo”, y
mucho menos, una corrupción y un burocratismo como el que todo el mundo siente
y denuncia. Si existiera un movimiento comunal de amplia cobertura no habría
necesidad de esa ANC, que desde el punto de vista revolucionario es una vergüenza,
con una sobredimensión de cupos de algunos “sectores sociales” y un desbalance
enorme entre regiones muy pobladas como el Distrito Capital y otras regiones
con mucha menor población. Todas las formas de la instalación de la ANC, sus
cargos, protocolos y maneras, todo deja ver lo mucho de “colonia cortesana” que
se quiere ocultar y lo poco de proletario, trabajador, campesino e indígena (y
menos “comunal”) que realmente expresa. El único detalle “positivo”: las
cúpulas de Cabello-El Aissami le cedieron el protagonismo a las elites
maduristas, para no asustar más. Pero… ¡asustan!
Quienes sueñan con una “nueva
revolución bolchevique”, al estilo de una reedición de los “soviets”, no son
conscientes de la debilidad del movimiento popular venezolano. Esa situación
hace parte del proceso de cooptación de dirigentes sociales por parte de los
gobiernos “progresistas”, “socialistas”, o “ciudadanos”, y el debilitamiento generalizado
del movimiento social en toda América Latina. Por lo menos, esa cooptación se
ha dado en las organizaciones formales, porque paralelamente, la resistencia al
neoliberalismo, a la depredación capitalista del medio ambiente y a los
mega-proyectos minero-energéticos, se mantiene y se desarrolla en Argentina,
Brasil, Perú, Colombia y Centroamérica. De igual manera, nuevos movimientos sociales
se expresan en las ciudades, en donde los “profesionales precariados” han
empezado a manifestarse de variadas formas, sin que nuestras izquierdas se
percaten de esos fenómenos económico-sociales que muchas veces son captados y
utilizados por las derechas, como parece que ha ocurrido en las ciudades de
Venezuela.
El otro fenómeno manifiesto es la
diáspora venezolana. Cientos de miles de personas, especialmente jóvenes de
clases medias bajas, buscan en Colombia y en otros países, un futuro mejor. La
mayoría emigra con sentimientos encontrados. Quisieran quedarse para enfrentar
la “dictadura en ciernes” pero sienten que es como luchar contra ellos mismos.
Reconocen los esfuerzos de la primera etapa de Chávez, no quieren ser carne de
cañón de una guerra fratricida, y optan por “hacer el vacío”, esperar a ver
cómo se resuelve un conflicto que para muchos de ellos es como un mal sueño,
una pesadilla “roja-rojita”, que se puede convertir en la punta de lanza de una
guerra imperial de 5ª generación. Y si eso sucede, quieren estar en esos
momentos, muy lejos…
Consecuencias y actitud hacia el futuro
En forma sintética dejamos
planteado el tema de las consecuencias para ser desarrollado de forma más
detallada y precisa en un próximo texto. La “jugada maestra de la ANC” de la
cúpula burocrática-militar –con la colaboración torpe de los dirigentes de la
MUD– les ha salido bastante bien. El grueso del pueblo venezolano ha enviado un
mensaje de que quiere paz y un diálogo que produzca, por lo menos, convivencia.
Sin embargo, al cerrar los espacios para la expresión directa, universal y
secreta de las mayorías, al atrapar todos los poderes públicos y mostrar la
fuerza de una cúpula que gobierna “desde atrás”, al acabar con el prestigio del
CNE y el sistema electoral, el gobierno ha creado condiciones para que los
sectores guerreristas de Venezuela, Colombia y Miami, continúen con sus
esfuerzos por montar –en los Estados del occidente venezolano (Táchira,
especialmente)– una guerra inducida de mediano aliento, que de encontrar un
agravamiento de las condiciones económicas, puede conducir a corto plazo a una
verdadera guerra civil.
Además, los odios entre los
sectores más fanáticos están a flor de piel, y si la cúpula burocrático-militar
no calcula muy bien su comportamiento inmediato, va a volver a crispar a una
población que seguirá sufriendo en lo más básico de sus vidas, la alimentación,
medicinas, ingresos salariales, carestía, y que si no tiene soluciones
inmediatas y, además, formas de expresión, puede estallar de forma espontánea
pasando por encima de partidos políticos e instituciones. La Fiscal (hoy ex-fiscal)
es una de las grandes sacrificadas pero se va a erigir en un referente
democrático hacia el futuro.
Participar o no en las elecciones regionales no es un tema que le preocupe a la gente del común, la dirigencia de la MUD mostró el cobre, mientras que los demócratas independientes y “chavistas críticos” deberán inventar nuevos mecanismos para conectar con la gente en los temas de supervivencia. La ANC, una vez tome las determinaciones inmediatas que están más relacionados con afinar y dosificar la represión a los opositores, va a ir “difuminándose” en tareas insulsas mientras que los expertos tras bastidores, encabezados por Hermann Escarrá, elaborarán sesudas resoluciones para mostrar ante el público que algo están haciendo. Mantener 540 constituyentes “sin hacer nada” va a ser uno de los temas favoritos de “humor negro” en los próximos meses en nuestro hermano país.
El hambre, las colas, la
carestía, por un lado, y los grupos armados que van a seguir actuando en la
sombra, son los temas que van a definir el futuro. Si el gobierno aprieta mucho
y no resuelve nada, va a cerrar las válvulas de una caldera que nos puede
estallar en la cara a los latinoamericanos y convertir a la región en la Nueva
Siria. Desde Colombia hay muchos desempleados con experiencia bélica que sólo
están esperando que lleguen contratistas para enfilarse en las guerras que le
convienen y programan los imperios. Por eso pensamos el problema, nos
preocupa, escribimos y haremos hasta lo imposible para impedirlo.
[1]
En la actualidad no se conocen informes detallados de los contratos que se han
firmado en la “Zona de Desarrollo Estratégico Nacional Arco Minero del Orinoco”,
pero se ha conocido cómo grandes empresas canadienses, estadounidenses,
europeas, rusas, chinas y de otras nacionalidades están avanzando hacia la
exploración y explotación de una inmensa riqueza venezolana. Ese debería ser un
tema de urgente tratamiento, no tanto “constitucional” sino de política pública
en donde la soberanía popular debería expresarse en foros, eventos, y
escenarios de verdadera decisión colectiva y nacional. (Nota del autor).
No hay comentarios:
Publicar un comentario