¿CÓMO DERROTAR LAS MENTIRAS DE URIBE?
Popayán, 19 de junio
de 2017
“El pensamiento no va a superar el miedo sino la voluntad de acción”.
W. C. Stone
De cara a las elecciones de 2018,
el principal objetivo de Uribe es hacer creer que las FARC se van a tomar el
poder en Colombia; ya sea en forma directa o indirecta, con sus aliados
“santistas”, liberales, de izquierda u otros. Dentro de esa lógica, tratará de convencer
a la gente que las FARC no han desmovilizado ni la cuarta parte del total de sus
integrantes, y que no van a entregar todas las armas ni los capitales que han
acumulado del narcotráfico y de la minería ilegal. Cuenta con la ayuda del
Fiscal para generar serias dudas, como ya lo hace (http://bit.ly/2s7WHwI). Además, viene
posicionando la idea de que el gobierno y la ONU son cómplices y alcahuetas, y que
la insurgencia tienen un fuerte apoyo de los gobiernos de Venezuela, Ecuador y
Bolivia.
Así mismo, Uribe plantea que los
120 billones de pesos que el gobierno ha comprometido para los próximos 15 años
son para “mantener a los bandidos”, que según él y su partido, son “zánganos”
que no saben trabajar. Que todo ello hace parte de la estrategia del “castro-chavismo”
para tomarse el poder y traerá graves consecuencias para la nación. Que si no
hay recursos para la educación y la salud es porque se les está entregando todo
a los guerrilleros y a sus milicianos “infiltrados” en campos y ciudades. Y,
asegura que la guerrilla y sus aliados van a convertir a Colombia en lo que hoy
es Venezuela. Por eso, desde su punto de vista hay que elegir un presidente en
2018 que “haga trizas los acuerdos” e impida esa catástrofe.
Para hacer creíbles esas mentiras,
Uribe tiene un poderoso aparato de propaganda y múltiples redes sociales que
maneja con eficacia comprobada. Pero también tiene a su favor, como se demostró
el pasado 2 de octubre de 2016, la desconfianza e incredulidad de un gobierno
que utiliza el tema de la paz para intentar tapar una realidad de corrupción e
ineficiencia, de entrega de nuestras riquezas al gran capital, de debilidad e
inconsecuencia frente a Uribe, de incumplimiento de acuerdos a las comunidades
movilizadas, y un manejo torpe y demagógico del mismo proceso de paz. Además,
la guerrilla –a pesar de los serios esfuerzos que hace por mostrar su decisión
de dejar las armas y cumplir los acuerdos– mantiene una matriz “triunfalista” que
refuerza, sin querer, la campaña de mentiras uribistas. Se llama “retroalimentación
funcional”.
Esa situación es –en sí misma– una
paradoja. Es evidente que entre más
promesas haga Santos con el tema de la paz, más refuerza la posición de Uribe.
En esa dinámica, entre más fuerza política muestren las FARC, entre más exijan
y más se quejen de los incumplimientos del gobierno, más temor generan entre quienes
le creen a Uribe. Le ayudan a convencer a más gente que hay que derrotar ese
tipo de paz y los acuerdos que la sustentan. Fue lo que ocurrió en la campaña del
Plebiscito. Y todo indica que pueden repetir su “triunfo”. Además, Uribe utilizará,
otra vez, falsedades relacionadas con la religión, la defensa de la familia, la
propiedad privada y las buenas costumbres. El desprestigio del gobierno
refuerza el engaño y hace que enfrentar esa paradoja sea una tarea muy difícil
para quienes son conscientes de la “trampa”.
De tal manera que para derrotar a
Uribe (y a Vargas Lleras, que ya tiene una estrategia apropiada para el momento,
que se basa en la promesa de autoridad y “mano dura”, eficiencia e inversión en infraestructura; carreteras
y vivienda), hay que salirse de ese núcleo “Real” que está implantado en el
inconsciente de una parte de los colombianos que buscan, por un lado, un Mal (la causa de todos sus desgracias) y, por
el otro, un Bien (un supremo salvador que
los “libre del diablo”). Caer en el juego de pretender derrotar la fantasía
con la Razón, lo único que logra es reforzar la mentira. Es precisamente la
característica particular de las paradojas.
Se hace necesario y urgente, que las
fuerzas políticas que se han planteado construir una “alianza anti-corrupción”
y un amplio e independiente “movimiento ciudadano”, aceleren su proceso de
unificación y se tracen una estrategia diferente, inteligente y creativa, dirigida
a disputar el voto de opinión entre las clases medias de ciudades grandes e
intermedias, que son los sectores que pueden entender con facilidad la
necesidad de superar la polarización entre Uribe y Santos, entre “la guerra y la
paz”. Esa unión por encima de siglas
y partidos, es el verdadero “acto de
magia”, la “sinrazón” que
rompe la paradoja y desata lo nuevo y transformador.
Por otro lado, de acuerdo a las circunstancias
descritas, ese movimiento debe estar encabezado por personas que no tengan la más
mínima cercanía al gobierno de Santos o a la insurgencia. Igual, se hace necesario
posicionar otros temas diferentes al cumplimiento de los acuerdos (sin negarlos
pero haciendo una verdadera pedagogía sobre sus alcances, sin demagogia ni
politiquería). A la lucha contra la corrupción política-administrativa hay que
agregarle propuestas como la generación de empleo digno y formal, la recuperación
y desarrollo del aparato productivo, la defensa integral del medio ambiente, el
cambio estructural de los sistemas de salud y educación sin caer en fórmulas
paternalistas y/o asistencialistas, y otras iniciativas de ese tenor.
Un movimiento ciudadano con un
programa y una estrategia “no polarizante”, es el único capaz de derrotar a
Uribe y a Vargas Lleras en las elecciones de 2018.
Colofón: La “coalición por la paz ‘santista’” no tiene ninguna posibilidad de competir por la presidencia de la República. Los liberales, conservadores y la “U”, están divididos y la mayoría de sus parlamentarios –presionados por el “partido de los contratistas”–, serán forzados a apoyar a Vargas Lleras. Hay muchas señales de ello.
Excelente análisis apreciado Fernando. La Magia será entonces cautivar a los diez o doce millones de fríos, de indiferentes hastiados de la farsa, los que piensan que UN voto -el de ellos-, no tendrá efecto alguno.
ResponderEliminarCantinflas lo decía, ahí está el detalle.