DUALIDAD DE PODERES Y DE ECONOMÍAS
Popayán, 17 de junio
de 2016
En la lucha política actual insistimos
en diferenciar dos escenarios: el del Estado
Heredado y el del Contrapoder Desde Abajo.
El primero, es el que corresponde a la actual relación de fuerzas en donde
predomina a nivel mundial el poder y la hegemonía del capital financiero. Tal
situación no va a cambiar de un momento a otro porque una u otra fuerza
política llegue al gobierno como nos lo ha enseñado la experiencia de los
gobiernos “bolivarianos” y “progresistas” de América Latina (por eso es tan
importante la re-definición del Poder, entenderlo, a la vez, como “relación” y
como “cosa”).
La ilusión de que por la vía
electoral se cambia sustancialmente la correlación de fuerzas es errada. La vía
electoral sirve y debe ser utilizada pero, sólo como instrumento supletorio o
complementario para acceder a los gobiernos y darle a estos, el uso adecuado. Sin
ilusionarnos que desde esa institucionalidad heredada (así se realice una
Asamblea Constituyente y se cambie totalmente la Constitución) se pueden hacer
los cambios estructurales que la humanidad y el pueblo necesitan.
El otro escenario es el de la construcción de nuevos poderes populares,
reales y concretos, con nuevas economías colaborativas (que ya tienen todas las
condiciones para avanzar aprovechando las nuevas tecnologías cibernéticas,
digitales y computacionales). Con nuevas culturas y nuevas relaciones sociales de
reciprocidad y solidaridad. Allí hay que meterla toda. Se requiere creatividad
y quitarnos de encima los esquemas legalistas y, especialmente el "falso revolucionarismo"
(falsa revolución, aparente y vistosa pero de papel y grafiti).
Por ejemplo, en la Universidad se
podría hacer mucho en ese sentido. Democratizar el conocimiento por medio de
redes colaborativas que rompan con el esquema de las matrículas, títulos,
créditos, etc. Romper la lógica del mercado del conocimiento sin necesidad de
pedirle permiso a nadie, ni al rector ni al gobierno. Subvertir el orden
jerárquico sin necesidad de protestar, sino haciendo cosas nuevas que
construyan "Contrapoder Real". Y eso ya se está haciendo en todo el
mundo, sin demasiado ideologismo y sin tanta retórica “revolucionaria”.
Claro, es mejor tener el control
del Estado heredado (la colaboración del rector, por ejemplo), para poder
contar con ciertas ayudas o por lo menos no tantos bloqueos para la tarea
esencial y principal, pero sin que la “orden” venga de arriba. La segunda tarea
es una labor eminentemente “Desde Abajo” y transversal, con autonomía e
independencia del primer escenario. Por el contrario, con ese Poder Real, se
puede presionar poco a poco los cambios en el Estado Heredado que sean
necesarios pero sin afanarse e ilusionarse demasiado. Que los cambios que se
consigan tengan el suficiente soporte en la gente organizada para que se
mantengan y consoliden en el tiempo. Solo así avanzaremos.
El gobierno de los bienes comunes
(Ostrom) y el pro-común colaborativo (Rifkin) sirven para el segundo escenario.
En la medida en que la economía y la cultura colaborativa sigan desarrollándose
y fortaleciéndose podrán –indudablemente–, socavar las bases de la economía
crematística (capitalismo) en un proceso que será largo y dispendioso. El
capitalismo no será derrotado con leyes y desde el Estado sino que
paulatinamente será reemplazado por otras economías colaborativas (más
eficientes y menos dañinas para la humanidad y la naturaleza) que ya están
emergiendo en el mundo y que requieren de la ayuda del poder político para, por
lo menos, debilitar los monopolios y las mafias financieras que hacen todo lo
posible por evitar el surgimiento de lo nuevo (colaborativo, solidario,
recíproco, amistoso, “desinteresado”).
Por ello la apuesta en lo
electoral en este instante de Colombia debe ser tranquila, moderada, desapasionada,
sin crearse tantas ilusiones de cambios estructurales. Con sólo que salgamos de
la polarización Santos-Uribe y derrotemos la corrupción político-administrativa,
daremos un salto enorme. Y sin que el movimiento social y popular se deje cooptar
por la administración de la mermelada del “post-conflicto”. El acento deberá
ser volver sobre las bases sociales para construir nuevas prácticas de Poder
Colaborativo, derrotando las dañinas burocracias y construyendo “Contrapoder
Desde Abajo”. El escenario institucional debe ser dejado a algunos
especialistas honestos y éticos, pero la tarea verdaderamente revolucionaria,
dura y gris pero creativa, productiva y transformadora debe ser encabezada por
los mejores cuadros vinculados entrañablemente a sus bases sociales.
La lucha entonces es contra el
ilusionismo institucional y legalista. Por la construcción real de Contrapoder
Desde Abajo.
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