Popayán, 28 de noviembre
de 2014
En los próximos días Gustavo Petro tomará una decisión vital. Tiene
que ver con la candidatura a la Alcaldía de Bogotá. Apoya a Clara López o se va
con candidato propio. Será algo determinante frente a su aspiración
presidencial para 2018. Si se equivoca una vez más – como ocurrió en la primera
vuelta de las pasadas elecciones –, sus posibilidades de ser Presidente de
Colombia serán muy remotas.
Todo indica que la lucha por la primera magistratura en el
próximo período va a estar completamente abierta. La mayoría de partidos saldrá
con candidato propio. Ya lo anunció el Partido de la U. Cambio Radical prepara
a Germán Vargas Lleras. El liberalismo tiene varios prospectos. El Centro
Democrático de Uribe estará en primera fila. Sergio Fajardo buscará el aval de
la ASI y Petro será el candidato de la Alianza Verde. El Polo ya tiene a
Robledo como pre-candidato. Todos buscarán conformar amplias coaliciones. Esa
será la apuesta ganadora.
Los candidatos que ya marcan el paso para esa elección son
Sergio Fajardo y Germán Vargas Lleras. El actual Gobernador de Antioquia saldrá
de esa administración con una opinión favorable, sin mucho desgaste y se
presentará como el fiel de la balanza para continuar con el “post-conflicto”. Vargas
Lleras, por su cuenta, tratará de recoger los frutos de la inversión del
gobierno Santos en vivienda e infraestructura vial, aunque con la crisis en los
precios del petróleo – que son determinantes en las cuentas fiscales del Estado
– no va a tener una ruta cierta ni pavimentada. Su raigambre de derecha puede
darle ciertas posibilidades de recoger fuerzas uribistas, pero su horizonte no
se ve despejado.
En el caso de Petro su situación es dramática. Viene sufriendo
un sostenido desgaste después de haber derrotado el complot para derrocarlo. El
deterioro de la imagen de su gestión es resultado de un acumulado de errores
político-administrativos y de problemas estructurales de la ciudad. Lo arbitrario
de la destitución y la solidaridad generada, los habían mantenido ocultos. Pero
a medida que pasa el tiempo han salido a flote una serie de dificultades que al
final del mandato serán cobrados con virulencia por sus enemigos y
contradictores.
Se podrían enumerar las siguientes complicaciones: la
inestabilidad y poca continuidad en la gestión administrativa basada en el pobre
perfil técnico de sus funcionarios; la falta de claridad en la prórroga de los
contratos de Transmilenio; las denuncias de corrupción – no comprobadas pero sí
muy publicitadas – relacionadas con la familia Alcocer, cuñados del Alcalde;
los distanciamientos de personajes importantes como Antonio Navarro y el
concejal Carlos Vicente de Roux; y la acumulación de problemas de movilidad e
inseguridad que han sido explotados por los medios de comunicación en contra de
la imagen del alcalde capitalino.
Es por ello que Petro debe apoyar a Clara López en su
aspiración a la Alcaldía de Bogotá para el período 2016-2019. Empezará – con ese
gesto – a construir una gran coalición democrática para 2018, a la cual tendrá
que sumar a liberales independientes y social-demócratas, y al resto de fuerzas
alternativas y de izquierda que se la jugaron por la Paz en las elecciones de
2014. Clara – así haya sido parte del gobierno de Samuel Moreno – tiene todas
las condiciones para derrotar al uribismo. Dejó una buena imagen en su gestión
y ha mostrado ser inteligente y preparada para ejercer ese cargo.
Si por falta de visión política, soberbia, mala asesoría, o todo
junto, Petro decide en contrario y apoya a otro candidato, lo más seguro es que
la Alcaldía de Bogotá caerá en manos del uribismo o de la clase política
tradicional. Si ello se da, los ciudadanos independientes de la capital – en su
mayoría tirados al progresismo y a la izquierda – no se la perdonarían nunca. Allí
Petro cavaría su propia tumba política.
Hay que impedir que el triunfalismo autista que portan una serie
de burócratas que rodean a Petro lo lleven a asumir actitudes arrogantes y
sectarias que mucha gente le adjudica. La Bogotá Humana tiene en Clara López
una buena continuadora. Así lo ha afirmado la dirigente polista, con la precisión
de que rectificará en aquello que considere inconveniente para la ciudad y sus
habitantes.
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