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miércoles, 15 de septiembre de 2010

EL TRIPLE SALTO MORTAL QUE PETRO NUNCA DIO

EL TRIPLE SALTO MORTAL QUE PETRO NUNCA DIO

Popayán, 15 de septiembre de 2010

“La confianza produce muchas veces la lealtad”, Séneca

En la entrevista con Rocío Londoño publicada en Razón Pública[1] con el título de “Tenemos que escaparnos del escenario del Polo”, Gustavo Petro presenta su mirada sobre la evolución del Polo, hace un balance de las pasadas elecciones y presenta su visión sobre la construcción de un “proyecto democrático que respete la multiplicidad”.

De acuerdo a su recuento él nunca se ha equivocado. Son los demás lo que lo hacen. Al no asumir una posición auto-crítica termina justificándose. Así no aprende ni puede enseñar. Se niega y anula a sí mismo. Impide que su inteligencia y capacidad pueda colocarse al servicio del proyecto político de amplio espectro que pregona y que – indudablemente -, es necesario para avanzar.

Lo que no dice Petro es que la alianza que predomina en el Polo entre la izquierda tradicional y el clientelismo polista (anapo-samperista), se consolidó gracias a él. En el I Congreso del Polo un sector con vínculos y arraigo en el movimiento social se aglutinó alrededor de Petro con el nombre de “socialismo siglo XXI”. Este bloque en alianza con los sectores más consecuentes del antiguo M-19 podía haber jugado como factor de equilibrio y de dinamización del Polo. La verdad, no se hizo el más mínimo esfuerzo por consolidarlo.

Asimismo, Petro en el proceso de convertirse en candidato presidencial/2010 alimentó - seguramente sin querer -, a quienes después lo neutralizaron. Antes del II Congreso del Polo negoció con los hermanos Moreno y con Dussán. El voto por el Procurador Ordóñez hizo parte de esos acuerdos. En diciembre/08, creyéndose mayoría dentro del Partido envía una carta a César Gaviria - presidente por entonces del partido liberal -, planteándole la “convergencia interpartidista”. Ello acrecienta la pugnacidad interna. Los demás integrantes del Polo lo perciben como rueda suelta. No se construye confianza. Es lo mismo que acaba de ocurrir con el electo presidente Santos.

El resto es lo conocido. Jugar con un pie adentro y otro afuera. Manejar el chantaje de irse o de quedarse. Se reivindica la democracia pero no se la sufre. Para ser candidato Petro hizo hasta lo imposible. Renunció a una parte de su programa. Cedió en lo programático a la izquierda tradicional después de haber ganado la consulta. Redujo sus propuestas a la “equidad social” dejándole el tema de la “legalidad democrática” a Mockus, cuando él había ayudado a construir ese concepto en su lucha contra el paramilitarismo y la parapolítica uribista.

Petro resigna la propuesta de “convergencia democrática” al darse cuenta que los “verdes” lo rechazan. Le ayuda a la izquierda tradicional a colocarle obstáculos a una posible alianza con los liberales. Ellos (Pardo) en enero de 2010 estaban dispuestos a jugársela en una consulta que coincidiera con las elecciones de marzo. Petro se sintió débil frente a la maquinaria liberal y no facilitó el acuerdo. Colocó por delante temas como la lucha contra las bases militares gringas y el TLC. Fue el primer torpedo real a la unidad anti-uribista.

Ya en campaña lo que se había sembrado fue cosechado. La mayoría del Partido sólo acompaña a Petro a partir del momento en que Mockus – torpemente – ataca al Polo. Se diseña la estrategia de convertir a los “verdes” en el contradictor principal para recuperar electores y superar el umbral del 4%. Cualquier asomo de convergencia quedó enterrado.

En el balance posterior a elecciones Petro vuelve a equivocarse. Desconoce el aporte de la izquierda tradicional a su campaña. Es claro que no le debe nada al “anapo-samperismo” que ya estaba arrimándose a Uribe para salvar el compromiso con el Metro de Bogotá. Esa incorrecta evaluación es lo que lleva a Petro a creerse el dueño de los 1,4 millones de votos. Se va solo a hablar con Santos repitiendo el error de no concertar con su partido. Vuelve y tropieza con la misma piedra.

La propuesta de “frente democrático” siempre ha sido correcta. Pero de esa forma es imposible construirla. Petro acaba de enviar una carta a los verdes, ASI y Podemos Cali. Desconoce en ella a su partido. Plantea temas que él cree prioritarios pero no muestra espíritu de convergencia sobre otros asuntos que los demás movimientos consideran importantes. Por ello no ha recibido – hasta ahora – la más mínima respuesta. Además, los otros partidos no quieren enfrentarse con la oficialidad del Polo ni involucrarse en una trifulca ajena.

Para poder construir un “proyecto democrático” hay que revisar lo sucedido. Todos nos hemos equivocado. Si no se construyen confianzas no hay nada. Así los “verdes” y el Polo hayan obtenido una votación “interesante”, hoy tenemos un panorama bien difícil de cara a las elecciones regionales: Un Santos a la ofensiva sin que aparezca una verdadera oposición que lo apriete y desenmascare. Un Uribe a la sombra medrando y esperando un nuevo turno. Un Polo sin norte llamando a enfrentar al gobierno sin poder hacerlo. Unos “verdes” que perdieron la “ola” y todavía no se han dado cuenta. Un Petro queriéndole “coger la caña” al gobierno pero sin ninguna fuerza real.

La única propuesta importante a destacar en la entrevista mencionada es lo que Petro denomina “territorializar la política”. Es lo que intentamos hacer en el Cauca y lo que asoma la cabeza en la Costa Caribe. Ojalá todos los partidos que quieren construir un país diferente ayuden a aclarar los objetivos del proyecto democrático. Si queremos acertar el año entrante hay que construir confianzas. Pero lo que debe quedar claro es que nadie puede ser vetado de antemano. Menos la izquierda tradicional (PC-Moir) que de una u otra manera sigue resistiendo la avalancha neoliberal. Seguro con errores y deficiencias pero, al fin y al cabo… ¿quién puede tirar la primera piedra?


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