Movilización campesina en Urabá (08-09-2023) Foto: Ricardo Báez |
El discurso poético, literario y utópico
de Petro
Popayán, 22 de
septiembre de 2023
La última frase y el estilo literario (metafórico) del discurso
de Gustavo Petro en la ONU ha generado muchas reacciones burlescas en
Colombia. Los contradictores del presidente progresista tratan de ridiculizar sus
ideas con el fin de descalificar y derrotar sus propuestas de cambio. Dijo: “(…)
tenemos que expandir el virus de la vida por las estrellas del universo”.
Que un presidente de un país “tercermundista”, dependiente y
sometido a la voluntad de imperios extranjeros, entre ellos el estadounidense,
utilice el estrado de las NN.UU. en Nueva York para dirigirse a la humanidad
para plantear cambios estructurales frente a la crisis sistémica que vivimos, les
parece una locura. Olvidan que todos los presidentes anteriores de Colombia fueron
a ese escenario para quejarse ante el mundo de las desgracias nacionales y
pedir limosna a los poderosos.
El contenido y la forma de esa alocución presidencial es
expresión del “progresismo esperanzador” que construye Petro en la actualidad.
Esa pareciera ser la respuesta oportuna y necesaria frente al derrotismo y el pragmatismo
en que han caído las “izquierdas institucionalizadas” que, a su vez, es la
principal causa de que las “derechas extremas” funjan hoy como “rebeldes” y “libertarios”
mientras los revolucionarios desertan hacia el autonomismo y el aislamiento
depresivo y sensitivo.
La frase señalada de “cursi” y de ser “una metáfora
desafortunada y contradictoria”, lo que plantea es que, si el ser humano protege
la vida en la tierra algún día podrá dispersar el “virus de la vida” en otros
planetas y mundos cósmicos, dado que seguiremos explorando el espacio y seguramente
llegaremos muy lejos. Y así, conoceremos lo que hoy nos es desconocido.
Claro, ese “progresismo de esperanza” es una forma de colocar
distancias frente a los que denomino “catastrofistas teleológicos” o “apocalípticos
al borde de un ataque de nervios” y de contrarrestar la acción de quienes tratan
de estigmatizar a Petro identificándolo con una especie de Casandra que anuncia
el apocalipsis ambiental (o nuclear u otros) como algo inevitable.
Y también, ese “progresismo propositivo” lo diferencia de quienes
colocan la superación del capitalismo como una condición absoluta para evitar
la extinción de la vida humana en la tierra por efecto del colapso climático.
Aceptar ese postulado nos condenaría a la muerte segura por cuanto el paso de un
modo de producción a otro es un proceso de largo plazo y no será fruto del “voluntarismo”.
“No será por decreto como se acabará el mercado capitalista”, ha planteado
Petro.
Y en efecto, esa expresión final como buena parte del
discurso de referencia tiene forma literaria, poética y utópica. Pareciera que
poco a poco el discurso de Petro se va asemejando al del Subcomandante Marcos
(o Galeano) con la diferencia de que no renuncia a que los pueblos y la
humanidad presionen a los Estados para conseguir acciones puntuales y urgentes,
mientras se acumula la fuerza y la experiencia para paulatinamente construir nuevas
relaciones sociales.
Es por ello que el presidente progresista plantea una serie
de iniciativas concretas frente a las migraciones masivas, al colapso
climático, a la guerra entre imperios y a la lucha contra los narcóticos. Propone
“rediseñar” el sistema financiero mundial para dedicar y concentrar los
recursos de la deuda pública y privada a financiar la justicia social y ambiental
(“deuda por acción climática”), que es la única forma de enfrentar los
problemas que afectan a toda la humanidad.
Pienso que en la actualidad es cuando más se necesita de “visiones
utópicas y poéticas” como las que expresó Petro en ese discurso. Estamos frente
a una situación en la que el “racionalismo positivista” y el “pragmatismo
utilitarista” ya no son herramientas de transformación. Al contrario, en esa
dinámica las “izquierdas” no han logrado superar su derrotismo y, así, le han pavimentado
y facilitado el camino a los fascismos que se aprovechan de ese estado de incertidumbre
existencial.
En el caso de Colombia, las fuerzas del cambio (populares) que
están en proceso de re-construcción después de décadas de conflicto armado y de
la aplicación de las políticas neoliberales que destruyeron –casi totalmente– a
los movimientos sociales del campo y de la ciudad, están empezando a reaccionar
apoyándose, mal que bien, en el gobierno progresista. El movimiento
campesino y los trabajadores han empezado a reaccionar y a superar su
debilidad.
Después de ilusionarse con algunos gestos de la oligarquía
financiera y de la burguesía burocrática, que le hicieron creer a Petro, a altos
funcionarios y a muchos dirigentes de organizaciones sociales que iban a
aprobar en el Congreso las “reformas sociales” planteadas por el gobierno
progresista, se ha iniciado el proceso de reconstruir el movimiento social y
empujar –“desde abajo” y “por arriba”–, una serie
de iniciativas para consolidar las fuerzas populares del cambio.
Es evidente que no se trata sólo de aprobar las “leyes
reformistas” en salud, legislación laboral y pensiones, servicios públicos
privatizados, etc., sino que la tarea es construir nuevos procesos de
organización social para responder a las tareas estratégicas propuestas. La “industrialización
de nuevo tipo” y el “cambio de matriz energética” requieren nuevas teorías y
creativos procesos de organización en términos de asociatividad y cooperación,
transformación cultural y desarrollo tecnológico apropiado y adaptado a los
retos planteados por Petro en su discurso de la ONU.
A quienes frustrados porque “el cambio” no se produce tan
rápido, ni se puede hacer por decreto, o porque muchas de nuestras falencias y
debilidades siguen estando presentes en nuestras vidas, especialmente en el
terreno político-electoral, hay que decirles que también deben reaccionar y no
dejarse llevar al terreno de “buscarle todo lo malo a Petro” para desgastar y
debilitar un proceso y movimiento que va más allá de las personas y de los
gobiernos. Es hora de que también reaccionen.
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