Popayán, 25 de marzo
de 2021
El Pacto Histórico propuesto e
impulsado por Gustavo Petro está en construcción en todo el país y en otras
latitudes del mundo. En cada región o localidad se concretará con base en los
acumulados que hayan construido las fuerzas democráticas y en su capacidad para
reconocer la potencialidad de lo avanzado.
La calidad de los diálogos
y debates que se realicen entre quienes
quieran comprometerse con la tarea de convertir sus ideales y sentimientos en
una realidad y en una fuerza política, determinará los resultados de sus
esfuerzos anteriores y actuales.
Eso será determinante. Y tal
parece que se ha madurado bastante y que al tener al frente la posibilidad de
derrotar a la oligarquía, así sea por ahora solo en el terreno electoral, los
dirigentes y personas influyentes están asumiendo su responsabilidad histórica,
de vida.
Y es evidente, que todo ello debe
materializarse en votos para obtener la presidencia de la República y lograr una
importante representación en el Congreso Nacional, ojalá mayoritaria.
Entonces, desde cada persona y/o
colectivo ha surgido la pregunta de… ¿Cómo ayudar? ¿Qué hacer?
En el caso del Cauca, una región
luchadora y sufrida, que representa como ninguna la resistencia de una
población marcada por injusticias históricas, la tarea de construir ese Pacto
Histórico no puede limitarse a un simple acuerdo de fuerzas políticas.
El Cauca puede y debe ir más allá
de los acuerdos y acción de los partidos y grupos políticos comprometidos, que
de todas maneras es un buen punto de partida.
Es absolutamente claro que las
fuerzas sociales y políticas de esta región pueden -al calor de la construcción
del Pacto Histórico- empezar a desarrollar las siguientes tareas históricas,
que seguramente, desde el Gobierno Nacional a partir de agosto de 2022 se
podrán concretar más ampliamente:
1. Acercar y unificar a
campesinos, indígenas y afros para superar el conflicto por territorio y
aspectos culturales;
2. Acercar y unificar a Nasas y
Misak (guambianos), dado que ambos pueblos son fundadores del CRIC y
protagonistas de primer nivel de la resistencia histórica de los pueblos
originarios;
3. Acercar y unificar a los
pequeños y medianos productores (cafeteros, paneleros, fruticultores, paperos,
lecheros, yuqueros, piscicultores, etc.) en tormo a la tarea de industrializar
sus materias primas y construir nuevas formas de autonomía y defensa del
territorio;
4. Acercar y articular a
pobladores rurales y citadinos construyendo la verdadera identidad caucana;
5. Darle importancia y
representación política a la Costa Pacífica Caucana;
6. Elaborar propuestas para
construir nuevos tipos de alianza productiva y comercial con los sectores
industriales del Norte del Cauca, diferenciándolos de los dueños de los
ingenios azucareros que representan a las fuerzas del pasado colonial y
esclavista;
7. Acercar y articular a las
Universidades públicas y privadas con la realidad de las mayorías caucanas para
que los jóvenes profesionales jueguen su papel en la construcción de una nueva
realidad regional.
Estas y otras tareas, si se
realizan con un espíritu incluyente, más allá del “electoralismo”, con sentido
muy amplio, serán el mejor antídoto para evitar que el Pacto Histórico pueda
ser reducido a una simple “alianza de izquierdas” o que termine por ser
hegemonizado por los políticos tradicionales que -de todas formas- deben ser
atraídos y comprometidos con el Pacto Histórico.
O sea, podemos construir un Pacto
Multicolor, ni muy “rojo” ni muy “blanco”, que movilice a todos los sectores de
la sociedad caucana. Si lo hacemos, el Cauca será un ejemplo para el país y se
hará una enorme contribución para derrotar al uribismo y a las derechas.
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