ATÓNITOS Y ASUSTADOS
Popayán, 17 de
septiembre de 2019
Los niñ@s y jóvenes encabezados
por Greta Thumberg a nivel mundial han lanzado una voz de auxilio y de emergencia
en defensa de la vida (“Viernes
por Futuro”[1]).
Tienen toda la razón y merecen nuestro respeto y admiración. No obstante, como
muchos de ellos lo saben, no es solo el cambio climático lo que nos amenaza. La
humanidad está hoy frente a lo desconocido.
Se puede captar el miedo al caos,
a la destrucción, al vacío, al control
total[2].
No existen verdades fiables ni nada de dónde agarrarse. De la confianza total
en la ciencia se ha pasado a un escepticismo creciente que mueve a millones de
personas a buscar seguridad en nuevas y viejas religiones, o a emigrar hacia otras
regiones y territorios en busca de protección y “progreso”. El “capital” y el “mercado” usados como dioses crearon
el demonio del “consumismo compulsivo” que ha llevado al ser humano a estar más
solo y desvalido que nunca.
Así, la economía está entrampada[3]
y gira sobre sí misma entre recesiones y crisis económicas y financieras que
enriquecen cada vez más a unas cuantas familias de multimillonarios que
controlan el mundo entero; el modelo productivo y de consumo ha creado desequilibrios
ambientales que ponen en peligro la continuidad de la especie humana sobre la
tierra; y la crisis existencial y de valores se manifiesta a todo nivel con fenómenos
como la depresión, adicciones de todo tipo, suicidios a granel, guerras
manipuladas, inseguridad progresiva, divertimiento obsesivo, etc., etc.
En los últimos 40 años se han producido
en el mundo una serie de cambios formidables a una velocidad inusitada. La
humanidad no estaba preparada para asimilarlos. La tercera y cuarta revolución
tecnológica[4]
(en pleno avance) hicieron estallar en mil pedazos la globalización neoliberal.
Pero, es el mismo capitalismo el que está en jaque y, en gran medida, el modelo
de civilización patriarcal basado en la economía crematística (enriquecimiento
individual) enfrenta una avalancha de presiones excepcionales que aceleran la
conflictividad humana.
Los cambios lentos
(contradicciones ralentizadas y ocultas) que se habían acumulado durante los
siglos precedentes a nivel de las relaciones entre las personas y clases
sociales (dominación y explotación), entre diversas culturas y etnias (racismo),
entre hombres y mujeres (patriarcalismo), entre adultos y jóvenes
(autoritarismo), entre el trabajo manual y el intelectual (monopolio del
conocimiento), entre heterosexuales y diversidades de género (homofobias), entre
los seres humanos y la naturaleza (utilitarismo irracional), han explotado en
estas últimas cuatro décadas de una forma concentrada y nos colocan en una
dimensión desconocida.
Y, la humanidad está atónita y
asustada.
La ilusión de que el capitalismo
traería progreso para toda la humanidad se fue desmoronando durante el siglo
XX. Desde la crisis económica de 1929, llamada la Gran Depresión, pasando por
la 2ª guerra mundial, la “guerra fría” y la globalización neoliberal que se
impulsó desde los años 70s del siglo pasado, hasta el momento actual en donde
la decadencia del imperio estadounidense es la cuota inicial de una
confrontación geopolítica a “varias bandas” (multipolar), el capitalismo ha
mostrado sus enormes limitaciones. También, el socialismo “estatista”
(soviético) se vino abajo en 1989 para pesar y desilusión de amplios sectores
de trabajadores y pueblos oprimidos que pensaban que era el camino para superar
el capitalismo imperante. Y esas ilusiones y utopías todavía no encuentran un
nuevo relato esperanzador y entusiasmador. Estamos a la defensiva en medio de
un mar turbulento y agitado sin rumbo ni brújula.
La ciencia tradicional, la que
heredamos de la ilustración y de la revolución francesa, que fue el punto de
apoyo para el desarrollo del capitalismo y los intentos de construcción del
socialismo, hoy se encuentra subsumida y condicionada por el poder económico y
político, y puesta al servicio instrumental de la tecnología. Y, aunque han
aparecido las “ciencias de la complejidad”, la mecánica cuántica, la teoría de
sistemas, la complejidad no lineal, la teoría del caos, la cibernética y las
neurociencias, todavía no tenemos una filosofía que sistematice y traduzca esos
avances científicos, los conecte con la vida práctica y los ponga al servicio
de la transformación social.
Además, desapareció del panorama de
las luchas de resistencia el sujeto social que supuestamente era portador del
cambio revolucionario. El proletariado industrial y los trabajadores manuales
(operativos) fueron reemplazados por máquinas y dispersados en las industrias y manufacturas que aún sobreviven en el centro
y en la periferia capitalista o están empleados y desperdigados en el área de
los servicios y el comercio. Los nuevos trabajadores (cognitariado-precariado)
están concentrados en la industria del conocimiento, la información, las
comunicaciones y el entretenimiento, y aún no son conscientes de su posición subordinada
dentro del aparato que los exprime y engulle como simples operadores de software.
La inteligencia artificial es su perspectiva inmediata, y a la vez, su propia
competidora y depredadora. Otros sectores como los pueblos indígenas resisten
en las fronteras liminales del mundo capitalista, pero aunque son unos valiosos
y valientes esfuerzos, son excepcionales y marginales.
La aparición de gobernantes tipo
Trump (EE.UU.), Duterte (Filipinas), Salvini (Italia), Orbán (Hungría),
Bolsonaro (Brasil), Johnson (Reino Unido), y de nuevos nacionalismos de gran
potencia en USA, Rusia, China, India y Europa, en donde se entrelazan todo tipo
de concepciones políticas de derecha y ultra-derecha (y fascistas), corresponde
a la reacción clásica de las castas dominantes ante el panorama descrito. Esas
élites temen el “desorden” y el “caos”, e impulsan entre los sectores más
atrasados de la sociedad concepciones políticas basadas en el miedo y el odio, para
que exijan y legitimen el orden y autoridad despótica, la defensa de la familia
tradicional, la represión y la destrucción de cualquier forma de democracia.
Necesitan el “control total” y el disciplinamiento colectivo.
Lo interesante del momento es que
millones de niñ@s y de jóvenes (alentados por abuel@s y algunos padres “radicales”)
se han empezado a movilizar y a organizar por una causa que es concreta y
tangible, como es la lucha contra el cambio climático causado por la acción
antrópica irracional[5].
Es muy importante que esa lucha “ambientalista” no se utilice como instrumento político-electoral
y no se le ayude a las derechas abstrusas y reaccionarias a sectarizar y aislar
tan importante y necesario esfuerzo.
Para responder a tamaño reto, inaplazable y urgente, hay que tratar de unificar al 99% de la humanidad en
torno a dicha causa, y en medio de ello, ir construyendo una nueva “narrativa”,
una cosmovisión alternativa, unos principios éticos transformadores, una “espiritualidad
materialista” que mueva mentes y corazones, un programa y una estrategia que respete al individuo y al
colectivo, y que potencie lo mejor de los seres humanos existentes, que es ese “ser
social y colaborativo” que está allí –acumulado, a la sombra, invisible, subyacente–
esperando el momento de salir a flote para materializarse en reciprocidad y
colaboración.
[2]
Ver: “Edward Snowden: “Los gobiernos están empezando a delegar su autoridad a
las grandes plataformas tecnológicas”: http://cort.as/-Rat_
[3]
Ver: OCDE: “La economía global está estancada en una trampa de bajo
crecimiento: Se requiere que los formuladores de políticas actúen para cumplir
sus promesas, afirma la OCDE en sus Perspectivas Económicas más recientes”: http://cort.as/-RasD
[4]
La tercera revolución tecnológica es la conjunción del avance de las
tecnologías de la computación, las comunicaciones digitales, el desarrollo de
Internet y de las energías renovables, mientras que la cuarta revolución tecnológica
es la confluencia de las neurociencias, la nanotecnología, la computación
cuántica y la inteligencia artificial. (Nota del Autor).
[5]
Impacto humano sobre el medioambiente, influencia antrópica o antropogénica o impacto
ambiental, es el conjunto de efectos producidos por las actividades humanas en
el medio ambiente terrestre. (Nota del Autor).
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