UNA NIÑA ROMPE CON EL
ESPACIO-TIEMPO ELITISTA Y PATRIARCAL
Popayán, 11 de junio de 2019
“No hemos venido aquí a rogar a los líderes mundiales
que se preocupen. Nos han ignorado en el pasado y nos volverán a ignorar. Nos
hemos quedado sin excusas y nos estamos quedando sin tiempo. Hemos venido aquí
para hacerles saber que el cambio está llegando, les guste o no. El verdadero
poder pertenece a la gente”.
En las
pasadas semanas una niña sueca, Greta Thumberg, diagnosticada con “trastorno de
espectro autista”, logró movilizar en Europa a un millón y medio de estudiantes
de secundaria en la llamada “huelga estudiantil contra el cambio climático”. Empezó sola hace un año y se
ha hecho notar.
Independientemente
de quien sea ella, donde viva, si es blanca, negra o amarilla, si es de familia
acomodada o no, con su llamado urgente y planetario a la acción de niños y
niñas, rompe con el espacio y tiempo normales. Destruye el espacio-tiempo
elitista y patriarcal.
Es una
niña, pequeña pero fuerte, sola pero decidida y arriesgada, y se ha hecho
escuchar porque se ha apoyado en sus iguales y con un discurso retador y
frentero.
Llama a la
acción urgente, es YA, es HOY, no hay tiempo, y a una acción planetaria, no
solo en Europa o América Latina, ni solo en un país o localidad. Llama a la
acción global.
Ella nos
hace ver que todo está conectado; glaciares y casquetes polares, bosques y selvas,
ríos y mares, no tienen dueños. Son de todos y de nadie; si no nos apropiamos
de ellos, si los dejamos en manos de los capitalistas, somos cómplices de su
destrucción y de nuestra muerte como especie.
La
combinación de urgencia con totalidad que ella representa, rompe con la actitud
conservadora que hasta ahora se ha impuesto, promovida por la llamada “responsabilidad
social y empresarial”, que hace hincapié en las acciones locales y resignadas. Ella
rompe con el tiempo tranquilo, con la continuidad sumisa, con el espacio-tiempo
tradicional y normal.
Reta el
tiempo patriarcal dominante, desenmascara el “futuro de muerte” (extinción) que
sus padres les estamos heredando a hijos y nietos. Dice: “¡No tenemos tiempo!”.
El tiempo ya no está en nuestras manos, hemos obligado a que la naturaleza se
deshaga de nosotros. Y lo está haciendo.
Es, en
verdad, un grito desesperado. Y no lo dice un poeta o cualquier loquillo callejero.
Lo dice una niña normal, de un país relativamente rico, de una región acomodada.
Sin embargo, así sea por las redes sociales o por la televisión, se puede ver
que ella siente en sus entrañas y en su íntimo ser, el horror y la destrucción que
hemos causado. Y expresa la (des)esperanza con total nitidez.
Reta el
espacio patriarcal conservador, no llama a votar sino a protestar y a
movilizarnos masivamente. En su caso llama a una huelga estudiantil que tiene
como pregunta de fondo... ¿para qué estudiar? Y, además, se interroga y nos confronta…
¿Para qué elegimos gobernantes si dejamos que hagan lo que les impone el
capital depredador?
Al apoyarse
en los niños y niñas, lanza una bofetada a los adultos, nos reta a reaccionar.
Ella y las nuevas generaciones son parte de esa naturaleza que se está
deshaciendo del mundo heredado. Son nuestra propia conciencia que nos mira con los
ojos perplejos de la ingenuidad perturbada.
Greta
Thumberg es un casquete polar que se descongela aceleradamente; ella es una
porción de agua contaminada de los ríos que exige pureza, transparencia y
fluidez; es una parte de las selvas que gritan con desesperación ante la indolencia
de los que no reaccionamos ante su destrucción progresiva. ¡Ella es la hija y
nieta de todo el mundo! No podemos ignorarla.
E-mail: ferdorado@gmail.com
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