Nuevos
liderazgos sociales y políticos para derrotar la falsa polarización
URIBE EMPIEZA A
GOBERNAR DE HECHO
Popayán, 27 de marzo de 2019
Que un
gobierno que pretendía derrocar al presidente de Venezuela se vea obligado a soportar
el bloqueo de la principal carretera que conecta con Ecuador, es algo que
sorprende al observador desprevenido. Veinte mil indígenas y campesinos del
suroccidente colombiano movilizados en Minga, desnudan las contradicciones de
un gobierno que prometió “despolarizar” al país y pasar la página.
¿Qué ocurre realmente?
Para
entender lo que ocurre es necesario recordar que Duque consiguió ser elegido
sumando todas las fuerzas políticas del viejo establecimiento político
utilizando el miedo a Petro, que fue posicionado como representante del “castro-chavismo”.
Pero las acciones
erráticas del primer mandatario y de su partido frente a Venezuela y a la JEP,
y la forma como ha impulsado la aprobación del Plan Nacional de Desarrollo, han
generado “ruido” (interno y externo) en los partidos aliados y cercanos al gobierno.
Duque, empujado
por las presiones de Uribe, parece haber dinamitado la convergencia de fuerzas
políticas que lo ayudaron a elegir.
El novel presidente
hace esfuerzos por emular la mano fuerte de su mentor Uribe, pero el “presidente
eterno” no está conforme y, por ello, empieza a asumir la presidencia de hecho.
El espectáculo
de darle órdenes públicas a la directora
de la Agencia Nacional de Tierras demuestra que al expresidente-senador no le
importa guardar las apariencias y está dispuesto a darle órdenes a Duque por
interpuestas personas.
Así, las
tensiones entre el gobierno de Duque y los sectores ultra-conservadores del
Centro Democrático, se hacen cada día más agudas y conflictivas.
Por ello, a
un mes del fracaso del 23 de febrero en Cúcuta, cuando usaron el chantaje de la
“ayuda humanitaria” para quebrar la resistencia a la injerencia estadounidense en
Venezuela, el gobierno de Duque trata con desespero de retomar la iniciativa
política.
Para completar, la protesta indígena se le ha atravesado en sus planes y
le complica más la situación.
De agresor a víctima: un libreto conocido
Después de
mostrarse arrogante y triunfalista, el gobierno colombiano empieza a hacerse la
víctima frente a la movilización indígena
y ante el gobierno del vecino
país.
Acusan a la
Minga de estar infiltrada por grupos armados y al gobierno de Maduro de
amenazar la seguridad interna.
Dicen haber
detenido a un militar venezolano y a uno cubano haciendo contrainteligencia en
Colombia, pero ni los judicializan ni muestran las pruebas de tal actuación.
Ahora la
presencia de 99 técnicos militares rusos es presentada como una amenaza para
Colombia cuando en nuestro país –desde hace décadas– funcionan siete bases militares
con miles de soldados estadounidenses que actúan a sus anchas sin que nadie
diga nada.
La
estrategia está pintada. Han permitido el fortalecimiento de grupos armados
ilegales que aprovechan el vacío dejado por las Farc en muchas regiones,
incluyendo al Eln y a las supuestas “disidencias”, para justificar su ofensiva
contra el proceso de Paz.
Pero el
trasfondo sigue siendo el chantaje “castro-chavista”. Es lo que siempre ha
utilizado Uribe y le ha funcionado.
Ahora tratan
de mostrar a La Minga como una amenaza para Colombia y no demoran en aparecer
falsos positivos que relacionen a políticos de oposición con planes
desestabilizadores impulsados por el gobierno de Venezuela. Es el libreto
conocido.
Desenmascarar la falsa polarización
Hasta ahora
los partidos de oposición no han logrado diseñar una estrategia para aprovechar
los errores de Duque, que son causados por la presión de Uribe.
Petro no ha
podido (igual que Duque) unificar los apoyos que obtuvo en la segunda vuelta y atraer
a los partidos del centro político que votaron en blanco.
Parece que
el líder de Colombia Humana cree que un clima de tensión permanente con el “uribismo”,
le permite ponerse a la cabeza de la oposición.
Pero es un juego
desgastante porque se apoya en una falsa
polarización que usa temas casi superados o ajenos, como el fin del
conflicto (“irreversible”,
como dice el expresidente Santos) y la campaña de Trump para derrocar a Maduro.
Por ello,
ante los intentos de revivir falsos distractores, están apareciendo nuevos liderazgos
democráticos que entienden que ese escenario de tensión política, muy similar a
lo que ocurre en Venezuela, no le conviene a Colombia.
Desde ahora
se perfilan nuevos dirigentes políticos que muestran características diferentes
a los que han protagonizado la política de “centro” e izquierda en
los últimos años. Son más tranquilos, menos ególatras, más dispuestos a
escuchar y tranzar acuerdos.
Dirigentes jóvenes
como Juanita Goubertus (verde), Luis Ernesto Gómez (liberal-“activista”), José
David Racero (Colombia Humana), Camilo Romero (actual gobernador de Nariño), y
otros (as), son las nuevas figuras que constituyen las reservas democráticas en
Colombia.
Y el
movimiento social también parece reaccionar. La Minga es un ejemplo. Desarrolla
alianzas más amplias, rechaza la instrumentalización electorera, fortalece su
autonomía socio-política y actúa con visión de conjunto y de largo plazo.
Adenda. En toda América Latina se necesita esa
combinación sistémica y creativa: por un
lado, gobiernos efectivamente democráticos que se tracen planes de
transformación de largo plazo sin querer “hacer la revolución por arriba”, y por el otro, movimientos sociales que
construyan fuertes bases autónomas (“auto-gobiernos”) que sean el soporte de cambios
estructurales, especialmente de carácter cultural y educativo, que se
materialicen en nuevas economías colaborativas y ecológicas. Y, además, “por
arriba” y “desde abajo” se deberán impulsar movimientos sociales y políticos de
carácter regional, continental y global, para coordinar acciones de mayor
calado territorial y, así, enfrentar y derrotar los cercos diplomáticos, los
saboteos mediáticos, los bloqueos económicos y las guerras reales.
E-mail: ferdorado@gmail.com / Blog: https://goo.gl/qE2scR
No hay comentarios:
Publicar un comentario