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jueves, 17 de agosto de 2017

¡YA VIENE…! ¡YA VIENE…! EL LOBO IMPERIAL

Donald Trump, Lilian Tintori, Mike Pence y Marco Rubio 
¡YA VIENE…! ¡YA VIENE…! EL LOBO IMPERIAL

Popayán, 16 de agosto de 2017

“La revolución es como Saturno, se come a sus propios hijos”.

Algunos analistas han pronosticando la caída inminente de Maduro casi desde que asumió el gobierno. La verdad es que se han equivocado de cabo a rabo y, además, no evalúan por qué sus anuncios no se han cumplido. Ni siquiera se excusan o rectifican.

El gobierno bolivariano también ha jugado con el pronóstico de la intervención armada imperial. Desde los tiempos del golpe de 2002 se ha utilizado ese recurso para estimular el sentimiento nacionalista y buscar una solidaridad de cuerpo. Chávez usó esa táctica varias veces con Uribe, usando su histrionismo con buenos resultados mediáticos.

Igual, los agoreros de la geopolítica global han insistido, desde siempre, en que el gobierno de los EE.UU. puede en cualquier momento invadir a Venezuela, que para eso están las 7 bases militares gringas en Colombia. Y que puede hacerlo a discreción. Su argumento es poner de ejemplo lo ocurrido en Chile y Nicaragua, Libia y Siria.

Sin embargo cada caso es particular y no se puede generalizar. Se debe revisar el país, el entorno, el momento, la oportunidad, las circunstancias internas y externas; todo debe ser analizado para poder tener una idea más fundamentada.

Comparaciones pertinentes

En términos generales y sintéticos nos atrevemos a hacer algunas comparaciones:

Es cierto, por ejemplo, que el ascenso de un gobierno nacionalista en Chile en 1970, en plena “guerra fría”, con una Cuba invencible que se hizo aliada de la URSS, en pleno auge de sentimientos anti-imperialistas en América Latina, era un reto para los EE.UU.

Sin embargo, en Chile el ejército era controlado por coroneles y generales fascistas. Además, el presidente Allende nombró como jefe a su verdugo. El gobierno de los EE.UU. a través de la CIA complotaba con la burguesía, bloquearon la economía y autorizaron el golpe. Hacía parte de su política para América Latina, el Plan Cóndor.

En Nicaragua triunfó la insurrección armada del FSLN. La estrategia imperial tuvo en cuenta el fracaso en Cuba y Vietnam. No hubo intervención directa. La guerra paramilitar utilizó la complicidad de gobiernos vecinos pero al final fue derrotada. Después, la dirigencia sandinista jugó inteligentemente con las elecciones, permitió la elección y el gobierno de Violeta Chamorro pero conservó el poder, ejército y burocracia. Y allí sigue, a pesar de todo.

En Libia, la OTAN tuvo la colaboración de la población de una importante región del país (Bengazi). Ese país siempre estuvo dividido por confrontaciones tribales que fueron estimuladas desde afuera. Las potencias globales –estadounidenses, europeas, rusas y chinas– con intereses en ese país y en la región, en 2011 estaban temerosas frente a la influencia creciente en todo el mundo árabe de las sublevaciones populares de Túnez y Egipto. China y Rusia no vetaron la “intervención humanitaria” en la ONU. Kadaffi era incómodo para todos, fue sacrificado y su país desmembrado. EE.UU. y la OTAN no colocaron un solo soldado en ese territorio, todo lo hicieron con mercenarios “yihadistas”, alta tecnología, ataques aéreos y drones inteligentes.

Y en Siria, la situación es mucho más compleja. Es un lugar estratégico en la guerra geopolítica del mundo. Todos los intereses se concentran allí y todos los caminos se cruzan por su territorio. En Siria existían contradicciones internas muy fuertes entre chiíes y suníes, árabes y kurdos, islamistas y cristianos, laicos y religiosos, amplios sectores populares y un gobierno autoritario. Y sin embargo, Al Assad no ha caído y la guerra se ha ralentizado porque a todos les conviene. Y es claro, Venezuela puede verse involucrada en una situación similar si tenemos en cuenta sus inmensas riquezas y situación estratégica, pero… ¡No todavía!

Las particularidades de Venezuela

En Venezuela existe un pueblo libertario y anti-imperialista, y no es de ahora. La clase dominante fue obligada por el pueblo patriota a nacionalizar la industria petrolera a mediados del siglo pasado (XX). El ejército está fuertemente unido a la cúpula burocrática que está al frente del gobierno, más que por ideología los militares están atados por intereses económicos de coroneles y generales que participan de la dirección de industrias estratégicas, son parte fundamental del partido político (PSUV) que creó el presidente Chávez y muchos de ellos son gobernadores de provincias. Además, a pesar que la población venezolana tiene algunas diferencias de identidad regional e idiosincrasias particulares, en occidente (Táchira y Zulia), centro (Caracas), oriente (Guyana) y sur (Llanos y Amazonía), el espíritu de unidad nacional se impone y no ha surgido, hasta ahora, un movimiento separatista con fuerza y capacidad para ser usado como “cabeza de playa” por fuerzas externas (es un peligro potencial en occidente, pero no inminente). Y, los gobiernos y pueblos de la región rechazan cualquier intervención militar extranjera como lo comprueba la reacción ante los “torpes” anuncios de Trump.

Eso lo sabe el imperio USA. Las amenazas de Trump pueden ser torpezas pero, también,  puede ser una forma de mantener a Maduro atado al poder. Es posible que –a pesar de todo– los grandes capitalistas estadounidenses, por ahora, no estén interesados en un conflicto de marca mayor y, mientras tengan el abastecimiento de petróleo, pueden jugar a largo plazo. Dentro de esa lógica, la oposición golpista interna sólo sería un factor de desestabilización para un gobierno que entre más débil y corrupto, más le sirve a los intereses del capital global. En esa dinámica, los “fuegos artificiales” de Trump solo serían “cantos de sirena” para tener a los Marcos Rubios y a las Ileanas Ross de su lado en el Congreso estadounidense. O sea, bulla para la tribuna mientras sus agentes de negocios obtienen grandes ganancias como pasó con los bonos venezolanos comprados a precio de remate por Goldman Sachs. El resultado es el mismo, arrodillar al gobierno que grita todos los días consignas anti-imperialistas pero paralelamente entrega la riqueza al gran capital a precio de feria.

La ANC, la lógica de supervivencia y el futuro

En cuanto a la respuesta de una parte del pueblo venezolano de otorgarle un apoyo relativo al gobierno de Maduro y a la ANC, parece tener cierta lógica. Un sector lo hace por autodefensa; otro, obligado por las circunstancias de necesidad de empleo o los subsidios gubernamentales; uno más, para castigar a la MUD y su violencia desenfrenada; y unos pocos, por sentimiento genuino de querer salvar la “revolución”.

Ello por cuanto la dirigencia de la MUD no ofrecía nada mejor. Los sectores críticos del chavismo tampoco han aglutinado una fuerza que ofrezca una salida viable. La reacción de mucha gente fue de supervivencia, miedo, rechazo a la violencia y a la intervención extranjera. Tiene su lógica y explicación plausible. Pero, de no resolverse a corto plazo la situación económica, si por el contrario, se agudizan negativamente las condiciones de existencia, la gente puede reventar. Además, si la cúpula burocrático-militar se extralimita en su represión contra los dirigentes de la oposición y de los disidentes, puede hacer crecer la rebelión popular y desencadenar nuevas y explosivas protestas.

Observamos cómo la ANC ha suplantado todos los poderes. Pero, ese organismo corporativo no es el efectivo poder, solo es una especie de “ventrílocuo” del “sexteto”. Ni siquiera hay debate al interior de la asamblea, ya no se guardan ni siquiera las formas, las órdenes de la cúpula burocrático-militar se convierten sin discusión en mandatos constitucionales, y los “poderes instituidos”, actúan de inmediato. Así destituyeron a la Fiscal, nombraron a Tarek “El Inquisidor”, y lanzan a diestra y siniestra decisiones judiciales y administrativas para mostrar quién manda en Venezuela. Quieren meter verdadero terror entre la población.

Las últimas acciones de la ANC y de los funcionarios del gobierno, dejan ver el espíritu de vindicta y de aplastamiento del “enemigo”. A pesar de que lo pretenden ocultar, se les nota el miedo a que el pueblo se dé cuenta de su debilidad y aislamiento. Así, por ese camino, el autoritarismo indigno y criminal va a ir asomando su terrible rostro. Maduro y Cabello quieren emular a Robespierre. ¡La suerte está echada!  


E-mail: ferdorado@gmail.com / Twitter: @ferdorado 

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