De cómo los “maximalistas de
izquierda” convierten el NO en SI
GRECIA Y EL MOVIMIENTO GLOBAL DE
RESISTENCIA
Bogotá, 12 de julio de 2015
El pueblo griego emitió un contundente NO a la política
de austeridad que viene imponiendo la “troika” compuesta por el FMI, el Banco
Central Europeo (BCE) y la Comisión Europea (CE).
Los alcances
y límites del NO
Hay quienes interpretan el NO como un salto al vacío. Lo
relacionan con alguna de estas situaciones: 1. Negarse a pagar totalmente la
deuda o declararla absolutamente impagable. 2. Salirse de la Unión Europea y
del Euro. 3. Derrocar a la oligarquía griega y “hacer” la revolución socialista.
4. Entregarse totalmente a la órbita de Rusia, China y los BRICS.
La verdad es que el referendo que impulsó y logró el NO, es una
estrategia política para ganar tiempo. La intención visible para el pueblo
griego que lo apoyó es renegociar y reestructurar
la deuda en mejores condiciones, lograr la condonación de una parte de ella, y
sobre todo, impulsar un movimiento en toda Europa contra el poder omnímodo de
la “troika”, contra la política de recortes sociales y la llamada “austeridad”.
Además, el gobierno de Tsipras ha puesto la lucha por “democracia
real” en primera línea. Al convocar al pueblo a pronunciarse mediante un
referendo está enfrentando la esencia de la democracia representativa. La
consulta popular es una figura que se asemeja a una gran Asamblea Pública, eje
central de la democracia directa que le dio vida a esta forma de gobierno que
inventaron los griegos.
La campaña por el “NO” derrotó la campaña del miedo desarrollada por
el gran capital. El pueblo griego venció a los partidos y a los medios de
comunicación oligárquicos, a todos aquellos que temían perder lo mucho o poco
que poseen ante la eventualidad de salir del “euro” y, a los escépticos y
pesimistas que existen en todas partes.
Es preciso entender –para
no transformar el triunfo en derrota–, tarea en la cual los
“maximalistas” son expertos, que por ahora, las transformaciones
estructurales que golpeen al neoliberalismo y al mismo capitalismo, no podrán
ser ni siquiera planteadas en el inmediato futuro, por cuanto el gran capital
tiene arrinconado al pueblo griego. Se necesita respirar, tomar aliento y
buscar la forma de reaccionar a la ofensiva. Por ahora, nos tienen a la
defensiva.
Además, la trampa en que están metidos los pueblos de los
países económicamente más débiles de Europa hace imposible una solución por
separado. El poder del “euro”, en manos principalmente de los bancos alemanes,
transfiere permanentemente riqueza de los países pobres a los ricos, renta del
trabajo al gran capital. El problema es de todos los europeos. El pueblo
helénico dio un primer paso en la dirección correcta, pero puede
–indudablemente– salir sacrificado. No obstante, ya mostró con valentía un
camino a seguir.
La crisis económica –que no es sólo una crisis financiera
coyuntural sino una manifestación más de la crisis sistémica del capitalismo– ha
empujado en ese mismo sentido a amplios sectores sociales de varios países
europeos y del mundo que sufren las políticas de austeridad impuestas por la burguesía
financiera y el imperio capitalista.
Los alcances
y límites de los gobiernos democráticos y progresistas
Es indispensable entender que ni Syriza ni ningún
gobierno democrático –tanto en Europa como en América Latina– está en condiciones,
ahora, YA, de romper y enfrentar al poder del capital financiero con medidas
anti-capitalistas. No pueden lanzarse a aventuras individuales y correr el
riesgo de tener que enfrentar bloqueos financieros y económicos como el que ha
sufrido Cuba durante más de 50 años. Por eso se requiere mucho tacto, prudencia
y gran visión estratégica.
Lo que vienen haciendo los gobiernos democráticos y
progresistas de América Latina –en términos estrictamente económicos– es lo que
se puede hacer. Renegociar contratos con empresas transnacionales, imponer
condiciones sociales y ambientales a los proyectos mineros y petroleros,
iniciar procesos de industrialización y fortalecimiento de bases económicas
“propias”, atender con subsidios la población más pobre y reversar los procesos
de privatización atacando a los grandes monopolios.
Se podría hacer mucho más si existiera voluntad política
para fortalecer la integración regional frente al imperio y al gran capital
financiero pero, ello depende en lo fundamental del movimiento social y
político de carácter democrático y de izquierdas. Su tarea es transformar
consistentemente la correlación de fuerzas en favor del pueblo, aislando y
neutralizando a los sectores burgueses que se “colinchan” de muchas formas en
los procesos de cambio y obstaculizan el avance. Hay que aprovechar la “pausa
anti-neoliberal” para construir nuevas formas de democracia política, económica
y cultural, fortalecer la organización y la movilización popular y, avanzar con
paso firme hacia transformaciones más profundas.
Claro, sin hacerse ilusiones en el “Estado heredado” que sigue
siendo una herramienta del gran capital. Éste
no ha perdido el Poder sino sólo el
gobierno. Para desgracia de los pueblos la dirigencia democrática ha caído
en la ilusión “institucional”. Esa es la causa principal de los procesos de burocratización
y “cooptación” del movimiento popular, para beneplácito del establecimiento burgués
y frustración de los trabajadores y comunidades de base.
El precario
equilibrio de la economía y el movimiento global de resistencia
Es claro que existen condiciones objetivas para impulsar
cambios revolucionarios en el mundo. La recesión de la economía en China es un
hecho, los precios del petróleo siguen cayendo, ya nadie desconoce el caos
ambiental producido por el cambio climático, y la crisis económica mundial se
profundiza. El poder financiero es un castillo de naipes soportado en el juego
especulativo de bonos financieros y en un mercado bursátil virtual.
El precario equilibrio de la economía global necesita a
diario nuevos “estímulos extras” para controlar medianamente la crisis. Utiliza
la inyección de recursos públicos al sistema financiero privado, promueve guerras
destructivas para generar proyectos de reconstrucción, crea y explota noticias sobre
descubrimientos tecnológicos, usa éxitos económicos pre-fabricados de una u
otra empresa, impone recortes de conquistas sociales, y traza múltiples formas
de evitar la hecatombe.
Sin embargo las condiciones subjetivas no están a la
altura de la crisis. Los partidos políticos de izquierda tradicional miran
hacia atrás. Todavía se piensa con enfoques nacionalistas y “estatistas”. Los
nuevos movimientos recién aparecen y les falta madurar. La gente no tiene
todavía conciencia anti-capitalista. La lucha por rescatar la democracia
pareciera ser la primera prueba de fuego. Se debe depurar la democracia
representativa, construir nuevas formas de democracia directa, deliberativa y
participativa, y fortalecer el pro-común colaborativo.
A pesar de todo un gran movimiento continental y mundial está
en plena gestación. Es necesario visualizar ese movimiento y empezar a
concretarlo. Dicho movimiento tiene como protagonista principal a los pueblos
de América Latina que están luchando y derrotando las políticas neoliberales.
Esa corriente internacional no será en el inmediato futuro un movimiento único
o dirigido por determinadas fuerzas. Será la sumatoria flexible y plural de
muchos esfuerzos locales, regionales, continentales y globales. Unos por mayor
democracia, otros ambientalistas, unos más por “antiglobalización”, los ya
existentes por “auditoría” de la deuda pública, y los más, por derrotar las
políticas neoliberales para avanzar hacia una sociedad “post-capitalista”.
Lo ocurrido en Grecia es una señal y un síntoma. La vida empuja,
ella misma nos obliga a cambiar. ¡Hay que acelerar el paso...!
Nota: Los “maximalistas de izquierda” tratan a los
demócratas y progresistas que llegan a los gobiernos como oportunistas,
reformistas, quinta columnas de la burguesía y demás epítetos de ese estilo.
Incluso, muchos de ellos no están de acuerdo con la vía electoral y civilista.
Pero cuando éstos llegan al gobierno les exigen ésta vida y la otra, y si no
“decretan” la revolución o se lanzan a aventuras individuales, los tratan de
traidores y renegados.
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