En campaña electoral, entre el cielo y la tierra…
CON SERENIDAD DEMOCRÁTICA
Popayán, 27 de enero
de 2018
Todos sabemos que la vida del planeta tierra está complicada,
que el mundo que les heredamos a nuestros hijos y nietos no es el más
agradable. Un mundo de obsesión consumista y de insatisfacciones no reconocidas,
de apariencias banales y de miserias escondidas, de sueños menores y objetivos muy
limitados, de frustraciones ocultas y de ideales que se quedaron a mitad de
camino. Una humanidad frustrada que se ahoga en un mar de mercancías y calma
conciencia en la nube del entretenimiento digital.
Todo ello se traduce en una civilización deshumanizada,
amenazada por la crisis ambiental y el cambio climático, desorientada frente a
la crisis global de valores, sumida en violencias planeadas e
instrumentalizadas (como la nuestra, la de Colombia), mientras el afán desenfrenado
de ganancias y de acumulación de capital sume a millones de personas en la
desesperanza y en las más terribles tragedias aumentadas por las economías
criminales que han surgido por todas partes.
En medio de la aparente abundancia que se observa por las
pantallas de televisión y de teléfonos inteligentes, una gran cantidad de gente
no entiende por qué se desencadenan tantos conflictos sociales, económicos, políticos
y culturales; guerras planeadas y controladas; agresiones provocadas y ataques
planificados; y, tampoco comprenden por qué millones de personas abandonan el “sur”
(África, Asia y América Latina) para irse al “norte” a convertirse en migrantes
discriminados y humillados. Algo definitivamente no funciona bien.
Al contrario, funciona muy mal. No convence la figura de un
Trump racista y xenófobo queriéndonos hacer creer que es el adalid de la
libertad y de la democracia frente al amenazante presidente norcoreano Kim Jong-un
o al venezolano Maduro, que parecen muñecos inflados desde occidente para seguir
asustando a la gente con los supuestos ogros comunistas que hace rato están
fuera de escena. En fin, no es el mejor mundo ni es bueno el momento de nuestra
humanidad.
Para salir de esa situación tan terrible, que muchos quieren
negar para no enfrentarla, tenemos que revisar y evaluar nuestros anteriores
esfuerzos. Muchas cosas hicimos mal y, por ello, pareciera que el capitalismo
es invencible. Si no identificamos esos errores y equivocaciones, no podremos
legarle la tarea a las nuevas generaciones que no conocen muchos pormenores de
esas experiencias parcialmente triunfadoras pero que, a la larga, terminaron
absorbidas por la dinámica del gran capital y de los intereses supuestamente “nacionales”
(o “étnicos”, “culturales”, “de género”, o “de clase”).
Siempre hemos luchado por cambios estructurales y hay que
seguir haciéndolo. Por derrotar el imperio de la ganancia individual que
entierra y niega el bienestar colectivo. Por superar las economías basadas en
destruir la naturaleza y la misma humanidad. No podemos doblegarnos y hay que
legarle a nuestra juventud la utopía de que un mundo mejor es posible, pero
claro, estimulándolos a que nos superen y abran nuevos caminos.
Hoy en Colombia hacemos esfuerzos por clarificar el camino.
Al lado de la Coalición Colombia y de Sergio Fajardo intentamos rectificar uno
de los errores más comunes: Querer superar el neoliberalismo (capitalismo) con
base en voluntarismos individuales y golpes de mano ocasionales. Hoy llamo a ir
despacio, a unir y a movilizar a la gran mayoría de colombianos que quieren el
fin del conflicto armado pero sin demagogia y sin falsos triunfalismos. Hoy
convoco a utilizar la “serenidad democrática” para derrotar a corruptos y guerreristas
en las elecciones presidenciales de 2018.
Será todavía un pequeño paso pero hay que darlo bien. Con pausa
y paciencia porque vamos para lejos. Con sentido democrático y ética ciudadana.
Y sé que es posible hacerlo.
E-mail: ferdorado@gmail.com / Twitter: @ferdorado