lunes, 1 de febrero de 2016

EL 24-E FUE UN BUEN PASO

Balance de la protesta social y ciudadana del 24 de enero…

EL 24-E FUE UN BUEN PASO

1° de febrero de 2016

Lo que se hizo bien... hay que hacerlo conocer, replicar y reforzar
Lo que se hizo mal... hay que saberlo y no repetirlo
Lo que no se hizo... hay que experimentarlo a ver si sirve.

A principios de enero de 2016 un grupo de jóvenes de diferentes ciudades de Colombia decidieron convocar por las redes sociales lo que ellos denominaron un “Paro Nacional”. Las reivindicaciones económicas y sociales que fueron unificando recogían la inconformidad e indignación de millones de personas frente a decisiones gubernamentales de diverso tipo.

Los puntos de lucha acordados fueron: Aumento digno del salario mínimo; no al aumento del IVA (impuesto al valor agregado); no a la venta de ISAGEN (empresa pública generadora de energía eléctrica); suprimir el impuesto bancario llamado 4 X 1000; rebajar el precio de la gasolina; reducir el tamaño del Congreso de la República y bajar los sueldos de los parlamentarios.   

Las cifras de la inflación del año 2015 (6,67%) recientemente publicadas justificaban la protesta. Además, se prevé un fuerte impacto en el costo de vida por efecto de la sequía que de acuerdo a todos los pronósticos anulará el aumento del salario mínimo a mitad de año.

Igual, causó enorme rechazo la forma como se aprobó “subastar” las acciones de la empresa oficial ISAGEN el 13 enero. Esta decisión fue tomada a espaldas de la ciudadanía, se hizo con un solo proponente extranjero, y el dinero obtenido va a servir de soporte financiero para la inversión en las denominadas carreteras de 4ª generación (4G), que tienen el control burocrático del actual Vicepresidente Germán Vargas Lleras.    

Además, todas las cifras oficiales de crecimiento y expectativas económicas pintan un panorama oscuro para el año 2016, situación que no es reconocida por el gobierno quien con el tema de la paz y a su sombra, no sólo niega la mala situación sino que impulsa otras políticas estructurales que afectan a los trabajadores y los pueblos, como la Ley Zidres[1] y una reforma tributaria regresiva que pretende gravar todavía más los ingresos de trabajo.

El crecimiento de 2015 estuvo por debajo de lo proyectado por el Banco de la República (2,8%). El déficit fiscal del gobierno para 2016 será de más de 30 billones de pesos fruto de haber calculado el presupuesto a 62 dólares el barril de petróleo cuando hoy está en menos de 30. El déficit de la cuenta corriente en la balanza de pagos (exportaciones/importaciones) es negativa (-7%). La deuda pública (externa e interna) está disparada como resultado de la devaluación del peso colombiano llegando en la actualidad al 37% del presupuesto nacional. En fin, todo a la baja o negativo para el gobierno y para el país.

Por todo lo anterior y porque Uribe pretendía colocarse como el adalid de la protesta, era oportuno y necesario hacer ese llamado a la movilización ciudadana y popular.

Particularidades de la convocatoria

El llamado al “Paro Nacional” lanzado inicialmente desde Barranquilla es respondido por las redes con mucho entusiasmo. Las particularidades que tiene esa convocatoria reflejan la complejidad del momento político que vive el país y sirven para explicar las limitaciones de la respuesta de los trabajadores y de la ciudadanía en general. Veamos:

1.    Se emplaza a la gente desde perfiles de personas, grupos o “comunidades” creadas en Facebook o Twitter. El llamado no tenía una cara pública de nivel nacional ni era respaldada por una organización reconocida.

2.    Se plantean puntos de lucha de carácter e interés general para evitar causas sectoriales que siempre terminan por dividir o debilitar los paros o movilizaciones.

3.    No se toca ni se menciona para nada el tema de la terminación del conflicto armado.

4.    Se insistía en que era una convocatoria del “pueblo”, del “ciudadano del común” y se rechazaba la participación de los partidos políticos de “derecha, izquierda o centro”.

5.    Se mostraba cierto desconocimiento de las centrales obreras, sindicatos y organizaciones sociales, aunque después se trató de corregir ese error.

6.    Se llamó a la jornada “Paro Nacional” a realizarse el 24 de enero con el argumento de que iniciaba un domingo para permitir la asistencia de gente que nunca había protestado o que al no tener una organización, no tenía condiciones individuales para “parar”.

7.    No se sabía quién iba a tomar la “dirección” del Paro, en caso de que la actividad fuera masivamente respaldada por la población. No estaba claro si se iba a negociar con el gobierno o qué se iba a hacer con el acumulado de fuerza que se lograra movilizar.

La respuesta del gobierno y de las organizaciones políticas y sociales

El gobierno no se pronuncia sobre el tema pero utiliza varios medios para hacer creer que detrás de la convocatoria está el “uribismo” y éste (Uribe), en su afán de protagonismo y desespero, contribuye a fortalecer esa primera impresión. Además, la falta de claridad de los/as convocantes ante el tema de la “terminación del conflicto armado”, ayuda a desinformar y a confundir.

Los partidos y grupos de izquierda y las organizaciones sociales en su mayoría influidas por ellos, reaccionan de diversa manera. La mayoría rechazan la convocatoria porque –de acuerdo a sus análisis–, así no estuviera dirigida por Uribe, podría debilitar al gobierno y poner en riesgo el “proceso de paz”. Unos pocos sectores –entre ellos los “socialistas”– respaldan la iniciativa con decisión y otros (PC, PTC) muestran simpatía con reservas. Unos más, se quedan quietos y no asumen una posición definida.

En la recta final del plazo de tiempo para realizar la acción del 24-E, algunos sectores de trabajadores y activistas independientes se deciden tardíamente a participar, entre ellos sindicatos y colectivos de diverso tipo.

La protesta del 24-E

El balance oficial de los organizadores del “Paro Nacional” no se conoce todavía. En Bogotá se movilizaron aproximadamente entre 8.000 y 10.000 personas. En Cali fueron entre 4.000 y 5.000. En las demás ciudades contando Medellín, Barranquilla, Bucaramanga, Santa Marta, Pasto, Popayán y otros centros urbanos, la participación fue bastante limitada. Las expectativas eran mayores pero finalmente la gente no respondió como se esperaba.

Sin embargo, para ser un domingo, con la campaña de desinformación desatada, la oposición “santista” en furor, las vacilaciones de las centrales obreras y de la izquierda, el apoyo interesado y rabioso de Uribe, los anuncios del gobierno de no gravar con nuevos impuestos a la canasta familiar, la jornada de protesta puede considerarse positiva. Es un inicio que entusiasma, estimula y llama a la organización y a la clarificación de metas y objetivos.

Es evidente que si la izquierda tradicional, los sindicatos y las organizaciones sociales se hubieran sumado al llamado de los jóvenes con entusiasmo y desprevención, la protesta habría sido un total éxito y hubiera quedado en la agenda inmediata la realización del Paro Nacional. Eso es un hecho.  

Los errores cometidos

Sin querer decir la última palabra, con el respeto debido y la consideración solidaria con el esfuerzo realizado por cientos de jóvenes y personas que colaboraron con la organización y realización de esta importante tarea de lucha social y ciudadana, planteo como errores o deficiencias los siguientes aspectos:  

-       La calificación de “Paro” no fue la más acertada. Por un lado realizar un paro en términos estrictos significa paralizar la producción y para ello se requiere una gran fuerza laboral, social y política que convoque, organice, realice y sostenga una actividad de ese tipo. Pero por otro lado, la palabra “paro” ha adquirido en Colombia, dada la debilidad de las fuerzas laboriosas para paralizar el aparato productivo, una connotación violenta, debido a que por tradición hay que bloquear vías y carreteras para generar un impacto principalmente en el transporte de materias primas y alimentos. Esa designación de “paro” generaba ansiedad, algo de miedo y prevención frente a los reales objetivos de la protesta. Si se hubiera insistido más en que era una gran movilización pacífica es posible que la participación hubiera sido mucho más masiva y contundente.

-       La no mención al tema de la terminación del conflicto armado por temor a mostrarse condescendientes con el gobierno y, por tanto, ahuyentar a las bases “uribistas” o contrarias al “proceso de paz”, es un grave error. Con esa posición se refuerza la campaña desinformadora del gobierno y de la “izquierda santista” que influyó en forma determinante en las organizaciones sociales tradicionales y en la población en general.

-       La confusión entre asumir una posición anti-política o una actitud anti-partidista. Se planteó en varias ocasiones que no se convocaba a partidos políticos, que no asistieran con sus banderas y símbolos, colocando un limitante de corte discriminatorio y excluyente. Se entiende el espíritu “anti-político” que se quería canalizar pero en la práctica se mostró un espíritu sectario y estrecho. El llamado debió ser a la positiva, convocando a los militantes y simpatizantes de todos los partidos políticos que estuvieran de acuerdo con los puntos de lucha, e insistiendo también en la participación de los sin partido.     

-       Existió cierta precipitación en la escogencia de la fecha. Lo de que fuera domingo no era problema pero si requería tiempo para hacer pedagogía, difusión y organizar bien la tarea.

-       El no hacer visible a los convocantes fue un gran inconveniente. Tendría que haberse organizado asambleas públicas con el cubrimiento de medios de comunicación para darle credibilidad y confianza a la convocatoria. Hizo falta dar más la cara. En algunas ciudades eso se hizo bien y los resultados así lo ratifican.

-       La demasiada y exagerada confianza en las redes sociales se constituyó en uno de los más graves errores. Se requiere mucha difusión radial, perifoneo y volanteo por los barrios y centros comerciales, eventos propagandísticos para llamar la atención y mucha creatividad en las consignas para diferenciarse de las protestas tradicionales de tipo sectorial.

Hacia el futuro

El 24-E puede considerarse un experimento relativamente exitoso. Una medición, una comprobación del estado de ánimo de la gente. Se probó que se podía hacer y se probaron muchos/as jóvenes que nunca habían participado en una actividad de este tipo y dimensión.

Sin embargo, lo evidente es que la indignación no ha llegado al nivel de explosividad social. Hay temores, frenos, desconfianzas, taras, herencias, que atentan contra la expresión amplia, suelta, incluyente, general y masiva de una población inconforme pero que no se mueve.

Muchos dicen con escepticismo e incredulidad… ¿si 60 años de guerra no sirvieron para cambiar las cosas, menos lo hará una protesta pacífica, así sea muy grande? Esa actitud es resultado de tantos años de un conflicto armado desgastante y paralizante.    

Para enfrentar el reto debe surgir organización de nuevo tipo, con nuevas caras, lenguaje sencillo y directo, en la dinámica de los aciertos del 24-E, superando los errores y haciendo hincapié en la dirección colectiva y la creatividad.

Llamado

Es urgente que se presente un balance “oficial” de lo ocurrido el 24-E. Sin una evaluación colectiva, que nos aterrice y nos permita identificar lo que se hizo bien, lo que se hizo mal, lo que no se hizo, es imposible avanzar.

Solo una juventud capaz de superar el estilo prepotente, falto de auto-crítica, idealista, ilusionista, anti-ético, poco práctico y figurativo, del comportamiento “tradicional", será capaz de diseñar, mostrar y construir una nueva dirección.

Sólo lo colectivo nos unificará... lo individual nos hundirá...!!!

Nota: Es también visible el papel de lo que llamo el “nuevo sujeto social” o “profesionales precariados” (“nuevo proletariado”, “cognitariado”, “precariado”) en la convocatoria y realización de esta actividad del 24-E.

E-mail: ferdorado@gmail.com / Twitter: @ferdorado





[1] Ley Zidres: Ley que declara las Zonas de Interés de Desarrollo Rural, Económico y Social (ZIDRES). Se trata de un instrumento que legaliza la acumulación irregular de predios —con antecedentes de baldíos— por parte de empresas nacionales y extranjeras, causando efectos negativos en términos de concentración y expropiación de tierra. Ver: http://bit.ly/1PbxgLD

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