lunes, 15 de junio de 2015

LA “PAZ” ES UNA HERRAMIENTA PARA DERROTAR LA POLÍTICA IMPERIAL EN COLOMBIA

Un debate público necesario pero al interior del pueblo…

LA “PAZ” ES UNA HERRAMIENTA PARA DERROTAR LA POLÍTICA IMPERIAL EN COLOMBIA

Bogotá, 15 de junio de 2015

Hemos planteado reiteradamente que la “paz neoliberal” (limitada, imperfecta, recortada, “perrrata”, como le llamo) es la única que se puede conseguir de acuerdo a la correlación de fuerzas que existe en el momento en Colombia. No es un problema de voluntad ni que uno lo desee así. Es un problema real que no va a cambiar en el inmediato futuro.

La sociedad colombiana no se va a mover por la “paz con justicia social” en el corto plazo. Ella está confundida y la insurgencia ha contribuido con esa confusión. Creen las mayorías colombianas que luchar por esa consigna sería como apoyar a la guerrilla. Entonces, esperar que ocurra ese milagro para poder “pactar el fin del conflicto armado” es “alargar el chico”, es perder tiempo, es “dar papaya”, o sea permitir que las fuerzas guerristas aprovechen nuestras vacilaciones para fortalecer su posición.

Es así como hemos publicado una serie de artículos cuestionando el enfoque militarista que se impuso en la insurgencia. Se señala su falta de visión política. En la práctica es un debate ideológico con la dirigencia de las FARC. Su objetivo no es otro que tratar de convencerlos que esa “paz” (con las reivindicaciones que ya se han logrado y algunas no tan difíciles que se pueden conseguir para pactar la desmovilización) es una herramienta, un método, un medio, para derrotar al imperio y a las clases dominantes colombianas.

Hay quienes no se atreven a dar el debate ideológico a la dirigencia guerrillera. Unos porque consideran que plantear ese debate es “auto-flagelarnos”, darle ventaja al enemigo. Otros no lo hacen por temor. Ese miedo puede tener dos variantes. Uno, porque si alguien le plantea una discusión sincera a la comandancia insurgente, de alguna manera es porque se identifica con “su causa”, o por lo menos, con los objetivos que se plantearon cuando se alzaron en armas. Y dos, porque puede generar desconfianza llevarle la contraria a quienes están armados.   

Entonces, si le damos el debate ideológico a la insurgencia es porque tenemos claro que – a pesar de sus graves errores – todavía están del lado popular. Por el contrario, no me dedico a debatir con la burguesía ni a “quejarme” de sus acciones criminales porque a la larga termino justificando las acciones bárbaras de los “nuestros”. Esa “quejadera” gran parte de las veces termina cayendo en el círculo vicioso de siempre. Es más, podría decir que cuestiono a la insurgencia no tanto por sus “acciones en sí” que son parte de la guerra, sino por su ineficacia política, porque le hacen el juego a la estrategia del imperio que instrumentalizó el conflicto y también, puso a su servicio la acción de la misma insurgencia (así ellos no lo quieran y no sean conscientes de esa tragedia).

Entender que la “paz” es una herramienta del pueblo para derrotar al imperio y a la oligarquía es clave en el momento actual. Es fundamental entenderlo para poder salir de la trampa en que estamos. Entonces, igualar el debate ideológico que se le debe dar a la insurgencia con la denuncia de los crímenes de la burguesía (que es por esencia criminal!!), nos enreda y no nos deja avanzar. La insurgencia ya se ha auto-derrotado políticamente por su torpeza, se trata de que entiendan que si se sacrifican a fondo por la paz van a crecer políticamente ante el pueblo y despejarán el terreno para que las fuerzas civilistas avancen hacia la conquista y construcción de una nueva Colombia.

Paralelamente es importante ubicarnos en el contexto internacional. Los triunfos políticos conseguidos por los pueblos de Grecia con Syriza y en España con Podemos y con otra serie de convergencias políticas y sociales que han surgido en diversas regiones y municipalidades después de las revoluciones árabes y del movimiento de los “indignados”, (en lo que ayudó en forma significativa la desmovilización de ETA), es una muestra de que la estrategia desarrollada por los pueblos de Sudamérica – Venezuela, Ecuador, Bolivia, Brasil, Uruguay, Argentina, entre otros – de utilizar las elecciones para acceder a los gobiernos y derrotar a las oligarquías, en civilidad y paz, es la forma, el método acertado para el momento actual.

Pero esos triunfos electorales que nos permiten llegar a administrar un “Estado colonial heredado” no nos deben confundir. En el editorial del periódico de “Lucha Internacionalista” de la UIT-CI (http://on.fb.me/1GmiuzB), haciendo un balance de los resultados de las elecciones españolas del 24M, se dice que “el giro a la izquierda que se da, queda mediado por la teoría de que desde el gobierno – a través de las elecciones – se resolverán los problemas”.

Hay que decir que ello no es cierto. La gente de Podemos y de otras fuerzas locales y regionales que se han expresado en este proceso de cambio que se vive en España, y sobre todo los sectores más avanzados de esas fuerzas incluyendo la recién elegida alcaldesa de Barcelona Ada Colau, nunca han planteado esa idea.

Ellos proponen combinar la acción desde los gobiernos como una necesidad táctica para romper la resistencia de los partidos del establecimiento y el poder de la burguesía financiera pero, a la vez, impulsar la construcción de nuevas formas de democracia para poder realizar verdaderas transformaciones estructurales.

Se trata de transformar la “democracia representativa” en una forma efectiva y verdadera. Esa representación debe actuar cumpliendo el eslogan zapatista de “mandar obedeciendo”. Esa acción debe combinarse con la construcción de espacios y formas de democracia directa.  Hay que estimular la democracia deliberativa y potenciar la democracia ciudadana en todas sus expresiones con consultas masivas, plebiscitos, control ciudadano, transparencia administrativa, democratizar los medios de comunicación, etc.

Además, mientras se van construyendo esos procesos de participación y decisión democrática de amplios sectores sociales se deben implementar cambios concretos como disminuir los sueldos de los altos funcionarios públicos, aprobar la revocatoria de su mandato en caso de que no cumplan con sus compromisos, impedir la eternización de los políticos en funciones públicas y/o legislativas, organizar el control social, exigir la rendición de cuentas con veeduría ciudadana, y muchas más transformaciones dirigidas a impedir que el funcionario “delegado” termine imponiendo su voluntad sobre quienes le dan el poder de representarlos.

Hoy en Colombia están dadas las condiciones para avanzar por ese camino civilista y pacífico. En Bogotá la unidad de todos los partidos de la democracia y de la izquierda, sumados a diversas expresiones sociales que existen en barrios y localidades (ambientalistas, animalistas, actores sociales en lucha por la igualdad de género y de respeto a la diversidad sexual, trabajadores de la cultura, jóvenes raperos y del hip hop, etc.), van a disputar con los partidos del establecimiento neoliberal la continuidad de los gobiernos sociales, y de no cometer graves errores, lo van a conseguir.

Esa tarea puede replicarse en todo el país y obtener triunfos parciales de cara a las elecciones de 2018. Y para lograrlo necesitamos de esa “paz relativa”. ¡Es urgente!   

Larga Postdata: El gobierno de Santos fue una continuidad parcial del gobierno de Uribe. Como Uribe quería seguir mandando con sus mafias y delitos desembozados, la burguesía transnacional y el imperio tuvieron que forzar un cambio “parcial”, más cosmético que efectivo. Pero en verdad, implementaron algunos cambios reales para poder engañar como el diálogo de paz y el viraje en la política internacional con los países vecinos. Ahora, en el borde del fin del conflicto tienen que reenganchar a Uribe para no sacrificar a ninguno de los suyos y no darle un triunfo político al sector democrático, popular y a la misma guerrilla. La agudización actual del conflicto hace parte de ese re-engranaje entre las fuerzas uribistas y santistas. Es posible que una fase de ese re-enganche pase por una levantada del gobierno de la Mesa de La Habana, pero sin romper totalmente los diálogos. Ello, posiblemente sea una acción que estén contemplando para consolidar ese  re-enganche. Así, el proceso de paz entraría en una nueva etapa – con mayor gobernabilidad de Santos – y el establecimiento unificado se jugaría dos cartas: o se concentran las guerrillas en sitios especiales para poder decretar el cese de fuegos bilateral, o se aceleran las negociaciones. Allí la guerrilla tendrá que ceder o romper los diálogos definitivamente. Así, el “proceso de paz” ha entrado en un momento muy delicado y difícil.


E-mail: ferdorado@gmail.com / twitter: @ferdorado

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